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El maestro y la aprendiz

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Érase una vez una joven aprendiz de panadería venia de un pequeño pueblito, fue a trabajar lejos de su casa, junto a ella una maleta llena de sueños y anhelos aún virgen a sus 30 años deseaba emprender un nuevo rumbo.

Llego un lunes por la mañana a la panadería y pastelería

"La dulce tentación"

Pues por recomendación de su maestra ella se destacaba y fue allí para ampliar sus conocimientos que ya poseía, pero al llegar y ver a su futuro maestro un cosquilleo recorre su cuerpo, es extraño nunca se ha sentido así, abajo en su vagina siente un calor tan ardiente, pues este hombre destilaba demasiada sensualidad para ella y deseaba con todo su ser que este hombre sea el que apague su fuego...”

Pasa Rosalía, que así se llamaba la aprendiz, le indicó David el maestro panadero. Le hizo pasar a la trastienda donde tenían el taller de pastelería.

Deja allí tus cosas y puedes ponerte este delantal. Cuando estés sola en la tienda y estés aquí en el taller sabrás si entra alguien por el sonido del timbre al abrirse la puerta, así que ahora puedo explicarte cómo funciona todo y también como hacemos el pastelito estrella de la pastelería.

Le explico todo el funcionamiento del negocio y luego se pusieron a trabajar haciendo el sabroso pastelito. Rosalía le fue ayudando a David. Se compenetraban bastante bien. Rosalía no podía evitar el sentir ese calorcito interno que le provocaba el tener tan cerca a su maestro pastelero. Cuando le rozaba la mano al acercarle algún producto sentía como una corriente eléctrica que recorría todo su cuerpo. Se estaba excitando. No sabía si él sentiría algo parecido. Cuando le dio a probar un trocito de pastel acercándoselo a sus labios y se cruzaron sus intensas miradas supo que sí, que el también sentía deseo. Deseo por ella era lo que David tenía en la cabeza ahora mismo. Esa mujer le estaba haciendo perder la concentración. Hasta se le cayó un pedazo de masa al suelo y al ir a cogerla al rozarse sus manos no pudo evitar un escalofrío.

Cuando Rosalía se puso a amasar la masa no se le dio muy bien hacerlo. Entonces David se puso detrás de ella alargando sus manos por los lados de su cuerpo y alcanzando sus manos sobre la masa. Hizo que ella amasara con calma la masa guiándola suavemente. Ella notaba su respiración al lado de su cuello. Eso aún la excito más. Sintió el calor de sus manos sobre las suyas. Empezaba a derretirse. Notaba un calor intenso entre sus piernas. David se acercó un poco más al cuerpo de ella para alcanzar mejor a moldear la masa. Noto su perfume. Su olor lo embriago. Lo excito. No pudo evitar la dureza de su miembro. Fue algo instintivo...

CONTINUARÁ...

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