Nuevos relatos publicados: 7

Dos chicos fueron mi pesadilla la noche del 3 junio

  • 5
  • 18.265
  • 9,16 (19 Val.)
  • 4

Esa noche llevaba mi vestido preferido, un vestido ajustado de color negro, esa iba a ser mi noche, mi noche de pasarlo bien con mis amigas y contarnos todo lo que nos había pasado durante esas semanas que no nos pudimos ver a causa de los exámenes. Sin embargo; esa noche me esperaba algo que yo jamás hubiese querido que ocurriera.

Volvimos a casa, alrededor de las cinco de la mañana acompañada de mis amigas de las cuales me despedí en el crucé. Escuché sus risas alejándose lentamente de mí por la espalda.

Pensé "es tarde, pero ¿qué podía pasar en Asturias?, con lo tranquila que es esta ciudad...".

Seguí caminando y a pesar de estar sola, no aumente la velocidad de mi marcha de todos, ¿para qué lo iba a hacer?

Podía sentir, como la tela de mi vestido se movía suavemente por mi piel con mis movimientos y la piel de mis piernas morenas erizarse debido al ligero frío de la noche. Seguí caminando a una velocidad normal, hasta percatarme de que ya no oía la risas de mis amigas; de todos modos, no me preocupé, sólo tenía que cruzar el parque San Francisco y dos calles más para llegar hasta mi casa.

Sin embargo; eso no iba a ser tan fácil como yo lo había imaginado.

Al introducirme en el parque, rodeado de sus árboles y matorrales pude avistar a mi derecha una sombra. Seguí andando, esta vez más rápido, no quería correr porque pensé que seguramente dicha sombra sería una mala jugada de mi subconsciente o del alcohol que había tomado. Miraba al frente, con la marcha acelerada y me decía a mí misma "tranquila, seguramente no sea nada" pero mi corazón latía cada vez más fuerte.

Quisiera describir mejor ese instante, pero lo último que recuerdo, fue unas manos frías y brutas tapando mi boca llevándome hacía el suelo mientras yo intentaba dar patadas y resistirme. Fue un intento inútil, ya que con su fuerza hizo que mi cuerpo se desplomara en el suelo, en cuestión de segundos.

Me agarró la muñeca con fuerza, fue en ese momento en el que vi a otra sombra, otro hombre; el cual se sentó sobre mis piernas para inmovilizarlas y me desgarró mi vestido negro con violencia.

Yo al verle, me asusté aún más, ya no sólo gritaba auxilio sino que también lloraba, recuerdo también en ese momento pedirles misericordia una y otra vez... pero ellos al escucharme se reían y seguían desnudándome. El que estaba sentado sobre mis piernas según me descubría la parte de arriba de mi cuerpo, pasaba su asquerosa lengua por todos los rincones. Yo podía notar como disfrutaba del sabor de mi sudor frío que olía a miedo, disfrutaba con mis lágrimas y mi llanto.

En ese momento oí que se hablaban entre ellos sacando una navaja. Uno de ellos acerco sus labios carnosos a mi oído y me dijo "o de callas o te callo yo ¿Me entiendes?" "Si te portas bien princesa, no te haremos daño", al mismo instante pude notar como me clavaba su navaja en mi cuello.

Yo asentí y a partir de ese momento, me callé; sólo dejé que las lágrimas brotaran por mis ojos.

El que antes me agarraba las muñecas sacó su pene de dentro de su pantalón poniendo sobre mi boca, la cual mantuve cerrada; hasta que me empezó a pegar en la cara e insultarme y con sus manos intentar abrirla.

Al abrirla empujó su miembro en el interior de mi boca de forma brusca y violenta, mientras su compañero desgarraba la poca ropa que tapaba mi cuerpo, me abrió las piernas y recuerdo que dijo "tranquila, que te va a gustar". Acto seguido, comenzó a comer mi vulva de forma muy rápida y excitante, sin embargo; yo seguía llorando.

El que tenía su pene dentro de mi boca, me la introducía hasta la garganta, haciendo que incluso en varias ocasiones no pudiera respirar. Me atragantaba con su enorme pene y cuando la sacaba para volver a meterla otra vez de forma violenta, era cuando yo tenía un pequeño momento para poder respirar un poco más y toser.

Al mismo instante en el que su compañero me comía el coño de manera insaciable como sí aquella experiencia le estuviera encantando, miraba mi cara de terror y disfrutaba. Fue él quien me dijo que levantará y me pusiera a cuatro patas, recuerdo que fue ahí cuando me dijo que en ese momento empezaba la fiesta.

Me metió el pene con violencia hasta el fondo de mi vagina de forma muy forzosa, nunca había sentido un dolor tan grande. Hice un intento de gritar en ese momento, pero fue inútil; la polla del otro chico estaba hasta mi garganta taponando también con una de sus manos mi nariz.

Siguió así una y otra vez, metiendo y sacándola con fuerza, hasta que de forma inesperada la introdujo en mi culo.

El otro chico se acercó se puse debajo de mí, forzándome a tener una doble penetración con ellos, fue doloroso pero intenté no gritar cada vez que los chicos se movían de forma tan brusca dentro de mí. Cuando se cansaron de la doble penetración, me hicieron sentarme en el suelo esta vez y mirarles, mientras me agarraban del pelo obligándome a hacer una felación a ambos, terminando los dos en mi boca.

Cuando se fueron, yo me quedé allí sentada unos minutos pensando que había pasado y que debía hacer ahora. No tenía ni idea.

Intenté taparme con mi chaqueta vaquera y lo poco que me quedaba de mi vestido, el cual ya no era negro, si no que ahora tenía manchas blancas por toda la tela.

Conseguí volver a casa y al llegar me duche una y otra vez.

No consigo recordar la cara de los chicos de ayer tal vez por los nervios o por el alcohol, no lo sé; pero a pesar del dolor físico que aún siento en mi cuerpo; fue la mejor noche de sexo de mi vida.

(9,16)