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Mejor con mi hijo

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Cómo jodes mama, suspiraba mi hijo mientras se corría como un semental empinado sobre una yegua alazana.

Soy Pancho Alabardero, tengo treinta y algunos años, vivo en Madrid y hace unos días organicé un encuentro caliente entre madres e hijos al cual denominé como "El Baile de los Incestos" que quizás hayan podido leer con anterioridad. Algunas historias entre los protagonistas merecen capítulo aparte, debido tanto a la intensidad de la relación entre ellos como por los acontecimientos que sucedieron posteriormente, los cuales me han sido confiados por los protagonistas.

Así me los hicieron llegar y así se los transmito a ustedes. Que los disfruten.

Soy Carmela, tengo 51 años, tengo dos hijos, una chica de 22 y un chico de 25 y un marido que me tiene lo suficiente abandonada para estar abierta a cualquier propuesta, siempre que sea "indecente", porque mis años de honestidad ya los tengo olvidados y ahora sólo me interesa vivir la vida con intensidad y al borde de la navaja.

Hace unas semanas participé en una supuesta encuesta sociológica acerca de las relaciones sexuales entre mujeres maduras y chicos jóvenes. Entre las numerosas preguntas de la encuesta estaba una que de antemano me mosqueó bastante, una señora me preguntaba si estaría dispuesta a participar en un encuentro sexual entre mujeres maduras y chicos jóvenes.

-Por fin, una propuesta indecente- me dije a mí misma con alborozo y a continuación le hice una pregunta a la encuestadora de lo más natural:

-Con quién tengo que follar-

Bueno el caso es que la cosa prometía, pero enseguida se torció, porque no fui seleccionada, aunque por lo menos me habían cogido de reserva. Bueno, algo es algo, ofrecían un fin de semana con gastos pagados y además de regalo un televisor de plasma en el caso de que no participara, porque si participaba el regalo era un esplendido coche, de modo que a regañadientes acepté la propuesta indecente que me ofrecían. Lo de "a regañadientes" entiendan que era por ir de reserva y no de protagonista, como me hubiera gustado.

El caso es que el día acordado viajé en el tren de alta velocidad Madrid-Toledo junto a otra señora y en la estación nos recogieron y nos llevaron a un hotel de una ciudad cercana a Toledo. No teníamos que hacer nada, pero si alguna de las participantes fallaba, una de nosotras asistiría al encuentro. No estaba decidido quién, de modo que me lo jugué a cara o cruz con la otra señora y gané yo, así que si alguna fallaba, iría yo.

Y se ve que ese día los astros estaban bien alineados y la suerte llamó a mi puerta. Un par de horas después de llegar y cuando estábamos aburridas viendo la televisión en el salón del hotel, viene un chofer a recoger a una de nosotras para asistir como participante. El corazón me dio un vuelco y algo me decía que me irían muy bien las cosas.

Me llevaron a una casa rural en medio de una finca de olivares y entré en un salón donde había cuatro señoras, más o menos de mi edad, y cinco chicos jóvenes. Nos explicaron de qué iba ese putiferio, nos enseñaron los coches y cada uno eligió el que más le gustaba, claro en el supuesto de que pasásemos las pruebas.

-¿Y en qué consistían las pruebas?- me pregunté a mi misma.

Pues facilísimo: habría un sorteo para emparejarnos chica-chico y a follar que son dos días. Vamos que visto los chicos que había, yo incluso habría pagado con gusto para tirarme a uno de ellos.

A mi me tocó un chico menudito, pero con buena polla, pero el muy jodido, a pesar de mi voluminoso cuerpo porque soy más bien gordita, y mi voluptuosidad para ponerle cachondo y que me montara apasionadamente, el muy cabrón no se centraba. Me folló, eso sí, pero parecía que el chico tenía la mente en otro lugar y se lo pregunté.

-Aquí todas las parejas son madre e hijo excepto tu y yo, porque mi madre al verme renunció y se marchó, entonces te trajeron a ti- Me dijo como toda explicación a su más que aparente desgana sexual.

-Joder, entonces mi hijo también estará de reserva en algún hotel cerca de aquí- le dije muy molesta.

-Pues supongo que sí. Supongo que yo también debería haber renunciado, pero no me di cuenta al principio de la relación filial entre los asistentes. Sólo me di cuenta cuando vi a algunos de los participantes un tanto retraídos y es entonces cuando hilé la situación-

Como pueden suponer, a partir de ese momento sólo tenía una idea fija: que me trajeran a mi hijo para que me montara, como a las demás, porque mi pareja tenía una neura con que su madre lo abandonara que no me iba a comer una rosca, además me entusiasmaba la idea de que mi hijo participara en "El Baile de los Incestos" como lo llamaban por lo bajini los participantes.

Se lo propuse al coordinador del evento, pero el tío no tragó, aunque me propuso que terminase la prueba el sábado al mediodía y después, cuando se abra la barra libre, me traerían a mi hijo y podría hacer lo que quisiese.

-¿Y ganará también un coche si me folla?- le pregunté.

El se echó a reír y su respuesta fue imprecisa: Habrá que ver si se atreve a follarte, porque eres mucha mujer y a lo mejor se acojona.

