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Luna de miel... a cuatro manos entre pareja joven y una cuarentona

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Tengo 41 años, soy de complexión media y estatura promedio. Mi nombre es Jimmy. Mi esposa se llama Yuliya y tiene 39 años. Ella es muy bajita y delgada sin que esto me haga considerarla flaca. Tenemos poco más de once años de relación, aunque sólo a inicios de este año conocimos el toquido de campanas, aunque ciertamente no fue en una iglesia sino en el registro civil.

Somos una pareja de mentalidad abierta, al menos eso consideramos nosotros. No obstante nuestra mente abierta, tampoco diría que somos libertinos; es decir, en realidad hemos ido in crescendo en cuanto a nuestra apertura, no entre nosotros, ya que esta libertad desde el inicio de nuestra relación fue muy marcada; más bien, me refiero a la apertura que hemos tenido hacia otras personas (hombres, mujeres, parejas). Hace unos 7 años tuvimos nuestra primera incursión en el llamado mundo swinger, aunque ciertamente los primeros 5 años se limitaron a actividades de tipo voyeurista (nos encantaba ver, ser vistos, además de la experiencia auditiva y el olfato involucrados en este tipo de comunidades. No es que particularmente estuviésemos limitados al “ojo”, sino que nunca se dio la posibilidad o el momento para trascender la experiencia visual y auditiva.

Al llevar ya años juntos nos hemos contado prácticamente cuanta experiencia previa está archivada en nuestras respectivas historias amorosas y sexuales, además de haber contado nuestras más perversas fantasías. Hace poco más de año y medio, se dio la ocasión de otorgarle “licencia” para jugar a un amigo en común, Plutarco. La realidad es que estábamos dispuestos a todo; sin embargo, por factores más adjudicables a Plutarco que a cualquiera de los dos, la cosa quedó en lengüeteos, toquines, manoseadas. La verdad es que nos gustó mucho y deseábamos que el tono fuera más fuerte la siguiente ocasión. Benito, otro amigo, que hace algunos años Yuliya estando en la playa me confesó se le antojaba estuvo de visita en casa unos días, y con él si tuvimos una interacción más fuerte. Fue increíble la experiencia de ver a Yuliya ser penetrada mientras me practicaba oral a mí y viceversa. Más aun, por fin le cumplí su fantasía de un sandwichito, aunque ciertamente ella no lo disfrutó como había imaginado.

Como ya lo comenté, a inicios de este año decidimos casarnos, después de años de una vida ya estable juntos. Decidimos hacer una luna de miel. Yuliya no lo sabía, pero yo esperaban tener una luna de miel atípica, razón por la cual empecé a buscar la posibilidad de que estando en Tulum, pudiésemos contactar una pareja con intereses similares. Los hoteles sólo para adultos, o bien resultaban estar fuera de nuestro presupuesto, o simplemente habían cerrado años atrás. Por lo tanto, decidí apostarle a páginas especializadas en gustos especiales. Para mi sorpresa, en menos de dos horas recibí todo tipo de respuestas, la mayoría de hombres que buscaban participar en un trio. Yo francamente quería o un trio con una mujer o con una pareja. Las mujeres solas brillaron por su ausencia, no así las parejas. Recibí respuesta de tres parejas. Con una de ellas en particular intercambiamos fotos sugerentes, fantasías y parecíamos ya haber “pactado” darnos “licencia”. Después de todo ya no era la primera vez que “licenciaríamos” a alguien para jugar con nosotros. De alguna manera que nunca entendí, la pareja nos bloqueó del Whats. Me hice a la idea de que pasaríamos una luna de miel linda, aunque ciertamente sin ese toque picante que había contemplado. Sin embargo, la diosa fortuna hizo que ya en cama, la noche previa a viajar de Querétaro a Cancún, una de las tres parejas nos enviara fotos. Rápidamente use las fotos que habíamos intercambiado con la primera pareja y la conversación fue subiendo de tono. Preguntaron cuándo llegaríamos a lo que respondí: “Mañana temprano”. Para mí sorpresa, al lavarme dientes, entró un Whats de audio que decía “Mi rey, no gastes tu leche esta noche, guárdala para mi boquita mañana”. Se imaginaran que me puso a mil. Para ir despertando la libido de Yuliya le dije, “Este chico (aun no sabíamos sus nombres) mando una foto de su herramienta”. Aunque Yuliya jamás me ha dicho: “Jimmy la tienes no tan grande”, infiero que a ratos quisiera sentir algo más largo y más gordo que lo que siente en casa.

