Nuevos relatos publicados: 16

El vecino del fondo (final)

  • 7
  • 31.800
  • 8,86 (7 Val.)
  • 0

Don Abelardo y don Ernesto disponen de mí a su antojo y ayer, después de haberme usado a fondo por el culo y por la boca, don Abelardo se puso a charlar con don Ernesto en la mesa del patio mientras yo permanecía arrodillado ante los dos, con las nalgas apoyadas en los talones y las manos atrás, en una posición sumisa que ellos no me habían ordenado pero me excitaba.

Después de elogiarme con términos obscenos, don Abelardo le preguntó a don Ernesto si tenía mucama…

-No, me las arreglo yo…

-Pues use a Jorgito, yo se lo presto una vez a la semana para que le haga una limpieza a fondo y luego usted sólo debe mantener… No sabe usted lo buena mucamita que es…

-¿En serio me lo dice, Abelardo?

-Pues claro, hombre… ¿Qué día le conviene que le mande al niño?

-Mmmmhhh, a ver… Podría ser mañana, viernes, mándemelo a eso de las cinco de la tarde ¿le parece bien, Abelardo?

-Vale, mañana a esa hora lo tendrá en su casa, antes de irse déjeme la dirección…

-Le pregunto, Abelardo, ¿podré cogérmelo cuando termine de limpiar?

-¡Pero claro que sí, hombre, úselo a su antojo! Dele por el culo, haga que se la chupe, lo que usted quiera… Y bien contento estará el niño con lo putito que es… -y ambos rieron…

Yo escuchaba semejante diálogo ardiendo de pies a cabeza y con el pito bien erecto escondido entre los muslos…

Al día siguiente toqué el timbre en lo de don Ernesto… Es una casa con un pequeño jardín al frente, visible desde la verja enclavada en una pared baja… La casa tiene dos ventanas a derecha e izquierda de la puerta, por la cual apareció don Ernesto…

-Hola, Jorgito… -me saludó mientras abría la puerta de calle…

-Hola, don Ernesto… -contesté y me estremecí con el beso que me dio en la boca…

Avanzamos hacia la puerta de la casa con él tocándome el culo entre risitas y yo sintiéndome caliente y deseoso de recibir su verga, pero claro que antes tendría que trabajar como la mucamita que soy…

Ya adentro, don Ernesto me guio por la casa mostrándome cada ambiente: en un pasillo estaba a la derecha el dormitorio y el baño, a la izquierda el comedor y después la cocina, por la cual se accedía a un patio…

-Me barrés todos los cuartos y el patio, Jorgito, me lavás la vajilla que hay en la pileta de la cocina y me limpiás el baño… En la cocina están la escoba, la palita y los productos de limpieza, ¿entendido?...

-S… sí, don Ernesto…

-Bueno, empezá y si me hacés un buen trabajo vas a tener un premio…

-Ay, sí, don Ernesto…

-Tu culo tiene hambre, ¿eh, Jorgito?

-Ay, sí…

-Y tu boquita de putito también tiene hambre, ¿cierto?...

-Mi boquita tiene sed, don Ernesto… -dije y sentí arder de vergüenza mis mejillas…

Él rio y dijo: -¡La de leche que vas a tragar, putito!… Y ahora movete y dejá el comedor para lo último, porque voy a estar ahí mirando televisión...

Me hubiera gustado que me ordenara trabajar desnudo, pero no lo hizo, me resigné y me puse a hacer la tarea, erizado de pies a cabeza, de tan caliente…

Empecé por la vajilla en la cocina y a esa altura ya tenía el pene bien durito bajo la ropa…

Me apuré con el resto de la tarea porque tenía mucha hambre y sed de verga, aunque tratando de cumplir como mucamita y que don Ernesto no tuviera motivos de queja…

Cuando me quedaba solamente el comedor me presenté ahí: -Ya está todo, don Ernesto, me falta únicamente esta habitación…

-Bien, voy a revisar todo a ver qué tal te portaste… Y ya sabés, acá barrés el piso y le pasás lustre a los muebles…

-Sí, don Ernesto… -y me dejó solo y cada vez más caliente…

Mientras él inspeccionaba hice lo que me había ordenado y estaba por terminar cuando reapareció: -Muy bien, mucamita, hiciste un buen trabajo y merecés un premio… -me dijo…

-Ay, gracias, don Ernesto, me falta pasarle el lustre a una silla…

-Bueno, pero se lo vas a pasar desnudito…

-Lo que usted diga, donde Ernesto… -y me quité la ropa temblando de calentura, deseoso de exhibirme ante ese viejo que sabía cómo volverme loco…

Cuando terminé con ese último lustre tenía yo el pene bien erecto… Don Ernesto rio y dijo: -Estás ardiendo, ¿eh, Jorgito?...

