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i) Doble penetración

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Continuación de: En la familia

María me agradeció con un beso los apuntes que le entregué antes de entrar en clase a la vez que Mikel, su novio, me pasaba el brazo por los hombros.

-¡Gracias! ¡Eres un cielo!, para otra vez te voy a dar mi correo y así no te molestas en imprimirlo.

-Será lo mejor, un día de esta semana tengo que faltar a clase y así te evito que tu tengas que hacer mismo. -preparaba ya a mi compañera para que supiera que ese día que faltara tenía que estar atenta.

-¿Qué tal el encuentro con tu hermano? -esperaba verla sonreír y en su lugar puso cara de decepción.

-No tuvimos mucho tiempo para hablar como antes hacíamos, ha traído a un amigo italiano y a la tarde se escapó y nos dejó con él para entretenerle, tenía que visitar a viejas amistades con urgencia. -el encuentro no había resultado tan agradable como esperaba pero ese enfado se le iría pasando, María no era de guardar rencores.

Había leído varias veces el guión corregido que Guillermo me envió y me había dado cuenta de que se parecía muy poco al original que yo le presenté, me sentía en cierto modo frustrado, pero como él decía era su dinero y sabía dirigir el negocio. Un novato presuntuoso no iba a darle lecciones.

Había mantenido la idea central de la historia pero los detalles y situaciones resultaban, como en todo lo que había trabajado, chabacanos y groseros. No pude ver a J.C. y hablé con él por el móvil. Ya tenía apalabrados a los actores que intervendrían, Zacarías como yo había pedido y al otro lo había tenido que sustituir, no tenía que preocuparme porque él lo conocía por haber trabajado juntos en alguna ocasión y dijo que me gustaría.

Me recogería para llevarme, también para entregarme lo que Santi le había dado para mi, y lo último que me dijo fue lo que me dejó más tranquilo.

-Voy a estar presente participando en el rodaje y podré ayudarte aunque no sea un actor principal. -esto ya me puso más contento, sentirle a mi lado mitigaba el nerviosismo de hacer una cosa nueva.

Con Óliver todo iba bien y todas las noches teníamos sexo, me preocupaba que fuera tan ardiente y se excitara tanto, no se preocupaba del peligro que corríamos al no respetar el acuerdo de guardar las formas en casa.

Claro que esa forma de ser me encantaba, si era en nuestra habitación y cuando estábamos solos, porque no me cansaba sentir su fogosidad y que quisiera follarme a todas horas. Aprovechaba que nuestro padre o los mellizos estuvieran ocupados para tocarme el culo, besarme o cogerme la mano y que notara lo encendido que estaba haciendo que le tocara el pene.

Pensaba que los demás no tenían ojos o que no observaban y arriesgaba demasiado, para mi resultaba un encanto y le amaba más cada segundo que pasaba.

Me atraía el olor que desprendía, al llegar alguna vez sin ducharse de un partido, le pedía que se duchara cuando en realidad deseaba limpiarle con mi lengua y mis labios.

Aprendía muy veloz, tremendamente rápido y se entusiasmaba con las nuevas posiciones que ensayábamos, algunas diabólicamente complicadas, aprendidas en mi trabajo. No había vuelto a insistir con introducirle algo más que la primera falange de mi dedo en el ano, sabía que llegaría el momento adecuado, por ahora se lo lamía y acariciaba con la lengua y eso si que lo aceptaba deseoso.

Por mi mismo no tenía demasiado interés en follarlo cuando se diera la ocasión, prefería que fuera al revés, mi placer resultaba ser pasivo, llegando a la total sumisión con los hombres que me gustaban, llámense Davy, o J.C. y por descontado Óliver que resultaba el mejor, aunque cuando había follado el culo de mi amiga me gustara.

Mi interés era por él, que llegara a sentir el placer de mi pene en el culo, que sintiera ese profundo gozo y ser yo el que se lo proporcionara, a Noa le encantaba cuando J.C, se la daba por el coño y yo por la retaguardia disfrutándolo los tres, y para mi era mi máximo e increíble placer que nada podía igualar.

El día anterior se lo comuniqué a mi amiga María para que supiera que ese día la tocaba trabajar más en clase, al día siguiente J.C. me recogería a media mañana. Óliver se extrañó de que no saliera corriendo como otros días de casa y estuviera tan tranquilo preparándoles el desayuno para él y los mellizos.

