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Desafío de galaxias (capitulo 41)

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Marisol se encontraba trabajando en su despacho con Anahis e Hirell, revisando una montaña de informes, cuándo Marión entró y cerró la puerta tras ella.

—Tengo el último informe de inteligencia, —dijo sentándose en una silla y activando una tableta que traía con ella— y me lo ha traído Taxins, personalmente.

—¿Dice algo importante? —preguntó Marisol frotándose los ojos con aire cansado.

—Es una actualización de la estimación total de fuerzas enemigas, —contestó con cara seria y preocupada— y una proyección de futuro.

—¿De futuro? —preguntó Marisol recostándose en el respaldo— ¡Joder nena!, la mía es ir disminuyendo esa cifra según nos los vamos cargando.

—No bromees anda, que esto es serio, —Marión seguía seria.

—¡A ver Hirell! ¿Qué le has hecho a mi segunda al mando, que está en modo asqueroso?

—¡Yo, nada! Estaba bien, —contestó Hirell, y levantando dos dedos añadió—: palabrita de Niño Jesús.

—¡Vale, muy bien! Cuándo queráis…

—¡Vamos a ver si dejamos de hacer el tonto! —intervino Anahis y mirando a Marisol añadió—: y tú deja de meterte con ella.

—Mi amor, que yo…

—¡Qué he dicho que se ha acabado! —y mirando a Marión—.Venga cariño ¿qué dice el informe?

—No sé como puedes llamar cariño a está… raspa, —dijo de nuevo Marisol.

—No la hagas caso, y dinos que dice el puto informe de una vez, —insistió Anahis.

—Inteligencia cifra el total de fuerzas de infantería en dieciocho millones…

—¡Cómo que dieciocho! —la interrumpió Marisol incorporándose: las bromas se habían acabado—. Hace tres semanas eran once millones. ¿De dónde cojones han salido esos siete de más?

—Taxins apunta a dos factores: la primera, que parte ha entrado a través del portal en los últimos días para reforzar la ofensiva contra Ikoma Tome, y la segunda, que están entrenando tropas aquí mismo. ¿Recuerdas que hace unos meses, los reconocimientos descubrieron unas instalaciones en el sistema Arthangay y que no sabíamos para que las utilizaban? Pues ya lo sabemos, Inteligencia lo ha confirmado: son campos de entrenamiento.

—Si no recuerdo mal, había… ¿seis?

—Si seis, —confirmo Anahis.

—Inteligencia cree que uno de ellos es naval, el resto de infantería.

—Quiero que se monitorice permanentemente esas putas instalaciones, —ordenó Marisol.

—Taxins ya está en ello, ha ordenado a J. J. que instale equipos fijos, —dijo Marión.

—Además, ¿para que quieren un campo de entrenamiento naval? Sus naves venían del otro lado con sus tripulaciones, —razonó Marisol—. A no ser que…

—No hay constancia de que construyan naves en este lado.

—El informe apunta también que las fragatas bulban pueden pasar de siete mil, y los transportes, alrededor de mil quinientos, pero es una conjetura.

—¿Mil quinientos transportes? esa cifra no cuadra con la infantería, —afirmó Marisol haciendo cuentas mentalmente—. Esto es muy grave, significa que la colonización está mucho más avanzada de lo que creíamos, puesto que ya preparan sus propias tropas a partir de los colonos que ya están instalados, y si además están construyendo naves… sin contar que deben tener tropas escondidas de las que no tenemos noticias.

—Hay más, Taxins ha descubierto una instalación de la que no se tenía noticias, en una de las lunas de Arthangay 4, en la zona oscura del satélite. Está muy protegida y cree que es una fabrica de armas.

—Tiene sentido, si ya preparan sus tropas aquí, necesitan armarlas, —razono Anahis mientras todos asentían.

—Si, pero me interesa más confirmar lo de las naves, que Taxins lo haga una prioridad.

—Hablaré con él.

