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Me lo arrimaron en el metro

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Hola, hace mucho que no publicaba nada y pues me dieron ganas de contarles algo que me sucedió hace muy poco tiempo hará cosa de 1 mes.

Y es que tuve que visitar la ciudad de México, iba a visitar a algunos viejos amigos, y en el traslado de la central de autobuses a mi destino final tuve que hacer uso del metro, y pues como era hora pico, iba bastante lleno y las personas nos apretábamos unas con otras como sardinas enlatadas.

Y pues en eso iba, perdida en mis pensamientos cuando sentí que me dieron un arrimón de verga muy poco sutil. Y pues como no había mucho lugar hacia donde moverme, pues me quede justo donde estaba y de pronto me lo arrimaron otra vez, y pues como soy de mecha corta, me puse a mover las nalgas pues para disfrutarlo, total, no me podía mover. Entonces sentí como la verga del tipo se empezó a poner dura y a crecer, y me lo arrimaba fuertísimo, lo sentía casi muy claramente, y pues yo seguía restregándole las nalgas. Yo estaba excitadísima, sentía delicioso, casi me corrí ahí mismo. Sin embargo de pronto ya no sentí nada, pasaron un par de estaciones y me bajé en mi destino, todavía con la concha mojadisima por la experiencia que acababa de vivir. Y debo admitir que no era la primera vez que me arrimaban el camarón en el metro de la cdmx, y la verdad, siempre disfruto mucho esa demostración de lesa humanidad, pero nunca lo habían hecho tan fuerte y tan rico jejeje.

Y cuando iba caminando por la calle, casi llegando a casa de mis amigos, sentí como húmedo en mi pantalón, en la zona de las nalgas, me toqué con la mano y sentí la inconfundible textura del semen. Recogí un poco y lo olí, solo para confirmar y si, en efecto, era semen, el muy cabrón que me lo arrimó había tenido el tiempo (y el valor jaja) de venirse en mi culo. E incluso la posibilidad de que alguien se haya dado cuenta me excitó aún más. Yo sé que es un acto despreciable, pero no pude evitar disfrutarlo.

En cuanto llegue a casa de mis amigos, corrí de inmediato al baño y me limpié el culo y me di cuenta de que era muchísima la leche que me habían echado, les confieso que tenía muchísimas ganas de probarlo, ya que, por si no me conocen bien, les recuerdo que yo amo el sabor del semen, sin embargo por seguridad no lo hice.

Limpié mi pantalón lo mejor que pude y me amarré mi chamarra a la cintura para que mis compañeros no se dieran cuenta de tremenda mancha que traía en las posaderas. La reunión transcurrió alegremente y pasé la noche ahí mismo. Sobra decir que por la noche, ya estando sola, me masturbé como poseída pensando en el arrimón más rico de mi vida.

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