-¿Tenéis hoy fiesta en la uni? -no quería enfrentarle la mirada y hablé en voz baja.

-Tengo un trabajo que hacer. -no podía mentirle, de alguna manera se iba a enterar y le vi como se fruncía los ojos y la boca en un gesto colérico, no le dio tiempo de increparme por la llegada de Rafa y José, desayunaron los tres, Óliver lo hacía de mala gana y sin hablar.

-Vamos Óliver que ya es tarde. -José le urgía desde la puerta.

-Adelantaros vosotros, tengo que ir un momento al baño. -me prepararé para lo peor que tiene mi amado hombre, los celos. No esperó a que los chicos se alejaran cuando me tenía abrazado besándome con rabia.

-No quiero que vayas, no quiero me oyes, tú eres mío, no quiero ver que otros te gozan dándote por el culo. -sus dientes me hacían daño en los labios y me apretaba contra la mesa lastimándome el muslo.

-Es solo un trabajo mi amor, tu eres mi hombre y no hay otro, pero tengo que trabajar, lo hemos hablado ya y cuando podamos lo dejaré. -le escuchaba sollozar pero no me soltaba.

-Oliver, me haces daño mi vida, te quiero mi amor, sabes que solo te amo a ti, se razonable y marcha a la escuela, por favor Óliver, no te pongas así, me haces sufrir cariño mío. -aparté su cara para verle resbalar las lágrimas y sentía el corazón rompérseme. Me lo comía a besos sin importarme que siguiera apretándome en el canto de la mesa.

-No lo puedo soportar, cuando te veo gozar con todos esos hombres, ¡joder!, como si fueras un puto buscando placer con cualquiera, los mataría si pudiera. -acariciaba su cara con suavidad, me dolía a mi más que a él hacerle sufrir de esa manera.

-Tienes que ir a clase y esforzarte, debes ayudarme Óliver, no lo hago por vicio, lo sabes muy bien. El tiempo que lo siga haciendo depende de nuestras necesidades, tenemos que esforzarnos todos mi amor y… será mejor que dejes de ver lo que hago para no hacerte daño. -poco a poco se iba calmando, aunque sabía que estas escenas se repetirían y serían habituales.

Conseguí que cogiera su mochila y llevarle hasta la puerta.

-Tú también tienes que trabajar, estudiar y hacerlo muy bien, te amo Óliver, no voy a amar a otro hombre eso te lo aseguro. -me dio un beso de muerte sintiendo todos sus sentimientos que me llegaban de sus labios unidos a los míos.

-Cuídate Alonso, te amo tanto. -tuve que empujarle para que empezara a caminar.

No tenía porque preocuparse, era suyo y así me sentía, subordinado a sus deseos siempre que no interfirieran en lo que para mi ya era sagrado, mi familia, no permitiría que pasaran hambre, ni necesidades básicas mientras yo pudiera evitarlo y para eso estaba dispuesto a sacrificar mi vida y su respeto.

Comencé a recoger las tazas y a lavarlo todo sin poder dejar de dar vueltas en mi cabeza a nuestra difícil y complicada situación.

Si yo estuviera en su lugar seguramente me sentiría igual que él, tenía que entenderle y ponerme en su situación, sabía lo que pasaba por mi cabeza y lo que sentía cuando actuaba, porque lo vivía en mi carne.

El que maquinalmente, y por reflejo erótico, disfrutara cuando un hombre me penetraba solo significaba que mi cuerpo respondía por instinto involuntario y mecánico a los estímulos que recibía. Mi corazón no lo sentía como cuando era con él, y he de reconocer que con J.C. y Davy me sucedía algo parecido.

Remotamente podría parecérsele cuando era J.C. o Davy los que me follaban, y así y todo, no había comparación, Óliver era mi amor, mi hombre, mi macho y mi todo, lo que me impregnaba de sumo placer emocional y sensorialmente, pero eso él no lo sabía.

Esperé la llegada de J.C. estudiando el tiempo que restaba, había dicho que vendrían con tiempo. Hizo sonar el claxon para que supiera que había llegado y fui hasta la puerta a abrirle.

-¡Hola precioso! Estas guapo hasta sin prepararte. -me agarró por la cintura con sus grandes manos y me elevó en el aire como si para él fuera una pluma, y al bajarme me besó en la boca.

Le observé un momento cuando me soltó, Óliver era tan alto como él pero no tan fuerte, mi amigo era guapo, sensual, varonil y lo tenía todo, todo menos ser mi hermano.

