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a) La visita de Rafael

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La visita de mi hermano me tenía muy nervioso, no había motivos objetivos pero llevaba unos días de frenética actividad preparándole la habitación donde dormiría, su cuarto de baño, en resumen que todo estuviera dispuesto y no le faltara nada.

-Nunca te he visto tan activo y loco, siempre has sabido controlar las situaciones por extrañas que se presenten. -Juancar se colocaba la corbata y como siempre resultaba desastroso como le quedaba.

-Deja que te la anude, ya ves que aún puedo atender mis obligaciones. -a la vez de arreglarle la corbata le puse bien el cuello de la camisa y le ajusté la chaqueta, le miré y estaba impecable.

-Hubiera preferido que estuvieras conmigo en lugar de viajando. Es la primera vez que alguien de mi familia viene a verme, por eso estoy tan nervioso. -había resultado imposible retrasar su viaje y así tenía que ser, lo acompañé hasta la entrada y me colgué de su cuello.

-¿No te marcharás sin besarme?

Sus labios sabían a menta, igual a como le olía el aliento, nunca se enjuagaba bien después de lavarse la boca, pero daba igual, me encantaba.

-Recuerdos para Valerio, cuando volváis lo invitaremos a cenar y llámame todos los días. -después de un último beso esperé hasta que cogió el ascensor para bajar al garaje.

Volví a mi labor, a mirar y remirar su habitación, esperaba que se encontrara bien con nosotros, no iban a ser más que dos o tres días, lo que tardara en tener sus entrevistas de trabajo, aproveché para echar un último vistazo a toda la casa y que todo estuviera en su lugar, me estaba convirtiendo en un maniático del orden.

Entré al baño y no encontraba el momento de cerrar el paso del agua, disfrutaba debajo del potente chorro que chocaba con mi piel rompiéndose en millones de gotas.

Miré mi imagen en el espejo que cubría una pared entera del dormitorio, me gusté y me sentí satisfecho del reflejo que me devolvía el cristal, tenía veintiocho años y me sentía en la flor de la vida. Bajé al garaje a recoger mi coche, el aparcamiento de Juancar estaba vacío, salí a la calle y al principio no había mucho tráfico hasta coger la autovía que me llevaba al aeropuerto, a esta hora se encontraba prácticamente colapsada.

Estaba ya aburrido y me había tomado dos infusiones de poleo menta mientras esperaba, en la cafetería de la zona de salidas había mucho público despidiéndose, gente joven que viajaba a realizar sus cursos de verano en otros países, familias enteras para decirles adiós, o simplemente pasajeros desplazándose a los lugares donde pasarían sus vacaciones.

Su vuelo tomaría tierra con cuarenta minutos de retraso, parte del tiempo esperando en el cielo a que una pista de aterrizaje quedara libre. Bajé a llegadas cuando vi parpadear el panel anunciándolo.

No lo había visto desde las Navidades pasadas y me precipité para abrazarle cuando apareció entre un grupo de viajeros, tuve que saltar para llegar a su cuello.

-No dejas de crecer, cada vez te veo más alto. -me sacaba la cabeza y se tuvo que inclinar para darme dos besos.

-Eres tú el que vas disminuyendo y haciéndote más pequeño. -sabía que tenía razón, con sus veintitrés años era imposible que creciera más, pero el no verlo desde hacía siete meses perdía la proporción.

Recogimos el coche, ahora no circulaban tantos vehículos, él miraba atentamente el salpicadero, resultaba ostentoso todo el panel de mandos, lo sabía, pero fue Juancar quien decidió el modelo que compraríamos, para mi era indiferente.

-Te has comprado un bonito coche. -recordé que fue eso mismo, o parecido, lo dijo cuando Davy nos llevó a nuestra casa desde el hospital donde dejamos a papá.

-Cuando te compres el tuyo será mejor.

-¿Cuándo será eso? Todavía no tengo un trabajo. -se impacientaba y como todos los jóvenes deseaba quemar etapas, también me había pasado a mi.

-Antes de lo que piensas, tendrás suerte anímate, no puedes presentarte con el espíritu decaído a las entrevistas, se nota y no es bueno. -su decaída sería de un momento, Rafael era entusiasta, decidido y se comía el mundo, poseía dotes innatas para el mando, siempre había sido así.

La casa le gustó y quedó impresionado, y cuando vio su habitación no salía de su asombro, miraba abriendo los armarios vacíos e iba y venía del baño una y otra vez.

-Vives bien hermanito, tu vida si que ha cambiado. -no quería mirar para atrás aunque también antes había sido feliz.

