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El mejor sexo anal de mi vida

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Hola, esto me pasó cuando apenas tenía 22 años, o sea hace ya 1 década, en ese entonces yo aún me encontraba viviendo en la ciudad de México. Un sábado por la tarde recibí la llamada de un muy buen amigo mío, y me pidió por favor que lo acompañara a la inauguración de un nuevo bar gay, ya que no quería ir solo. Yo acepté, el quedó de pasar por mí a mi casa a las 9 de la noche, así que me metí a bañar, me asee muy meticulosamente a pesar de que sabía que no iba a tener acción esa noche, como sea ya era costumbre mía, me vestí normal, como acostumbro, o sea jeans, botas, camiseta blanca, y una chamarra de mezclilla, me puse bastante perfume y me maquillé solo un poco y al cuarto para las 9 ya estaba lista para salir.

Mi amigo llegó muy puntual en su auto y nos fuimos al mentado bar, donde a pesar de que había un considerable número de personas, no tuvimos problema alguno para ingresar. El lugar estaba bastante bien, oscuro pero no demasiado, música bastante aceptable y un ambiente festivo en general muy agradable. Después de beber un par de sodas, mi amigo y yo nos pusimos a bailar en la pista y el rápidamente encontró pareja y se distanció un poco de mi. Entonces hallándome sola, pues me puse a bailar y a disfrutar el ambiente. En eso estaba cuando de repente sentí claramente como un hombre se me pegó por detrás y me arrimó su verga. Yo voltee a verlo como para que se diera cuenta de que era una mujer, pero pareció no importarle porque me tomo por las caderas y me arrimó más su verga y la empezó a mover al ritmo de la música. Como la verdad yo estaba sintiendo riquísimo, pronto comencé a excitarme, no tardé en darme cuenta que el tipo ese tenía un pito gigantesco, y cada vez que lo chocaba con mis nalgas yo sentía como se le iba poniendo más y más duro.

Entonces, llegó un momento en que no pude aguantar más mi calentura, así que llevé mi mano derecha hacia mi trasero y cuando sentí su tronco en mi mano lo agarré y lo apreté fuerte mente y lo jalé de modo que me siguiera hacia los baños. Entramos en los baños para hombres, que afortunadamente estaban vacíos y nos metimos en una de las cabinas de los sanitarios, cerré bien la puerta y como esta zona estaba mucho mejor iluminada, sin dejar de acariciarle la verga pude ver bien al hombre, era blanco, al menos 15 cm más alto que yo, un poco fornido y su cabello ya pintaba algunas canas, cosa que me pareció por demás sexy. Entonces, él, sin decir nada, me tomo por los hombros y me empujó hacia abajo, yo entendiendo bien sus intenciones me arrodillé, le desabotoné el pantalón, le bajé el zipper y le bajé los jeans hasta los tobillos y metí mi mano a través de la abertura de sus boxers y sentí su verga, tiesa y caliente, la saqué y vi el pene más grande y hermoso que jamás he tenido en mi vida. Le medía al menos 30 cm, grueso, venudo, completamente recto y circuncidado, y tenía depilada toda la zona genital, en fin, era el prototipo de pene perfecto para mi. Se lo estuve acariciando un momento, disfrutando de la vista de aquel maravilloso pedazo de carne, pero no aguante demasiado, las ganes eran demasiadas, así que sin pensar en las consecuencias lo puse dentro de mi boca y lo empecé a mamar como nunca había mamado una verga. El sabor era absolutamente delicioso, yo lo chupaba con mi lengua, lo metía y lo sacaba lo más que podía en mi boca, aunque por su tamaño, no me entraba ni la mitad tal vez, cuando me cansé de la mandíbula, lo saqué y me puse a recorrerlo con mi lengua, se la pasaba de arriba a abajo, desde la base del pene hasta l punta, y succionaba su glande y escuchaba como él gemía de placer, pero sin decir nada. Entonces le bajé los boxers y le comencé a chupar los testículos, los metía en mi boca (apenas cabían), entonces me volví a meter su pito en la boca y se lo mamé de manera frenética, mientras me devoraba su espectacular trozo no dejaba de acariciarle los huevos, se los apretaba y el gemía de placer. Algo que me agradó mucho fue que en ese momento él me dejó tomar el control, no se movía para nada y dejaba que fuera yo la que llevara el ritmo de la mamada, no intentó metérmelo hasta la garganta ni nada por el estilo, y sé que él lo estaba disfrutando muchísimo. Era tal la delicia de su verga, que ni siquiera me había acordado de tocarme a mi misma ni dedearme ni nada, estaba disfrutando demasiado esa mamada, no podía pensar en nada más.

