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Esperar hasta el tope…

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En aquel momento tenía 19 años recién cumplidos, nunca antes había sentido tanta atracción sexual por un hombre mayor que yo, pero él era diferente, se trata de un hombre blanco, muy blanco, como me gusta, con un cuerpo para mí bastante atlético, unas manos fuertes que ha sabido utilizar como si hubiese hecho un curso para ello, claro, la experiencia se nota. Yo, como lo he manifestado en otros relatos, soy una mujer blanca, no muy alta, delgada con cintura pequeña y senos pequeños y muy firmes, con una forma, modestia aparte, bastante armoniosa y una cara que, si me conociesen, ni en el más lejano sueño sabrían de mis alcances sexuales.

Desde hacía un tiempo había jugado a excitarlo, mandándole fotos demasiado sugestivas, utilizando ropa con transparencias que dejasen ver mis senos...finalmente llegó el día, nos encontramos, desde que atravesé la puerta sabía el alcance de su deseo, y por supuesto, del mío... de un solo empujón me puso contra la pared, me cogió con sus manos fuertes haciéndome sentir completamente suya, me agarró del cuello y me puso de rodillas frente a su pene, grande, casi a punto de salir de su pantalón, yo, estando sujeta a sus órdenes deseaba ansiosa el momento en que por fin saliera aquella que yo tanto deseo, y que hasta ahora de solo pensarlo, me pone de un deseo terrible...

En fin, entre tanto me sacó a tirones la ropa, me agarraba del cabello y yo solo deseaba probar por fin su boca y su lengua dentro de mí, y claro, su miembro... por fin llegó el momento, estábamos completamente desnudos, yo, excesivamente mojada esperando simplemente que entrara su pene en mi para estallar en un solo orgasmo, siguió haciéndome esperar, me ordenó que me masturbe y disfrutó viéndome, a la menor insistencia porque me penetrase me reprendía, y eso me ponía más y más caliente.

Al final, me penetró, me puso en cuatro y mientras me lo metía me daba nalgadas, cada vez estaba más caliente, buscaba estar más cerca de él alzando mi espalda, para que también pueda apreciar mi cintura, misma que tenía agarrada con una de sus manos, y con la otra mi cuello y me halaba el cabello, cada vez sentía su pene más adentro, hasta que tuve mi orgasmo, y el, casi al tiempo tuvo el suyo dejándose derramar en mi espalda, casi tan blanca como su semen…

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