-¿Qué te pasa? Te has quedado sin habla, soy yo J.C. y además, ¿no me digas que has estado llorando? Si es por el trabajo, lo dejamos, habrá otros y hasta me brindo a hacerlo en tu lugar aunque no me gusta nada. -pretendía hacer de todo una comedia para conseguir que mi cara cambiara.

-¡Oh! Mi problema es algo más serio, estoy enamorado J.C…, creo que…, estoy seguro, amo a un hombre. -se le puso cara de: “No me jodas, ¡qué alegría!

-Ya era hora, me alegro de que hayas encontrado quien ame este cuerpecito tan lindo con un corazón de oro. -quiso abrazarme otra vez y le detuve.

-¿Qué pasa? Me dices que te has enamorado y parece que te lleven al matadero.

-Es que por un lado es un infierno.

-¿Él no te corresponde?, ¿no te quiere?, cuando lo conozca lo hostio a ese imbécil. -él se lo decía todo y sin pensarlo le dije la verdad.

-Se trata de Óliver, mi hermano. -seguro que se mareó y se sentó sobre la mesa de la cocina, sin importarle que estuvieran mis apuntes extendidos en ella.

-¿Óliver? ¿Nuestro Óliver? ¡Joder!, ¡joder!, ¡joder! , ¡y joder! ¿Es gay, bisexual? Pero si odiaba todo esto, hasta a mi me odia. ¿Pero cómo ha sido?

-Ya te lo contaré todo, ahora tengo que prepararme para salir. -le dejaba con la boca abierta y saltó de la mesa para seguirme.

-Espera, tienes que meterte esto que me ha dado Santi, tienes que hacerlo una hora antes para que te haga efecto, dice que te dormirá y abrirá bien el culo, quiere evitar problemas y que no sufras un desgarro por falta de dilatación.

Se quedó en la habitación y yo me metí en el baño, me llevó más de media hora limpiarme y al final meterme el supositorio, realmente grande y tuve que soportarlo con los dedos para que no se me saliera hasta que, con el calor del ano y el recto, se fundió.

Durante el camino le conté algo de como había sucedido todo, sin entrar en detalles, no teníamos bastante tiempo y tampoco quería que descuidara la conducción mirándome con una cara que expresaba, a veces el susto y extrañeza otras.

-¡Por Dios! Es increíble, tu propio hermano, tienes un problema grave.

-Lo peor son sus celos y que desconfía de mi, ha visto los cortos que ponen en la página como promoción y no soporta que otros hombres me toquen aunque sea una ficción. -entonces le salió la faceta burlona.

-Tampoco lo pasamos tan mal en los rodajes, tu culito encanta a todos los que te lo follan, puede que tenga razón. -soltó una estentórea carcajada y consiguió que de momento me relajara.

Juan Carlos ayudó a los técnicos que estaban cargando sus equipos en una furgoneta mientras yo iba al encuentro de Santi, debía tener una inspección para ver que mi culo estuviera bien. Estaba cerrando su maletín y me agarro del brazo para volver a salir.

-Voy a estar en el rodaje y allí te miraré.

El escenario elegido era una casa elegante y algo solitaria, aislada de las miradas por un alto muro que rodeaba el jardín y la piscina, casi todas las escenas se rodaban en el interior. Mientras los técnicos terminaban de instalar las cámaras y la iluminación los otros actores y yo pasamos a una habitación.

J.C. me presentó al que no conocía, era un hombre algo grueso y con pancita, luego vería que cubierta de negro vello, de unos cuarenta y pocos, con un poblado bigote, pelo grasiento y descuidado, ojos muy bonitos verdes y sin afeitar desde hacía algunos días.

A Zacarías lo conocía por haber trabajado juntos, comenzaron a desnudarse mientras Santi me hacía tumbar en una mesa con las piernas elevadas para inspeccionarme el culo, y tocarlo preguntándome lo que notaba.

Pasé con un aprobado la revisión, al resto solo les miró las vergas por encima preguntándoles si tenían problemas de erección, todo como en otras ocasiones.

Los tres se vistieron con una buzo marrón y el nombre comercial de una empresa, bordado con hilo dorado en la solapa que se abría en el pecho, J.C. se colocó una gorra con la visera en el cogote y el desconocido aparentó ser más desorganizado despeinándose el pelo algo enrulado.

