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La mejor proposición de mi marido. Segunda parte

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Después de la cita con Alberto nos fuimos mi marido y yo a tomarnos unas cervezas, le pregunté qué fue lo que había sentido viendo las cosas que Alberto me había hecho, qué sintió viendo como un tipo alto, atractivo y tan bien dotado me había estado follando delante de él, Juan me respondió que por un lado se había puesto bastante celoso y que por otro le había resultado tremendamente excitante la situación, me contó que el verme a mí jadeando y gritando mientras tenía esos orgasmos tan grandes le puso a cien, al igual que el comportamiento de putón que tuve mientras le comía la polla a Alberto y mientras me la pasaba entre las tetas, me dijo que, lo que no le gustó tanto fue la forma que tenía al dirigirse a él llamándole cornudo, ni el que Alberto hubiese sido el primer tío en follarme por el culo, ya que él me lo había pedido antes en varias ocasiones y yo siempre me había negado, pero que al final y al cabo, había pesado más la excitación que los celos, y que no le importaría repetir siempre que yo lo deseara.

Seguidamente me preguntó él, quiso saber cómo había sido para mí la experiencia, yo le respondí sinceramente, le dije que al principio me dio mucha vergüenza hacerlo delante de él, pero que viéndole la cara y los ojos iluminados por la excitación que aquello le estaba provocando la fui perdiendo, le dije que al fin y al cabo sólo había sido sexo y que prefería que fuese así, le conté que el tío que me había follado sí que era atractivo y sí que tenía una polla fantástica, pero que era un borde que sólo servía para eso, para follar, le dije que tenía ganas de que llegase la tarde y nos quedásemos solos para hacer el amor, que era muy distinto a lo que habíamos hecho antes, pero también le dije que la forma en que Alberto me había follado me había encantado y que estaba dispuesta a cumplir la fantasía de hacerlo con varios hombres a la vez, eso sí, siempre que él quisiese.

Esa tarde nos metimos en la cama y volvimos a hacerlo, después de que hubiese pasado una media hora desde que hicimos el amor, tiempo en el que estuvimos todo el tiempo abrazados y besándonos en silencio, Juan volvió a llamar a Alberto preguntándole si había podido contactar con alguno de sus amigos para tener el encuentro que le propuso. Alberto preguntó que hasta con cuantos tíos a la vez estaría yo dispuesta a tener un encuentro sexual, como el teléfono estaba en manos libres y yo lo estaba escuchando todo quise intervenir, hola Alberto ¿de cuántos tíos me hablas que podrían ser?, le pregunté, él me contestó que podían ser uno o dos más y con él hasta tres, o hasta cuatro si también quería participar de forma activa mi marido. Me quedé un rato titubeante y Juan me preguntaba con gestos si quería con todos esos o no, a los cinco segundos Alberto me preguntó qué era lo que yo decidía, entonces le dije que casi prefería ir poco a poco, que prefería que quedase sólo con uno de ellos. Alberto estuvo de acuerdo, “bien, seremos dos, y os aseguro que este amigo mío es muy bueno follando, todas las tías a las que se folla se vuelven locas por repetir, y si para otra ocasión te apetece que seamos tres llamo a mi otro amigo”. Definitivamente quedamos para el siguiente sábado por la tarde en la que además de Alberto vendría ese amigo suyo que decía que era tan bueno follando.

Me llevé toda la semana con una ansiedad tremenda, no paraba de fantasear con tener a esos dos hombres para mí sola y lo que había dicho Alberto de su amigo me ponía aún más impaciente, quería comprobar si era verdad que era tan bueno.

El sábado fuimos puntuales, mi marido antes de llamar al timbre de la puerta de Alberto me preguntó si estaba nerviosa, yo le dije que sí, que deseaba pasar por esa experiencia. Nada más llamar Alberto nos abrió y nos invitó a pasar, “está mi amigo esperando en el salón, pasad”. Nada más entrar Alberto nos presentó a su manera, “Miguel, esta es la putita que nos vamos a follar y él el cornudo de su marido” y dirigiéndose a mi marido dijo “este es Miguel, el tío que va a hacer que la zorrita de tu mujer grite de placer, ah, ¿vas a participar o solo quieres mirar y aprender de lo que vamos a hacer con tu mujer”, y dirigiéndose a mí dijo “te aseguro que lo vas a pasar muy bien”. Yo le dije que esas palabras de “cornudo y zorrita” sobraban, Alberto se disculpó diciendo que era sólo parte del juego, que pensaba que eso nos excitaba aún más, pero que no siendo así no volvería a decir nada de eso.

