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Seis Días (1 de 3)

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Querido diario...

Lunes.

¡Casi un mes ya! Parece mentira, Joder, y como me gusta. ¡Es tan guapo! Estoy deseando volver a clase para verlo otra vez. No sé como he podido pasar tanto tiempo sin él. Estos días ha su lado han sido fantásticos. Pero hoy… De lo de hoy no sé que pensar.

Esta mañana me he despertado como todos los días, me he vestido y he desayunado. Cuando estaba saliendo de casa me ha llamado. No sabía que querría, pero al descolgar, me ha dicho que tenía una sorpresa para mí. Que nervios. ¿Qué sería? He esperado en la parada de metro con una especie de vértigo en el estomago y cuando he llegado al campus me he ido casi corriendo a clase. Y allí estaba. De pie, en la entrada del aulario, hablando con José. Cuando me ha visto aparecer por la puerta de las escaleras me ha mirado, como sólo él sabe, con esos ojazos, y me ha sonreído. ¡Me ha sonreído! Que sonrisa tiene, es guapísimo. Me he acercado despacio, moviéndome deliberadamente para atraer su atención. Y lo he conseguido, aunque no solo la suya. La mitad de los tíos que estaban por allí se han quedado mirándome. Cuando me he dado cuenta casi me muero de la vergüenza. Pero me daba igual, porque el seguía mirándome embobado. Al final he llegado a donde estaba, me he parado delante de él y me ha cogido por la cintura, con esos brazos enormes que tiene. Me ha preguntado que como estaba y me ha llamado gatita. Me encanta cuando me llama así. Me gusta ser su gatita. Le he contestado que mucho mejor desde que había llegado, porque estaba con él. Y me ha besado. Me ha dado un beso genial. He notado como nuestros labios se unían para formar un todo, como nuestras lenguas se buscaban apasionadamente para reunirse finalmente en una explosión de sensaciones sin igual. ¡Buf! Me tiene enamorada. Joder, y el cerdo de José no ha parado de mirarme el culo mientras besaba a Sebas. Seguro que se estaba muriendo de la envidia. Pero yo soy sólo de Sebas, sólo suya.

Le he preguntado por la sorpresa. “Tendrás que esperar un poquito, gatita” me ha dicho. ¡Jo! Yo me moría de impaciencia. El profesor ha llegado enseguida y todos hemos entrado en la clase. Mientras el hombre divagaba sobre las distintas muestras de la arquitectura clásica mis manos buscaban las de Sebas por bajo de la mesa. Así si que se hace mucho más agradable ir a la universidad. No recuerdo nunca haber tenido tantas ganas de que el tiempo se detuviera en una clase. Realmente no me he enterado mucho del rollo, tendré que pedirle los apuntes a Paula mañana. Y tengo que centrarme más. ¡Si sigo así no voy a aprobar nunca! Pero es que cuando estoy con él… Me encanta. Después de las dos horas de clase que han volado, me ha pedido que bajáramos a la cafetería. Como teníamos una hora libre, se ha pedido un bocata enorme. Que envidia, yo solo me he tomado un café, pero es lo que hay, una no está así de divina por nada.

Le he vuelto a preguntar. Me ha mirado, y me ha sonreído. Y luego me ha dicho algo que me ha puesto nerviosa, me ha dicho que no haríamos nada que yo no quisiera. No sabía de qué me hablaba, pero no me ha gustado eso. Le he preguntado que quería decir, y me ha contestado que quería hacerme el amor. Me he quedado callada. No sabía que contestarle, porque en el fondo yo también quiero. ¡Pero no estoy preparada! ¿O sí? No lo sé. Luego me ha dicho que tiene una noche perfecta planeada para el viernes. Que me necesita, que me quiere, y que quiere poseerme. Y sólo le he mirado, mientras hablaba. Y me he excitado. Me he excitado mucho sólo de pensarlo.

