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c) Favor con favor se pagan

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Continuación de: Un trabajo para Alonso

Habían pasado seis meses desde que hice mi primer trabajo y durante ese tiempo habían hecho una media de dos rodajes mensuales donde participé, me podía considerar casi un profesional en lo mío.

Para los primeros había podido contar con Juan Carlos como pareja como me dijo Guillermo, luego comencé a trabajar con otros actores, compañeros de mi edad o parecida, con hombres mayores que yo y hasta los hubo de color.

El adelanto que me habían entregado el primer día lo podía considerar saldado, los dos primeros trimestres en la universidad los había superado, todo resultaba bien y legítimamente podía sentirme contento.

Hasta les compre a los gemelos, Rafael y José, en su catorce cumpleaños, un móvil y Oliver no podía tener menos, o sea que fueron tres y me gasté todo lo que gané ese mes. A mi padre el motocultor que tanto necesitaba, pero ese sería en pagos aplazados. Podía considerarme completo y feliz y lo estaba, vaya que sí.

En mi trabajo me sentía considerado, los rodajes se vendían bien y Guillermo estaba contento conmigo. El primero me reportó un beneficio respetable, luego vería que otros trabajos se vendían mejor. El publico prefería verme en historias con hombres rudos, fuertes, y hasta cierto punto salvajes o primitivos, donde fuera violado, ese tipo de cosas eran las preferidas por el publico comprador.

Guillermo me había encargado estudiar un papel para un rodaje que incluía una escena en la calle, suponía un nuevo reto trabajar a pleno sol, la primera parte se comenzaría a la hora de comer, se desarrollaba en un parque y a esas horas no era probable que hubiera visitantes.

Llegue a los estudios y Paula mi indicó que tenía que vestirme de otra forma y que tenía la ropa en los vestuarios, no conocía a mis compañeros y estaba algo inquieto ya que se trataba de dos personas de color y un hombre mayor. Estaban poniéndose sus ropas puesto que había llegado antes y Santi me los presentó.

Los dos morenos tendrían más o menos unos treinta años, eran muy delgados y de estatura considerable, los calculé por comparación conmigo sobre sobre el metro ochenta y cinco, el señor mayor como de cincuenta años de envergadura fuerte y más bajo que los otros.

Lo que se grabara en el parque debía de hacerse con rapidez, sin público presente para que nadie lo viera. Llegamos al lugar y el primero en iniciar la secuencia era yo.

Caminaba distraídamente mirando el entorno del parque, solitario a aquellas horas del día, estábamos en primavera, brillaba el sol y los retoños de las plantas ya tenían hojas.

Tomé asiento en un banco de madera y crucé las piernas mirando al lago, siguiendo las evoluciones de un par de cisnes que guiaban a su pollada de diminutos cisnes que acabarían de nacer.

Pasó por delante de mi un hombre algo mayor, bien vestido y yo continuaba observando a los cisnes, el hombre se alejó unos metros y volvió para sentarse en el banco donde yo estaba, entonces lo miré y él no dejaba de observarme.

Al cabo de unos minutos se presentaron los dos chicos de color y vinieron directamente hacia mi. Estos iban mal vestidos, uno de ellos con pantalón vaquero ajustado y roto, con camisa de manga corta por fuera del pantalón, dejando ver sus delgados brazos. Su compañero con un pantalón corto hasta las rodillas de pata ancha, flojo y atado a la cintura, camiseta de tirantes negra y los dos calzaban con deportivas muy viejas y gastadas.

-¿Nos ofreces un cigarro? -hablaban mal el idioma pero pedían con amabilidad.

-No fumo. -me encogí de hombros como si fuera una disculpa. El señor mayor sentado a mi lado estaba a su vez fumando y el de los pantalones vaqueros se acerco a él y le pidió.