—Hirell, —dijo Marisol mirándole— comunícame con Loewen y Opx, y con Pulqueria y Oriyan, de dos en dos y por ese orden. Luego habla con la secretaría del presidente para ver cuándo puedo comunicar con él, creo que está de visita por los nuevos asentamientos kedar en el 73. Anahis, habla con los de Rulas 3 y mételes prisa, y luego con los complejos de armas principales, y avísales, de que es muy posible que tengan que aumentar la producción, pero que no hagan nada hasta que tengan la autorización federal. Habla también con los astilleros de Raissa y de aquí, de Mandoria, quiero un informe de situación a día de hoy, —Marisol se levantó, al igual que los demás, y aproximándose a Marión la besuqueo mientras la abrazaba— y tú… raspa, habla con el nuevo jefe de intendencia y respírale en el cogote, que está muy verde.

—¿Sabes que te odio?

—¡Que me vas a odiar, si me quieres un huevo! Como yo a ti, —y añadió mientras la seguía besuqueando—: habla también con los cancilleres, hay que aumentar el esfuerzo en el reclutamiento, pero no lo hagas antes de que informe al presidente. Hirell te avisara… pero no te lo folles cuándo lo haga, dale un respiro al pobre, —y antes de que reaccionara, salio rápido del despacho dejándola con la boca abierta.

 

 

Los vórtices se abrieron a escasa distancia de la órbita estándar de Orhon Mutsu 3, el único planeta habitable de este sistema de la Confederación Gerede Mutsu. Por él, como avispas furiosas, aparecieron las naves federales que atacaron directamente uno de los flancos de la formación naval bulban, que muy agrupadas, mantenían la vertical sobre su infantería. Varios cientos de torpedos y más de dos mil misiles, comenzaron a impactar mientras desde el puente de su fragata insignia, Loewen, dirigía las operaciones.

—Blanco fijado para el MARK-5, almirante, —anuncio el oficial de armas de la nave.

—Dispare, —ordenó Loewen, y el torpedo partió hacia su objetivo, entrando a baja velocidad por entre las naves enemigas buscado su blanco gracias a su tecnología de navegación de crucero. Se produjo la explosión que no fue muy espectacular, e inmediatamente, cuándo se activaron los gravitones, las fragatas bulban comenzaron a ser atraídas hacia el punto de detonación: hacia la singularidad gravitacional artificial. El desconcierto cundió entre el enemigo que no sabían que estaba aconteciendo, cuanto más naves caían en la trampa. Las naves más alejadas del epicentro, luchaban, con los propulsores a plena potencia sobrecargando los reactores, intentando zafarse de la terrible atracción que los arrastraba. Medio centenar de naves lo consiguieron, pero pocas escaparon al ataque de las fragatas federales que, vigilantes, las cazaban sin contemplaciones sin cruzar en ningún momento la zona de peligro.

Un segundo grupo de vórtices se abrió, y llegaron los transportes federales que inmediatamente y sin pausa comenzaron a descender sobre la superficie del planeta. En la segunda oleada llego Opx que rápidamente se puso al frente de las operaciones desplegando en orden de batalla a parte de su ejército. Unas horas después, los dos jefes militares se reunieron mediante video enlace con Marisol, que seguía, en tiempo real, los acontecimientos desde el Cuartel General en Mandoria.

—Cariño, se confirma: los bulban se han dado prisa en evacuar todas las bases del planeta, —informó Opx, cariñoso como siempre—aquí, solo han dejado unas treinta divisiones, que me van a durar “na y menos”. De hecho, solo estoy desplegando a parte de las fuerzas.

—Si, ya lo he visto, —dijo Marisol—. Y parece que la flota enemiga está igual.

—Si, —contestó Loewen— y gracias a eso hemos atrapado a casi toda su flota con el MARK-5 y nuestras naves no han sufrido daños.

—¡Estos cabrones no saben cómo dar por el culo! —exclamó Marisol— quería propinarles un golpe moral con la conquista de está posición, y los hijos de puta se largan. Cada vez los odio más.

—Cariño, no te preocupes, se lo daremos en Trumzely Prime.

—No es lo mismo, allí nos van a ver llegar y va a ser jodido de cojones, —dijo apesadumbrada.

