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Una supuesta tarde de cine

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Nos conocimos en el trabajo, al principio me gustó pero no le di importancia, un chico como él tendría a la mujer que quisiera y yo no figuraría para él. Debo decir que soy una chica de 27 años, no soy delgada, pero mis caderas vuelven locos a los hombres, lo sé porque me miran el trasero al pasar, tal vez eso lo hizo fijarse en mí y no le importó saber que soy casada, así que no dudó en invitarme a salir, una tarde que no olvidaré.

Quedamos en ir al cine, estando ahí él me caló, vamos a otro lugar, más privado, compramos un helado y platicamos, yo sabía lo que intentaba, aun así acepté. Los planes cambiaron, una película privada sería mejor, los protagonistas, él y yo...

Al llegar al hotel no perdió tiempo se lanzó sobre mí a besarme y pronto tenía entre sus manos mi senos, los acariciaba por encima de mi blusa y los apretaba de una manera que no pude hacer nada por detenerlo. No lo podía creer, apenas lo conocía y estaba dejando que hiciera conmigo lo que quisiera. De pronto tomó mis nalgas y jugaba con ellas sin dejar de morderme los labios, yo entonces ya estaba mojada por completo y perdí el control de mí, me olvidé de todo, hasta de mi esposo.

Me tiró en la cama y poco a poco empezó a quitarme la ropa, no sin antes preguntar si podía seguir, por supuesto, nada nos detendría. Al quitarme mi tanga miré su cara de satisfacción y comprobé que había sido buena idea depilarme por completo, pues ese geste al morderse su labio inferior me prendió aún más. Empezó a tocar mis labios vaginales y acariciar poco a poco mi clítoris, yo me retorcía de placer y solté un pequeño gemido que lo calentó tanto que comenzó a lamerme el coño, la sensación fue excitante, jamás me lo habían hecho, y él me extasiaba de locura y placer.

Se levantó y se quitó su ropa interior, se acostó sobre mí y comenzó a besarme y a hacer unos movimientos con su cadera y poco a poco fue metiendo su verga en mi coño, que para entonces estaba súper mojado, entraba y salía suavemente que el roce tan delicado me hacía sentir en el cielo, pero de pronto me di cuenta, no tenía condón y le dije que por favor se pusiera uno, él contestó que no traía, pues no planeaba llegar tan lejos, así que nos detuvimos, pero comenzó a besar mis senos y a chuparlos, se los comía de una forma tan rica que no puse resistencia cuando volvió a meter su verga en mi coño. No me soltaría, me haría el amor a como diera lugar, y yo ya estaba completamente excitada que comencé a mover mis caderas a su ritmo.

El movimiento era tan rico que pasó de lo erótico a lo perverso, me tomó del cabello y lamía mi cuello, yo gemía cada vez más fuerte al sentir sus embestidas, cada vez más duro. Me dijo al oído "sabía que eras una putita" y yo me retorcí de placer entre sus brazos. Aquel hombre tenía una espalda enorme a la que me abrazaba y unas piernas gruesas que tenían la fuerza de moverme a su antojo, me encantaba su cuerpo y la manera en la que me cogía.

Después me levantó me puso en cuatro sobre la cama y comenzó a darme de perrito, me tenía del cabello y de pronto comenzó a nalguearme, sabía que mi culito lo prendía y a mi esa posición me volvía loca, no podía parar y él menos, su deseo lo hacía darme cada vez más duro y yo gemía y gemía casi a los gritos "más, dame más, me encanta, hazme tuya" y gritaba su nombre y él sólo podía decir "ay mamacitaaa"

Me volteó para terminar, y me daba en la posición del misionero, cuando lo miré cerrar sus ojos con una expresión de placer inmenso, me di cuenta que había terminado, dentro de mi, por un instante sentí miedo, pero el placer era enorme que tuve un orgasmo en ese momento y me olvidé de todo.

Sin duda la mejor tarde de cine, aunque olvidamos el helado, después hubo tiempo para helado y mucho más, pues como entenderán no pude dejar de verlo y nos escapamos en muchas otras ocasiones que les contaré en otros relatos.

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