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Desafío de galaxias (capitulo 32)

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El sistema Beega Tarthie, está relativamente cerca de Ikoma Tome. Dadas las circunstancias, por razones de seguridad se organizó la reunión en el quinto planeta. La presencia del presidente federal y de los cancilleres más importantes de la galaxia así lo aconsejaban. Hacia una semana que las operaciones habían finalizado el Ikoma Tome, donde se tardó más en eliminar los focos de resistencia que en la batalla principal en sí. Con Marión convaleciente de sus graves heridas en Mandoria, donde había sido trasladada de urgencia, siempre acompañada de su fiel Hirell, por parte de las fuerzas armadas solo asistieron Marisol, Loewen, Opx y Anahis.

—Aunque sé que es duro para ti, como para todos nosotros, —comenzó diciendo el presidente Fiakro a Marisol— debes reemplazar a los generales Clinio y Ghalt.

—Ya están reemplazados señor presidente. Pulqueria y Oriyam ya forman parte de mi estado mayor, pero por el momento no se pueden mover de Nar. El general Torres también pasa a ser miembro del Estado Mayor, pero está en Ikoma Tome porque Opx está aquí. Por el momento, yo asumo la jefatura operativa del ejército.

—Perfecto. Ahora otra cosa y no te quiero ver abrir la boca, ¿está claro? —Marisol inclinó la cabeza asintiendo. Sabía perfectamente lo que la iba a decir—. Te prohibí, taxativamente, involucrarte en las operaciones en Ikoma Tome y, supuestamente, Marión te iba a vigilar, y no solo bajaste, además Marión bajo contigo, ¡y con otros dos altos oficiales de estado mayor!

—Yo baje por propia iniciativa… —intento protestar Anahis.

—¡Si Marisol no puede hablar, tú menos! —la interrumpió el presidente elevando la voz—. Tu padre y yo ya hablaremos más tarde contigo, —y mirando a Marisol continuo— ¿qué hubiera pasado, si las cuatro personas que mejor conocen los entresijos de las Fuerzas Armadas, hubierais muerto en la batalla?

—Señor presidente, solo yo soy responsable de lo…

—¡No te he dado permiso para hablar! —cortó el presidente.

—¿Me permite señor presidente? —intervino Opx. El presidente, malhumorado, le miró y asintió con la cabeza—. Estoy de acuerdo con usted, ella es audaz, intrépida, muy sagaz, valiente, osada, temeraria hasta lo inaceptable, y no sé cuantas cosas más, pero ella es así y usted lo sabe. En Rudalas 3 conseguimos la primera victoria sin que ella interviniera, hasta entonces, todas las batallas las decidió ella a nuestro favor porque es como es. Lo que no es, es una cobarde o una irresponsable, sabe usted perfectamente que en está guerra, ella, siempre ha estado por delante de nosotros, con una visión más amplia y certera que la de los demás. Estoy de acuerdo con usted en sus intentos para controlar su… ímpetu, pero no se puede encerrar una tormenta en una cajita de cristal: no es posible señor presidente.

—¿Tengo que dejar a está descerebrada hacer lo que quiera? —preguntó el presidente— ¿es eso lo que me estás diciendo Opx?

—Por el momento nos ha ido bien con la descerebrada, y si alguien va a ganar está guerra, es esa mujer, —contestó Opx señalando a Marisol con una sonrisa.

—¡Eso no es cierto…! —protestó Marisol.

—¡Qué te calles! —gritaron al unísono el presidente y Opx.

—Además está la cuestión de la sucesión señor presidente, —prosiguió Opx—. ¿Si la destituye, quién la sustituirá?

—¡No voy a destituirla! —respondió el presidente, —pero en momentos como este me dan ganas de estrangularla. Los cancilleres y yo hemos discutido está cuestión, y queremos que nos garantices que esto no va a volver a ocurrir.

—No se lo puedo garantizar señor presidente, lo siento, —respondió Marisol con sinceridad—. Desde el primer momento, usted tiene mi renuncia encima de su mesa, no hace falta que me destituya.

—Mi futuro está unido al de ella señor presidente, —dijo Opx.

—Y el mío, —dijo Loewen.

—¡Tú a callar! —dijo Fiakro señalando a Anahis que iba a abrir la boca—. Bien, dejemos este asunto, pero Marisol, que te quede claro de que estoy muy decepcionado. ¿Quién va a presentar el informe de situación?

—Como Marión está en el hospital, el informe lo ha preparado la coronel Anahis, —dijo Marisol.

—Bien… coronel, cuando quieras, —ordeno el presidente mirándola con cara de pocos amigos.