-¿Juan Carlos? -se detuvo delante de mi, estaba vaciando su maleta y colocándole en el armario la ropa que traía.

-Ha tenido que salir de viaje con su socio para algo urgente que les ha surgido, quería haber estado para recibirte y no ha podido ser. -me quitó de las manos lo que llevaba y me sujetó de los hombros, elevé la cabeza y rápidamente tenía sus labios besando los míos.

-Entonces estaremos solos. -hablaba sin separar los labios, musitando las palabras en mi boca.

-Déjame que coloque lo de la maleta, por favor. -no me soltaba y en su lugar me abrazaba insistiendo con la lengua para que le dejara pasar a mi boca.

-¡Por favor! Suéltame. -me dejó de mala gana y se sentó sobre la cama.

-¿Ya no quieres? Antes lo disfrutabas, lo querías y no me rechazabas.

-Nuestra vida ha cambiado y ha pasado mucho tiempo. Ayúdame o date una ducha mientras termino, vamos a salir a comer fuera y quiero que me cuentes como están todos.

Comenzó a desnudarse y no quería mirarlo, lo evitaba centrándome en lo que hacía hasta que, de soslayo, le vi meterse en el baño y escuché caer el agua, me apresuré en terminar de recoger lo que faltaba y le llevé la bolsa con las cosas de baño, los cristales estaban empañados y solo se veía una sombra moviéndose.

-Te dejo tu bolsa de baño. -marché cerrando la puerta de su habitación y me quedé en el pasillo apoyando en ella la espalda.

A pesar del tiempo transcurrido no podía olvidar, nunca lo lograría. Las vivencias de la niñez y nuestra pubertad no se olvidaban jamás aunque lograras vivir cien años, nuestra primera vez había sido teniendo él dieciséis años y yo veinte. Dejé de pensar al escuchar abrirse la puerta de la casa y me dirigí a la entrada.

-Disculpe, creía que no estaban en casa. -era una de las señoras que enviaba la casa de limpieza, algunas veces las cambiaban, pero a esta la conocía aunque siempre llegaban cuando estábamos en el trabajo.

-No se preocupe, estamos de vacaciones y a partir de ahora nos veremos alguna vez, tenemos un invitado y pasará unos días con nosotros. -se lo decía por si alguna vez se encontraba a Rafael solo en la casa.

-Venga, cuéntame cosas de vosotros. -habíamos comido en un restaurante italiano, una pasta que me había llenado y Rafael pidió carne de segundo plato.

-Papá es el que más piensa en ti, eres su capricho. Óliver trabajando y con una chica nueva a la que ya mete en casa. A José le va bien, aprobó las oposiciones y ahora espera el comienzo de curso para empezar, es feliz con una amiga y están los dos con mamá y su pareja pasando las vacaciones, mamá y esa chica han conectado muy bien. Y se acabó, soy el único que busca un trabajo y no tiene algo que hacer.

Había parado un momento de comer para sacar de una vez la información que le pedía, volvió a empuñar el cuchillo y el tenedor para seguir con la labor.

-¿Papá no sale, no se divierte?

-Alguna vez con los vecinos o si celebramos algo, ya sabes como es, no encuentra quien le guste, estamos los dos solos y solteros. -no tenía ganas de hablar y se le notaba, ya encontraría el momento oportuno donde sería difícil contenerle.

Paseamos por la ciudad para que la conociera y le llevé hasta el lugar donde tendría su entrevista de trabajo al día siguiente. Volvimos paseando, mi hermano mirándolo todo.

-Si consigo trabajo aquí será una suerte, me gusta la ciudad y tu estarás cerca, tendré tu compañía y la de Juan Carlos, te prometo que no pelearé con él. -se había hecho tarde y no tenía ganas de preparar la cena en casa, entramos en un bodegón y pedimos una cerveza, la segunda la acompañamos de una tabla de quesos variados y ensalada con pepinillos en vinagre, aquello se está animando y todas las mesas estaban ocupadas, en una esquina un grupo de hombres y mujeres tocaban la guitarra y bailaban sevillanas.

La tercera cerveza era necesaria y a la cuarta nos invitaron, me encontraba mareado y con ganas de vaciar la vejiga. Entonces recibí la llamada de Juancar, debía escuchar la música mejor que mi voz.

-¿Te diviertes? -gritaba pensando que yo no le oía.

-Estamos en plena fiesta, pero yo puedo escucharte bien, ¿vosotros qué tal?

-Cenando, Valerio no está para muchas fiestas, escucho más la música que tu voz, recuerdos para Rafi y pasadlo bien. -tuve que cortar la comunicación para no terminar sordo.

