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(16) Reflexiones sin bragas

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-¡Ani! ¡Ani! –vino Ainhoa corriendo por el pasillo de la facultad-. ¡Mira esto! –enseñó una revista de Playboy.

-Hey, tranquila, ¿qué son esos gritos?

-Es un alucine.

-¿El qué?

-El qué no. El quién. Alba Torrijos ya es una conejita Playmate. Sale en la portada de la revista.

-Joder, a ver…

-Mírala, ¿a que está buena?

-¡Buffff!

Ambas se quedaron embobadas admirando a Alba desnuda en la portada de Playboy.

-Esto sí es una hembra de verdad –reía Ainhoa impresionada.

Miraron las fotos del interior y ya fue el remate. Alba posaba desnuda y hermosa como una musa. La reacción de Ana fue de silencio y admiración. Qué guapa salía Alba. Tanto que el corazón de Ana fue flechado por Cupido. Tanta belleza y tanta finura femenina conquistó la fortaleza infranqueable de su alma.

-Esta edición es internacional. Millones de tíos verán estas fotos –garantizó Ainhoa.

-¿Esta es nuestra Alba? Qué cambio, coño. Mejora como el vino.

-Es un pasote. Ahora tendrá cada día una quincena de pretendientes nuevos.

-La verdad es que llevo dos días sin verla.

-Porque ha estado en Nueva York en una sesión de fotos para el Vogue.

-¿Qué dices?

-Aquí hay alto nivel. La han regalado un Rolex de oro y una moto Kawasaki.

-¿Quién?

-Sus admiradores. Alba ya juega en otra liga. Qué puta la tía. Es la mejor.

-¿Ya ha vuelto?

-Sí, llegó anoche al campus cargada de maletas y mochilas.

-¿Estará en clase? Es para felicitarla.

-No sé, puede que esté firmando la revista con dedicatorias. Ya lleva 30 desde ayer.

En ese momento sonó la campana.

-Mierda, me voy. Llego tarde –salió Ainhoa espetada.

-Al menos préstame la revista.

-Y un cojón. Alba es mía –le hizo la peineta en plan jocoso.

Ana quedó afectada y pensativa. Recordando cada foto y cada contorno delicado de Alba. Recorrió media facultad para buscar la residencia universitaria e intentar ver a Alba. Ni siquiera llamó a la puerta. Entró directamente y ansiosa por verla.

La pilló desnuda en la cama con otra chica. Se besaban y se revolcaban como perras en celo.

-Hola, Alba –se sintió Ana incómoda.

-Ah, hola, Ani –la saludó Alba y siguió a lo suyo.

La chica pelirroja que se tiraba a Alba, miraba a Ana con una sonrisita maliciosa. Incluso la sacó la lengua desafiante.

Ana rechinó los dientes.

Ahora la pelirroja la guiñó un ojo como diciendo “yo me la estoy follando y tú no”.

La rabia consumía a Ana.

-Conejita, ¿quién te da sexo del mejor?

-Tú…

-¿Quieres que te coma el potorro?

-Veinte veces…

La pelirroja se rió en silencio como burla a Ana.

-Pues venga, conejita, empecemos por la primera.

-Vale. -Alba quedó tumbada y con las piernas abiertas de par en par. La chica pelirroja colocó la cara frente a la vulva, miró a Ana con descaro y metió la lengua.

-Ahhhhh, coño… -gimió Alba como si le picara el escorpión de amor. Cerró los ojos y puso los brazos en cruz para disfrutar todo lo posible.

Ana ni siquiera miraba. No soportaba lo que presenciaba delante.

-¡Auuuuu, joder! –encorvó Alba la espalda de tanto placer.

La pelirroja comía y miraba a Ana al mismo tiempo. En un momento dado, la chica la hizo una peineta con el dedo.

-¿Te gusta mi lengua, conejita?

-Me encantaaaaaa… sigueeeeeeee…

La chica gesticuló “jódete” con los labios y volvió a introducir la lengua vagina adentro.

-¡Hija de puta! –Ana no aguantó más. Agarró a la chica de la trenza de pelo y la bajó de la cama a tironazos.

-¡Hey, joder! ¡Súeltame! –gritaba la chica.

-Ana, ¿qué coño haces? –increpaba Alba.

Ana la soltó con un empujón y lanzándola contra el suelo.

