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Mi prima Gloria

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Llegó a vivir a mi casa porque entró a la universidad de mi ciudad, una chica muy alegre, 19 años, morena clara, cabello negro y lacio, ojos obscuros y grandes y de muy buenos senos, delgada con buenas nalgas y piernas bien torneadas, ella estaba en un grupo de baile moderno y enseguida buscó un grupo aquí en la ciudad, se hiso popular en la colonia y en la escuela con gran facilidad por todas esas cualidades, yo tenía 18 años, me gustaba ir a Gym tres veces por semana, por lo cual me mantenía en forma.

La amistad con ella era buena pero yo me ponía celoso cada vez… todos los días, que llegaban sus amigos y la invitaban a salir, peor aun cuando vi como uno de ellos se la comía a besos y la manoseaba en la parte trasera del edificio donde vivíamos. Ella se reía al verme enojado de celos, en realidad era envidia de ver como otros disfrutaban sus encantos y yo tenía que conformarme solo con verla. A veces jugábamos y la abrazaba pegándome a su cuerpo y tocándola en sus tetas, piernas o nalgas “accidentalmente”.

Un día ella vestía un short de mezclilla y una blusita ombliguera de tirantes no traía sostén, comenzamos a juguetear y se le salió un seno, yo quedé unos segundos paralizado por el estupendo espectáculo, ella lo hecho a broma y siguió jugueteando conmigo, yo dirigí el juego a tocarle las tetas y ella a impedirlo, en varias veces logré hacerlo, incluso a sacarlas de su blusa, los dos reíamos en cada momento, hasta que en una de esas, uno de sus senos quedó cerca de mi boca y no desaproveche la oportunidad de darle un pequeño chupetón, ella se quedó quieta dos o tres segundos, pero me retiro con un tono de enojo que a mí me asustó.

—¡Hay baboso te pasas! —Dijo acomodándose la blusa— ¡Ya cálmate!, ¡Eres un grosero…! ¡Te pasas! —agregó en un tono molesto y se sentó en el sofá a ver la televisión.

Yo me senté en otro sillón y que quedé serio, apenado, mi juego se había extralimitado, eso pensé. Pero noté que ella se agarraba sus tetas, rozaba sus pezones, estaba inquieta, de pronto se paró y fue al baño y tardo en salir más de lo acostumbrado por ella, cuando salió, solo me dio las buenas noches y se encerró en su recamara.

Al día siguiente llegue del Gym y me bañe enseguida, salí del baño vestido únicamente con un short y con mi móvil en la mano, en eso ella llegó de sus clases de baile, enfundada en unas mallas de likra y un top que dejaban ver su delicioso cuerpo. Me saludó amablemente, entró a su recamara y de espaldas a la puerta se quitó el top para ponerse la misma blusa del día anterior, salió a la cocina a prepararse algo de cenar, me platicaba de su día y de cosas sin importancia, se dirigió a su recamara y se sentó en la cama, yo entre tras ella, puse mi móvil en una mesita y me senté en una silla siguiendo la plática, cuando sonó mi móvil, ella se abalanzó sobre el para ver quién me hablaba, yo trate de impedirlo, comenzamos a forcejear jugando, la abrace por la espalda, ella extendió los brazos para que yo no alcanzara mi móvil, metí mi mano debajo de su blusa en medio de sus senos, ella seguía riendo y forcejeando, entonces le agarre un seno.

—Si no me das el móvil te voy a manosear toda —le dije para que me lo diera.

—¡No te lo voy a dar! —ella reía sin importarle que le agarrara un seno.

Con el forcejeo, sus nalgas me las estaba restregando sobre mi vientre, y el tener uno de sus senos en mi mano, mi verga se puso bien dura, y como no llevaba ropa interior, ella sintió el bulto.

—¡Cochino libidinoso! ¡Ya se te puso dura! —dijo riendo al mismo tiempo que bajaba una de sus manos y me agarraba la verga.

—¡Dame mi móvil! —dije riendo y siguiendo el juego le subí la blusa para quitársela, ella movió sus brazos para deshacerse de la blusa.

—¡No te lo voy a dar! ¡jajaja! —riendo se aventó a la cama y yo caí encima de ella.