Mientras tanto el otro se había acercado a mi rozando con su pierna desnuda mi rodilla, giré la cabeza hacía él, tenía una mano metida en el bolsillo de su pantalón corto y agitaba el bulto en su entrepierna, se veía claramente que se trataba de su pene y discurría por la pernera del pantalón.

Intentaba llamar mi atención y se subió un poco los pantalones hasta que por el borde de la pernera asomó la cabeza de lo que escondía la tela. Y la verdad me sorprendió, sabía que me iba a encontrar un pene considerable por el guión, pero no me esperaba ese espécimen que comenzaba a verse por la pernera.

Se aproximó más hasta que prácticamente la punta de la manguera pegaba en mi cara, el otro moreno llegaba ya con dos cigarrillos encendidos y le tendió uno a su amigo. Observé que el cámara se acercaba, debía esperar para que pudiera tomar primeros planos.

No podía dejar de mirar aquella cosa que el negro me mostraba sin dejar de moverlo con la mano que tenía en su interior. Dio una calada al cigarrillo.

-¿Quieres probarlo? -en doble sentido, él se refería a su verga.

-Os he dicho antes que no fumo. -entonces se subió más el pantalón dejando ver unos diez centímetro de negra polla.

-Pero esto si quieres. -se dejó el cigarrillo prendido en sus gordos labios y con esa mano se sujetó el pene y lo puso en contacto con mis labios. Sentí la calentura de su gordo glande y no hice nada, solo quedarme quieto sintiendo el ligero temblor de su miembro pegado a mis labios.

-Lámelo, está rico y te va a gustar. -y ahí le obedecí como hipnotizado, saqué la punta de la lengua y le toqué el glande con ella. Me gustó y me metí de lleno en mi papel.

Ahora estaba rodeado, los dos negros enfrente de mi, el señor mayor se había puesto de pie y acercado a mi derecha, el cámara a la izquierda sentado en el banco recogiendo la escena a nivel de las entrepierna de los tres hombres y mi cara.

Había empezado a meterme la polla en la boca dirigida por su mano comenzando a mamar de ella, su amigo y el señor mayor se abrieron el cierre de las braguetas y se sacaron las vergas con la intención de recibir su parte de atención de mi boca.

Así empecé a realizar una mamada triple, a dos vergas negras como el carbón y una blanca que no resultaba mal de tamaño a pesar de la edad del actor. Por supuesto era nuestro trabajo, ellos mantenían sus vergas limpias para la acción y olían a recién lavadas.

El que fuera una actuación no impedía que ellos disfrutaran mi mamada y yo de sus estupendas y ricas pollas, Juan Carlos ya me había advertido que una buena actuación se notaba si lo que hacíamos nos gustaba, y yo estaba dispuesto a demostrar que actuaba como el mejor.

Así que ahora tenía que hacerles disfrutar, que gozaran de mi boca hasta que empezaran a gemir del gusto que le daba, pero no llegábamos hasta el final, no tenían que correrse. El del pantalón corto se giró como si hubiera aparecido algún inoportuno paseante, se tapó el rabo, ahora duro como una piedra, dejando caer el pantalón.

-Aquí resulta peligroso, síguenos, tenemos un lugar seguro. -los otros dos se metieron la verga y los cuatro nos quedamos con las ganas de continuar lo empezado, comencé a seguir a los dos negros y el mayor venía detrás, cuando llegamos a unos árboles cercanos y nos metimos detrás del follaje terminaba esa escena del rodaje.

En ese momento los tres comenzaron a quejarse.

-Ahora como nos bajamos esto, estábamos en lo mejor. -se sujetaban los bultos a través de la tela, supongo que lo estarían pasando mal, solté una carcajada y salí para unirme al cámara y volver a la furgoneta que nos llevaría al estudio para terminar allí el trabajo.

Durante el trayecto no parábamos de reírnos por lo chusco que había resultado todo, y me reconocieron que mamaba la verga como un ángel sacándome los colores.