—Siempre queda la posibilidad de que se te ocurra alguna idea brillante, —bromeo Loewen—. ¡Venga tía! No te agobies, hace seis años lo teníamos todo perdido y mira donde estamos ahora. Además, tenemos un arma que casi puede ser definitiva.

—No sé, yo no diría tanto, —a Marisol se la veía de bajón— esos hijos de puta se adaptaran, como siempre hacen.

—¡Oye Marisol! —la espetó Loewen con suavidad— no te permito que te desmoralices, a ver si te voy a tener que dar dos espadazos en el trasero, como la primera vez que nos vimos.

 ¿Le has dado dos espadazos en el culo a Marisol? —preguntó Opx a Loewen— Y que tal, ¿mola?

—¡Joder Opx, no empieces! —exclamó Marisol mientras Loewen se mondaba de la risa.

—¡Joder tía! Yo también quiero…

—¡Ni lo pienses!

—¿Pero por qué?

—¡Por qué no, tío! Dáselos a Leinex.

—Casi prefiero que me los de él a mí, —afirmó Opx simulando pluma. Loewen no lo pudo remediar y soltó una carcajada mientras Marisol le miraba con los ojos como platos. Al final, no tuvo más remedio que echarse a reír.

—¡Al final lo has conseguido, tío! —exclamó Loewen cuándo se recuperó de las risas, mientras se secaba las lágrimas con uno de esos pañuelos de telas que solo ella usaba— has conseguido que se ría.

—No se me resiste, me come de la mano.

—Mira Opx, vete a tomar por el culo, anda, corre, —dijo Marisol sin parar de reír, pero lo pensó mejor—. ¡Bueno no!, que si te mando ahí, tú te vas, ¡joder!

—Por supuesto!, cariño, por supuesto: siempre a tus ordenes mi señora.

—¿Seguimos sin noticias de Bertil? —preguntó Loewen cambiando de tema—. ¿En el Ares no saben nada?

—Todavía están lejos del repetidor y no lo estarán hasta dentro de dos semanas en el mejor de los casos. Por el momento todo sigue tranquilo en la zona del portal. Esperemos que lo logren, pero, no se…

—¡Eh!, ¡eh!, tía, a ver si te va a entrar otra vez la “depre”, que ya tengo el repertorio muy justo.

—No nene, solo intento ser realista. En fin, en los próximos días, si surge algo urgente dirigiros a Marión, el presidente me ha liado para que asista a los debates en Edyrme.

—¿Qué vas a participar en los debates? —preguntó Opx—. Me voy contigo, eso no me lo pierdo.

—¡Una leche! Tú a lo tuyo: a matar malos. Solo me faltaba aguantar tus gracias allí.

—¿Qué postura vas a adoptar en los debates, Marisol? —preguntó Loewen.

—El presidente y yo coincidimos…

—Como casi siempre, —apunto Opx.

—Si, la verdad es que sí. Pues eso, que tenemos la misma postura.

—¿Qué es?

—No queremos eliminarlos, el presidente prevé la posibilidad de una rendición cuándo lo vean todo perdido. Eso ahorraría vidas, por ambas partes, y recursos de todo tipo.

—Me perece bien, —dijo Loewen sonriendo— pero cuándo se rindan, si se rinden, ¿qué tenéis pensado?

—El presidente quiere crear una Reserva Federal Bulban en algunos sistemas del Sector 26.

—¿Cómo si fueran un estado independiente? —preguntó Opx frunciendo el ceño.

—Si, pero sin derechos políticos. Estarían bajo supervisión federal constante y se intentaría que fueran autosuficientes enseñándoles a cultivar y tal, ya sabéis, ganadería, pequeñas manufacturas, esas cosas.

—Tú sabes que lo que decidas, a mí me parece bien, dicho esto, te diré, que no veo a esos cabrones cultivando lechugas, —afirmó Opx.

—Mira tío, nos hemos cargado en Magallanes a casi noventa mil millones de civiles, y te digo de verdad, que ya está bien de genocidio, y si puedo evitar aumentar esa cifra, lo voy a intentar.