Pero le he dicho que no. Que no estaba preparada. Que si me quería debía respetarme. Que no debía presionarme. Y no parece haberle sentado muy bien. Me ha dicho que me quería, que no pasaba nada. Que podíamos pasar la noche juntos sin que hubiera nada de sexo. Que no me preocupara. Que él me deseaba más que nada en el mundo. Pero que sería paciente. Que me respetaría. Pero yo se lo he notado en los ojos. En su mirada. No me miraba igual. Creo que le he decepcionado. ¡Pero él lo sabía! Yo ya se lo he dicho otras veces. Mi primera vez debe ser especial, debe ser con quien yo quiera y en el momento que yo quiera. Las cosas no se pueden forzar. Y hoy se lo he vuelto a decir. Tal vez no debí hacerlo. Se ha levantado de la mesa, y me ha dicho que había preparado una noche especial, y que si no quería nada con él tal vez era por que no le quería.  Se lo he intentado explicar. Que sí. ¡Que sí le quiero! Que es lo más importante para mí. Pero se ha ido. Le he pedido que se quedara, pero me ha contestado que tenía cosas que hacer. Y no ha vuelto por clase en toda la mañana.

He pasado el resto de la mañana de clase en clase, sin enterarme de nada de lo que se iba diciendo. (Menos mal que Paula es buena tomando apuntes). Solo hacía que pensar en él, en que le quería y en que haría cualquier cosa por que estuviera feliz, por que estuviera siempre a mi lado. No quiero que se marche. Pero no estoy segura. Le quiero y me gustaría que fuera él el primero. Pero no así.

Y ahora acabo de llegar. Ya estoy en casa, me he encerrado en la seguridad de mi habitación. Mi madre me está pidiendo que vaya a comer. Pero no tengo hambre. No quiero comer nada, no me entra bocado. ¡Sólo tengo ganas de llorar! ¿Por qué me está haciendo esto? ¡Le quiero tanto! Si es lo que quiere me dejaré, dejaré que me haga lo que quiera, con tal de que no se vaya. Que se quede junto a mí. Voy a llamarle, le diré que sí, que lo que quiera. No sé porque lloro tanto. No puedo seguir escribiendo…

Ya estoy más calmada. Le he llamado. Le he llamado una y otra vez durante toda la tarde. Pero no me coge el teléfono. ¿Por qué me trata así? ¿Por qué me hace esto? Le quiero con toda mi alma, y el parece que solo quiere sexo conmigo. Me lo he pensado, no pienso dejar que sea así, así no. Si me quiere, deberá respetarme. Y si no…. Vaya, ya estoy llorando otra vez. Menuda tardecita. ¿Por qué todo tiene que ser tan difícil?

También he llamado a Sara. Le he contado todo entre sollozos. Me reconforta hablar con alguien casi tanto como escribirlo todo aquí. Me ha dado ánimos, me ha dicho que no me preocupara, y sobre todo que estaba tonta. Que cuando lo probara me gustaría, que no querría parar. Me ha dicho que una vez me la metan no me la querré sacar nunca. ¡Que animal! Para ella es fácil. Ella perdió la virginidad hace mucho tiempo. Ella nunca tuvo problemas con eso. Sin embargo yo… Yo siempre lo he tenido claro. Pero ahora ya no lo tengo tanto.

Me voy a dormir. Mañana será otro día. No se que hacer. Le quiero tanto.

 

Querido diario…

Martes.

No he dormido en toda la noche. Ha sido una noche horrible. La peor noche de mi vida. He pasado la maldita noche pensando en él, y llorando. Cuando me he levantado de la cama tenía una cara horrible. A punto he estado de no ir a clase. Sólo tenía que decirle a mi madre que no me encontraba bien. Pero no. Quería ir. No sabía si el vendría. Pero si acudía a la universidad, yo tenía que estar ahí. Me he vestido como todos los días y me he metido en el baño con el kit de maquillaje. ¡En verdad estaba horrorosa! He intentado disimular un poco la mala cara, no demasiado, solo lo justo para que no se me notara la mala noche. Supongo que lo he conseguido, porque mi madre no me ha dicho nada cuando he llegado a la cocina. No he desayunado. No me apetecía nada, y además, como me había entretenido maquillándome no me daba mucho tiempo. Le he dicho a mi madre que no tenía tiempo, pero me ha obligado a llevarme unas magdalenas para comérmelas por el camino. Nunca he sido de mucho comer, pero que ayer ni comiera ni cenara y hoy no quisiera desayunar no ha debido hacerle mucha gracia. Al salir a la calle he tirado las magdalenas a la primera papelera que eh visto y me he dirigido a la parada del metro.

