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En la acampada

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Un hobbie que tengo y que, por desgracia, ya no puedo disfrutar es hacer acampada libre. Tomar la mochila y la tienda de campaña y disfrutar de la montaña.

Una de las últimas acampadas que hice, fue con mi novia y dos parejas más. En esa ocasión, uno de los chicos, Javier, propuso ir andando hasta nuestro destino, en lugar de tomar el bus como habíamos hecho en otras ocasiones.

El resto de los participantes declinaron la invitación inmediatamente, ya que se trataba de unos 150 kms., pero a mí me pareció una buena oportunidad para la aventura y accedí a ir con él, mientras el resto nos esperaría ya en el campamento.

Planeamos la ruta y los horarios para evitar que los demás tuviesen que esperarnos demasiado, pero no logramos acabar hasta el día anterior a la salida y ya era bastante tarde, así que decidimos hacer las mochilas y dormir en la casa de uno de nosotros para poder salir temprano al día siguiente.

Por ser la más cercana al inicio de la ruta, nos fuimos a mi casa a dormir.

El enfado de mis padres fue tremendo, ya que no veían con buenos ojos que dos hombres durmiesen juntos, si además añadimos que mi cama es de 0,80x2, aún peor, pero tuvieron que acceder ya que no podían hacer volver a Javier a su casa, sería una falta de hospitalidad.

Supongo que mis padres sospechaban ya algo que a mí ni se me pasó por la mente.

Después de dejarlo todo preparado, nos desnudamos y nos metimos en la cama, yo le dije que estaba acostumbrado a dormir completamente desnudo, pero que por estar él, me dejaría los calzoncillos puestos, a lo que él me respondió que no pasaba nada, que él también tenía esa costumbre y que si yo quería podíamos dormir sin calzoncillos

– Al fin y al cabo somos dos tíos, no tiene porqué ocurrir nada – dijo. Yo estaba un poco violento, porque casi nunca había visto desnudo a un hombre y, claro, menos aún dormir con él.

Nos desnudamos completamente y nos metimos en la cama.

Tengo que decir que yo mido 1,80 y de complexión bastante fuerte y él mide 1,84 y aunque no tenía tanto cuerpo como yo, tampoco era estrecho de hombros.

El roce era inevitable. Al principio nos pusimos uno en cada borde de la cama y de espaldas para evitarlo, pero cuando ya fue ganando el sueño y nos íbamos relajando, nos fuimos juntando poco a poco, hasta estar totalmente pegados. Empecé a dormirme y me empezaron a asaltar sueños de vergas erectas a las que pajeaba con frenesí, lo cual me hacía estar intranquilo y por lo tanto no podía estarme quieto en la cama.

En uno de los movimientos me di la vuelta y sentí un dolor repentino en mi polla, que me despertó, me di cuenta que estaba completamente empalmado y que al voltearme había tropezado mi polla con el culo de Javier.

Inmediatamente me aparté, con un miedo atroz a que se hubiera dado cuenta de lo que había ocurrido, pero en el silencio de la habitación pude escuchar como su respiración era relajada, por lo que pensé que estaba completamente dormido.

Yo seguía como mi erección que aumentaba con acometidas tremendas, sólo de ver la espalda y el culo de Javier frente a mí.

Mientras me encontraba en ese dilema, Javier hizo un movimiento, aparentemente inconsciente y producto del sueño y pegó su espalda y su culo completamente a mi pecho y a mi polla que ya estaba a punto de reventarme.

Yo contuve la respiración, pensando en que notaría mi erección si se despertaba, pero no fue así.

Seguía durmiendo placenteramente.

Ya no podía más, así que me decidí a ponerle la mano en la cadera, para ver si reaccionaba… y no pasó nada.

Así que fui armándome cada vez de más valor y bajando la mano muy despacio por su vientre, hasta llegar a su pubis.

Javier no parecía enterarse de nada.