“Bueno, dejémonos de preámbulos y vamos a desnudarnos todos”, dijo Alberto como siempre tan directo al asunto. Yo tardé algo más que ellos tres en desnudarme mientras que observaba a Alberto y a Miguel que además de ser ambos más altos y fuertes que mi marido pude comprobar según se fueron quedando completamente desnudos que también estaban mucho pero que mucho mejor dotados, y sobre todo, era una maravilla contemplar el pollón erecto de Miguel, tenía un glande bastante más gordo que el resto de su polla que ya de por sí era bastante ancha, y al estar tan erecta aquella punta parecía un champiñón enorme y brillante l que apetecía ser saboreado, cosa que no llegue a hacer aquel día. Juan se quedó al margen observando mientras que yo, que ya estaba completamente desnuda, era emparedada por los dos hombres que se pegaron completamente a mí, Alberto por la espalda y Miguel por delante, se estuvieron entreteniendo un rato sobándome por todos lados, algunos de sus dedos se introducían por mi coño y por mi culo. El sábado anterior Alberto no intentó besarme en la boca en ningún momento, pero en esta ocasión Miguel, que me agarró por los muslos y me aupó cogiéndome en brazos, acercó su boca a la mía para besarme, yo la retiré echándola a un lado, eso de besar tenía que ver más con hacer el amor que con simplemente follar, pero Miguel insistió y me besó metiéndome toda su lengua en la boca, y la verdad es que sabía besar muy bien. En el momento en que dejó de besarme yo notaba como su polla que ya estaba totalmente erecta se había situado prácticamente en la entrada de mi coñito que ya se encontraba totalmente húmedo y deseoso de ser penetrado, Miguel abrió algo los brazos dejándome caer un poco y todo su miembro se introdujo dentro de mí, este hombre me manejaba a su antojo, me tenía cogida en el aire y con sus fuertes brazos me movía con suma facilidad de arriba abajo, Alberto que seguía pegado a mi espalda tenía colocada su polla frotándola entre mis glúteos y mientras yo esperaba a que inevitablemente en uno de esos movimientos me la clavase por el ano tuve uno de los mejores orgasmos de mi vida, Miguel sabía exactamente qué movimiento hacer para que yo disfrutase como loca durante ese orgasmo, justo acabando ese momento de sumo placer Alberto aprovechando uno de esos movimientos hundió su polla dentro de mi culo, yo me encontraba suspendida en el aire hincada literalmente en dos grandiosos falos.

Ahora eran los dos, Miguel y Alberto, los que me movían de arriba abajo, justo en ese momento caí en la cuenta de mi marido que se encontraba mirando apoyado sobre la mesa y con su pollita completamente empalmada, yo creo que estaba alucinando viendo lo que estaban haciendo esos dos conmigo y con los gritos y jadeos que yo debí dar.

Alberto retiró su miembro de mi culo y se fue a lavárselo al cuarto de baño, como dejó la puerta abierta le vi pegando su polla al lavabo limpiándosela bien con jabón, mientras, Miguel me depositó sobre el sofá, siguió follándome y besándome la boca, esta vez encima de mí, al poco rato de estar en esa postura se retiró pidiéndome que me pusiese yo encima de el a horcajadas, en esa postura tuve mi segundo orgasmo, y me daba igual el escándalo que pudiese hacer, dando rienda suelta a la pasión que invadía todo mi cuerpo no me privé de jadear y gritar como loca, yo tenía a mi marido casi de frente, estaba extasiado viendo la escena mientras se toqueteaba la polla masturbándose. Cuando volvió Alberto me pidió que me pusiese a cuatro patas para que yo le mamase la polla y que Miguel siguiese follándome situándose detrás de mí, ya no tuve ningún orgasmo más, pero sentí un placer inmenso al notar las contracciones de la polla de Miguel cuando bombeaba su semen dentro de mi coño, Alberto tardó poco en correrse dentro de mi boca, y la verdad es que me dio un poco de fatiga al llegarme de golpe una cantidad grandísima de semen a la garganta.

Alberto y Miguel se retiraron, “a algunos tíos le gusta comerse el coño de su mujer después de que otro se la haya follado, ¿no te gustaría probarlo?” le dijo Miguel a mi marido. Juan se dirigió hacia mí y antes de que se pusiese a lamerme le dije que me besase medio balbuceando por la cantidad de semen que todavía tenía en la boca, Juan no tuvo reparos en besarme, compartir y saborear el semen de Alberto, seguidamente metió su cara entre mis piernas y estuvo unos minutos lamiendo mi dilatado coño hasta provocarme el tercer y último orgasmo de aquella fantástica e inolvidable tarde. “Déjame ahora a mí que te lo debo”, le dije a mi marido mientras acercaba mi boca a su pollita erecta, y es que de verdad le tenía que agradecer a mi marido tanto el orgasmo que él mismo me proporcionó, como el ser tan generoso dejando que esos dos hombres tan altos, atractivos y dotados me hiciesen gozar como jamás lo había hecho antes.

