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El vecino del fondo (5)

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Don Abelardo hizo que llamara al señor Ernesto delante de él y eso hice… Marqué el número y casi de inmediato oí la voz del dueño de la casa:

-Hola…

-Ho… Hola, ¿don Ernesto?

-Sí, ¿quién habla?

-Ay, don Ernesto, soy… soy Jorgito…

-¿Jorgito?... Qué sorpresa, Jorgito… Una linda sorpresa…

-Ay, ¿en serio, don Ernesto?... –y mientras iba hablando mi voz sonaba cada vez más insinuante…

-Claro, Jorgito… Me alegra mucho que me hayas llamado…

-Ay, qué lindo eso, don Ernesto, yo… yo quería agradecerle eso que me dijo ayer, que… que estoy muy lindo…

-Es que lo estás, nene… Y voy a decirte algo…

-Sí, don Ernesto, dígame…

-A mí me gustan los chicos lindos…

-¿En serio, don Ernesto?... –dije en un ronroneo provocador…

-¿Querés comprobarlo, Jorgito? –lanzó él…

-Ay, bueno, me… sí, me gustaría… -admití ya muy caliente…

-Bueno, venite a mi casa…

-Es que… a mí me gustaría que fuera acá, don Ernesto… Ahora estoy con don Abelardo… ¿Quiere venir?...

-¡¿Con Abelardo?! –se asombró.

-Sí… a él también le gustan los chicos lindos…

-¿Me estás hablando en serio, nene?

-Muy en serio, don Ernesto… Le cuento que estoy con él en su habitación… Desnudito estoy…

A esa altura yo era una brasa candente y para colmo don Abelardo empezó a sobarme el culo con las dos manos y entonces me puse a gemir…

-¿Qué pasa, Jorgito? –se intrigó con Ernesto…

-Es que… que don Abelardo me está… me está acariciando… Por favor, don Ernesto, venga y me acarician entre los dos…

Él hizo una pausa y lo oí respirar fuerte…

-Escuchame, Jorgito, ¿cuántos años tenés? –preguntó…

-Dieciocho recién cumplidos, don Ernesto… murmuré mientras las manos de don Abelardo en mis nalgas me estaban volviendo loco de excitación…

¡¿Dieciocho?!... Yo no te daba más de quince, nene…

-Ah, todos me dan más o menos esa edad, pero tengo dieciocho…

-Sos mayor ya, o sea que se te puede culear sin que haya delito…

-Claro que se me puede culear, como me culea don Abelardo…

-Bueno, voy para allá, andá preparando el culito…

-Siempre lo tengo listo, donde Ernesto…

-Bueno, pasame con Abelardo… -y le pasé el tubo…

-¿Cómo está, Fantoni?

………….

-Sí, es cierto lo que le dijo el niño…

…………..

Claro que sí, me encantará que lo usemos juntos…

……………

Vale, señor, lo esperamos…

Media hora después sonó el timbre y Abelardo me mandó a recibir al visitante…

Desnudo como estaba fui a paso ligero por la galería y cuando me vio a don Ernesto se le agrandaron los ojos como platos…

-¡Ay, nene! ¡¿Qué hacés así, en pelotas?! ¡¿Querés matarme de un infarto?!

Le abrí la puerta y corrí para atravesar rápido la puerta cancel para ponerme a salvo de miradas indiscretas, porque la casa tiene al frente un jardín y una pared baja con una reja…

-Vení para acá, Jorgito… -me dijo don Ernesto en cuanto estuvimos en la galería, y me agarró de un brazo para apretarme de espaldas contra él y hacerme sentir su verga ya dura…

-Ay, don Ernesto…

-Sentila, Jorgito, sentí lo dura que la tengo…

Ay, sí, don Ernesto… la quiero adentro… Vamos, vamos al fondo…

Fuimos y don Abelardo nos recibió entusiasmado:

-¡Hombre, bienvenido a la fiesta!

-Gracias, Abelardo… ¡Y que empiece la fiesta! ¿No le parece?

-Pues, claro, vamos a darle a Jorgito entre los dos… -y me ordenó: -Tú, niño, en cuatro patas sobre la cama…

-Sí, don Abelardo, lo que usted diga… -me acomodé como me había ordenado y por sobre el hombro izquierdo vi cómo donde Ernesto se desvestía…

-Vamos a usarle el culo y la boca, Fantoni, ¿por qué agujero prefiere comenzar?

Don Ernesto dudó un momento y finalmente dijo: -Me gustaría empezar por ese culito tan apetecible que tiene…

-Vale, adelante, Fantoni, dele polla por el culo mientras le hago tomar el biberón…

Fue gloriosa la cogida que me dieron… Temblando sentí la punta de la verga de don Ernesto en mi agujerito, haciendo fuerza para entrarme mientras yo tenía en la boca la de don Abelardo y empezaba a chuparla…

Como siempre, me dolió mucho la penetración anal, pero si bien casi grito de dolor sabía que eso duraba solamente hasta que el ariete estaba todo adentro… Don Ernesto bombeaba jadeando y teniéndome aferrado por las caderas y yo mamaba encantado la pija de don Abelardo… En el Paraíso como yo estaba no puedo calcular el tiempo que pasó hasta que ambos acabaron, primero don Abelardo, que me llenó la boca con varios chorros de semen mientras me tenía agarrado del pelo y cuando estaba tragando ese delicioso licor sentí la leche de don Ernesto en el fondo de mi culo y escuché sus rugidos hasta que cayó primero sobre mi espalda y enseguida en la cama, jadeando…

Yo me derrumbé entre los dos, todavía con hambre y entusiasmado por saber que un rato más tarde tendría en la boca la verga de don Ernesto y en el culo la de don Abelardo… Pero quería apurar ese momento y entonces me puse a jugar con las dos vergas, para reanimarlas y lo primero que hice fue limpiar con la boca una gotitas de leche que vi en ambos glandes…

(continuará)

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