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La vendedora

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Eran las once de la mañana, de un martes soleado de Junio de 1977, en Villagarcía de Arosa, una ciudad de Galicia.

Lucía, una mujer de 30 años, de 1.70 de estatura, morena, delgada, de ojazos negros, cabello negro, recogido en un moño. Y que llevaba puesta una falda azul y una blusa blanca, bajo la que había unas grandes tetas, y que calzaba zapatillas marrones de andar por casa, estaba sentada en un sillón de la sala de su piso mirando en la tele un programa del corazón. Sintió el timbre de la puerta de su piso. Fue a abrir. Echó una ojeada por la mirilla y vio que era una joven. Abrió y la vio de cuerpo entero. Era una joven rubia de unos 20 años, de ojos verdes, delgadita, más alta que ella. Vestía una minifalda marrón, muy cortita, que dejaba ver unas piernas perfectas, y una blusa blanca, escotada, que dejaba ver el canalillo de sus tetazas. Calzaba con unos zapatos marrones de tacón alto. Tenía una sonrisa preciosa y traía un maletín en la mano derecha.

-Venda lo que venda, no estoy interesada - le dijo Lucía.

-Permítame que me presente, me llamo Rosa. Soy vendedora, y por el mero hecho de ver mis productos se llevará, gratis, el que más le guste.

Le extendió la mano, Lucía, se la estrechó. La palabra "gratis", siempre resulta atractiva, y Lucía, picó.

-Pase, a ver que trae ahí.

Rosa, que así se llamaba la vendedora, al llegar a la sala, se sentó en un sillón. Lucía, después de apagar la televisión, se sentó enfrente de ella. Las separaba una mesa. Rosa, puso el maletín sobre la mesa. Lo abrió y le enseño a Lucía su contenido. Lucía, al verlo, se tapó la boca con una mano, Lo que había visto eran consoladores, vibradores y cremas y una pequeña caja, que era un reproductor de cds.

-¡Jesús bendito! ¿Esto es lo que vende?

-Sí, y si habla con sus amigas y hacemos en su casa una reunión de tapper sex, se llevará una comisión.

-Mis amigas son mujeres decentes...

-¿Nunca hablan de sexo en sus reuniones?

-Mujer, alguna vez...

-Alguna mal follada se desahoga.

-Dicho así...

-¿Es usted una mal follada?

Lucía, se cabreó.

-¡Mi vida privada no es de su incumbencia!

-Es una mal follada. Hay millones en España...

Al oír las palabras de Rosa, Lucía, se tranquilizó e hizo bueno el dicho: Mal de muchas, consuelo de tontas

-¿De verdad?

-De verdad de la buena.

A Lucía, le entró la curiosidad.

-¿Y se meten esos penes de plástico tan grandes?

-Todo es empezar.

-¿Y esa cajita qué es? ¿Es alguna suerte de vibrador?

.-En cierto modo sí. Hace mover el esqueleto,

Rosa, cogió un pequeño vibrador,

-Este es un vibrador, es pequeño y está diseñado para estimular el punto G. Tiene mando a distancia y tres marchas.

-¿El punto qué? ¿Marchas de qué?

Rosa, cogió en el maletín un tubo de lubricante.

-¿Cómo se llama usted?

-Lucía.

-Lucia, hay que poner esta crema en el sexo y después en el vibrador...

-Ya, pero, ¿qué es el punto G?

-Está a unos 5 centímetros de la entrada de la vagina,

-¿Y?

-Y si la mujer lo estimula bien puede llegar a eyacular, antes de llegar al orgasmo.

-Ya, y los billetes de 500 euros nacen en macetas...

-Tú, en esto del sexo está muy verde, Lucía

-Ahora me tutea la vendedora.

-¿Por qué no? Tendrás mi edad, 20 años. ¿O tienes más?

A Lucía, se le hinchó el pecho.

-Un par más, 22 -mintió.

-Ya ves. ¿Para qué tratarnos de usted?

-Vale, estabas en el vibrador y la crema,

-Si te metieras en el sexo el vibrador untado en crema. Yo usaría el mando a distancia para que eyaculases y llegases al orgasmo

Lucía, estaba ofendida. Su seriedad era patente,

- ¡¿Estás loca?! ¡¿Por quién me has tomado?!

-Perdona, Es que una está tan acostumbrada...

-Ya veo, ya.

-¿Quiere qué te haga una demostración?

-¿Cómo?

-Tú usarías el control remoto -se lo enseñó.

-¿Eso es el control remoto?

Rosa, fue junto a Lucía. Se sentó en el brazo del sillón

-Estos números son las velocidades, el 1, para calentar, el 2, para hacer hervir, y el 3 para hacer explotar.

-¿Me estás diciendo que quiere que te lleve al orgasmo?

