Todo empezó un sábado a las 11.30 de la noche.
Lili, una jovencita pelirroja, alta, de ojos azules, pecosa, con pequeñas tetas y un culito redondito, que ese dÃa llevaba el cabello recogido en dos trenzas, (un bomboncito con un polvazo) estaba sentada en el sillón de la sala de estar de la casa de sus tÃos mirando la tele junto a su tÃo Antonio, 38 años, moreno y apuesto, y su tÃa Marta, 36 años, rubia y bien parecida, que estaba sentada al lado de su marido, cuando oyó como le decÃa su tÃo Antonio a su tÃa Marta:
—A esta cadena se les ve demasiado el plumero.
—Son de los mÃos.
—Ya lo sé, ya. Te crees que a esos que les dan publicidad te van a dar a ti una paga por estar en casa.
—Y me la van a dar, si gobiernan.
—SÃ, mujer, sÃ, a ti y a todo bicho viviente. ¿Y de dónde van a quitar el dinero?
—Se lo van a quitar a los ricos.
—En dos dÃas las fortunas se irÃan de España y no habrÃa dinero para pagarle a nadie.
—¡Catastrofista!
—Realista, ingenua, realista.
Lili, vio que se iba a armar y se metió en medio,
—¿Cambiamos de canal? A mÃ, la sexta no me gusta.
—Ya somos dos —dijo Antonio.
—¡Pues os jodéis!
A los cinco minutos, Lili y Antonio, estaban durmiendo en el sillón. A la media hora ya estaban dormidos los tres. Lili, despertó y vio que la tÃa se habÃa quedado dormida.
Como le gustaba su tÃo, como hombre, pensó que podÃa pescar en rÃo revuelto, y se dijo a si misma:
"Es ahora o nunca".
La mano derecha de Lili, por encima del pantalón, acarició la polla de su tÃo. La polla, fue despertando y con ella despertó Manuel.
—Sigue durmiendo —le susurró su sobrina al oÃdo, al ver que Manuel abrÃa los ojos.
Manuel, buscó los labios de Lili y los encontró. Se besaron largamente.
Lili, le sacó los 22 centÃmetros de polla y se la empezó a masturbar. Mientras se besaban, a lado de ellos, soñando, exclamó Marta:
—¡Podemos!
Quien podÃa, era Lili, podÃa chupársela a su tÃo y se la chupó, se la chupó y se la lamió como una experta.
Para acabar, al masturbarlo, apretó su polla con fuerza desde la base hasta el glande. Y cuando se comenzó a correr, la metió en la boca y se bebió la corrida.
—Sabrosa —le susurró al oÃdo, Lili a Manuel.
Marta, seguÃa dormida. Manuel, se guardó la polla dentro del pantalón. Le dio un empujón a Marta, y la despertó.
—Te quedaste frita.
Marta, se levantó del sillón y les dijo:
—Mirar lo que os dé la gana. Yo me voy a dormir
Pusieron una pelÃcula en otro canal.
—Mastúrbame, por favor. Lo necesito —Le dijo Lili a Antonio, y después lo besó.
Antonio, metió su mano dentro de las bragas de su sobrina. Estaba mojada, muy, muy mojada. Comenzó a masturbarla, con un ojo puesto en la puerta por la que se fuera Marta.
Marta, se habÃa desnudado. Tapada en la cama con una sábana, empezó a acariciar sus tetas y sus pezones. Bajó una mano hasta su chochito. Cerró los ojos. Se imaginó a Lili, la sobrina de su marido, desnuda. Le chupaba y lamÃa sus pequeñas tetas. Se metÃa entre sus piernas y comenzaba a lamer su pequeño chochito. Susurró:
—Te voy a hacer correr, preciosa.
Quien iba a hacer correr a Lili, era Manuel, que arrodillado en la alfombra del salón le comÃa el chochito. Estaba tan caliente que ya no le importaba que lo descubriera su esposa. Lili, le dijo:
—Despacito, despacito, que me viene con más fuerza.
Manuel, la folló despacito.
En la habitación, Marta, a punto de correrse, susurró:
—Dámela, dámela, dámela, bonita.
Marta, se imaginó que la sobrina de su marido se corrÃa en su boca, y se corrió ella. Cinco squirst salieron de su coño y empaparon la sábana blanca, y dulces gemidos, callados, acompañaron sus sacudidas de placer.
En la sala, le susurraba Lili a Antonio:
—Me corro, tÃo, me corro.
Manuel, al mojarle Lili la cara con sus flujos, se excitó tanto, que agarró su polla, la meneó y se corrió con ella.
No se dieron un respiro.
Marta, ahora, acariciando sus tetas, se comenzó a imaginar que su marido se follaba a la sobrina. Estaban en el sillón. Lili, estaba sentada sobre la polla de su marido, de espaldas a él, y mirando para ella, que estaba sentada en otro sillón, y enfrente de ellos, se masturbaba.
En el salón, y mirando y besando a Manuel, que le chupaba las tetas Lili, comenzó a meter la polla de su tÃo en su pequeño chochito. Le costó meterla, pero después de meter la punta de la polla, con el placer que sentÃa, empezó a comer a besos a su tÃo. Cabalgando hacia su segundo orgasmo, y sintiendo que a Manuel le iba a venir, le dijo:
—No te corras dentro, tÃo, no te corras dentro.
Pero Lili, al tiempo que le decÃa su tÃo que no se corriera dentro, se empezó a correr ella...
—¡No la quites, tÃo, no la quites! ¡¡Sigue, sigue!! ¡¡¡Me corro!!!
Manuel, se corrió dentro de su sobrina. Los gritos de Lili, se oÃan en la calle. Marta, al oÃrlos, se corrió como una loca y...
Fin de la primera parte.