—Gracias señor presidente. En el Sector 25 hemos sufrido, con diferencia, el mayor desastre militar desde el comienzo de la guerra, 800.000 soldados muertos o desaparecidos, entre los que hay que contar dos jefes del ejército, cinco comandantes de flota y doscientos diez generales y capitanes de la flota. En cuanto a la flota, se han perdido 56 fragatas y 82 corbetas, un tercio del total de la flota. En cuanto al Sector 25, hemos perdido el 48% del total, y eso se traduce en: 14.682 sistemas, de los que 152 están habitados y otros 398 tienen infraestructuras mineras o industriales, y 35.000 millones de habitantes se han visto afectados, de los que al menos, un tercio, no tenemos noticias.

—Gracias coronel, —dijo Marisol—. Almirante Loewen, cuando quieras.

—En estos momentos, lo que queda de la flota, 118 fragatas y 179 corbetas, está dividida en dos grupos: el principal bajo mi mando, estacionado en Ikoma Tome, y el resto, bajo el mando de Pulqueria, estacionado en Nar. Por primera vez desde el comienzo de la guerra, no disponemos de flota de reserva, y hasta dentro de tres meses no dispondremos de nuevas unidades, pero ni por asomo para reemplazar a las unidades perdidas.

—Gracias almirante, —dijo Marisol—. En este sector no solo hemos perdido 800.000 soldados, hemos perdido muchas de las divisiones más experimentadas de que disponíamos y que hemos tenido que reemplazar con un millón de reclutas, muchos de los cuales no pudieron terminar el periodo de formación. Hemos perdido 16 regimientos acorazados, que equivale a tres divisiones. Los nuevos carros de combate, y las piezas de artillería autopropulsada, no estarán disponibles antes de cuatro meses. La situación en Nar-Kalinao es mejor en el sentido de que no han tenido perdidas significativas, pero debido al enorme trasvase de tropas hacia el Sector 25, su situación es muy precaria, y si se produjera un ataque enemigo masivo, sin lugar a dudas, nuestras fuerzas serian arrolladas.

«En Ikoma Tome, hemos parado la ofensiva enemiga, pero estamos muy lejos de poder recuperar el sector: por el momento, es imposible. Nuestra campaña con armas de destrucción masiva, tanto aquí como en Magallanes, principalmente en está última, está dando muy buenos resultados. La campaña emprendida por Bertil, devastando un gran número de planetas habitados, ha conseguido que en los últimos diez días, prácticamente no hayan pasado naves de guerra por su portal. En estos momentos, estamos a expensas de que el enemigo se decida, vuelvan a mandar naves y tropa por el portal y nos ataque otra vez. Necesitamos una acción mucho más radical…

—¿Mucho más radical, general Martín? —la interrumpió el canciller de Ursalia—. ¿Qué puede haber más radical que masacrar a cientos de millones con armas atómicas?

—¿Desapruebas esos métodos? —le preguntó el canciller de Mandoria.

—Entiendo la situación y el contesto, pero no puedo evitar que se me revuelva el estómago.

—Como a todos, querido amigo, como a todos, —dijo el presidente—. General Martín, ¿qué puede haber más radical?

—El proyecto República.

—¿Qué es el proyecto República? —preguntaron al unísono varios cancilleres con cara de extrañeza.

—Antes de que conteste la general Martín, quiero decir algo, —intervino de nuevo el presidente—. Hace un par de años, y al tiempo que se ponía en marcha el proyecto Ares, se puso en marcha el proyecto República, en un emplazamiento muy próximo, en el mismo sistema. Como sabéis, por motivos de seguridad, muy pocos conocen el emplazamiento exacto de nuestro corredor y por decisión conjunta de la general Martín y mía, mantuvimos en secreto el nuevo proyecto. Salvo los directamente implicados en el lugar donde se está desarrollando, solo ella y yo sabemos de lo que se trata, ni sus colaboradores ni los míos están al corriente del asunto. En cuanto a los fondos necesarios, que son ingentes, están auditados por un inspector tributario destinado permanentemente en el lugar, aunque se ha impuesto una demora de tres años para presentar oficialmente las cuentas. ¿Alguna pregunta? —como nadie hizo ademán de hablar, el presidente le cedió la palabra a Marisol—. General, cuando quieras.