La espera se me ha hecho eterna. No sabía si él estaría allí en clase. No sabía si querría hablarme. No sabía si yo querría hablarle. No le había hecho nada, y me estaba tratando muy mal. Casi he estado a punto de ponerme a llorar de nuevo. Pero por suerte ha venido el tren y me ha sacado de mis pensamientos. Cuando he llegado a la facultad me he dirigido a clase despacio, de forma deliberadamente pausada. No sabía si estaría allí o no. Y no sabía lo que hacer si finalmente estaba.

Y sí que estaba. Cuando me ha visto aparecer me ha mirado, como hace siempre, pero esta vez no me ha regalado una de sus inmensas sonrisas. Sólo me ha mirado, con cara de tristeza. Le ha dicho algo a su amigo José y ha venido hacia donde yo estaba. Yo no sabía que hacer. Me he quedado quieta. A punto he estado de darme la vuelta y salir corriendo. No sé por qué. Supongo que tenía miedo de lo que me pudiera decir. Supongo que temía que me abandonara. ¡Que me dijera que no me quería!

Cuando se ha parado junto a mí le iba a decir que me tomara. Que me hiciera lo que deseara, que me poseyera allí mismo si quería, pero que no me dejara. Que no me abandonara. Que lo necesitaba más que a mi vida. Pero ha hablado el primero. Me ha pasado la mano por el hombro y me ha dicho que lo sentía. Que se había comportado como un niñato infantil y egoísta. ¡Que me amaba, que me deseaba! Que lo sentía. “Perdóname, lo siento, gatita, lo siento” me ha dicho. Le he tapado la boca con un dedo para que no siguiera hablando, y sólo el he respondido una palabra. “Abrázame.” Entonces el me ha besado con delicadeza el dedo y me ha dado un abrazo sensacional. Un abrazo cargado de ternura, de amor, de arrepentimiento. Me ha rodeado con sus brazos hasta casi hacerme desaparecer bajo él. Me quiere. ¡De verdad me quiere!

Cuando me ha soltado, le he dicho que aceptaba su invitación. Que iría a cenar con él y que pasaríamos la noche juntos. Si él aún quería. Que no creía que fuera a pasar nada sexual. Que no me sentía preparada todavía. Pero le he hecho una promesa. Le he prometido que sea cuando sea que esté preparada será él quien me arrebatara la virginidad. Le he dicho que no se preocupe, que tarde o temprano podrá poseerme. Que llegará el momento en el que seré toda suya, en alma, y en cuerpo. Y entonces me ha besado, me ha dado un beso que me ha hecho ver las estrellas. Y mientras me besaba ha empezado a acariciarme la espalda, a bajar su mano por mis caderas, por el culo. He apretado mi cuerpo contra el suyo y entonces he notado un tremendo bulto entre sus pantalones. ¡Joder, que cacharro! Y encima estaba todo puesto, ahí, en el pasillo de la universidad, rodeados de gente. Me ha dado una vergüenza terrible, pero no he dejado de besarle. Y me he excitado muchísimo. Me he excitado tanto que poco ha faltado para que le agarrara el miembro allí mismo. ¡Por Dios! No sé que me pasa con Sebas. ¡No he tenido ningún tipo de relación sexual con nadie y ahora estoy pensando en magrear a un chico delante de toda la facultad! Gracias a Dios me he podido controlar.

Me ha dicho que nos fuéramos, que nos pelaremos las clases. Me he negado en rotundo. No es que no me apeteciera. Pero tenía algo de miedo. No por él. ¡Por mí! Me he acercado a su oído, y mientras aún estábamos abrazados después de ese increíble beso, le he susurrado que teníamos que entrar en clase. Que no podíamos permitirnos el lujo de faltar, y que no se moviera, que me mantuviera entre sus brazos hasta que se le relajara lo que tenia dentro de los pantalones. Ligeramente azorado me ha preguntado que si lo había notado. ¡Cómo para no notarlo! Le he dicho que sí, que claro que lo notaba. Se ha disculpado y ha hecho amago de retirarse, pero yo le he apretado fuertemente contra mí. No quería que se fuera. Le he dicho que no se moviera, que me gustaba. ¡No sé qué me pasa! Sebas me hace perder la cabeza.