Llegamos muy temprano a Cancún, toda vez que se trató de un vuelo tipo pájaro madrugador. Lo que menos imaginábamos es que iban a ser dos noches seguidas de pájaros madrugadores… Nos instalamos, desayunamos, estuvimos en la alberca todo el día y a eso de las 14:00 antes que de que Yuliya me dijera: “Jimmy, quiero apapacharnos con un masaje de pareja” acordamos la hora de encuentro con la pareja.

Llegaron puntuales a las 21:30. Nos sorprendió la juventud de la pareja. Ella, de nombre Ivón, tenía 26 años, él de nombre Joselo, tenía 28. De alguna manera ambos tenían para nuestra fortuna lo que buscábamos. Yo, siempre he estado loco, casi obsesionado con las cinturitas y con las nalgas paraditas y vaya que si Ivón tenía ambas. Si sumamos el calor y humedad de la playa, fue casi a control remoto y primera vista que sufrí una deliciosa erección y que prácticamente le escaneé el cuerpo con mi mente y mirada. Joselo por su parte era de piel morena y tenía tatuaje, dos cosas que yo jamás podré ofrecer a Yuliya y que sé tanto disfruta. Ellos, amablemente trajeron unos coolers y vino tinto. Conversamos muy a gusto y sentimos una enorme confianza; sin embargo, quizá producto de la edad de ellos los notamos un poco tensos. En una vista al baño, le mandé un Whats a Yuliya para ver qué procedía. Ella, de gran iniciativa nos dijo a los tres: “Jimmy, cómo ves, les ofrecemos a nuestros invitados un masaje con la loción especial que traje”. Los cuatro nos mostramos interesados. Les pedimos a Ivón y a Joselo desposeerse de su ropa y quedarse sólo en calzones. Ivón lucía una tanga de encaje. A mi no me gusta el encaje, pero en ese joven y terso cuerpo lucía de maravilla. Joselo vestía boxers negros, muy ajustados lo cual prendió de volada a Yuliya.

Les dimos un masaje, ordenándoles tirarse boca abajo, con dos fines: 1) entre Yuliya y yo poder hacernos gestos y tomar control de tiempos y modalidades hacia las que evolucionaría el masaje, y 2) estimular los glúteos de ambos, preludio de buenas erecciones. La primera parte del masaje, “boca abajo” fue respetuosa. No nos licenciamos para ir más allá de esparcir aceite. La verdad es que yo deseaba esparcir mi semen sobre Ivón. Sobamos sus nalgas una y otra vez pero sin llegar al área de genitales. Vimos que ellos se relajaron, lo cual era perceptible en su respiración. Yuliya me hizo un gesto, como volteando una tortilla en comal y entendí que era hora de voltearlos boca arriba. Al hacer esto pedí a Ivón permiso para desposeerla de su tanga, permiso que me dio sin demora. Yuliya decidió dejarle el bóxer a Joselo. Yo empecé a lamer la ingle de Ivón, además de rozar “involuntariamente” y casi de forma imperceptible sus labios inferiores. Su respiración creció que yo juré que estos labios pronunciaban: “bésame Jimmy”. ¡Era una reina, con un cuerpo delicioso! Su aroma vaginal no era como el que casi siempre me ha tocado chupar (penetrante). Por la misma sutileza de su PH pude gozar de sus labios, su clítoris como veinte minutos. Yuliya decidió rozar cada vez más la erección de Joselo hasta que lo desposeyó de su bóxer y comenzó a chuparle la polla. Yuliya es algo así como una PhD en mamar pollas. La técnica que utiliza, mezcla de manos, labios, lengua, cabello puso a Joselo como Toro tratando de entrar al ruedo en la Plaza México. Sólo se escuchaba su respiración que aprobaba lo que Yuliya estaba haciendo. Yo por mi parte, estaba tan “ido” en la succionada a Ivón que fantaseaba con llegar hasta sus trompas de Falopio con mi lengua, hubiese deseado tener lengua de rana.