Por mi parte me entregaron una camiseta de tirantes gris que me sobraba por todas partes, un pantalón corto estampado en flores que debía llevar muy subido metido entre las nalgas y enseñando el inicio de ellas.

Guillermo se acercó a mi cuando estaba para sentarme esperando la acción. y mis tres compañeros salían fuera del salón al jardín.

-Vas a hacer tu trabajo más difícil hasta ahora, quiero verte vibrar y hacer bien esta labor, se que es difícil la primera vez pero tu puedes hacerlo, los que compren el produzco lo van a querer pensando que están contigo en una situación igual.

-Sabes que haré todo lo que esté en mi mano.

-Pues quiero más. -se encaminó donde una cámara y se quedó de pié.

-¡Comenzamos!

Escuché la palmada de inicio y observé lánguidamente el entorno antes de dirigirme a un sofá, al lado de una puerta corredera que daba directamente al jardín. Tomé asiento y con delicadeza levante las piernas para subirlas al asiento.

Tenía que representar a un chico evidentemente afeminado y el amaneramiento excesivo resultaba imprescindible, una vez tumbado elevé las caderas para meter la mano debajo de un cojín y rescatar una revista erótica, la comencé a ojear mientras una cámara móvil se colocaba detrás de mi y registraba las hojas según las iba pasando.

Me chupaba un dedo haciendo ruido con la lengua observando los hermosos ejemplares de hombres desnudos que iban apareciendo, me ladeé con coquetería y contuve la espiración para que la cintura del pantalón quedara floja y poder meter la mano para jugar con mi pene.

Se escuchó sonar un timbre, me levante sin prisas dejando la revista abierta sobre el asiento, miré el reloj de pared que imitaba a un sol y emití un leve suspiro al respirar, pasé las manos por la inexistente pernera del pantalón y contoneando las caderas me dirigí al portero automático.

-Ahora abro la puerta. -se supone que el que llamaba me había pedido que abriera.

Pulsé el botón de apertura de una imaginaria puerta y abrí la que tenía al lado, la que utilizaron para salir mis compañeros de reparto, esperé unos segundos apoyando la espalda en el marco y sujetando la hoja de la puerta, apareció el hombre mayor.

-Bueno días, nos han llamado para ver una avería de un baño. -me miraba inquisitivo.

-Puede pasar, mis papas me han pedido que lo espere. -le invité con un deje melindroso al mover la mano. El señor no dejaba de mirarme y sacó la lengua para mojarse los labios.

-Voy a buscar a mis compañeros y las herramientas, regreso en un momento. -bajé lentamente los ojos mirando el cuerpo maduro de aquel trabajador un poco gordo pero aún fibroso, hasta llegar a la entrepierna donde lucía un bulto bastante marcado, entonces fui yo el que saco la lengua y la pasé por mis labios relamiéndolos, el hombre se rasco el bulto.

-Le esperaré para que no se cierre la puerta. -le miré una última vez con provocación hasta que se giró y salió de cámara. Volví a mi posición recostado en el dintel pero ahora frotaba con delicadeza mi bulto marcado en el corto pantalón.

Reapareció el señor mayor y detrás de él J.C. y Zacarías. Los tres me miraban valorándome, como que ya hubieran hablado entre ellos de lo que opinaba el mayor sobre mi.

-Ya estamos listos para la faena, ¿dónde está la avería?

-Arriba, en un cuarto de baño, no tiene pérdida o prefiere que los acompañe.

-Por favor joven, mejor que nos enseñes y dirijas. -emprendí el camino hacia las escaleras fijadas en la pared, y que solamente constaba de los escalones y una barandilla de acero, contoneaba el cuerpo delante de ellos y comencé a subir los peldaños, ellos me miraban haciéndose gestos groseros dirigidos a mi.

Subí toda la escalera seguido del mayor y Zacarías, cuando doblamos el recodo Guillermo dio como finalizada la escena.

-Se acabó. -bajamos las escaleras.

-Acércate más con la cámara, quiero verle respirar. -hablaba al cámara volante y a continuación a mi.

-Muy bien, muy bien niño, ahora vuélvete más sugerente y explícito, en el encuentro con J.C. toma tu la iniciativa y lo confundes, que el se asombre de tu atrevimiento. Podéis tomar una bebida y reanudamos en diez minutos.