Parecía que no guardaba relación alguna, el lugar donde habíamos terminado anteriormente y el que ahora estuviéramos en una habitación, como si esta se encontrara en un parque y detrás de unos árboles, los que veían esta clase de rodajes no lo prestarían atención.

Ahora estaba presente Guillermo con otros técnicos. Tuvieron que masturbarse para recuperar la dureza de sus pollas y que no se notara la transición de una escena a la otra que ahora empezaba.

-Bien muchacho, aquí estaremos mejor, sin curiosos para poderte dar verga como queramos. -me hablaba el del pantalón corto a la vez que me empujaba de los hombros para arrodillarme ante ellos, se bajaron los pantalones y dejaron a la vista sus atributos viriles.

Resultaban más apetecibles así que en el parque, las pollas de los dos negros resultaban largas y no muy gruesas, mientras que la del mayor era mediana y muy gorda, uno de ellos estaba sin un pelo en el pubis y el otro los tenía rizados mientras el blando era un bosque lo que le tapaban hasta los testículos.

Me lancé a lamer la polla que más llamaba mi atención, la del primero que me la enseñó, resultaba más sabrosa que en el parque y había cogido cierto sabor más fuerte y más rico, se le notaban las marcas de la saliva de mi anterior mamada y lo que en el camino le había salido de la verga.

Cerré los ojos para sentir más los sabores que me embargaban, pero no dejaba de notar como los otros dos machos intentaban girar mi cabeza reclamándome la boca. Escuchaba a la vez como se iban quitando la ropa y yo seguía abrazando aquel cuerpo desnudo, pasándole mi mano por el culo sintiéndolo temblar cuando aspiraba de la punta del pene con ganas.

Dejé de lamer aquel vergón que me encantaba, y al abrir los ojos me encontré con el otro negro desnudo del todo, y el mayor arrodillado a mi lado quitándome la camisa que llevaba. Le ayudé moviéndome un poco y cogiendo la otra negra polla que ahora veía ligeramente más gorda y corta que la de su compañero.

Me puse de pie para que me quitara el resto de la ropa, le hubiera besado los negros labios abiertos, eso no estaba en el guión y comencé a lamerle el pecho mientras cuatro manos me acariciaban a la vez que me dejaban desnudo.

Aquellas manos me recorrían el cuerpo apretándome las nalgas, y se metían entre ellas hasta llegar a mi ano, uno de los dos sujetos empezó a acariciarlo pasándole los dedos.

Caminamos sin que mi boca dejara de besar y lamer su pecho y se sentó en el borde de una mesa baja que había dispuesta, tuve que arrodillarme con aquella mole de carne vibrante que agarraba con la mano masturbándole y mirando como un hilo de líquido salía por su prepucio.

El mayor se había colocado sentado a su lado y me llevó la otra mano para que le agarrara la polla, comencé a comer, primero el pedazo de carne negra y luego la verga blanca. El señor tenía ahora un verdadero pollazo que impresionaba por lo gorda, aunque no llegaba a los más de veinticinco centímetros de los otros. Pensé que los habían escogido bien y buscado mucho para encontrar esos pedazos de verga, sus testículos eran realmente espectaculares, gordos y duros cubiertos de un manto dorado con algún pelo blanco.

Tenía que centrarme en ese detalle y sentía a mi lado el calor del foco calentándome la cara, los comencé a lamer y él se dejó caer de espaldas sobre la mesa elevando la pelvis para que se le vieran bien los testículos.

El negro detrás de mi me abría las nalgas metiendo la cara entre ellas y me chupaba deliciosamente el culo haciéndome gemir, algunas veces emitía un sonido con los labios soplando sobre mi ano y volviéndolo atacar para meterme la lengua.

Aquello resultaba ser el trabajo con el que me ganaba la vida, y además que me encantaba, ni en mis más remotos sueños pude pensar que mi trabajo me atrajera tanto y me diera tanto placer.

