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Las tangas de la becaria

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Ella tiene 33 años, de piel morena, cabello lacio, ojos cafés, cuerpo delgado, senos pequeños y piernas largas, tal vez nada fuera de lo normal, sin embargo, tiene algo que me excita enormemente.

Ella llego a mi oficina como becaria como algunas otras chicas a lo largo de mi vida laboral, normalmente no me llaman la atención como Fátima, al principio lo que más me gustaba de ella eran sus jeans ajustados, de esos que te dejen ver perfectamente sus nalgas, y para un fetichista como yo lo primero que viene a la mente es que tipo de ropa interior usara, tal vez por esa inquietud fui acercándome cada vez más a ella, hasta el grado de hacernos muy buenos amigos, yo sabía que ella era una mujer casada e incluso tenía un par de hijos, y para ser sinceros la única vez que sutilmente le insinué algo ella no me siguió el juego.

A pesar de eso seguimos llevándonos cada vez mejor, al grado que comenzamos a platicar de nuestras rutinas diarias, para ser sinceros me importaba poco su vida, sin embargo yo sabía que eso me daría puntos para seguir intentado tener sexo con ella, hasta que un día en una de esas platicas ella me comento que casi a diario usaba tangas y en su mayoría de encaje, en ese momento sentí una tremenda erección e incluso supe que mi pene ya estaba lubricado, ella seguía hablando de otras cosas y yo lo único que podía pensar era que tipo de tanga tendría puesta en ese momento.

Desde aquel día nada fue igual, Fátima se convirtió en mi ayudante preferida, incluso coloque su escritorio en mi privado inventando algún buen pretexto para que no se negara, por supuesto mi única intención era poder ver sus hermosas nalgas apretadas en esos pantalones ajustados, una de mis técnicas preferidas era tirar al suelo algo para que ella lo levantara y mirar su espalda baja cuando se agachaba para intentar ver su tanga saliendo por encima del pantalón, algunas veces sobre todo cuando usaba pantalones sin bolsas traseras y observando con mucha atención pude distinguir las marcas de la tanga, en otras ocasiones solía pararme atrás de su silla lo cual me permitía ver por encima de su escote y pude darme cuenta de que sus brasieres favoritos eran de encaje y color negro, lo cual me excitaba demasiado al grado de tener que masturbarme en el baño.

Las tangas de Fátima se convirtieron en mi obsesión, como todo buen fetichista a diario solo podía imaginarme entrando a su casa, hurgando en su ropa sucia y encontrar el paraíso entre tangas y brasieres, incluso recuerdo muchas veces haber tenido sexo en mi escritorio con mi novia imaginándome que eran los jugos de Fátima los que inundaban mi boca y su vagina que la llenaba de semen por supuesto sin quitarle la tanga.

Cierto día Fátima me solicito permiso para recorrer su horario de trabajo una hora, yo no tenía problema al respecto sin embargo al preguntarle el porqué, me comento que tenía planeado asistir al gym que estaba cerca y después venir a la oficina, por supuesto le concedí el permiso y así sucedió, durante la primer semana que comenzó su rutina yo pude observar que su bolso era más grande del que normalmente llevaba, cuando le pregunte al respecto me respondió que ahora llevaba una toalla y su ropa deportiva, cuando escuche eso lo primero que me vino a la mente era si también se cambiaba de ropa interior, y por supuesto tenía que averiguarlo, ese mismo día busque algún pretexto para que saliera de la oficina por un rato y así pudiera hurgar en su bolsa para ver si por fin hacia realidad mis fantasías fetichistas con la ropa de Fátima.

Cuando ella salió de la oficina puse seguro a la puerta de mi privado y acto seguido coloque su bolsa en mi escritorio, para ese momento mi pulso comenzó a acelerarse imaginándome lo que me esperaba, al abrir su bolsa lo primero que encontré fueron objetos de uso personal, como maquillaje y algún peine entre otras cosas, trata de memorizar el acomodo de toda para que cuando regresara no notara que alguien había registrado su bolsa, justo al fondo pude ver una toalla doblada así que me apresure a sacar todo lo demás hasta llegar a ella, lentamente la saque y pude ver que abajo de ella había un rollo de ropa, tal vez por mi obsesión con Fátima o simplemente por mi fetichismo el olor de su sudor en la toalla al contrario de desagradarme me éxito tremendamente al grado de sentir como mi pene estaba a punto de reventar el pantalón, pero aun venia lo mejor, desenrolle poco a poco lo que resultó ser un pants de licra de esos ajustados y adentro una blusa de la misma tela, sin embargo, el premio estaba justo ahí, dentro de la blusa que también era un rollo encontré un top de los deportivos, color rosado con líneas en color negras en los bordes y justo adentro de ese top lo que tanto tiempo llevaba deseando, mi mayor fantasía hasta el momento estaba por cumplirse, una hermosa tanga del mismo color con las mismas líneas color negras a las orillas, para ese momento ya no pude soportar más y rápidamente y como desesperado comencé a masturbarme, mi pene estaba completamente lubricado y podía sentir como palpitaba, quise disminuir la intensidad para disfrutar un poco más, primero tome el top que aún estaba empapado en el sudor de Fátima y comencé a disfrutar de ese rico aroma, sin embargo sabía que no podría más, busque rápidamente el puente de la tanga y aún caliente por su sudor lo lleve a mi nariz, ahí estaba ese exquisito aroma a intimidad a fluidos a sudor a vagina a sexo, solo podía imaginarme entre las piernas de Fátima haciendo a un lado esa tanga para hurgar con mi lengua dentro de su jugosa vagina y llenarme con su sabor, me perdí en la excitación y no pude más, mi pene reventó en chorros de semen y me perdí por unos instantes. cuando reaccione comencé a guardar todo, pero recordé que apenas unas horas antes esa tela había estado metida en el culo que tanto deseaba chupar y lamer me hizo tener otra erección y decidí seguir disfrutando del aroma más íntimo de Fátima al menos un par de veces más.

La mejor parte es que a pesar de que hasta la fecha aún no logro tener sexo con Fátima, regularmente puedo disfrutar de sus tangas recién empapadas de sudor y al parecer una que otra vez de sus fluidos, hasta ahora puedo decir que he disfrutado con la mayoría de su ropa interior y la verdad es que al contrario de aburrirme cada día la deseo más, solo puedo imaginarme a Fátima terminando en mi boca para poder disfrutar de todos los jugos de esa vagina que tanto deseo.

(8,00)