—En un principio, el proyecto República se puso en marcha para dotar a la flota de una nave que fuera netamente superior a las naves enemigas, y que pudiera valerse por sí misma si fuera necesario. En definitiva, se trataba de desarrollas nuestro primer crucero pesado de la clase Atami, que era la misma clase que el Tharsis y el Atlantis, cuando eran cruceros claro está. Posteriormente, decidí cambiar el proyecto y así se lo comunique al presidente, —Marisol se levantó y activo un mapa holográfico de la galaxia y siguió con sus explicaciones ayudándose de él—. Como he dicho anteriormente, estamos a expensas de que el enemigo mande, o no mande, refuerzos por su portal. Desde nuestras posiciones en Nar y Kalinao no podemos recuperar lo perdido en el Sector 26 y mucho menos desde Ikoma Tome, ni siquiera empleando armas nucleares. Hay que acabar con el problema, y el problema es el corredor. Podríamos construir una súper nave, como los acorazados federales de la última guerra, ir a Karahoz con toda la flota en una incursión rápida y cerrar el túnel, pero, seria muy complicado mantener esa posición y en dos meses los bulban abrirían otra vez el portal, —Marisol guardó silencio unos segundos para que la audiencia asimilara sus palabras—. El portal hay que cerrarlo definitivamente, y eso solo se puede hacer en el origen, es decir, en Magallanes.

—Pero no sabemos dónde cojones tienen… —comenzó a decir el canciller de Nueva España.

—Yo sé perfectamente donde se genera el portal, —le interrumpió Marisol—. Hace un año, Inteligencia Militar y las Fuerzas Especiales de J. J. lograron colocar un emisor en una de las naves que regresaban a Magallanes. Una vez allí, una nave cautiva detectó el emisor y, siguiendo la señal, localizó el punto exacto. Solo pudo conseguir datos de telemetría y un par de fotografías, porque la zona está fuertemente defendida por grandes fortificaciones orbitales fijas; ni con toda nuestra flota actual, podríamos acercarnos al emisor del corredor. Necesitamos algo nuevo, algo distinto capaz de atravesar esas defensas y destruir el emisor definitivamente.

—Entonces, entiendo que lo que estamos construyendo hay que hacerlo pasar por el corredor del Ares, ¿es así? —preguntó el canciller de Ursalia.

—Afirmativo, pero tenemos un problema de tamaño, los cruceros pesados si pueden navegar por él, pero los acorazados federales como la Tharsis, no, y necesitamos algo mucho más potente que un acorazado para está operación.

—¿Entonces donde está el truco, Marisol? —preguntó Opx con admiración. Sabía perfectamente que tenía la solución.

—Hemos dividido el superacorazado República en un cuerpo principal, del tamaño de un crucero federal y seis grandes módulos que ensamblaremos una vez hayan pasado por el corredor. Una vez ensamblado, la nave alcanzara los mil doscientos metros de largo, más corto que el Tharsis, pero con una potencia de fuego, a todos los niveles, cinco veces superior. Sus escudos son mucho más poderosos, hasta tal punto, que pararía sin problemas una descarga cerrada con la artillería principal de su flota. También es mucho más rápida que las fragatas bulban y puede abrir vórtices de salto continuamente, sin esperar a recargar sus motores de salto.

—Disculpe que la interrumpa general, —dijo en canciller de Maradonia— pero no tengo mucha idea de ingeniería. ¿Si es más pequeña que el Tharsis, como es que es más poderosa?

—El Tharsis y el Atlantis, además de ser naves de guerra muy poderosas, eran naves científicas que disponía de laboratorios de investigación. Además, embarcaban familias enteras, tenía hospital, escuela, guardería y centros de ocio. Todo eso se ha eliminado, el República es una nave de batalla, única y exclusivamente.

—Bien, creo que no es necesario seguir detallando las maravillas técnicas del República, —intervino el presidente Fiakro— está claro que en está galaxia o en la otra, nunca ha navegado una nave como está. Eso nos lleva a la siguiente cuestión que puede ser la más peliaguda. La intención de la general Martín, y que yo apoyo absolutamente, es “encerrar”, definitivamente, a los bulban en Magallanes y para eso, es necesario evacuar a toda la población kedar.

—¡Pero Fiakro! ¿en qué estás pensando? se va a liar un follón de cojones, —exclamó el canciller de Numbar—. Los sistemas no van a querer acoger a unos refugiados que pueden desestabilizar el equilibrio de fuerzas políticas…

—Eso no va a ocurrir, —le interrumpió Fiakro— tendrán su propio sistema…

—¿Pero donde? —le interrumpió el canciller de Nueva España— no quedan sistemas libres en el Programa Federal de Colonización para acoger una población de cinco o seis mil millones, si no más.

—En ese programa no, pero en el Fondo de Protección Federal si lo hay…

—¡Fiakro! ¿se te ha ido la olla? —saltó el canciller de Maradonia haciendo aspavientos con sus cuatro brazos—. Si mandas esa cantidad de gente a un planeta ecológicamente protegido, te lo vas a cargar. Los de Galaxy Green, y que te recuerdo que tienen mucho peso en el Parlamento Federal, te van a dar palos hasta que se cansen, y a todos nosotros también.