Llegó un momento en que tumbe a Ivón boca abajo y respingando sus nalgas como para penetrarla de perrito, decidí concentrarme en chupar su ano y sus labios. Ella gemía y se movía tanto que entendí que estaba disfrutando. Unos diez minutos después estaba yo ya penetrándola con fuertes embestidas de perrito. Hubiese deseado penetrarla por atrás pero no lo hice, pues a pesar de que Yuliya y yo tenemos una confianza y mente abierta grande, tenemos esta mezcla, siempre presente en el ser humano de conservadurismo o nuestros candados o límites, como gusten llamarlo. Nuestro conservadurismo-liberal tiene tres límites: no podemos besar a alguien más, no podemos tener anal con otra persona y no podemos tener sexo por separado, es decir, ella por su lado y yo por el mío. Joselo hizo gemir a Yuliya, quien parecía una verdadera puta con los gemidos. Lo hizo con la lengua. Ella luego lo montó vigorosamente.

Yo terminé de perrito, pero era tal mi gusto por el cuerpo y el olor de Ivón que en cosa de 10 minutos otra vez más estaba ya rindiendo honores al asta bandera. No mentiré, hubiera querido mamarla y penetrarla de perrito por horas y horas, pero recordé que la magia del sexo es dar y recibir. Yo ya había recibido lo que tanto me gusta, que era hora de ser yo el servidor. Recordé su mensaje de voz por whats y decidí darle verga y lechita. Me mamó un buen rato hasta que terminé la mitad en su boquita, la mitad en su manita. Para entonces, volteamos a ver a nuestras respectivas parejas, a quienes habíamos olvidado por espacio de media hora. Asumo que Joselo no podía terminar, por lo cual, la amazona mamadora de mi mujer, le volvió a despertar el pájaro y lo hizo terminar a chorros dentro de su boca. Recordé las otras dos veces que le habían terminado a Yuliya en su boca, la cosa más excitante del mundo para mí. Mi fantasía es que una noche, nos mame a dos durante horas y horas y que al despertar nos despierte de la misma forma.

Quedamos tan complacidos que tomamos la iniciativa para invitarlos a nuestro hotel al día siguiente, ahora con la fantasía de darles doble penetración, verlas a ambas besándose, y terminarles en la boca a las dos de forma simultánea. Joselo me dijo que se la pasaron maravilloso, que cumplieron su fantasía de una pareja mayor, más experimentada que ellos, pero que al mismo tiempo ellos involucraron sentimientos, por lo cual ya no tenían la certeza de repetir la experiencia. Hasta el día de hoy los recordamos como una gratísima experiencia.

Por nuestra parte hemos decidido limitar nuestras fantasías y ya no planeamos encuentros, sin embargo, no estamos cerrados a que algo se dé de forma espontánea en un futuro.

Yo por mi lado he de confesar que me gusta mucho ver a mi esposa ser penetrada o mamar la verga de alguien más mientras yo hago una cosa o la otra; sin embargo, tengo el problema, y aquí una vez más aflora mi conservadurismo dentro de mi innegable liberalismo y apertura mental: no quiero que ella elija al chico, por la simple razón de que en este aspecto quiero mantener yo el control. ¿Estoy loco? ¿Qué opinan? Quiero darnos gusto, pero quiero tener siempre la sartén por el mango en cuestión de interacción con otras personas.

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