-Recuerdos de Juancar y vámonos ya para casa, tienes que estar tranquilo y descansado para mañana. -aguante como pude las ganas de orinar ya que la casa estaba cerca.

Entré rápidamente al baño y pude vaciarme sintiendo un gran alivio, el mismo problema debía tener mi hermano que hizo lo mismo.

-Creía que reventaba, vamos a mirar un poco la tele, ¿no tenéis algo para beber? -miré en el frigorífico, J.C. lo tenía bien surtido de cerveza, abrí una botella y la puse en un vaso para llevársela.

-La última, hoy no bebes más. -se había quitado la ropa y solo tenía la camisa y un bóxer de color granate, al movérsele los faldones de la camisa se le veía notorio el bulto de la entrepierna.

-Siéntate a mi lado. -hice lo que me pedía y comenzó a beber mientras veíamos la película que daban, empezó a acariciarme el cuello queriendo tumbarme sobre él.

-Para, deja de tocarme. -llevó la mano a mi oreja sin atenderme lo que le pedía y comenzó a acariciarme el lóbulo, y esa parte del cuello donde sabe que escondo mi debilidad más sensitiva.

Me sujetó la mano dejando el vaso con la cerveza y me la llevó al bulto que había aumentado de tamaño, la dejé quieta y él me apretó para que sintiera el calor que desprendía.

Tenía dura la polla, aquella verga que aún recordaba como sabía en mi boca y el placer que daba a mi culo, moví ligeramente la mano y pegó un suspiro.

-Así hermanito, se bueno y obediente como siempre has sido. -pasé la mano sobre ella y se levantó para quitarse el calzoncillo y la camisa quedando desnudo.

Volvió a sentarse y cogerme la mano para que le agarra el pene, me era imposible negarme y lo sujeté sintiéndolo suave, caliente y duro, húmedo en la punta.

-¿Te gusta?, ¿lo recuerdas? Él nunca te ha olvidado.

-Sí, me encanta lo suave y dura que se siente.

-¡Qué rico Alonso!, ninguno me lo toca como tu.

A la vez que le acariciaba el pene él suspiraba y me apretaba contra el pecho, ahora totalmente desarrollado y cubierto de vello negro, los hombres de mi familia eran muy peludos los cuatro. Dejé de tocarle para olerme la mano, para terminar de darme cuenta que no había olvidado su embriagador olor, su fragancia de macho seguía atormentándome.

Le masturbé con suavidad la verga y gemía y suspiraba.

-Aprieta más fuerte, dale caña hermanito, no tengas miedo de romperlo, me tienes loco putito mío. -me sonreía de forma pícara sabiéndome vencido a sus deseos y le doy un beso en cada mejilla para pasarle la lengua por los labios rojos y abiertos para respirar entrecortado.

-Ahora chúpamela, me volvías loco, quiero volver a sentir tu boquita. -me incliné y tomé su rica polla entre mis labios, él me empezaba a desnudar sin mucha prisa.

-Muévete, deja que te desnude, ¡Ummm! Que piel tan fina. Te quiero hermanito, no puedo olvidarte.

Me ayudaba a que me moviera, siempre con la intención de dejarme desnudo hasta conseguir que quedara como estaba él.

-Vamos a la cama, allí nos moveremos mejor. -intenté resistirme buscando en mi el recuerdo de mi amado.

-No, no puedo, ahora está Juan Carlos.

-No le importará, él sabe que hemos follado, no hagas que te lo ruegue. -le seguí cuando tiró de mi brazo y me puso de pie, llegamos a nuestro dormitorio.

-Aquí no, es nuestra cama, vamos a tu habitación. -sin responder siguió adelante y al llegar me tumba en la cama en la posición que él quiere, me abre las nalgas y sitúa la polla entre ellas, escupe para que resbale mejor y comienza a pasar la verga, al sentirla mi ano atiende la llamada del macho y lo noto temblar de deseo, vuelve a dejar saliva en él y la envuelve con los fluidos que le escurren de la uretra, siento estremecerse mi espalda al hacerme ese masaje delicado y con paciencia que hace con el glande en el ano, y comienzo a dejar salir quejidos de placer y ayes lastimeros.

-¡Ahhh! Rafi, ¿qué me haces? Mete la verga, hazme tu hembra ya.

-Así te quiero ver, sí, como mi zorrita entregada como siempre has sido. - se colocó entre mis piernas separándolas y enterró la cara en la raja de mi culo. La lengua me perforaba y yo solo sabía gemir y pedirle que me rompiera. Necesitaba una verga de macho ya, mi culo no se resistía, lo gozaba abriéndose a su lengua invasora.