—¡No, no, no! ¡vamos a tranquilizarnos! —exclamó Fiakro visiblemente molesto—. Estoy seguro de que cuando se le exponga a los de Galaxy Green las circunstancias, lo aceptaran.

—¿Qué lo aceptaran? —intervino el padre de Anahis—. Querido amigo, voy a tener que dar la razón a mi amigo rojo: se te ha ido la olla.

—Pues el proceso ya ha empezado…

—¡No me jodas Fiakro!

—¡Y lo dices ahora!

—¡Es inaudito!

—¡Por favor, escuchadme! —exclamó el presidente levantando las manos mientras los militares presentes se miraban entre si—. El emplazamiento es un grupo estelar de siete sistemas en el Sector 73. En total, hay trece planetas con soporte de vida, de los que cuatro quedaran preservados y nueve serán colonizados con restricciones. Actualmente tenemos controlados en la zona de Ares unos cinco mil millones, pero creemos que hay al menos otros cuatro mil ocultos por Magallanes. Actualmente, ya tenemos seis millones desplazados al Sector 73.

—Te recuerdo que en todo esto, nos la estamos jugando todos nosotros, igual que te la estás jugando tú, ¡qué menos que nos hubieras consultado! —dijo el canciller de Maradonia elevando paulatinamente la voz hasta terminar gritando. Los demás cancilleres asintieron apoyando las palabras de su compañero.

—Tenéis toda la razón, y sabéis que mi cargo está sustentado por vuestros votos en el Parlamento, es decir, que mi cargo está a vuestra disposición…

—¡No me jodas Fiakro, vete a tomar por el culo!

—Ahora sí que se te ha ido la olla, querido amigo, —dijo riendo el canciller de Mandoria— pero está mierda te la vas a comer tú solo con los de Galaxy Green.

—De acuerdo, yo me ocupó, —dijo Fiakro, y viendo que Marisol levantaba la mano, añadió—. ¿Si, general?

—Con su permiso señor presidente, por supuesto no quiero involucrarme en este debate político tan interesante, pero creo que es necesario puntualizar algo que creo que ha quedado un poco en el aire. Vamos a cerrar Magallanes, es decir, vamos a cerrar los dos túneles y los bulban se quedaran encerrados en su galaxia, con los kedar que no podamos evacuar. Solo quiero que piensen en cual será la situación en esa galaxia cuando eso ocurra, con una población bulban desmesurada, que solo sabe esquilmar los planetas por donde pasan. Como decimos en España: se van a quitar el hambre a puñetazos.

—¿Y cuando eso ocurra? —preguntó el de Nueva España.

—Tenemos que recuperar los sectores perdidos y eliminar a los bulban que hayan quedado en este lado. En la grabación de la Princesa Súm hablaba de genocidio, y aunque no me guste, estoy de acuerdo, es una ilusión pensar que los bulban se adaptaran a nuestra forma de vida.

—Eso está claro, —la apoyo el presidente y mirando a sus contrincantes políticos, añadió—. Yo empiezo a tener hambre, ¿comemos?

—Buena idea, pero pagas tú.

—¡Joder! No os vale el rancho del ejército.

—De eso nada, me han hablado de un restaurante, aquí cerca, que está muy bien.

—Cuidado que tenéis morro, y encima queréis que toree yo solo a los de G. G.

—Por supuesto.

—¿Nos acompañáis? —preguntó el presidente a Marisol mientras los cancilleres salían de la sala.

—No, señor presidente, tenemos algunos asuntos que discutir, cosas de militares, ya sabe. Además, a nosotros nos gusta el rancho.

—Hombre tampoco es eso, —protesto Opx.

—Tú a callar, y te gusta el rancho, —le reprendió Marisol.

—¡Joder!

—Os dejó, —dijo el presidente riendo y salio de la sala.

—Luego dicen que las batallas son peligrosas, —dijo Loewen riendo.

—Se estaban dando palos, y de repente, en un par de segundos, ¡se van a comer todos juntos! —continuo Anahis.

—En Edyrme, con toda esa fauna de políticos, consejeros, representantes y altos funcionarios, no duraríamos ni diez segundos, —dijo Marisol pensativa.

—Eso es seguro, —corroboro Opx— y no pienso comer rancho, yo invito.

—¡Cuidado! Opx va a pagar, —exclamó Anahis provocando la hilaridad de los demás—. Esto va a pasar a los anales de la galaxia.

—¡Ja, ja, ja! Me parto de la risa.

(10,00)