Asentí con la cabeza y vi que él empezaba a desvestirse… -Arrodillate, nene… -me ordenó y cuando me tuvo en esa posición empezó a refregarme su verga por la frente, por los labios, por las mejillas, mientras yo respiraba fuerte por la boca y ahí en la boca me metió ese hermoso ariete de carne palpitante y empecé a chupar desesperado de ganas de que se corriera y tragarme hasta la última gota de su leche… Fue lo que hice, no tardó mucho en acabar y yo bebí todo ese néctar mientras él me tenía sujeto por el pelo y sus piernas temblaban… Me soltó y fue a sentarse en una de las sillas para reponerse mientras yo me echaba a sus pies, como un perrito…Un momento después me arrodillé y me puse a acariciarle los huevos y la verga para que ese rabo cobrara nueva vida…

No tardó mucho y me estremecí al notar cómo se iba poniendo cada vez más duro entre mis manos mientras él reía: -¡Qué putito sos, Jorgito!...

-Sí, don Ernesto… ¡Sí!... Tiene razón, soy cada vez más putito, necesito cada vez más de esta cosa tan linda que es la verga… La necesito cada vez más en mi boca y en mi culo, don Ernesto…

-Ya la tuviste en la boca y ahora voy a enterrártela en ese culo de nena que tenés…

-¡Ay, sí, don Ernesto, sí, no puedo más!

-A la mesa, inclínate sobre la mesa que ahí te voy a clavar…

Y salí poco menos que en al aire hacia el lugar ordenado y él detrás de mí…

Ya en el sitio me sobó las nalgas (le encanta hacerlo antes de penetrarme) y en un gesto de sadismo me la metió sin untarla con crema… Le costó pero por fin pudo meter el glande mientras yo gritaba de dolor y placer… Sí, lectores, aunque no lo crean estoy empezando a sentir placer con el dolor… Eso se llama masoquismo ¿cierto? Y bueno, entonces soy un nene putito y masoquista…

¡Qué goce con la verga de don Ernesto yendo y viniendo por dentro de mi culo!

Él y yo jadeábamos, gemíamos y nos decíamos cosas:

-Así, don Ernesto… Así… deme duro… ¡deme duro!...

-¡Quiero reventarte el culo en mil pedazos, nene putísimo!

-Ay, sí, don Ernesto ¡reviéntemelo! ¡Por favor, reviéntemelo!

No me lo reventó pero me lo llenó de leche caliente con varios chorros que mi culo recibió agradecido por tanto placer…

Poco después, cuando ambos nos reponíamos en el piso le pedí permiso para masturbarme…

-Sí, pero vas a hacerlo delante de mí, putito, vamos al baño…

-Lo que usted diga, donde Ernesto… -y fuimos al baño… Ahí hizo que me arrodillara junto al inodoro, se empapó el dedo medio con abundante saliva y me lo metió en el culo…

-Ahhhhh…

-Ahora pajeate, nene reputito y acabá en la palma de tu mano, porque quiero ver como tomás tu propia lechita…

-¡Ay, sí, don Ernesto, sí!... Usted me… me vuelve loco… -y le obedecí y fue maravilloso beber mi propio semen, gustar su sabor mientras el dedo de don Ernesto iba y venía en mi culo de chico putito… ¡Cada vez más putito!...

Así es mi vida entre don Abelardo y don Ernesto… Ese día era viernes y el domingo papá y mamá volvieron de sus vacaciones y el lunes se reintegraron al trabajo…

Se van de casa a eso de las once de la mañana y regresan alrededor de las ocho de la noche… Yo voy a la escuela, último año de la secundaria, y vuelvo a las doce y treinta del mediodía… Me queda mucho tiempo para seguir disfrutando de don Abelardo y don Ernesto, tragar sus vergas y hacerles de mucamita…

Soy un chico feliz…

Fin

(8,86)