Otra vez la palmada ordenando acción y empecé a bajar las escaleras dejando a los dos operarios arreglando la avería, Juan Carlos estaba abajo, se colocó la gorra con la visera lateral mientras miraba la revisa que había abandonado sobre el sofá, apoyaba la abultada entrepierna sobre el respaldo del asiento notándosele excitado por las eróticas imágenes que veía.

Me acerqué sin que él se diera cuenta de que estaba a su lado.

-¿Te gusta lo que ves? -había llegado a su lado y coloqué la mano sobre el bulto de su pene, realmente lo tenía tan duro como se le veía.

-Los tipos no están mal, pero prefiero otra cosa, algo más delicado. -seguía con la revista en las manos y sujeté el tirador de la cremallera de su buzo de trabajo, deslizándolo lentamente a lo largo de todo el recorrido del cuerpo hasta llegar a su paquete.

Metí la mano y le agarré la polla, le miraba con intensidad mientras con lascivia me mordía el labio inferior. Dejó salir un gruñido de sorpresa, no me apartó si no que tiro la revista al suelo y con sus dos manos agarraba la mía que le sujetaba el nabo.

-Yo prefiero lo contrario, algo rudo como tu y tus amigos, machos bien armados y calientes. -J.C. me sujetó como hacía en la realidad, por las caderas elevándome y dejándome sentado sobre el respaldo del asiento, donde antes apoyaba su paquete, con las piernas abiertas y se metió entre ellas agarrándome la cabeza para doblarla con fuerza y comenzar a besarme salvajemente en la boca.

Me daba fuertes lametones sacando toda la lengua cuando yo buscaba ansioso que me dejara agarrarle de nuevo la verga, y tiraba de las hombreras del buzo para dejarle el pecho al descubierto, no llevaba ropa interior y se le quedó colgando de la cintura al sujetarse pegado como estaba a mi.

Gemíamos los dos sonoramente, besándonos apasionados mientras él me rompía la camiseta arrancando uno de los tirantes y empezar a chuparme las tetillas.

-Estas muy rica putita, si te gusta la polla ruda la tendrás, la que tu quieras guarrilla. -a veces observaba como sus dos compañeros venían desde la escalera, mirándolo todo excitados, y sobándose la polla sobre el buzo hasta que se colocaron a nuestro lado para pasar sus manos sobre la piel que enseñaba por la camiseta rota.

-No lo quieras solo para ti que yo lo vi primero. -el mayor se apoderó de mi cuerpo rodeándome con sus fuertes brazos y J.C, tiraba de mi pantaloncito para sacármelo.

Zacarías ya estaba desnudo mirando y tocándose el duro miembro y J.C. terminaba de sacarse el buzo, lo que faltaba, el mayor ocupaba mis labios mordisqueándolos y metiéndome los pelos del bigote en la boca, le bajé la cremallera como hice con Juan Carlos.

Luego saqué la polla al aire, y pasé la mano a lo largo del tallo, era bastante larga, menos que la de Davy, afilada en el glande y la punta, más abajo se iba engrosando como un cono alargado y el vello le llegaba hasta un cuarto de la polla, además de todo lo que tenía repartido por el cuerpo y la dura barriguita.

Un osito delicioso y chupón que no abandonaba mi boca salvo para bajar a mis tetillas produciéndome un delicioso cosquilleo con la barba. Comenzaba a sentir los placeres del sexo con aquel macho barrigudo que chupaba mis tetitas y mordía los pezones tirando de ellos.

Me cogió en los brazos y al separarse el buzo se le enredó en los pies, mientras se lo quitaba, Zacarías y J.C. me llevaron hasta el sofá por delante, Zacarías se sentó y me colocó entre sus piernas con la verga pegada a mi cara, y sin pensarlo la comencé a lamer mirándole provocándolo con una maligna y satisfecha sonrisa, enseñándole como metía la polla hasta el fondo de la garganta.

Detrás de mi, J.C. me abría las piernas metiendo la cabeza entre ellas y apenas sentía su lengua penetrándome el ano, lo que me diera de parte de Santi, estaba haciendo su efecto y rindiendo a pleno, él se dio cuenta y de un empujón me introdujo toda la verga.

La podía sentir pero el culo estaba dormido y no apretaba nada aunque hiciera fuerza con él, me la metió y sacó varias veces golpeando con fuerza en las entradas, quedando satisfecho del resultado debió pensar que estaba preparado para recibir, más o menos bien, las dos pollas que me iba a meter los otros dos, en un romano que me hacían por primera vez.