Extendió los brazos para meter el móvil entre la cama y la pared, yo tenía mis dos manos agarrándole los senos desnudos y mi verga estaba sobre sus nalgas, instintivamente comencé a moverme como si se la estuviera metiendo, ella se quedó quieta, yo seguí moviéndome, sentí como levando sus nalguitas y seguí con mi movimiento, era riquísimo sentir como mi verga la restregaba en esas nalgas tan buenas y mis manos apretaban sus tetas presionadas por la cama, comencé a besarla en el cuello y hombro.

—¡Aah! —lanzó un pequeño gemido.

Mis movimientos eran descarados, como si se la estuviera metiendo, seguí besando su cuello hombro y mejilla, y cuando estaba por llegar a su boca, me vine, afloje mi cuerpo sobre el de ella, un instante después rodé para quedar a su costado, ella se alzó y giró su cuerpo agarrándose la nalga.

—¿Mojaste mi likra? —Preguntó preocupada por su ropa.

—¡No! Todo quedo en mi short. —conteste tímidamente no sabía como iba a reaccionar después de eso.

—Tú ya te saciaste, pero yo aún no.

Sorprendido por su comentario, acerque mi boca a una de sus tetas y lo chupe, ella acarició mi cabello, mientras presionaba suavemente mi cabeza contra su teta.

—¡Aaah! —Gimió y suspiró al momento que me separo bruscamente y se paró de la cama— ¡No!, ayer tuve que entrar al baño a masturbarme después de lo que hiciste y toda la noche estuve inquieta.

Yo me senté en la orilla de la cama, sorprendido de lo que estaba escuchando, no lo creía, ella frente a mí, desnuda de la cintura para arriba, con una likra que dejaba poco a la imaginación.

—Hoy no voy a dejar que te masturbes —la abrace por la cintura, mi boca succionó uno de sus pezones mientras una de mis manos acariciaba la otra teta y mi otra mano acariciaba sus nalgas.

Ella se dejó hacer por unos momentos, pero luego sentí que intentaba separarse de mí, la apreté con más fuerzas, mientras mi boca saltaba de una teta a la otra, ella me empujó con más fuerza y yo tuve que acceder a separarme de su delicioso cuerpo, ella me miro como nunca lo había hecho, sus manos se posaron en su cadera y se bajó la likra quedando solo en tanga.

—Quítate su short —me dijo al momento que ella se quitaba su tanga y me dejaba ver su vagina completamente depilada y los bordes de sus labios ligeramente más obscuros.

Me quite el short al momento que ella se acomodaba en la cama boca arriba desnuda, abriendo ligeramente las piernas, yo me acerque para ver su vagina, ella con una de sus manos separó sus labios dejándome apreciar lo rozado y húmeda que estaba su vagina, sin pensarlo comencé a chupar esa delicia, ella gemía y se retorcía, me tomó de mis cabellos y me jalo hacia sus senos al momento que me decía.

—¡Métemela ya!, estoy muy caliente, ya quiero sentir tu verga dentro de mí.

Sin demora, posé mi verga a la entrada de su vagina y la metí de un empujón, entro suavemente, ella gimió al momento que me abrazó con sus manos y piernas y su boca se pegó a la mía entrelazando nuestras lenguas entre gemidos y una agitada respiración, unos empellones más y me giró sobre la cama quedando ella encima de mí y comenzó a cabalgar, sus tetas se movían al ritmo y yo las sujetaba y acariciaba con lujuria, cuando vio que estaba por venirme, se separó de mí, se dio la vuelta poniéndose en cuatro.

—¡Métemela en la vagina!

Cuando me acomode detrás de ella, preparándome para volverla a penetrar, ella bajo su cara pegándola la cara a la cama y dejando sus nalgas en alto, la vista era maravillosa, puse mis manos en sus caderas y empujé hasta que mi ingle topó con sus nalgas y comencé con el mete y saca, ella gemía y gemía y sentí como mi verga se mojaba con un líquido calientito emanado de su vagina, al momento que ella apretaba los puños con la sabana de la cama en ellos, yo seguí dándole hasta que me vine dentro de ella, me tumbe en la cama y ella se acurrucó a mi lado, después de un par de minutos, ella me dijo.

—¡Vete a tu recamara!, déjame dormir, ya estamos satisfechos los dos.

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