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Follándola a ella y pensando en ti

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Joder… Qué locura… ¿Tú sabes cómo me tenías anoche? Me tenías supercerdo, meiguiña. A tope… Encendido. Te mandaba mensajes a hurtadillas mientras estaba a la mesa cenando… Ella delante de mío… Y tú haciendo que mi polla se mantuviera gorda, dura, tensa, temblando por no poder albergar más sangre… joder, qué morbo.

No tardamos en irnos a la cama. Me pegué a ella por detrás, mi polla contra su culo mientras pensaba en el tuyo. Pasé mi brazo bajo el suyo y atrapé su pezón entre mis dedos, con la imagen de tus tetas en mi mente. Deseándote. Cada vez que lo apretaba y tiraba de él, ella echaba el culo atrás rozándolo contra mi polla y gimiendo bajo. “Mmmm… Qué te pasa, papi..?” me dice… No podía decirle que me habías puesto hecho un perro, claro.

Bajé mis dedos a su coño. Estaba húmedo. Los pasé apretando rico mojándolos entre sus labios para luego meter dos dedos en su boca, que era la tuya. Te tenía tan dentro de mi mente…

Levantó la pierna, echó su mano atrás para agarrar mi polla y la dirigió a su coño, frotando mi capullo gordo un par de veces entre sus labios calientes y dejando la punta contra su agujero. Mi mano pasó de su boca a sus tetas de nuevo, esta vez mojada con una mezcla de su jugo y su saliva, sobándoselas, pensado en las tuyas. Empujé mis caderas y mi capullo se abrió paso en su coño, abriéndoselo, deslizándose dentro mientras deseaba follarte a ti… Estaba a tope, amor.

Empecé a follarla entrando a tope. A fondo. Agarrándole fuerte las tetas. Sobándoselas hecho un verdadero cerdo.

“Doggy”, me dijo… Y se me puso a cuatro patas. Su cabeza reposando sobre la almohada y el culo arriba. Aproveché para dejar caer un buen chorro de saliva sobre mi capullo y meneármela un par de veces con la imagen de tus tetas en mi mente… Te quería follar viva, joder… Agarré mi polla y se la hundí de golpe hasta los huevos. Tenía el coño empapado ahora. Una mano en cada nalga. Se las abrí y me la follé como un cabrón. Cada embestida era un tributo a ti. Cada vez que su coño tragaba entera mi polla, susurraba tu nombre…

No esperé a su corrida. No era a ella a quién me estaba follando. La polla me palpitó hinchándose cuando saltaron mis primeros chorros de lefa caliente en lo más profundo de su coño abierto, mojado y caliente, mi mente inundada de ti. Jadeando como un perro deseoso de ti. Hasta soltarle dentro hasta la última gota de leche que tú me habías sacado…

Caí rendido en la cama. Bien corrido y sudado. “Ahora tú, ¿no?”, le dije. “No, yo estoy bien” me dijo sin más explicación. “Este ha sido para ti”, terminó diciendo. “No…” pensé yo “este ha sido para Lorena”.

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