Y pues, yo seguía en lo mío, chupándole la verga como desesperada, cuando sentí que él me tomó por la cara, sacó su pene de mi boca, me tomo de los brazos y me jaló hacia arriba, entonces me paré de frente a el y justo cuando iba a intentar besarlo, me giró hasta que le día la espalda, me desabotonó el pantalón y de un solo movimiento bajó mis jeans y mis calzones hasta mis tobillos, con un leve golpe en mis muslos me indicó que abriera las piernas y las abrí lo más que mis pantalones me lo permitieron, me tomó por la nuca y la empujó delicadamente hacia enfrente, de manera que quedé inclinada frente a él, yo me sostuve del borde de la mampara que divide los baños y entonces sentí como su pene rozaba mis nalgas, lo sentía muy húmedo y el saber que esa humedad era mi saliva me excitó aún más, entonces él empezó a frotarlo de un lado a otro de mi trasero, luego lo puso entre mis nalgas y lo subía y lo bajaba, yo sentía riquísimo, estaba ardiendo en lujuria, y honestamente para este momento de mi vida yo ya tenía muchísima experiencia en cuanto a sexo anal, así que moría de ganas de que ya me lo enterrara en el culo. Y entonces me di cuenta que nunca me habían metido una verga tan enorme por el ano. Y mientras pensaba en eso, él puso su mano frente a mi boca haciendo forma de cuchara, así que junté saliva y la escupí en su mano, él la tomó y con mucho cuidado la embadurnó por todo mi ano, y de inmediato puso la punta de su pene en el y lo empezó a empujar lentamente. Y la verdad es que lo siguiente que pasó no fue del todo agradable, ya que cuando sentí que la punta de su pene comenzaba a entrar en mi ano, me empezó a doler, y mientras más entraba más me dolía, sentía agónicamente como cada centímetro de su pene se deslizaba a por mi esfínter y a través de mi recto. El dolor se estaba volviendo insoportable, le pedí que se detuviera, pero no me hizo caso y siguió metiéndomelo lentamente. Empecé a sudar muy frio y me temblaban las piernas, sentía que me iba a desmayar del dolor, cuando en eso sentí como su pelvis chocó con mis nalgas, significaba que ya me la había clavado completa. En ese momento yo estaba casi en estado de shock, si bien mi excitación era enorme, el dolor que esa verga me provocaba era demasiado, tenía ganas de salir corriendo pero mis piernas no respondían, estaba literalmente empalada, entonces el comenzó a masajear mis nalgas y a sacar lentamente su verga, no sacó ni la mitad cuando la empezó a meter de nuevo, y así, muy lentamente empezó a moverse. Yo aullaba del dolor, y trataba de contener el llanto con todas mis fuerzas, y después de un par de minutos de dolor insoportable, justo cuando me iba a romper a llorar como una niña, el dolor comenzó a disminuir lentamente y el placer hizo acto de presencia. Yo supongo que él se daba cuenta de mis reacciones, porque conforme me tranquilizaba y el dolor disminuía, él iba aumentando el ritmo poco a poco.