Después de varios minutos abrazados, que me han parecido segundos, Sebas me ha dicho que nos separáramos, que estábamos dando el espectáculo. Y era verdad. Lo besos y abrazos son normales entre las parejas que pueblan el campus, pero nosotros llevábamos lo que parecía una eternidad sin soltarnos. Uno de los compañeros de clase ha gritado que nos fuéramos a un motel y el resto de la gente que había por allí se ha reído. Que capullo. Un poco avergonzada lo he soltado y nos hemos ido al aulario. Vaya show.

Al poco rato ha llegado la profesora. Hemos entrado en clase y nos hemos sentado juntos, en nuestros sitios habituales. Las cosas vuelven a estar bien. Hemos pasado la clase entera haciendo manitas, y mientras, yo me he dedicado a revivir lo que acababa de pasar. ¡Qué fuerte! No sé bien como describir lo que he sentido cuando estábamos abrazados y he notado todo su miembro. La verdad ha sido una gozada. Tal vez Sara tenga razón. Tal vez debería lanzarme, pasar de todo, de prejuicios, de historias, y dejarme hacer, dejar que me hagan disfrutar. No sé, estoy confusa.

En fin, la mañana ha pasado como una exhalación y ahora estoy aquí, poniéndote al día. Me voy a comer algo, ahora volveré.

Mi madre ya se ha quedado tranquila al verme comer, pobre, estaba asustada. Además ya le he dicho que el viernes saldré de fiesta con mis amigas y que me quedaré en casa de Sara. Es la primera vez que miento a mi madre para estar con un chico. Lo he pasado fatal. Me temblaban las piernas. Pensaba que me iba a decir que no, que no podía, que la estaba engañando, que lo sabía todo. Pensaba que notaría mi mentira, que me descubriría. Pero no. Nunca he mentido a mi madre hasta ahora, y confía en mí. La verdad es que me sabe muy mal. Pero no puedo contarle la verdad, no lo entendería. Sara siempre me dice que mi madre es una mujer de otro tiempo, que parece del siglo pasado, que por eso yo soy así con los chicos, que por su culpa soy una reprimida. Puede ser que eso cambie.  La verdad es que hoy he sentido cosas que no había sentido nunca antes. Cuando Sebas se ha empalmado mientras me abrazaba solo me apetecía cogérsela, acariciársela, besársela. ¿Es eso malo? No lo sé. Siempre he pensado que lo que hacen mis amigas con sus novios, o a veces ni siquiera con sus novios, tan solo con sus amigos, está mal. Pero ahora ya no lo tengo claro. La verdad es que me apetece que sea Sebas el primero, y me estoy poniendo malísima solo de pensarlo. Tal vez si sea el momento. Tal vez si esté preparada. No lo sé. Me llaman, luego continúo escribiendo.

Buenas noches. Me voy a dormir. Hoy si dormiré bien, hoy descansaré. Me ha llamado Sebas, Me ha dicho que mañana fuéramos al cine por la tarde. ¡Le he dicho que sí! Lo estoy deseando. Buenas noches.

 

Querido diario…

Miércoles.

¡Joder! Ha sido espectacular. No sé por dónde empezar. Hoy ha sido un día genial. No he hecho nada sexual durante toda mi vida, hoy ha sido mi primera experiencia, y creo que pronto probaré muchas más cosas. Creo que ya estoy preparada. No entiendo como en tres días Sebas ha conseguido que cambie tanto. Supongo que porque le quiero. Pero joder. ¡No llevamos ni un mes saliendo!

No sé ni por dónde empezar. Esta mañana he ido a clase, como siempre, con él, pero es que eso no es lo importante. Lo bueno ha sido esta tarde. A ver si organizo mis pensamientos. ¡Si no ha sido nada! La verdad, estoy deseando más. Venga, va, a ver…. ¿Cómo ha empezado todo?

Al salir de clase me he venido a casa, he comido algo y me he tumbado en el sofá. No te he escrito nada, lo siento. Pero me apetecía descansar un poco. Llevo unos días muy agitados. Sebas ha pasado a por mí a eso de las 7 de la tarde con el coche de su padre. Me he subido a su lado y le he dado un beso. Creo que mi madre se ha asomado al balcón, me da a mí que no le hace ninguna gracia que me vaya al cine con un chico, y menos en coche. Supongo que se lo dirá a papá cuando venga, pero eso no me importa. Hoy no hay nada que pueda importarme.

