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Cuando estás triste

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Hoy estás triste, lo noto en tu mirada, en cada uno de tus gestos. Solo cuando estás tristes te quedas de pie tanto tiempo junto a la ventana, tu rostro se apoya en el cristal y tus ojos se pierden en la lejanía buscando un objetivo cualquiera en el que fijarse.

Ya sabes lo que me pasa cuando estás triste. Esos ojos negros me llaman a perderme en la profundidad de tu mirada, hechizándome de tal manera que no me importaría ahogarme en su laguna y hundirme en tu abismo para yacer allí eternamente.

Déjame acercarme a ti, déjame abrazarte desde atrás y apartar tu cabello para poder besar el delicado cuello que esconde. Déjame acariciar la suavidad de tu piel con las yemas de mis dedos y sentir como esta se eriza al recibir mis caricias, déjame seguir haciéndolo hasta conseguir que tu rostro se separe del frio vidrio para girarse hacia atrás y que puedas sentir la calidez de mi boca sobre tus labios.

Ven, gírate y mírame con esa carita triste. ¿No quieres? Déjame sujetar tu barbilla entre mis dedos pulgar e índice para levantar tu rostro. ¿Lo ves? Así está mucho mejor.

Beso tus labios suavemente y tus ojos se cierran. Nuestras bocas se separan a cámara lenta y abrazándome apoyas tu cabeza sobre mi pecho.

-Llévame a la cama por favor- Me dices mientras beso tu pelo.

Te tomo en brazos y cumplo tu orden de inmediato. Quizás no esté tan fuerte como antes, pero tú en cambio sigues resultando igual de liviana.

Tan delicadamente como me es posible te dejo junto a los pies de la cama y tú sentándote en su filo te quitas la camiseta liberando tus bonitos pechos.

-Hazme olvidar por favor- Me dices mientras te echas hacia atrás a la vez extiendes tus manos invitándome a ir contigo.

Te sigo gustoso y vuelvo a besarte, muerdo tu labio inferior suavemente y pronto tu boca se abre para fundirnos en un apasionado beso en el que nuestras lenguas se saborean mutuamente.

Abandono tu boca y recorro tu cuello provocando que tu piel se erice mientras cierras los ojos concentrándote en mis caricias. Pronto llego hasta tus pechos y mientras los acaricio con las manos mi boca se abre para lamer primero tus pezones y luego rodearlos con mis labios, chupándolos y estirándolos suavemente para sentir como crecen y se endurecen con mi lengua.

Sigo mi camino de besos por tu abdomen y recorro tu vientre, que sube y baja con tu respiración, hasta que al llegar a tu cintura mis manos agarran el pantaloncito de tu pijama y estirando de él consigo dejarte completamente desnuda.

Me miras con ojos suplicantes y yo a ti con deseo. Me arrodillo a los pies de la cama y separando tus muslos contemplo tu sexo desnudo adornado únicamente por un minúsculo triangulo de vello púbico.

Beso el interior de tus muslos y los recorro camino de tus ingles que acaricio de forma cosquillosa. El aroma de tu sexo despierta mi apetito y mi boca se posa sobre tus labios mayores propinándoles un sonoro beso.

Al sentir el contacto de mi boca intentas cerrar tus muslos en un acto reflejo, pero te lo impido sujetándolos con mis manos y casi al instante te relajas retomando el control de tu cuerpo.

Comienzo a recorrer con mi lengua tu delicada raja mientras mi nariz se restriega contra el escaso vello de tu pubis. Pronto tus labios se abren y me dejan saborear tu delicioso sexo.

Cierras tus ojos y tu boca se abre dejando escapar leves gemidos mientras mi saliva se mezcla con tu flujo y mis labios comienzan a sorber tu excitado clítoris liberándolo tan solo para acariciarlo con mi lengua.

Acaricias mi cabeza y la presionas más o menos contra tu sexo marcando tú misma el ritmo del cunnilingus y la intensidad de mis caricias.

Me separo de tu sexo y con la cara húmeda y una sonrisa en ella contemplo lo preciosa que estás mordiéndote ese labio inferior tan suculento que tienes.

-Lléname ahora por favor- Me pides ronroneando como una gatita.

Me incorporo y dejo caer al suelo el pantalón de mi pijama apareciendo mi verga totalmente enhiesta y apuntándote desafiante. Me inclino hacia adelante y mi glande recorre los labios de tu sexo acariciándolos poco a poco. Bajas tu mano hasta mi pene y lo presionas encajonándolo entre tus labios mientras yo comienzo a moverme y restregarme contra tu vulva sin que exista penetración.

Nos miramos a los ojos tiernamente mostrando nuestro deseo y cuando finalmente me indicas que deseas ser penetrada colocando tú misma mi glande en la entrada de tu húmeda gruta lo hago lentamente. Me deslizo poco a poco entre tus labios vaginales sintiendo la humedad y el calor de tu cueva que me atrapa y me aprieta arrancado un leve quejido de tus labios cuando finalmente me clavo por completo en tu ser.

Tus piernas me rodean y me atrapan en una abrazo que me aprieta contra tu sexo y comienzo hacerte el amor muy lentamente, sintiendo todos y cada uno de los milímetros de contacto con tu coño que se abre y cierra cada vez que salgo y entro en ti. Me encanta como gimes suavemente dejado escapar con cada lamento la pena que te oprime y como me aprietas queriendo llenar ese hueco con nuestro sexo.

Sé que no duraré mucho y sé que tampoco lo esperas, tan solo deseamos sentir ese orgasmo intenso que lo aparte todo y pronto comienzo a bufar advirtiéndote de mi orgasmo. Un calambre recorre mi sexo y me clavo profundamente en tu interior, justo en el momento en que un potente chorro de semen descarga con fuerza en tu útero, disparando a su vez las contracciones de tu sexo que aprieta mi verga de forma incontrolada en un delicioso orgasmo compartido.

Poco a poco las contracciones abandonan mi cuerpo y puedo sentir la deliciosa humedad que nos envuelve en lo más profundo de tu ser mientras me dejo caer hacia delante buscando tu boca. Me recibes suave y delicadamente en un nuevo intercambio de fluidos que se alargará minutos durante los cuales mi sexo perderá poco a poco su vigor sin salir de tu interior.

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