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Ella quería ir a la playa

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Ella tenía ganas de ir a la playa y me sorprendió diciéndome nada más terminar de comer que por qué no cogíamos el coche y aprovechábamos la tarde. Por supuesto así lo hicimos y por el camino ella ya desprendió de la braguita del biquini y fue desnuda bajo la camisola, dejando ver claramente su sexo desnudo hasta llegar al aparcamiento donde un amable negro nos hacía señales de donde podíamos aparcar y que naturalmente pudo observar como ella se bajaba la camisola tapándose su rasurado coñito, situación por lo demás habitual en esos momentos. Bajamos del coche y cogimos la sobrilla y la bolsa tomando la pasarela de madera que nos separaba de la playa, ella iba delante y yo podía observar como el viento levantaba su camisa dejando ver su culo grande y ya moreno y como no hacía nada por evitarlo.

Llegamos a un sitio con algo de gente pero sin demasiada aglomeración y nos pusimos a montar la sombrilla como paravientos, quedando nosotros orientados a las dunas, posición habitual dados los vientos predominantes en la zona de nuestra costa. Ya desnudos y mientras de rodillas terminábamos de colocar las cosas no pude por menos que admirar su falta de pudor y su generosidad con los hombres de las sombrillas cercanas que no dejaban de mirarla de forma más o menos descarada. Nos tumbamos como siempre a tomar el sol, acariciándonos mutuamente de forma suave y leve, las piernas, el vientre, etc. Dada la proximidad de nuestros varios vecinos no era cuestión de hacer nada más explícito, pero la conozco y sabía que quería más, abrí un poco las piernas y su mano pasó por debajo hasta llegar a mi culo, donde empezó a acariciar mi ano con su dedo, introduciéndolo un poco y jugando con mi entrada… mi polla naturalmente daba signos inequívocos de que algo pasaba y eso era algo que a ella le encantaba, que se viera lo bien que lo estaba pasando.

En esas estábamos cuando pasó a nuestro lado un tipo de unos treinta y cinco años, gafas de espejo, bermudas de camuflaje, camiseta ajustada y una mochila con un casco de moto, parecía un geiperman. Pasó sin mirar y se paró como a unos 5 metros de nosotros, quizás demasiado cerca para la gente que había pero es lo que hizo. Plantó su toalla en línea con las nuestras, se tumbó boca arriba con la cabeza incorporada apoyada en una montoncito de arena en dirección a nosotros. Al principio ella paró en sus movimientos con el dedo pero no sacó la mano, yo le susurre:

-¡No pares, si no quiere verlo que no se ponga ahí, abre tus piernas también y que disfrute del espectáculo!

Ella parecía que sólo esperaba eso de mi parte ya que inmediatamente retomo su actividad digital y con más ganas. Yo abrí un poco más las piernas con lo que nuestro observador estaría viendo sin ninguna traba el jueguecito de mi mujer y la respuesta evidente de mi ya más que morcillona polla.

Nuestro nuevo amigo, reaccionó de inmediato y comenzó a colocarse una polla que crecía por momentos y que lucía espléndida con un pubis, huevos y culo totalmente depilados cada vez más visibles por su apertura de piernas.

Mi mujer mientras seguía jugando con mi culo y pensó que ya estaba suficientemente excitado, sacó la mano de abajo y la dejo suavemente sobre mi polla que ya totalmente dura, y con una gotita de precum asomando por la puntita empezaba a querer más, ella, golosa como siempre, paso su dedo por la punta y recogiendo la gotita que salía se la acercó a la lengua para saborearla. Yo mientras no perdía de vista a nuestro vecino que al verlo hizo lo mismo con su dedo y su boca… el juego había empezado y los tres estábamos muy a gustito.

Ella, con las piernas abiertas y su sexo expuesto y mojado, no perdía detalle de cómo Él, abriendo las piernas dejaba ver un culo y huevos como a ella le gustaban y una polla que aunque no era demasiado grande si era muy vistosa con su cabeza descubierta y brillante mientras no paraba de acariciarse. Yo estaba en la gloría disfrutando de ese juego inocente y consentido por los tres, pasé mis dedos por el sexo de ella unos segundos introduciéndolos brevemente y empapándolos con su jugos, llevándolos inmediatamente mi boca donde los chupe para saborear todos sus jugos mientras miraba fijamente a nuestro amigo y con la otra mano me acariciaba la polla.

Su reacción fue inmediata sacando la lengua como si el mismo lo hubiera saboreado y estrujándose la polla y los huevos y abriendo si cabe un poco más las piernas. La interrelación era evidente y los tres estábamos encantados. El resto de las sombrillas parecía no percatarse de lo que estaba sucediendo y si lo hacía, francamente nos daba igual. Me giré hacia ella y le pregunte que como estaba, si lo estaba pasando bien, como respuesta cogió mi mano y se la apretó contra su sexo que seguía empapado, esa situación me encantaba, no sabía cómo seguiría la tarde pero sinceramente ya me daba igual.