Hemos ido al centro comercial, hemos dejado el coche en el parking y luego nos hemos dirigido al interior del recinto. Sebas ha insistido mucho en que yo eligiera la película. Me ha dicho que como él invitaba, lo justo era que yo eligiera la película. Pero a mí me daba igual. Yo solo quería estar a su lado, sentado junto a él, en una sala a oscuras. Al final no ha conseguido nada de mí así que le ha tocado a el decidir que película veríamos. No se como se titulaba, era una de terror, de asesinos y cosas de esas. La verdad es que no he estado muy pendiente… Sebas se ha acercado a la taquilla y ha comprado las entradas, luego, una vez dentro del cine ha comprado palomitas y un par de refrescos antes de dirigirnos a la sala.

Una vez dentro de la sala, nos hemos sentado al final, en una de las esquinas. La sala estaba bastante vacía. Es normal, no mucha gente va al cine un miércoles a las 8 de la tarde. Una vez acomodados en nuestra butaca yo me he acercado mucho a Sebas, y le he agarrado bien fuerte el brazo. Le he dicho que no se me iba a escapar, y que no hacía falta traerme a ver una película de miedo para que le cogiera fuerte. Sebas se ha reído con ganas. Menos mal que aún no había empezado la sesión. Unos minutos más tarde se han apagado las luces y ha empezado la película propiamente dicha.

A los pocos minutos de empezar la película ya estábamos besándonos apasionadamente, sin importarnos nada más que la compañía del otro. Sebas ha empezado a acariciarme lentamente la espalda con la mano derecha mientras que iba deslizando poco a poco su mano izquierda hacia mis pechos. Yo solo pensaba en que deseaba que llegar a ellos. Que me los acariciara, que me los apretara entre sus manos. Inconscientemente, sin saber muy bien cómo ni por qué he cogido su mano y la he conducido directamente hacia mis tetas. ¡Joder que gusto! No sabía que se pudiera sentir tanto simplemente con que te acariciaran los pechos. Nunca había dejado a nadie que lo hiciera, mis tetas no habían recibido más que algún roce casual y poco inocente de algún novio de juventud que había acabado llevándose un bofetón. Pero esto, ¡esto era totalmente distinto! He seguido besándole mientras me acariciaba y el muy listo ha metido su mano derecha bajo mi blusa, por detrás, y con un solo movimiento ha desabrochado mi sujetador. ¡Que carbón! Y me ha pedido que me lo quite. Le he dicho que no podía, que llevaba la blusa, pero me ha respondido que sí podía, que todas las tías sabemos quitarnos el sujetador por bajo de la camiseta. Yo a estas alturas ya estaba realmente excitada, y me apetecía que siguiera con sus masajes, así que he accedido,  Conforme he empezado a quitarme el sujetador, Sebas ha abalanzado sus dos manos sobre mis pechos. Le he dicho que me dejara, que no me lo podía quitar si sólo hacía que manosearme. Ha retirado sus manos y me ha dicho que en el momento quisiera que parara, sólo tenía que decírselo. “No quiero que pares, continua” le he contestado.

Me ha mirado mientras sonreía picadamente, lo cual me ha hecho ruborizarme, y me ha dicho que me quería. Y se ha vuelto a lanzar a acariciar mis pechos. Despacio, con ambas manos, deteniéndose en cada detalle. Mientras, yo, sólo hacía que disfrutar. Incluso se me ha escapado algún pequeño gemido. Mientras me acariciaba continuaba besándome con pasión hasta que de repente ha dejado de besarme, pero no de manosearme. Le he preguntado que porque no me besaba, y me ha contestado diciéndome que necesitaba la boca para otra cosa, que me iba a comer todas las tetas, que las iba a lamer de arriba abajo, que esas tetas ahora eran suyas. ¡Menos mal que el cine estaba casi vacío! Yo no he puesto resistencia ninguna y Sebas me ha levantado la camiseta mientras se lanzaba a besar y lamer mis pechos. La sensación era deliciosa. Me chupaba, me lamia, se entretenía mordisqueando mis pezones. Una locura.

