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Acosado y seducido (2)

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-Bien, señor, la señora Beatriz me estuvo explicando…

-Ah, muy bien, lleva muchos años con nosotros y lo conoce todo… Bueno, te explico por qué te mandé llamar… Resulta que está por entrarnos una cuenta de ropa interior masculina… Quieren, por ahora, una campaña en gráfica, diarios, revistas y afiches en vía pública y yo pensé en vos como modelo…

-¡¿Yo modelo, señor Trovatto?!... –exclamé entre confundido y asustado…

-Sí, Jorgito, vos mostrándote en slip, en bóxer…

-Ay, no, señor, me moriría de vergüenza…

-A ver, Jorgito, vamos a ir paso a paso… Sacate la ropa… -y cuando me dijo esto su voz sonó algo enronquecida y ansiosa…

-¿Sa… sacarme la ropa?... Ay, no, señor Trovato, me muero de vergüenza… Soy muy tímido…

-Es que quiero asegurarme de que tenés la figura apropiada…

-Ay, no, señor Trovatto… ¡Por favor!... Además yo tendría que pedirle permiso a mis padres…

-Sí, claro, Jorgito, pero como te dije, vamos paso a paso y el primer paso es que me muestres tu cuerpo…

Y yo cedí sintiendo que había algo en ese hombre que se me imponía, que me dominaba, que me provocaba sensaciones raras e inquietantes…

Me fui quitando la ropa mirando al piso y con las mejillas ardiendo de vergüenza… Quedé en slip y el entonces me dijo: -Eso también, Jorgito… Te quiero desnudo…

-Pe… pero, señor Trovatto, si… si yo aceptara ser modelo en las fotos aparecería en ropa interior… En calzoncillo…

-Claro, pero necesito verte desnudo para estimar que tipo de calzoncillo te quedaría mejor… Vamos, Jorgito, obedecé… -me exigió y yo sentí algo fuerte al oír esa palabra, esa orden: “obedecé”… y le obedecí…

Con la cabeza gacha me quité esa última prenda y quedé mirando al piso…

-Mmmhhhhh, tenés muy lindo cuerpo, Jorgito… Un cuerpo inquietante… -le escuché decir…

-¿Por qué inquietante, señor?...

-A mí me inquieta… Me hace sentir cosas…

-Ay, señor… ¿Qué… qué cosas? –pregunté mientras yo también empezaba a tener sensaciones densas…

-Acercate, Jorgito…

Me acerqué un poco…

-Más…

Y yo avanzaba…

-Otro poco

Y yo daba dos o tres pasitos…

-Más, Jorgito…

Yo a esa altura temblaba de pies a cabeza y trataba torpemente de cubrirme con la ayuda de las manos mientras él emitía una risita entre burlona y lasciva…

“¿Qué me pasa?” me preguntaba yo sin entender aquel calor de mis mejillas y ese deseo oscuro y nuevo que me abrasaba…

De pronto el señor Trovatto me rodeó la cintura con su brazo izquierdo, me atrajo hacia él, rápidamente me puso de espaldas enseguida sentí cómo su verga se iba poniendo dura y se refregaba contra mis nalgas…

-Ay, se… señor Trovatto, por… por favor, no… -me quejé sin demasiada convicción, porque de verdad la situación me estaba asustando y excitando a la vez…

“¡No puede ser! ¡Yo no soy gay!” –pensé alarmadísimo tratando de convencerme, pero inútilmente…

-Así, Jorgito, así… Muy bien… -me dijo él de pronto y entonces me di cuenta de que yo estaba moviendo mi culo al ritmo de esa verga ya muy dura que seguía frotándose contra mis nalgas provocándome sensaciones enloquecedoras… Hice un último intento por negar esa verdad que se me estaba revelando incontenible, muy clara y traté de librarme de esos brazos que me retenían con fuerza…

-Quieto, Jorgito, quieto… me susurró al oído el señor Trovatto mientras me besaba lentamente en la oreja izquierda y después en el cuello y los hombros…

Yo recibía esas apasionadas demostraciones erizado de pies a cabeza y temblando como un papel en el viento, entregado completamente a ese hombre que me tenía en sus manos…

De pronto se apartó, dio un paso atrás y sacó afuera su verga erecta y los huevos, me ordenó que me arrodillara y lo hice…

-Abrí la boca, Jorgito… -y la abrí y él entonces me metió su verga en la boca con tal envión que me llegó a la garganta provocándome arcadas… Él la dejó un momento en esas profundidades mientras reía sádicamente, hasta que por fin la hizo retroceder un poco y me ordenó que empezara a chupársela…

Tenía buen sabor esa verga y me gustó sentirla bien dura… Estuve disfrutándola un rato con los ojos cerrados hasta que él me ordenó que lo mirara mientras mamaba y al mirarlo su expresión de perverso morboso me excitó más…

Después de un rato me la quitó de la boca, me puso de pie tomándome de un brazo y me llevó al escritorio, lo desocupó de papeles y de objetos y me ordenó que me inclinara hasta apoyar el pecho en la madera…

En esa posición lo vi quitarse los zapatos, el pantalón y por último el calzoncillo de algodón blanco… Su verga seguía tentadoramente erecta y yo temblaba mirándola fijamente, como hipnotizado…

Él sacó del primer cajón del escritorio un pote con crema y comenzó a untarse la verga mientras me miraba con una sonrisa lasciva que curvaba sus labios…

-¿Qué… qué está haciendo, se… señor Trovatto?... murmuré balbuceante…

-Me la estoy lubricando, Jorgito, para poder metértela hasta los huevos en ese lindo culo que tenés…

-¡Ay, señor, me va a doler mucho eso!... –me alarmé al ver las dimensiones de ese ariete y pensar en lo pequeño del orificio anal…

-Tranquilo, Jorgito… Tranquilo… -me animó él mientras rodeaba el escritorio y venía hacia mí…

(Continuará)

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