Estaba que no podía más, y me tenía el culo muy abierto cuando comenzó a empujar su verga, despacio y lento para que la cámara grabara el momento en que el glande conseguía abrirse camino y entrar en mi culo. Cuando metió la mitad de aquel palo de ensueño me golpeo las nalgas y las estiró para que se vieran de color rosado.

Solamente dejaba de mamar los dos penes que tenía ante mi cuando no podía más y debía hacer muecas para demostrar el placer que me daban por atrás, esperé a que la cámara volviera antes de dejar de chupar los gordos huevos cubiertos de dorado vello.

El negrito follador aumentaba el ritmo para llegar a correrse, y al clavarse definitivamente para vaciarse solté un grito de angustia gozosa que el cámara esperaba.

Terminó de vaciarse con varios empujones abrazándome el vientre y con el pecho pegado a mi espalda, salió de mi para ocupar el puesto del otro moreno, ahora este tenía que sacarme del culo la leche que había dejado su compañero, y yo limpiarle bien la verga mojada en su leche y los jugos de mi recto al que me había preñado.

Lo mismo se repitió luego con el tercero, resultaba un experimentado actor y sabía hacer su trabajo, me introdujo la verga de golpe haciendo que gritara de verdad impresionado al sentir su fuerza y mi culo tan lleno.

Las escenas se repitieron, con alguna variación, después de comerme todo el cuerpo entre los tres, el mayor se adueñó de mi verga y la mamó hasta hacerme correr sobre el pecho, terminaron lamiendo el semen que había echado.

Al final, después de haberme vuelto a dar por el culo, me llevaron a un segundo orgasmo y ya estaba rendido y agotado, habían sido dos horas largas de trabajo, de las que luego escogerían la mitad de lo grabado, o menos, para el resultado final de la película.

Cuando escuche a Guillermo dando por terminada la sesión suspiré aliviado y me levanté de la mesa donde me tenían tumbado.

-Todo bien chicos, se acabó por hoy, Alonso sube luego a mi despacho, tengo que hablarte. -me di prisa en llegar a los vestuarios para tomar una ducha seguido por los otros actores. Me felicitaron entre risas y bromas, como sucedía casi siempre después de un rodaje si todo había salido bien y Guillermo quedaba satisfecho. Lo conocía ya y no miraba su inexpresiva cara, le miraba a los ojos y sabía si había quedado contento.

Pasé la rutinaria inspección de Santi que me pidió que volviera cuando bajara de donde Guillermo y poderme extraer sangre, cada dos o tres meses pasamos pruebas clínicas y eso lo llevaba a rajatabla. Estábamos bien cuidados y no querían problemas que pudiera interrumpir los trabajos.

Me despedí de mis compañeros y de otros muchachos que se preparaban para otro rodaje diferente. Subí al despacho del jefe, la puerta estaba cerrada como le era habitual y llamé para que me autorizara la entrada.

Estaba sentado ante un ordenador portátil y me habló sin levantar la mirada continuando escribiendo.

-Necesito que me hagas un favor. -inmediatamente recordé nuestro encuentro donde le pedí adelantado un dinero.

-Lo que necesites, sabes que no puedo negarme. -elevó un poco la mirada, para su trabajo de oficina empleaba unas gafas alargadas y estrechas, me miró por encima de las lentes.

-Puedes negarte, pero no debes. No creo que te resulte complicado o difícil. Mañana, a las cinco de la tarde, te necesito en un trabajo particular para el cliente de un distribuidor de la ciudad, un buen cliente. -me miraba atentamente y me notó contrariado.

-¿Qué pasa?

-Es que a esa hora tengo una clase especial en la universidad, igual puedes enviar a otro, no es que me niegue, ni hablar, pero es muy interesante y no me gustaría faltar. -Guillermo y algunos con los trabajaba asiduamente sabían que estudiaba y siempre que se podía intentaban no interrumpir mis clases aunque no siempre era posible.