Tardamos dos semanas en volver a tener otro encuentro, mientras tanto, la actividad sexual entre mi marido y yo fue mucho mayor que la que habíamos tenido hasta antes del primer encuentro con Alberto, hacíamos el amor a diario y con una pasión que me recordaba a cuando éramos muy jóvenes, creo que tanto él como yo habíamos hecho una perfecta separación entre lo que era puro sexo que era eso que hacía con Alberto y Miguel, y lo que era el sexo con amor, que era lo que estábamos haciendo a diario Juan y yo, se me había quitado toda la vergüenza que me daba anteriormente a hablar sin tabúes sobre mis deseos sexuales, y la verdad es que para mí era algo fantástico, yo estaba muy enamorada de mi marido y él, además de aceptar el que yo sintiese atracción sexual por otros hombres me ayudaba a cumplir mis anheladas fantasías, y muy lejos del concepto que yo tenía antes de lo que era un cornudo consentido ahora lo comprendía, “hay personas a las que les es posible amar a otra y entregarla para que consiga un placer sexual que tu solo no se lo puedes dar, y además, conseguir mediante esa entrega aumentar tu lívido y aunque sea algo morboso, si todos están de acuerdo no hay nada reprochable”, y exactamente es lo que le pasaba a mi marido, él me contó que, aunque cada vez que me entregó a estos hombres por un lado se sintió celoso, por otro lado le ponía muy excitado verme disfrutar de ellos, me contó que le volvió loco el verme comportarme como una puta con esos tíos, y me contó que lo que más excitado le ponía sobre todo, era que cuando yo tenía un orgasmo me ponía a mirarle a los ojos mientras gritaba y jadeaba. Juan es más generoso que yo, porque yo, al contrario que él, sería incapaz de verlo follando con otra mujer.

Desde el lunes después del anterior encuentro con Alberto y Miguel empezamos a leer a diario relatos eróticos, bueno, yo los buscaba diariamente por las mañanas en Internet, sobre todo en esta página en la que estoy publicando mis experiencias, y más que nada buscaba relatos de sexo en grupo, de infidelidades y como no, de cuernos consentidos, los que más me gustaban, por la noche cuando nos íbamos a la cama se los leía a mi marido, y así, alimentando nuestras fantasías eróticas terminábamos haciendo el amor desenfrenadamente. Una de esas noches, tras leerle el relato de una sesión de gang bang en la que una chica era follada, dominada y vejada por cinco hombres bastante mayores que ella, le dije a Juan que me apetecía hacer algo así, que ya había probado con dos a la vez y me encontraba con ganas de aceptar la proposición que nos hizo Alberto, la de hacerlo con él, con Miguel y con el tercer amigo, entonces le pregunté: "¿tú crees que ellos estarían dispuestos a jugar a un juego algo sado-maso donde me maltraten un poquito, me dominen y me vejen como en el relato que te leí antes?, es que me da mucho morbo que me traten así alguna vez, Alberto va a pensar que estoy loca si se lo proponemos, sobre todo después de haberme mostrado ofendida por la forma que tenía de dirigirse a nosotros”; “vale”, me dijo mi marido, “si tú quieres experimentar algo así por mí vale, pero quiero que me des un buen espectáculo y te comportes como una auténtica puta sumisa”. Tras decirme aquello me puse caliente como una adolescente, me tiré encima de Juan y tras llegar al orgasmo follando sobre él a horcajadas, me puse a cuatro patas y le dije: “anda amorcito mío, ve dilatándome el culito para que cuando me metan esos pollones me duela menos, además, ¿te acuerdas como tenía la polla Miguel?, ¿te fijaste en lo gorda que tenía la punta?, pues me quedé con unas ganas tremenda de saborearla y el próximo día lo pienso hacer, y también le pienso ofrecer mi culito para que me lo rompa con esa herramienta que dios le ha dado, así que, desde hoy hasta que quedemos con ellos vas a entrenarme mi culito para que luego se lo ofrezcamos a nuestros amigos”, mi amorcito se tuvo que poner muy caliente con lo que le dije, porque me dio una follada por atrás tremenda, y aquella vez, al contrario de cuando lo hizo después de Alberto, sí que noté su polla, y la noté bombeándome el semen como hacía tiempo que no lo notaba.

Durante los cinco días que faltaban hasta el sábado siguiente, día en el que quedamos con Alberto y sus amigos, me dediqué a buscar como loca relatos de gang bang que después de haberlos yo leído varias veces se los leía en la cama a mi marido, el tema de servir de objeto sexual para varios hombres a la vez me estaba apasionando, realmente se encuentran relatos muy buenos de ese género, relatos que te invitan a querer probarlo, algunos de ellos rondaban algo el sado-maso y esos eran los que más caliente nos ponían tanto a mi marido como a mí. Tal como le pedí a Juan, todas las noches hasta antes del sábado me folló por el culo y yo le pedía que mientras me lo hacía me diera tortas en las nalgas, muchas veces le tenía que pedir que no se cortara, que me diese más fuerte, porque parece que le costaba trabajo hacerlo con fuerza, y es que después de leer los relatos sado-maso me apetecía emularlos y que al menos me pegase fuerte en el culo, después de que él se corriera en mi culo siempre metía la cabeza entre mis piernas y me hacía una de sus fabulosas lamidas, cuando acabábamos me miraba el culo en el espejo y contemplaba lo colorado que me dejaba los cachetes de las tortas que yo le pedía que me diese.

Bueno, del encuentro que tuvimos el sábado siguiente, en el que me lo hice con tres sementales, ya os contaré como me fue en un siguiente relato.

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