Las caricias de él sobre su miembro ya eran una masturbación en toda regla, mi mujer ya se acariciaba también cada vez con más frecuencia los pechos y el coño abierto con mis dedos acariciándolo y yo, que decir, yo estaba en la gloria con mi mujer al lado disfrutando y nuestro amigo enfrente participando en nuestro juego. Pero todo no podía ser tan bueno, en un momento miré hacia las dunas y allí sentado a la vista de todo el mundo había un negro con la polla fuera de su pantalón meneándosela de forma descarada mirando a mi mujer, un poco más allá de pie en las dunas otro baboso tampoco perdía detalle mientras se acariciaba un pene largo pero flácido y un poco más lejos un tercero, más recatado, se tocaba el paquete por encima del pantalón. Les hice señas de que no eran bien recibidos pero hicieron caso omiso. Estábamos dando un espectáculo que no nos agradaba nada y el resto de la playa empezaba a sentirse también un tanto molesto con las actitudes de estos babosos. Nuestro amigo no lo veía al estar de espaldas a las dunas y la hacerle señas de que mirase, se giró y mirándome de nuevo movía la cabeza como diciendo:

-¡Joder! No me había dado cuenta, a nos han cortado el rollo!!!

Mi mujer incomoda ante la situación me dijo de recoger y de forma apresurada levantamos el campamento playero, se puso la camisola por encima y salimos a buen paso de allí, sin mirar atrás.

Ya en la pasarela de nuevo y más tranquilos le pregunté por como estaba, ella me dijo que cabreada por haber tenido que salir así de la playa. Yo, haciéndome el tonto, le pregunté que a que “así” se refería y ya roto el cabreo me dijo que irse caliente y con prisa. Nos paramos y nos dimos un beso mientras yo le acariciaba levantándole la camisola y dejando un poco a la vista su generoso culo.

-¿Mira quién viene detrás?

Era nuestro amigo que vestido solo con el pantalón, con la mochila al hombro y el casco en la mano se acercaba a nosotros, nos hicimos los locos y le dejamos pasar a nuestro lado no sin cruzar nuestras miradas aun a través de las gafas de sol. Siguió andando hasta el final de la pasarela donde dejó el casco encima de una moto custom y comenzó a prepararse para marcharse. Ahora fuimos nosotros los que pasamos a su lado y yo levanté la camisa de mi mujer para que pudiera ver por última vez (o eso creía yo) su culo.

Llegamos al coche y dejando todo en el maletero, salimos sin mirar atrás. Al cabo de unos cientos de metros por el retrovisor vi como nuestro motero amigo nos seguía. Se lo dije a mi mujer que girando la cabeza solo dijo:

-UFFFFFF!!!

Llegábamos al final del camino y cada uno iría por su lado (otro error mío, jajaja), le dije:

-Te imaginas que nos siga, que morbazo, ¿qué harías si lo hiciese?

-Habría que parar y aliviar este calentón que llevamos los tres, ¿no? – dijo mi mujer, pensando seguro, igual que yo que no sucedería nada.

Yo sabía que no lo decía de verdad, que lo decía por cómo íbamos y porque sabía que me eso me ponía mucho. Llegamos a la incorporación a la carretera y nuestro camino era hacia la derecha, puse el intermitente y sin mirar por el espejo salí acelerando despacio, poco más adelante y ya a velocidad normal con ella semidesnuda a mi lado y yo con un empalme del quince, miré por el retrovisor y… allí estaba él, detrás nuestro. Se lo dije a ella que tembló al oírlo y miró para atrás… al volver la mirada, las nuestras se cruzaron y en ese momento supe lo que tenía que hacer. Un poco más adelante un pequeño camino se metía en una plantación de naranjos, reduje la velocidad y entré en él hasta alejarme un poco y quedar ocultos de la carretera. Si el venía…