En ese momento me he dado cuenta de que él me estaba haciendo disfrutar pero que yo no le estaba correspondiendo. Pobre. Pero eso se iba a acabar. Yo quería corresponderle. Así que he bajado mi mano despacio, la he pasado entre nuestros cuerpos hasta descansarla encima de su pierna. Poco a poco la he ido moviendo hasta agarrarle el miembro completamente. Sebas ha soltado un suspiro que creo que todos los de la sala han podido oír. La notaba hinchada, la notaba gorda y grande dentro de sus pantalones. Le susurré al oído que había estado deseando agarrársela desde que noté ayer su erección en la facultad. Él me contestó que lo de ayer no era nada comparado con lo de hoy, y que si quería que se la agarrara, que la sacara de los pantalones y que hiciera con ella lo que quisiera, que era toda mía.

Estaba súper excitada, nunca había estado tan excitada, y entonces Sebas se ha bajado la cremallera del pantalón, y luego ha retirado ligeramente el boxer para permitir que aquella cosa saliera fuera. La verdad es que no tengo con que comparar, pero a mi me parece enorme. En cuanto la he visto fuera la he rodeado con mi mano y he empezado a acariciarla. Tengo las manitas pequeñas, pero es que casi no podía rodearla. Y de largo, joder, harían falta tres o cuatro manos mías para cubrirla de arriba abajo. No sé si es normal o no, pero sólo de pensar que eso pueda penetrarme algún día me da un pánico. ¡Joder, si me mete eso me voy a romper!

No sabía muy bien que hacer con eso, así que he empezado a acariciarla y a subir y bajar lentamente la mano, como me imagino que funciona eso. La verdad es que soy súper inocente en todo esto. Sebas derepente, ha bajado su mano a mi entrepierna y ha empezado a acariciarme. Como llevaba unas mallas ajustadas notaba absolutamente toda su mano, y me he empezado a mojar. A mojar mucho. ¡Joder como lo he disfrutado, ahora entiendo lo que me decía Sara! Sebas me ha pedido que le hiciera una buena paja. No sabía cómo hacerlo bien, así que le he preguntado. Me ha contestado que fuera subiendo y bajando el pellejo de la polla lentamente, simulando el coño de una mujer. He hecho lo que me pedía y al cabo de un momento él ha introducido su mano bajo mis mallas y bajo mis bragas mientras ha empezado a acariciarme tiernamente. Me ha pedido que me abriera de piernas y yo le he obedecido. Estaba tan caliente que hubiera hecho cualquier cosa que me dijera. Si en ese momento me hubiera dicho que me tumbara que me la iba a meter, no lo habría dudado ni un momento. Creo que ya estoy preparada. El viernes voy a dejarle que haga conmigo lo que quiera.

He continuando pajeándole mientras el acariciaba todo mi sexo. Era increíble, he disfrutado como nunca. Al cabo de un rato Sebas me ha dicho que se iba a corre. Le he preguntado que qué hacía, que no sabía como actuar. “Chúpamela” me ha respondido. Le he dicho que no sabía cómo, que no tenía idea. “Sólo continua pajeándome igual mientras me la lames” Y dicho y hecho. Me he agachado sobre su erecta polla y he empezado a acariciarla con la punta de la lengua mientras continuaba con el movimiento de sube y baja manual. Poco a poco he empezado a tener más confianza y a lamer toda la punta como si fuera un chupa-chups. Sebas se ha ido tensando, notaba como suspiraba cada vez más, hasta que al final ha empezado a correrse. Joder, me ha llenado la cara de lefa, la cara y la boca. He saboreado todos los chorretones que han acertado dentro de la boca, y me ha encantado, estaba salado, pero a la vez era como miel. Sin saber muy bien por qué, he bajado la cabeza y le he lamido todos los retos que le quedaban en la polla. Después me he levantado, y el me ha limpiado la cara con un pañuelo. Una vez relajado me ha dado un beso enorme y me ha dado las gracias. Le he preguntado que qué tal lo había hecho. “Muy bien, gatita, muy bien para ser la primera vez, me has hecho disfrutar mucho, pero la próxima vez no te limitaras a lamer, te la comerás toda.” Esas palabras suyas me han excitado. Le he dicho que ya estaba preparada, que me follara cuando quisiera. Me ha contestado que hoy no, que lo haría el viernes. Que estuviera preparada para el viernes.

Después de eso me ha traído a casa y ahora lo escribo todo. Deseo que llegue el viernes. Ya estoy preparada, quiero, no, necesito que me introduzca esa polla dentro. A la próxima que le toca disfrutar es a mí, ya estoy lista.

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