-¿Me desnudo?

-¡¿Qué?!

-Así verás cómo se agita todo mi cuerpo cuando hagas que me corra.

-Tú no estás bien de la cabeza.

-¿Nunca tuviste la fantasía de estar con una mujer?

-¡No! No podría volver a confesarme.

-Dios, perdona los pecados sexuales. Sabe que somos débiles

-¡Qué lianta!

-¿Qué, te animas?

-No sé, no sé. Me cuesta dar el paso, Hacer que se corra otra mujer...

-¿Quieres qué haga algo que te anime a dar ese paso.

-¿Qué podrías hacer?

-Un striptease.

Lucía, rompió a reír.

-En vez de animarme me voy a partir de risa.

Rosa, sacó del maletín el pequeño reproductor de cds. Le dio al play, y sonó "You can leave you hat on" de Joe Cocker. Bailando, Rosa, primero se quitó la blusa y se la tiró a la cara a Lucía. Lucía, no se reía. Puso la blusa al lado del sillón. Después la minifalda, e hizo lo mismo. Lucía, quitándosela de la cara, la puso encima de la blusa. Ya en bragas y sujetador, que eran blancos, bailando, con aquel cuerpo 10, Rosa, se fue acercando a Lucía. De espaldas a ella, se quitó el sujetador. Se dio la vuelta, y lo dejó caer encima de la blusa y de la minifalda. Sin dejar de bailar, y cogiendo sus duras tetazas con las dos manos, le pasó por los labios sus pezones erectos, que coronaban aquellas areolas rosadas. Lucía, entreabrió los labios y su lengua los rozó, pero no se los chupó. Siguió bailando. Y dándole otra vez la espalda a Lucía, se quitó las bragas y le acercó el culo, bailón, a la cara. Se dio la vuelta, y le puso las bragas húmedas en los labios. Rosa, vio que Lucía cerraba los ojos y sintió como olía sus bragas, pero no vio como pasaba su lengua por la humedad para saborear el flujo. Luego, Rosa, bailando, encogió un poco sus largas piernas, le puso su chochito depilado enfrente de la boca. Lucia, hacía casi tres meses que no se corría con su marido, Estaba temblando, y cuando Rosa, cogió su cabeza y la llevo hasta su chochito, que movía cadenciosamente, acabó por lamérselo.

-¿Te gusta? -le preguntó Lucía.

-No me importaría que te corrieras en mi boca.

Se acabó la canción.

-Y lo haré, pero hoy estoy trabajando.

Rosa, se alejó de Lucía, Se sentó en el sillón en que estaba antes sentada. Cogió la crema y con las piernas abiertas, empezó a dársela en el sexo.

-No hay que darse crema mucho tiempo o no se llega a meter el vibrador -Le dijo a Lucía.

-¿Ya te pasó?

-Sí, Me corrí antes de tiempo un par de veces.

Lucía, vio como Rosa, se daba crema en los labios de su sexo y luego como se metía y sacaba dos dedos de él, mientras la miraba a los ojos, a las tetas. El chochito de Lucía, no paraba de lubricarse.

-Acaba, mujer acaba -dijo Lucía, visiblemente acalorada.

-Levanta la falda, Lucía.

-No.

-¿No quieres que vea tus bragas mojadas?

-Yo no tengo las bragas mojadas - mintió.

Rosa, untó el pequeño vibrador de crema y se lo dio a Lucía.

-Mételo en tu chochito y dame el mando a distancia.

No esperó a que se lo repitiera dos veces. Le dio el mando, y apartando las bragas hacia un lado, se metió en su empapado chochito aquel pequeño y curvo vibrador.

-Vas a tener el orgasmo de tu vida - le dijo Rosa a Lucía.

Rosa, masturbándose con dos dedos y mirando para Lucía, le dio al 1. Lucía, magreando sus tetas, comenzó a gemir. Así la tuvo un buen rato. Le dio al 2, y Lucía, apretando las tetas y echándose hacia atrás en el sillón, exclamó:

-¡Me va a venir!

Rosa, metió y sacó los dedos de su sexo con más velocidad, mas, mas, más, y dándole al 3, le dijo a Rosa, con voz de agonizante.

-Me coooo, me coooooooo, me corro, bonita.

Lucía, en contraposición, y sintiendo el vibrador a toda mecha sobre su punto G, sintió como una riada de flujo salía de su chochito. Después, la recorrió el placer más grande que había sentido en su vida.

-¡¡¡Diooooooooos!!! -exclamó, mientras se estremecía.

Se corrieron como dos benditas

Lucía, acabó quedándose con el pequeño vibrador, y Rosa, se hizo de oro en Villagarcía de Arosa. Una ciudad de Galicia.

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