Empecé a juguetear con su vello, mientras mi polla se iba posicionando justo en su entrepierna, de tal forma que con el capullo estaba rozándole los huevos. De repente empecé a sentir una especie de palmadas en mi mano, lo que hizo que me quedase completamente congelado, con la mano en su pubis y mi polla bajo sus huevos.

Estaba tan aterrado que no me di cuenta de que las palmadas me las estaba dando su polla que se estaba poniendo enorme por momentos, con intensos latigazos.

Intenté adivinar si se había despertado, pero su respiración seguía siendo relajada, aunque ahora de vez en cuando daba un respiro profundo. Ya estaba completamente lanzado, esas palmadas de su polla, habían terminado con todo el pudor que tenía y, eso sí, con mucha delicadeza y muy lentamente, empecé a palpar sus casi 20 cms. de polla que ya estaba completamente erecta y había dejado al aire, por lo que pude palpar, un jugoso capullo.

Era tal el calentón que tenía que no quería ni pensar en que era a un tío al que estaba tocando y que estaba deseando apretar con mi mano su maravillosa polla.

Deslicé mi mano hasta acariciar sus huevos y mi capullo, lo que hizo que viese el séptimo cielo, y en un acto de ímpetu, le agarré la polla completamente. Javier no parecía enterarse de nada, así que comencé a masajear su polla muy suavemente, mientras muy lentamente hacía movimientos adelante y atrás rozándole sus huevos y ano con la mía, lo que me producía un tremendo placer.

Mientras me encontraba en esta situación, empecé a sentir cómo Javier empezaba a apretar sus piernas una contra otra, oprimiendo mi polla, con lo que pude darme cuenta que realmente si se estaba enterando de todo, así que me dispuse a lamerle el cuello y la espalda, su respiración pasó de la relajación a tremendos suspiros que mi hicieron temer que los oyesen mis padres, por lo que solté su polla y le puse la mano en la boca para hacerle entender que no hiciese ruido.

Comprendió perfectamente lo que quería decir y paró de gemir, pero enseguida abrió la boca para meterse todos los dedos de mi mano que tenía el sabor de su polla ya muy lubricada.

Y con su mano izquierda, comenzó a tocarse los huevos y a acariciar mi polla que estaba aprisionada entre sus piernas, ahora el que gemía era yo, así que se dio la vuelta lentamente y tomándome la cabeza, me la fue bajando hasta tener en frente su polla que ya era el palo mayor de la Santa María.

No lo dudé más de 1 segundo, abrí la boca y me la metí hasta el fondo, lo que me provocó nauseas, era la primera vez y no contaba con aquello, así que la saqué un poco y me dediqué a comerle todo el capullo, metiéndole la punta de la lengua en su uretra o recorriendo con ella el anillo.

Por la tensión de sus piernas y manos, estaba disfrutando como nunca, empecé a ayudarme con la mano y a pajearle mientras le succionaba el capullo como si quisiera sacarle hasta la última gota de semen y mientras con la otra mano, le metía un dedo en el ano, que hacía que se contrajese y me metiese sin querer aún más su polla en mi boca.

Los espasmos no tardaron en llegar y al tiempo que me retiraba la cabeza surgía una explosión de semen que, incluso, temí que manchase el techo. Me quedé mirando ese aparato que nunca hubiera pensado que pudiese llegar a desear y sin darnos ni cuenta ya eran las 6 de la mañana y el despertador empezó a zumbar.

Yo estaba totalmente empalmado aún con unas inmensas ganas de tener mi polla en su boca… pero no había tiempo… mi madre se estaba levantando para avisarnos y había que limpiar rápidamente.

Limpiamos y nos pusimos los calzoncillos justo un segundo antes de que mi madre llamase a la puerta y entrase para despertarnos, yo le di las gracias de espaldas, para que no viese el estado, que parecía se fuese a quedar así eternamente, en el que tenía mi polla.

Cuando salió de la habitación, Javier me comentó –Tranquilo, hoy y mañana dormiremos los dos solos en una tienda de campaña, te devolveré con creces tus caricias.

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