Estaba en esos pensamientos cuando oímos el ruido inconfundible de la moto, se paró a unos tres metros de nosotros, del lado del copiloto, al tensión era evidente pero el morbo y el calentón podía con nosotros. Bajo de su moto y quedando apoyado en el depósito, mientras nosotros nos miramos y nos dimos un morreo de los de recordar. Al separarnos le quite por encima de su cabeza la camisola dejándola desnuda, yo también me quité el bañador y allí estábamos los dos desnudos, a penas a tres metros del “amigo” que habíamos hecho en la playa. Lo miré y el girando la cabeza hacia los lados se quitó el pantalón quedando desnudo ante nosotros pero sin acercarse. Salí del coche y fui hacia el lado del copiloto donde abriendo la puerta expuse de forma definitiva a mi mujer. Me arrodillé y comencé a lamerle los pechos bajando hasta su coño que me esperaba ansioso y empapado. Mientras se lo devoraba la miraba y veía su cara desencajada que no apartaba su mirada de donde estaba nuestro invitado. Se corrió en un par de minutos con grititos y espasmos quedando agotada en el asiento. Al levantarme vi la cara de nuestro amigo congestionada mientras su mano se movía con un fuerte ritmo sobre su ya durísima polla. No quería forzar la situación con mi mujer, pero… Le dije que se incorporara un poco y me la chupara como solo ella sabía, tragándosela hasta la base de los huevos y follándose la boca, es lo que a ella más le pone… le hice una seña al invitado de que se acercara y se puso a mi lado, nuestras piernas se tocaban al no haber mucho sitio y una mano suya se posó sobre mis nalgas, aquello me hizo pegar un brinco y casi ahogo a mi mujer; mi polla creció un par de centímetros si cabe (¡uff, que sensación!). Ella me miró y vio que la otra polla estaba a escasos centímetros de su cara y yo asentí, lo estábamos deseando los tres. Agarrando la polla nueva con decisión comenzó a lamerla con ansia, con ganas. Mientras la mano de nuestro amigo ya no sólo se posaba sino que buscaba mi ano, al que yo naturalmente facilité en lo posible su acceso. Un dedo largo y grueso me taladro y me hizo gemir de placer y algo de dolor. Mi mujer no sabía lo que pasaba y con la polla de él en la boca me preguntaba con los ojos que qué pasaba, cogí su mano y la lleve a mi culo donde se encontró con la del dueño de la polla que se estaba tragando. Su ojos se rieron y bajo el ritmo de la mamada hasta sacársela de la boca. Hizo que me agachara y me beso para que sintiera el sabor de otra polla en su boca. Luego puso su mano detrás de mi cabeza y me fue empujando hasta que mi cabeza quedó a la altura de aquel precioso y durísimo pene. Sabía lo que tenía que hacer y sin dudarlo comencé a lamerlo suavemente mientras mi mujer también se había agachado y lamía sus huevos llenos y grandes. Así los dos, cumpliendo una de nuestras fantasías más íntimas, estábamos comiéndonos una apetitosa polla juntos. Unos movimientos en la pelvis de nuestro amigo avisaban de un final próximo por lo que paramos y nos incorporamos. Mi mujer se recostó de nuevo en los asientos y me dijo:

-¡Ayúdale a que se corra encima de mí!

No me lo tuvo que decir dos veces, agarrándole la polla comencé un rápido sube y baja que hizo que rápidamente comenzaran a salir fuertes y largos trallazos de semen que cayeron sobre el pecho de mi mujer, pero también algunos sobre el pelo e incluso la cara de ella que mirándonos no dejaba de acariciarse el sexo. Cuando los interminables chorros cesaron, nuestro amigo dio un paso para atrás y creí que se separaría pero al contrario, poniéndose detrás de mí se mojó un dedo y me lo metió de golpe en el culo mientras con la otra mano comenzaba una frenética masturbación de mi pobre polla que no necesitaba ya mucho y mientras me follaba con su dedo comencé a correrme yo también sobre mi mujer con unos chorros mas fuertes incluso que los de nuestro amigo y que dejaron su cara y sus tetas totalmente cubiertas de la leche de ambos. Con esta situación ella comenzó a gemir y se corrió de nuevo mirándonos con los ojos perdidos y relamiéndose la boca con la lengua. El calentón había pasado y allí estábamos, ella llena de leche de dos hombres y nosotros con las pollas aun goteando… En ese momento él se agacho y acercándose a la cara de mi mujer le dio un suave beso en los labios y solo le dijo:

-¡Gracias!!

Ella sonrió y comenzó a buscar una toallita para limpiarse mientras yo acompañaba a nuestro nuevo amigo a su moto. Se agacho a recoger su pantalón y me dijo:

- Llevo años viéndoos en la playa y deseando ser parte de vuestros, pero nunca me hubiera imaginado lo de hoy. Me había conformado con el jueguecito de la playa.

Gracias por esta inolvidable experiencia.

- ¡Gracias a ti!! Si nos has visto sabes que jamás interactuamos con nadie y menos hasta este punto. Nos ha sorprendido mucho y solo decirte que es la primera vez que hacemos lo que acaba de pasar, ya sabes a lo que me refiero.

- Lo suponía, y, lo creas o no, es la primera vez también que me lo hace un hombre. Ha sido increíble. Os dejo, creo que ahora necesitáis algo de intimidad, mi nombre es Luis, apunta mi teléfono.

Me dio el número, terminó de vestirse y arrancando la moto nos dejó allí desnudos, aturdidos y felices por lo sucedido.

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