-Ábrete las nalgas hermanito, ábrete para tu macho y relájate que te la voy a meter.

-bajé el pecho y llevé las manos a mis nalgas para abrirlas, y me toqué la entrada del ano con los dedos, y noté lo abierto que lo tenía.

Acercó el miembro y lo apoyó en el ano, su verga no le habría crecido pero con las ganas que me tenía estaba más hinchada, me punteó en el ano tres veces y empujó con la cadera comenzando a penetrarme.

-¡Ay!, que rico Rafi, es delicioso.

-Calla putito que aún no he entrado. -paró de meterla y me tiró del pelo para que me elevara y giré la cabeza para besarnos.

-Siempre serás nuestra, de tu familia para cuando te necesitemos, la putita de la casa siempre dispuesta.

-Sí, sí, sí métela toda, rómpeme el culito. -quería que me penetrara con fuerza y él al revés, la iba metiendo poco a poco haciéndome sentir todas las rugosidades y venas de la polla, era un placer increíble, no cesaba de gemir de gusto y eso lo encendía empezando a darme rudo, entrando hasta el fondo y sacándola hasta el glande para volver a meterla con mucha fuerza.

-¿Así la quieres putita? ¿Te gusta así?

-Sí, no pares, jódeme el culo, fóllame, sí, fuerte, dame más.

Qué bien lo estaba pasando, gozaba cuando entraba hasta el fondo y entonces me golpeó con la mano la nalga, ¡que dolor y qué placer a la vez! Parecía que la electricidad recorría mi piel erizándome el vello, haciendo que dejara de gemir para gritar y volvía a castigarme el culete golpeando con fuerza pero sin dejar de follarme.

-¡Qué rico esta tu culo! ¿Te gusta mi verga?

-Si, sí no te detengas, me voy a correr. ¡Ahhh! Estoy muy bien. Está muy rica tu polla, te quiero Rafi, hermanito, ¡ahh!

Aceleró la penetración hasta que se clavó con fuerza en mi ano y sus calientes líquidos comenzaron a llenarme, apreté el culo y a mi vez me corría con la espalda encorvada sin poder aguantar el placer que no me dejaba respirar.

Nos dejamos caer en posición de cucharita y no sacaba la polla de mi culo, notaba salirme la leche y resbalar por el muslo.

-Tenemos que recoger todo esto para dormir. -entonces me saco la polla, aún la tenía dura y se puso encima de mi, me cogió la cara con las manos y me mordió los labios.

-Me queda una o dos noches de estar aquí y quiero que durmamos en tu cama, estos días volverás a ser la putita consentida de tu hermano, ¿estás de acuerdo?

-Sí Rafa, será como tu ordenes.

Nos levantamos y se limpió la leche que aún tenía en la verga y el pubis con la sábana y me la entregó.

-Límpiate lo que te escurre por las piernas y te sale del culo, mañana recoges y lo limpias todo, ahora vamos a dormir. -me abrazó durante mucho un rato dormido, yo escuchaba sus suaves y varoniles ronquidos hasta que me dormí también, sin dejar de pensar que estábamos en mi cama, el lugar donde hasta el presente solo me había follado mi amado y ahora la compartía con mi hermano.

A la mañana siguiente y después de desayunar, lo acompañé hasta la puerta del edificio donde tenía que presentarse, esperé tres horas a que saliera, era la hora de comer y buscamos un restaurante.

-¿Cómo te ha ido? ¿Tienes buenas vibraciones? -levantó la vista mirándome y se encogió de hombros.

-¡Vah! He tenido tantas entrevistas que no quiero hacerme ilusiones, es mejor. Lo que tenga que pasar lo sabremos. -hablaba como si no le importara y yo sabía que estaba preocupado.

No entendía que tuviera tantos problemas para conseguir un trabajo, que los que le entrevistaran no supieran ver su valía. Era inteligente y ocurrente al hablar, sus notas no habían sido malas y además era un hombre perfecto, atractivo hasta hacer que bajaras la mirada ante él. A cualquier lugar que fuera las chicas le miraban con deseo de tenerle y algunos hombres también. Entonces, ¿qué sucedía para que la suerte no le acompañara?

Teníamos la tarde libre y le ofrecí ir al parque, al lago que había en el. Alquilamos una barquita y remó hasta que estuvimos en el centro, allí nos tumbamos en el fondo de la embarcación.

-Vas a manchar tu traje y lo necesitarás para mañana.