-Imposible, ha precisado muy bien que quiere al muchacho con los ojos de cielo. -así me llamaban a veces por el color llamativo de mis ojos, azules como el cielo en un día de mucha luz.

-Arréglalo con algún compañero y que te pase los apuntes, es un hombre muy importante y esas dos son sus condiciones, tienes que estar en su casa a las cinco en punto y debes ser tu, serán dos horas solamente y para ti hay mil euros reservados. -solté un silbido impresionado.

Mil euros por dos horas de trabajo podía resultar excesivo a todas luces y me entró un escalofrío, nunca había hecho trabajos de ese tipo, no los quería y tampoco los necesitaba, Juan Carlos no se oponía y los hacía encantado aunque él siempre iba de activo y eso es diferente.

Había escuchado a otros compañeros que si lo hacían, y a pasivos como yo, los pagaban hasta trescientos por una noche. Mil euros por dejarme follar y dos horas de tiempo con un hombre no parecía lógico y algo no encajaba.

-¿Tengo que ir vestido de alguna forma especial?

-No hay otras condiciones salvo las que te he dicho. La hora y que seas tu.

Guillermo no me daba otra opción y pulsó una techa del portátil, en unos segundos escuchaba el ruido de la impresora.

-Ahí tienes la dirección donde debes estar a las cinco, déjalo satisfecho para que nos siga comprando, para tu información te diré que colecciona todo lo tuyo, lo que ofrecemos a la venta y lo que retiramos de los rodajes pagándolo muy bien.

Me levanté para acercarme a la impresora y recoger el papel.

-Bajo donde Santi, tiene que tomarme muestras. -me hizo un gesto de asentimiento y aproveché el momento para hablarle de otro tema que me interesaba.

-Me gustaría que habláramos un día que tengas tiempo, he pensado que quizá algunas escenas de las películas deberían tener otros requisitos además del sexo. -me miraba muy raro y pensé que me había excedido metiéndome en un trabajo que no era el mío.

-Perdona, olvida lo que he dicho.

-No, no, sigue, me interesa. -pues no lo había preparado como me gustaría exponérselo, ni pensaba que despertara su interés.

-Lo tengo que preparar y te contaré. -dudé antes de pasar la puerta.

-Gracias Guillermo, me voy. -se levantó y avanzó hasta llegar a mi lado.

-Solo cuida bien a ese cliente y tu también ten cuidado, no permitas cosas raras, no estas obligado.

Santí me extrajo la sangre como si fuera un vámpiro, se lo dije entre bromas y mirando hacia otro lado evitando ver la jeringuilla, poniendo cara de asco y haciendo que se riera.

Juan Carlos me llamó cuando iba para mi casa, quería que quedáramos el sábado con Noa y otros amigos, para tomar unas cervezas y hablar un rato, hacía días que no lo veía. Tenía mucho trabajo que hacer en casa y estudiar apuntes de la universidad.

Puse en funcionamiento el portátil y busque la dirección que Guillermo me había dado impresa en un blanco Din A4, estaba en el otro extremo de la ciudad, pegando al mar y era la zona más exclusiva y cara, busqué la casa y me quedé pasmado.

Se trabaja del palacete más lujoso del paseo, el primero que estaba al comienzo. Una casa de solo dos alturas y la planta a ras de suelo del jardín, con inmensos jardines que se extendían bajando por una suave ladera hasta el muro de contención con el paseo.

El acceso a todas aquellas mansiones se hacía por una calle trasera con frondosos tilos y plátanos, no tenía entrada por delante, tendría que ir en taxi y me costaría una buena pasta, aunque podía permitírmelo si recibía, como estaba estipulado, los mil euros por mi trabajo.

No podía dejar de sentir cierto temor, resultaba muy extraño que mi cliente me citara en su casa, una residencia de ese nivel y pagara tanto dinero para satisfacer su capricho, ya que no serían solamente los mil euros, la empresa tenía que sacar su beneficio.

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