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(24) Los amores de Ana Etxeberría

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Hoy tocaba correr para recoger unos apuntes. Ana los necesitaba para las clases de bioquímica general de mañana. Según la dijo Gabriela por WhatsApp, debía ir a la residencia universitaria room 67, y todo antes de la primera clase, así que hoy el desayuno tenía que esperar.

Ahí delante tenía la puerta. Ana pegó con los nudillos y un “adelante” hizo que entrara.

-Hey, hola –se asomó Ana y lo primero que vio fue a una chica desnuda, amordazada con cinta adhesiva y atada al cabecero de una cama. Su cara de horror cambió al ver a Ana, pensando que la ayudaría.

-¿Tú qué coño haces aquí? –apareció un chaval desnudo y velludo.

-Es que busco a Andrés Montalvo. ¿Eres tú?

-No.

-Tenía que darme unos apuntes de bioquímica.

-Ah, sí, Andrés, pero no es aquí. Te has equivocado. Es la 77, no la 67.

-Oh, perdona. ¿Y esa zorra qué hace ahí?

-Me la pienso violar todo el día. ¿A que está buena?

-Ya lo creo. Has hecho buena elección. Si se envalentona me llamas y la abofeteo lo que haga falta.

-Hey, tú eres Ana Etxeberría, ¿verdad? Conozco tus videos pornos de memoria.

-Muchas gracias, polladura.

-¿Te quedas? Así violamos a esa perra juntos.

-Me encantaría, pero voy con el tiempo encima. Otro día, ¿vale?

-Genial.

Ana se acercó a la chica atada…

-Ojalá te destroce, so puta.

… y le susurró esto al oído.

La chica se puso a llorar sin consuelo.

Sonriendo, Ana se pavoneó delante del chaval antes de salir e irse.

-Wow, qué pasote –babeó el chaval.

Ana buscó la puerta 77 y volvió a llamar con la mano.

-Pasa.

Ana accedió al interior y encontrándose a dos chicas desnudas, con máscaras de látex que no dejaban ver ni hablar y colgando del techo de dos gruesas cuerdas.

-Vaya, vaya, qué tenemos aquí.

-Hola, Ana –salió Andrés del cuarto de baño desnudo y embadurnado de aceite-. Lo tuyo está en esa mesa.

-Gracias –vio Ana los apuntes y los guardó en su mochila.

Otros tres chicos desnudos se hicieron ver.

-¿Vais a montar una fiesta con estas dos? –sonreía Ana con vicio.

-Sí, algo así –rió Andrés-. Son dos novatas y necesitan una lección de convivencia en el campus.

-¿Qué pasa? ¿Son mojigatas?

-Las muy cabronas se niegan a someterse al falo patriarcal. Cuando acabemos con ellas habrán cambiando de actitud. La letra con sangre entra.

-Bien dicho, Andrés. ¡Choca! –puso Ana el culo y Andrés lo palmeó.

-¡Yeah!

-Me gustaría quedarme, pero ya llego tarde a clase.

-Pues no vayas. Esto mola más.

-Lo sé, pero tengo 4 negativos por faltar. Uno más y me las veo putas. Pero si quieres doy el visto bueno.

-Por supuesto.

Ana se arrimó a las dos chicas y las examinó.

-Son dos buenos ejemplares.

Con la mano abierta azotó el culo de una con virulencia y haciendo lo mismo con la segunda chica.

-Culos duros y torneados. Me encanta. No me importaría violarlas a las dos, pero se acercan los exámenes finales y tengo que apretar.

-Eres fantástica, Ana –reconoció Andrés.

-¿Nos regalas tus bragas? –anheló uno de los chicos.

-Lo siento, chicos, pero no llevo.

-Qué guarrona –rió el mismo chico.

-No lo sabes bien –volvió a pavonearse mientras se iba-. Adiós, pollas cabezonas.

Mientras desfilaba delante, las pollas se iban endureciendo y alzándose al paso como si Ana ejerciera un poder invisible.

-A pasarlo bien, chicos.

Una vez fuera en el pasillo, Ana miró la hora.

-Joder…

Ya no llegaba.

En ese momento, un chico que no conocía se cruzó delante.

-Oye tú –lo llamó.

-Dime.

-¿Quieres? –se levantó la minifalda y enseñando sus atributos púbicos.

-Joder…

-¿Eso qué quiere decir? ¿Sí o no?

-Un sí rotundo. ¿Vamos a mi room?

-Ya tardas.

-Ven, es por aquí.

A medida que recorrían el pasillo, Ana se iba desnudando. Varios chicos que pasaban alucinaban.

-¿Dónde es, joder?

-Es esa puerta.

-Pues entra ya, coño, que me corro sola.

-Voy, voy –con prisas abrió la puerta y entraron. Lo que no esperaba Ana era encontrarse con una chica dando vueltas desnuda.

-Mmmmm, ¿y tú quién eres? –la fascinó a Ana.

-Es mi compañera de habitación. Creí que no estaría –informó el chico.

Ana se fue flechada hacia ella y la besó con pasión. Entrelazadas por la boca, ambas se fueron a la cama hechas un mismo cuerpo.

-Genial. Un trío con dos chicas –se fue el chico desnudando, pero cuando quiso subirse a la cama Ana lo sacó a empujones.

-¿Qué coño haces? Hazte una paja en el cuarto de baño.

-¿Cómo dices?

La chica y Ana se dieron una palmada de manos riendo y volvieron a los besos y los roces.

-Hay que joderse –se lamentó el chico.

Los besos lésbicos se intensificaron y Ana separó los muslos pidiendo lengua. La chica la complació y atacó con un sexo oral salvaje.

El chaval aceptó su derrota, pero cogió su móvil y grabó la escena lésbica.

-Esto va para mi facebook. Sonreid, chicas.

Pero Ana contestó con una peineta con el dedo y siguió centrada en la lengua de ella.

-Madre mía… Qué pedazo de comida… Dale ahí, zorra, dale ahí más… -gozaba Ana como nunca en esta semana-. Ahhhhh, coño… Ya, ya, ya, YA YAAAAAAHHHHHH… -el orgasmo hizo convulsionar todo el cuerpazo de Ana.

-De puta madre –lo grababa todo el chaval.

Hundida en la cama, Ana tomó aire en un intento de hinchar los pulmones.

-¿Te ha gustado, Ana? –la miró la chica desde su entrepierna.

-Me ha encantado. ¿Me conoces?

-Tengo 20 vídeos tuyos de sexo en mi móvil.

-Ven aquí, zorrita –le apeteció a Ana besarla durante seis minutos. Lo suficiente para excitarse otra vez de forma clitoridiana y pedir más sexo. La chica cumplió con su labor y la complació por segunda vez.

(9,00)