-¡Puta de mierda! ¡De esta te acuerdas! –se encaró la chica, pero Ana la intimidó alzando el puño-. Vale, vale, me voy… Estás pirada, Ana… Alba, yo que tu me alejaba de esta sicópata.

-¡Que te largues, puta! –la volvió a empujar Ana.

-Vale, Ana, se va. Será lo mejor –puso paz Alba-. Lo siento, Yoli.

-Te llamo luego –quiso la chica besarla, pero Ana se negó con furia

-Vete ya, por favor –suplicó Alba y la chica recogió su ropa para irse. Una vez solas, Alba quedó frente a frente con su amiga-. Y bien. ¿A qué viene este show? ¿Me lo vas a explicar?

Pero Ana se mantuvo en silencio.

-Merezco un motivo, ¿no?

-Yolanda no es lo mejor para ti.

-Es solo sexo, joder. Follamos y cada una a su clase. No me voy a casar con ella.

-Yolanda no diría lo mismo.

-Tengo a 40 Yolandas que dicen y hacen lo mismo. Vienen, me follan y me prometen el oro y el moro. Oye, ¿por qué te pones así? Hemos follado juntas montones de veces. En tu coche. En los baños. Incluso en una lavandería. Nos compartimos la polla, el cigarro, la raya de coca, todo. ¿Qué se te pasa por ese cerebro demente?

-No lo sabía.

-¿El qué?

-Que eras conejita de Playboy.

-Ah, eso. Bueno, lo soy desde hace tiempo, lo que pasa es que no lo voy divulgando con un megáfono. Joder… un momento… no me lo creo… ¿estás celosa?

-No sé…

-Ana, llevo dos semanas sin saber de ti, y ahora apareces dando palos y gritos. ¿Tú ves eso normal?

-Ainhoa me enseñó la portada de la revista.

-Y por lo que veo te ha fascinado, ¿no?

-…

-Ana, mírame a la cara… eso es… dime qué te pasa… somos amigas desde el primer curso de medicina y puedes confiar en mí…

-Tengo que irme.

-De eso nada. Tú nunca huyes de los problemas. Afronta este y dime de una puta vez a qué ha venido todo esto porque me puedo cabrear y enviarte a la mierda. ¿Quieres eso? Porque lo estás pidiendo a gritos y no pienso ser tú… -pero Alba no pudo continuar hablando. Ana se fue para ella y la besó con un ardor y una pasión única en su vida. Fue un beso intenso y precioso.

-¿Lo entiendes ya? –habló Ana al separarse.

-¿A qué juegas, Ana?

-No juego a nada.

-¿Te has enamorado de mí?

-Me ha venido todo de golpe y por primera vez estoy asustada.

Alba la cogió de las dos manos con dulzura para tranquilizarla.

-Sssssh, ya está, no te preocupes, Ani.

-No quiero que te enfades conmigo.

-Jamás me enfadaría con mi mejor amiga.

-¿Soy tu mejor amiga? ¿Y Ainhoa?

-No metas a Ainhoa en todo esto. La respeto y la admiro demasiado.

-¿Sientes algo por ella?

-El corazón manda. No yo.

-¿Y sientes algo por mí?

-Algo muy intenso que me baja hasta el potorro.

Ambas rieron casi abrazadas.

-Te necesito, Alba.

-Ahora debo vestirme. Tengo el tiempo justo para la próxima clase. Pero nos vemos luego, ¿vale?

-¿Lo prometes?

Alba respondió con un segundo beso más hermoso aún si cabe.

-No sé qué me pasa, Alba, pero sé que es algo muy fuerte.

-Llego a saber esto y me hago conejita de Playboy antes.

-Dame la mano –se la puso Ana en su pecho-. ¿Lo notas latir?

-Ajá.

-Es por ti. Me va a salir del pecho de los nervios.

Ambas volvieron a reír como dos quinceañeras enamoradas.

-Tranquila, cariño mío. Todo irá bien.

-¿Me amas, Alba?

-Mucho.

-Ven aquí –la abrazó con efusividad-. Cuando acabes las clases me llamas y quedamos, ¿vale?

-Vale.

Se dieron un tercer beso la mar de bonito y se despidieron.

-Estás aquí –se iba Ana dándose palmaditas en el pecho.

La sonrisa de Alba fue perfecta y preciosa.

-Anda, boba, vete.

-Llámame. Que no se te olvide.

-Jamás.

Y Ana se fue hinchada de pasión amorosa.

Antes de vestirse, Alba dio un brinco de júbilo.

-¡Yeah!

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