Vamos que si se atreve, mi hijo tiene mucho más arranque que la mayoría de los que estaban aquí, de modo que aguanté como pude el final del programa previsto y nada más darlo por finalizado, apareció mi hijo en la habitación, mientras aún todas la parejas estaban medio follando o emparejándose con otros, bueno, más bien intentando emparejarse, porque el hijo de la señora Alfa tenía metida la mano en el chocho de su madre y no dejaba que ninguno se la tirara, los Beta eran unos insulsos, los Delta miraban a un lado y a otro para ver a quien se follaban y los Gamma era los únicos que compartían, porque mi forzado galán parece que hizo amistad con su hijo y le prestó a su madre para que se la tirara, aunque supongo que hará poco más, porque lo dejé bastante escurrido, pero al menos se daría una satisfacción.

Mi hijo alucinaba, pero no sólo por ver el fiestorro sexual, porque a eso había venido él. Alucinaba sobre todo de ver en medio de aquella bacanal a su madre en pelotas y recién follada. Le llamé y se tumbó a mi lado.

-Qué tal te lo has pasado- me preguntó.

-Pues jodida- le dije -porque todas las parejas son madre e hijo y los únicos que no tenemos una relación filial es ese chico que se esta follando a esa señora y yo-

Mi hijo se quedo literalmente "boquiabierto", aunque no estoy muy segura si por la confidencia, si por la bulla que se estaba viviendo en la habitación, o por la visión de mi inmenso chocho peludo y mojado que tenía a su vista y mis enormes tetas que tenia al alcance de su mano.

-Entonces dices que todas han follado con sus hijos- me preguntó un tanto desconcertado.

-Todas menos yo- le dije un tanto insinuante.

Mi hijo estaba cada vez más desconcertado pero no perdía detalle de lo que estaba ocurriendo. La señora Gamma estaba siendo follada magistralmente por mi ex galán. El muy cabrón conmigo estaba apático y con la madre de su amigo estaba que alucinaba. La señora Alfa, a la que su hijo le protegía el chocho con su mano a modo de coraza, le estaban restregando la polla por su enorme culo y la tía estaba encantada y lo ofrecía generosa, La señora Delta, que era la que mejor estaba, sencillamente se estaba haciendo un dedo, y mi hijo, que no sabía donde mirar, terminó clavando sus atónitos ojos en mi chochazo.

Yo me di cuenta que estaba empalmadísimo, de modo que como quién no quiere la cosa, le desabroché el cinturón y le bajé los pantalones. El me miraba aturdido por todo lo que le rodeaba, pero era evidente que estaba confuso, no sabía sobre quien saltar, de modo que dejándose hacer, dejándose hacer, le dejé desnudo y medio encima de mis tetas.

No quería que se me despistase demasiado, de modo que me puse a sobarme una teta con la sana intención de que él continuara, pero el jodido se me resistía. Me miró con los ojos medio saliéndose de las órbitas y me preguntó:

-¿Con cuantos has follado?-

-Ese es el que me ha medio follado- le dije señalándole a mi galán que en ese momento estaba tocando el cielo follando con la madre de su amigo.

-O sea que no te ha dejado satisfecha- volvió a preguntar.

-No, no estoy nada satisfecha- le dije ya realmente molesta por tanto preámbulo y tanta indecisión. Al final iba a resultar que mi hijo iba a salir corriendo también de la sala, pero tuve una idea, bajé mi cabeza hasta la punta de su polla y le comencé a hacer una ligera mamada.

Ese fue el empujoncito que necesitaba, porque de inmediato se aisló de cuanto le rodeaba y se centro exclusivamente en mi majestuoso cuerpo desnudo. Se tiró a por mis generosas tetas y se dio un festín. Después bajo la cabeza hasta mi chochazo, me abrió las piernas y su lengua empezó a juguetear con mi clítoris. El muy cabrón, era como una batidora, me lo lamía con tanto ímpetu que tuve que detenerle porque me estaba haciendo daño.

Me miró a los ojos y por primera vez nos encontramos madre e hijo follándonos.

-Despacito, házmelo despacito- le dije susurrándoselo al oído.

-¿Quieres que te la meta?- me preguntó muy aturdido y muy nervioso, casi tartamudeando.

-Métemela- le dije mientras abría mis muslazos y le mostraba mi glorioso chocho.

Y me la metió. Se montó encima de mí y comenzó a metérmela y sacármela despacito, tal como le había pedido. Me miraba a los ojos y no daba crédito a lo que le estaba pasando.

-Te la estoy metiendo mama- me decía con la voz temblorosa.

-Me estas montando- le dije mirándole a sus alucinados ojos.

-Mama, te estoy follando- me dijo con voz suave y tono apasionado.

-Móntame, fóllame, jódeme, cabálgame- le dije a la vez que le miraba a los ojos y le animaba a que siguiese jodiéndome.

-Métemela, clávamela, híncamela, insértamela- le dije a la vez que él galopaba sobre mis muslos y miraba maravillado como mis tetas brincaban entre mi vientre.

-Cómo jodes mama, cómo jodes mama, cómo jodes mama- suspiraba mientras se corría como un semental empinado sobre una yegua alazana.

Y así, mientras mi hijo se desplomaba extenuado sobre mi vientre y mi cuerpo reventaba en un marasmo de espasmos, esta que suscribe vio recompensados meses de insuficiencias, semanas sin sexo, años sin amor.

Me gustaría terminar mi relato hablándoles de los premios obtenidos, de la amistad que empezó a cuajar entre participantes, pero sería inútil y baldío, porque nada, nada es comparable con la inmensa satisfacción de haber tenido la experiencia de follar con mi hijo.

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