—Tienes mi apoyo sin reservas, —afirmó Loewen.

—¡Joder y el mío!, solo digo lo que digo, que no los veo…

—Pues tendrán que aprender, no van a tener otra opción, —le interrumpió—. De todas maneras, la cosa está muy pareja, por eso el presidente me ha pedido que eche una mano. Que fácil es apoyar ciertas medidas cuándo es otro el que aprieta el botón.

—¿Que tal van las cosas en el 73? —preguntó Loewen cambiando de tema.

—Bien y mal. Bien porque lo que teníamos previsto está cumplido, y mal porque siguen llegando refugiados a la zona del Ares, si seguimos así, pasaremos de sobra de los veinte mil millones. Al final va a haber muchos más kedar de lo que ellos mismos creían, están saliendo hasta de debajo de las piedras.

—Pues eso está bien, ¿no? —dijo Opx.

—Si, pero el problema es que los sistemas asignados ya no dan más de sí, y los de Galaxy Green están de los nervios y muy cabreados. Este asunto se va a tratar también en Edyrme, o sea, que la cosa va a estar movidita.

—Cariño, como me gustaría ir contigo —afirmó Opx.

—¿Desde cuándo te interesa la política? —preguntó Loewen divertida.

—No, no te rías, la verdad es que cada vez me interesa más. Cuándo todo esto termine, he pensado dedicarme a la política.

—Pero tú eres de Nar, y el planeta está evacuado.

—Y arrasado,

—Da igual, mi pueblo regresara, seguro.

—Con tu historial, arrasaras en unas elecciones.

—Bueno ya veremos, de todas maneras es hablar por hablar, primero tenemos que ganar la guerra, pero ya os digo que no pienso encerrarme en un convento con Leinex, eso seguro.

—¿Y por qué no? —dijo Marisol riendo—. Podrías postularte a “reverenda madre”, lo harías de cojones.

—Entonces soy yo quien pide el traslado —exclamó Loewen con energía provocando las carcajadas de sus dos amigos.

—¿Piensas regresar a Konark cuándo todo esto acabe? —preguntó por fin Marisol cuándo se recuperó de las risas.

—Por supuesto, siempre quise ser una monja y quiero seguir siéndolo.

—No sé tía, pero alguien de tu valía… ¿No se os ha ocurrido pensar, que cuándo todo esto acabe, será necesario mantener una fuerza militar?

—Para eso ya estás tú, —afirmó Opx.

—¡Ah no, de eso nada!

—¡Qué morro! —exclamó Loewen—. O sea, que nos echas en cara que no queramos seguir en el ejército, y resulta que la primera que sale corriendo eres tú.

—Las cosas no son así, ¡joder!, yo no salgo corriendo.

—¡No, que va! —intervino Opx—. A ver, ¿qué tienes que hacer más importante que dirigir el ejército?

—Pues dedicarme a mis cosas, —contestó evasiva— descansar. ¡Joder!, que solo he tenido unos días de vacaciones en seis años, y porque Marión me ha obligado… y el presidente.

—¡Anda mira, igual que yo! —exclamó Opx.

—¡Pues yo ni eso!

—¡Bueno, vale, muy bien! Quiero estar el resto de mi vida abrazada a Anahis besuqueándola y metiéndola mano.

—¡Oh!, que tierno, —se pitorreó Opx—. Has visto, Loewen, se supone que es la tía más poderosa de la galaxia, y resulta que es más tierna que el “Día de la Madre”.

—Sí, es muy… ñoña…

—Bueno, vale, cuándo os canséis de meteros conmigo me lo decís.

—… pero a mí me gusta, —concluyo Loewen.

—¡Hostias!, y a mí, —añadió Opx—. Si yo no fuera maricón, la habría tirado los tejos desde el primer momento… si no fuera maricón, claro.

—De verdad chicos, os quiero. A ver si la próxima vez nos vemos en persona y no por video enlace…

—¡Si, para que nos besuquees! Que lista, —exclamó Opx.

—¡Será asqueroso el tío!

 

 

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