El mayor se había sentado al lado de Zacarías y me hacían alternar la mamada de sus vergas, me estaba gustando el sabor diferente de cada uno de ellos, pero a alguna señal que recibieron se pusieron en pie y se tumbaron de espaldas sobre el espacio alfombrado, situaron sus culos juntos cruzándose las piernas hasta que sus vergas quedaban unidas y Zacarías las agarraba con las dos manos masturbándolas a la vez. El mayor me miró sensualmente con lascivia enviándome obscenos besos arrugando los labios.

-Ahora vas a saber lo que es tener el culo lleno y prieto de carne putito vicioso, vamos a romperte tu tierno anito. -me rescató de que mirara sus pollas, que juntas me parecían descomunales encerradas en las manos de Zacarías, J.C. que no dejaba de besarme mientras a lentos pasos me llevaba al lugar del sacrificio.

Alcé un pie para pasarlo por encima de los dos tumbados y comencé a bajar para sentarme, un momento después sentía las manos del mayor sujetándome la cintura tirando hacía abajo, y J.C. me sujetaba por los sobacos para que fuera bajando poco a poco, Zacarías sujetaba unidas las dos vergas, sentí un estremecimiento cuando comenzaron a embocarse en la entrada de mi ano.

Al principio todo fue fácil, no sentía dolor alguno pero la preocupación me mantenía tenso y se estableció una lucha de los dos machos, uno queriendo que bajara y J.C. reteniéndome, llegó un momento en que comencé a sentirme invadido y alguna clase de sensaciones dolorosas me llegaban de allí abajo, me tensé un instante y J.C. se acercó para besarme y lamerme la oreja.

-Ya falta poco, no tenses el cuerpo pequeño. -su postura resultaba más penosa que la del mayor, y finalmente venció haciendo que cayera sentado empalándome en los dos penes. Ahogué un quejido ocultando la cara a la cámara y sosteniéndome con las manos sobre los pectorales de Zacarías, contraje y aflojé el ano varias veces buscando que se adaptase el cíclope tamaño de las dos pollas, y la experiencia sirve siempre en estas situaciones.

Un minuto más tarde cabalgaba sobre el músculo de carne y mamaba la larga y perfecta polla de mi amigo que sujetaba mi cabeza para que no se le saliera, al bajar me sujetaba sobre el pecho de Zacarías a quien daba la cara, y el mayor a mi espalda me hacía bajar para que entrara toda la carne en mi culo, resultaban ahora muy ricas las sensaciones que percibía de mis esfínteres abiertos y forzados al máximo, como el desvirgamiento que J.C. me diera por primera vez.

Los machos tendidos en el suelo gemían y gritaban soeces palabras que en el guión no sonaban tan mal como en la realidad, y hacían que el puto follado pareciera lo mas rastrero, innoble y tirado de la calle.

Primero se corrió el mayor sacando roncos gritos como cerdo degollado y miraba a Zacarías cerrando los ojos y mordiéndose los labios buscando llegar al clímax de su orgasmo, y en el momento de abrir los ojos sabía que se estaba corriendo dentro de mi y terminando de llenarme de semen. J.C. fue el último esperando que lo hicieran los otros y le ayudé dejando resbalar su vega por mi garganta y allí regurgitarla hasta que se desbordó y yo dejaba que su leche resbalara de mi boca por la barbilla y el pecho.

A mi me faltaba poco, las pollas de los folladores estaban escapando de mi culo y J.C. se arrodillo, me chupó el pene y terminé mientras me lo masturbaba implacable y fuerte.

Respiraba con dificultad, agotado, y sonreí a la cámara que recogía como el semen de mi amigo seguía saliéndome de la boca, recogiéndolo con la mano de mi barbilla para volver a llevarlo a la lengua. Pasaron unos segundos con mi amigo acariciándome la espalda.

-Se acabo. - la voz de Guillermo me saco del abismo en estaba cayendo, miré el reloj con forma de sol, habían pasado más de dos horas y sentía las piernas dormidas, J.C. me puso de pié y me apoyé en él hasta que llegó Santi que me sujetó.

-Bueno, muy bueno nene, sabía que tu lo harías, ha salido mejor de lo que esperaba. -Guillermo me pasó la mano por la sudada cabeza, era la primera vez que tenía un gesto de deferencia conmigo.

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