-Si, teníamos que haber ido para cambiarme de ropa, pero luego lo puedes arreglar y dejarlo presentable. -Rafael continuaba considerándome el sirviente de ellos, lo que siempre había sido en mi casa, sirviente para hacerles sus cosas y para utilizarme en la cama. Con J.C. había empezado a perder el sentido de mi vida pasada, servir a los demás había sido mi máxima.

Llegamos a casa y nos quitamos la ropa, él se quedó con un slip blanco y me trajo el pantalón y la chaqueta para que los cepillara, si hubiera sido antes se lo podría haber llevado el servicio de lavandería, pero no había tiempo y tampoco estaba tan mal. Se lo cepillé y colgué en su percha para la próxima entrevista.

-¿Quieres tomar una cerveza mientras preparo la cena? -me miró burlonamente y se acercó abrazándome, me dio la vuelta colocando mi culito en su entrepierna.

-Lo que quiero es que prepares la cena desnudo, tener tu rico culito a mi disposición, ya sabes lo que me gusta, la cerveza me la pondré yo conozco donde las tiene Juancar.

Me quité toda la ropa en la habitación y volví desnudo, estaba en la cocina, sentado sobre el mostrador con una lata de cerveza en la mano y comencé a hacer el trabajo bajo su atenta mirada.

-Si vivieras conmigo te tendría todo el día desnudo, con el culo dispuesto para cuando me apeteciera follarlo, ven acércate. -fui donde estaba él.

-Quítame el calzoncillo y chúpame la polla. -elevó el culo para que se los sacara, su verga era un montón de carne floja y negra.

-Dale vida y esmérate, quiero vaciarme antes de cenar. -mamé su polla hasta que le puso erecta y luego se la masturbaba con la punta de la verga en mis labios.

-Quiero que recibas toda la leche en la lengua y me la enseñes antes de comerla. -si su verga estaba rica, el semen resultaba delicioso, me hubiera bebido litros de su rica leche.

Mientras veíamos la televisión, después de cenar, me llamó J.C, no volverías hasta dentro de tres o cuatro días, el trabajo se les había complicado.

-No vas a poder ver a Rafael, no creo que esté aquí más de dos días, hoy ha tenido una entrevista y mañana la segunda. -era lo que yo esperaba que sucediera y mi hermano callaba como asintiendo.

-Tampoco es tan importante, tu sabrás atenderle como se merece y llevarle a todas partes. -ni se imaginaba como le estaba atendiendo.

Esa noche volvió a follarme como quiso y en mi cama como deseaba, estos días sería mi macho y tenía todos los derechos.

Al día siguiente lo acompañé también pero regresé a casa, me había cansado de comer en restaurantes y tenía que recoger las sábanas de las dos camas embarradas de leche, y entregarlas a la lavandería. Le pedí que cogiera un taxi para volver a comer a casa.

De esa entrevista quedó menos satisfecho que de la anterior que no fue de mucha esperanza y venía cabreado, jurando contra la estúpida chica que lo había entrevistado.

Después de comer me folló en la cocina donde yo permanecía desnudo como era su deseo, mi hermanito era una máquina de dar sexo.

-Mañana me marcho, ¿te importará llevarme al aeropuerto? -¿qué le iba a decir? J.C. me había puesto a su disposición. A la noche lo llevé a una sala de ambiente gay que conocía de frecuentarla y donde teníamos conocidos y amigos que iban también.

Me miraban y envidiaban el macho que me acompañaba, no se creían que era hermano mío y me lo disputaban con puto descaro, ellos no sabían que tenía otros dos hermanos muy parecidos al que estaban viendo, pero tampoco se lo iba a decir.

No me repetiré, el macho semental volvió a follarme, pero esa noche sería especial porque no tenía prisa, él ya había hecho su trabajo y su vuelo no salía hasta las doce, me tomó dos veces en mil posturas diferentes y se corrió en el fondo de mi garganta otra vez. Mi hermanito pequeño me había regalado semen a litros en los tres días que estuvo.

Me quedé solo, puse en orden toda la casa como a mi me gusta. Volvió J.C. de su viaje satisfecho, habían hecho un buen negocio. Tuvimos una cena con su socio Valerio en nuestra casa y nos fuimos dos semanas de vacaciones.

El día siete de Septiembre recibí una llamada de Rafael, y al momento supe que estaba contento.

-¡Hermanito! Ya puedes felicitarme, he tenido noticias de la segunda entrevista que tuve, me han aceptado, tengo un trabajo.

-Felicidades, te decía que tendrías suerte Rafi. -lloraba y reía sin podérmelo llegar a creer.

-Alonso, no quiero ser molesto, pero mientras encuentro una casa para vivir no os importará tenerme de huésped invitado, serán solo unos meses…

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