Y como les dije, mientras menos me dolía más rico sentía, la verdad es que nunca dejó de dolerme del todo, pero si llegó un momento en que el placer comenzó a dominarme, casi sin darme cuenta, él se había quedado inmóvil de nuevo y era yo la que empujaba mi culo contra su verga, él estaba estático y era yo la que me ensartaba y me zafaba de aquel fierro maravilloso. El mundo se me olvidó y empecé a emitir gemidos de placer, que pronto se convirtieron en gritos desaforados, no sé si alguien me escuchó afuera y no me importa si así fue. Yo lo estaba disfrutando demasiado, más que nunca antes. Entonces sentí que me tomaba por las caderas y él comenzó a llevar el ritmo de nuevo, entonces se inclinó sobre mi, metió sus manos por debajo de mi blusa, levantó mi brassiere y comenzó a acariciar mis senos. Los apretaba y los soltaba, pellizcaba mis pezones y los retorcía cuidadosamente, los apretaba con la yema de sus dedos y luego los apretaba para que se pusieran duros de nuevo, todo esto sin dejar de meter y sacar su verga de mi culo. La verdad no se cuanto tiempo pasó, pero si sé que fue un muy buen y largo rato, un par de veces sacó su verga para lubricarla con mi saliva, y me la volvía a meter completa de un solo golpe, lo cual me sacaba un gritito de dolor, pero el placer seguía siendo enorme, y mientras me lo seguía metiendo y sacando con gran intensidad, sentí el primero de los 3 orgasmos anales que tuve ese día, fue absolutamente mágico y maravilloso.

Repito, no sé cuánto tiempo pasó, pero cuando yo ya estaba orgasmeada del culo y completamente empapada en sudor, el me sacó la verga, me giró de frente a él y me hizo que me arrodillara de nuevo, cuando tuve su pito frente a mi cara de nuevo él se la empezó a jalar, entonces yo abrí la boca lo más grande que pude y en unos cuantos segundos eyaculó un enorme torrente de semen espeso y caliente que fue a dar dentro de mi boca, sentí como caía en mi lengua y lo empecé a saborear, era delicioso, el semen más sabroso que he comido en mi vida, pero no era todo, entonces cual manguera de bomberos, apuntó su pene de forma que 4 chorros increíblemente caudalosos se repartieron entre mi frente, mi nariz y mis mejillas, entonces él me puso de pie y mientras se subía los pantalones y se los abrochaba me dijo, con un muy marcado acento español: "tienes un culo de puta madre, si fueras macho me casaría contigo ahora mismo". Entonces terminó de acomodarse la ropa, se limpió un poco el sudor de la frente y salió del baño. Yo como pude, pues me invadió una temblorina casi incontrolable, me subí los calzones y el pantalón, los abroché, salí y me miré al espejo, tenía la cara completamente cubierta de semen y este había empezado a escurrir en mi ropa. Increíblemente seguía excitada, así que en lugar de lavarme la cara, solo me quedé contemplando mi rostro cubierto de mi líquido favorito.

Y cuando la excitación comenzó a bajar, me di cuenta de lo que había hecho y del riesgo en el que había puesto mi vida, así que me invadió una sensación de miedo, preocupación y vergüenza, y salí corriendo del baño, atravesé la pista de baile tratando de que nadie me viera la cara y abandoné el lugar y tomé un taxi a mi casa. Mientras iba en el taxi le mandé un mensaje a mi amigo, diciéndole que me había marchado con una conquista, que estaba bien y que luego lo veía. Cuando llegué a mi casa me fui corriendo al baño, miré una última vez el semen sobre mi rostro y me metí a bañar.

Al lunes siguiente de la verguiza que me dieron, me reporté enferma a mi trabajo y fui corriendo a hacerme análisis de sangre. Mientras esperaba los resultados me di cuenta que la mejor de las cogidas no vale la pena por el miedo e incertidumbre que provoca el no cuidarse. Afortunadamente el español vergón no me contagió nada, salí absolutamente limpia y la tranquilidad y el alma me regresaron al cuerpo.

Hoy en día recuerdo con mucho cariño y excitación esa experiencia en los baños (de hecho estoy sumamente mojada al momento de escribir esto) pero no deja de pasarme por la mente el peligro real en el que me puse. De verdad y de todo corazón les aconsejo una cosa, follen todo lo que quieran y con quien quieran, pero SIEMPRE cuídense y cuiden a sus parejas.

Eso es todo, díganme si les gustó mi relato, los hombres díganme si provoqué que se les pusiera dura la verga, sería un honor para mí saber que se la jalaron leyendo esto y pensando en mi, díganme cuantos chorros de semen saqué. Nos leemos pronto, los quiere Amy.

(9,19)