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Solo un café, con leche

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-Está bien, pero solo un café después del trabajo- Justo esas fueron sus palabras y confieso que desde el mismo momento en el que las pronunció no pude hacer otra cosa que pensar en mucho más que un café.

Habíamos sido inseparables durante muchos años hasta que nuestras vidas comenzaron a discurrir por caminos separados, nuevos trabajos, nuevas familias, finalmente perdimos en contacto. Varios años sin saber nada el uno del otro, pero siempre con el recuerdo en mente como más tarde nos confesamos hasta que finalmente un simple mensaje de texto sirvió para retomar el contacto.

-Hola Laura, ¿Cómo estás? Hace mucho tiempo, ¿verdad? ¿Qué tal te va todo?

Poco más que así fue el mensaje que volvió a prender la mecha de nuestra vieja amistad y que lentamente nos llevó justo hasta ese preciso café. Puesta al día, algunos reproches compartidos por nuestro abandono y confesiones de cariño y añoranza mutua que con los meses termino por en confesarse en algo que muy bien pudo haber sido pero que no fue.

Una relación resurgida con nuevo brío y mantenida a diario, pero difícil de explicar a ojos ajenos y que únicamente era posible mantener mediante teléfono y mensajes de texto.

Ganas de vernos y miedo de vernos, ambos sentimientos conviviendo juntos en guerra constante durante mucho tiempo hasta que finalmente llegó aquel café.

El lugar escogido para aquel café fue un local de comida rápida ubicada en un centro comercial lo suficientemente alejado del entorno cotidiano de ambos como para estar alejados de miradas indiscretas. La hora justo a las cinco de la tarde, ambos debíamos salir una hora antes de nuestros respectivos trabajos con alguna excusa para llegar a nuestra la cita.

Llegue al centro comercial alrededor de las cinco menos cuarto y aparque el coche a mi antojo en la última planta, ya que al contrario de las más próximas a la zona de tiendas y restaurantes se encontraba prácticamente desierta. Salí del coche y tras avanzar por el solitario parking hasta el ascensor y pulsar el botón me dispuse a esperar a su llegada cuando tu inconfundible voz me sorprendió haciéndome reaccionar con un leve sobresalto.

-Veo que sigues sin complicarte la vida a la hora de buscar aparcamiento.

Giré sobre mis talones y allí estaba ella.

-Y veo que para ti no pasan los años y sigues estando igual de preciosa.

Retrocedí un par de pasos para poder contemplarla. Estaba realmente impresionante enfundada en un vestido blanco que le llegaba hasta medio muslo y se cerraba al cuello dejando los hombros al descubierto. La prenda era realmente ajustada y la tela se veía salpicada por motivos florales en forma de largas y delicadas ramas que discurrían adaptándose a su voluptuoso cuerpo contribuyendo a resaltar curvas y redondeces.

-¿Y bien? ¿Vas a darme un par de besos o vas a seguir mirándome embobado?- Preguntó sacándome de mi trance.

-Claro que sí- Contesté reaccionando al momento y acercándome hasta ella nos besamos en las mejillas, casi como si de dos desconocidos recién presentados se tratase.

-¿Y un abrazo después de tanto tiempo?- Inquirió sonriente.

-Estoy deseándolo-

Me rodeó con sus brazos y apretándome fuerte apoyó su cabeza en mi pecho mientras que yo coloque mis manos alrededor de sus hombros afianzando el abrazo. Su perfume invadió mis fosas nasales despertando viejos recuerdos en mi mente y cuando tras unos segundos nos separamos me sorprendí a mí mismo al notar un principio de erección en mi entrepierna.

-¿Subimos pues? Estoy esperando ese café- El ascensor esperaba con la puerta abierta.

-Por supuesto- Le conteste invitándola a entrar con gesto torero- De veras que estás guapísima morenaza.

-Eso eres tú que me miras con buenos ojos.

Llegamos al local de comida rápida entre las típicas preguntas de cortesía respecto a cómo habían ido nuestros respectivos días de trabajo y los piropos que yo le lanzaba cada vez que tenía oportunidad. Ambos pedimos la oferta que consistía en un café con leche y un producto de bollería a un precio más que competitivo y tras pagar cargue con la bandeja y nos dirigimos hacia una de las mesas libres que quedaba lo suficientemente apartada como para resultar tranquila.

Nos sentamos y comenzamos a tomar nuestros cafés mientras conversábamos de forma intranscendente. Al fin y al cabo nos comunicábamos a diario y estábamos más que al día de nuestras respectivas vidas, aquella cita no tenía otro motivo que el de vernos cara a cara después de tantos años. En apenas un par de bocados termine con mi cruasán mientras que ella comía su donut con mordiscos pequeños y pausados intentando no mancharse con el azúcar mientras sujetaba el dulce con solo dos dedos.

Mientras comía aquel donut no pude evitar quedarme embobado por sus gruesos labios, voluptuosos y perfectamente delineados. Pronto deseé ocupar el lugar de aquel donut y me di cuenta de que todos y cada uno de sus gestos resultaban eróticos para mí.

-No me mires así. Si quieres un bocado solo tienes que decirlo- Me dijo acercándome el donut a la boca para que tomase un bocado.

No era precisamente el dulce lo que me apetecía morder en aquel momento, pero acepte gustoso el bocado pensando que tan solo hacia un segundo sus labios habían estado posados sobre este.

- Jaja, casi te llevas el dedo glotón.

En efecto mi mordisco denotó algo más que ganas de saborear aquel donut y mis ojos no perdieron detalle de su boca abriéndose para tomar el último bocado y como a continuación se chupaba los dedos limpiándose los restos de azúcar.

-Estaba bueno- Dijo con una sonrisa.

-Buenísimo- Asentí yo.

Apuramos nuestros cafés en medio de una conversación liviana hasta que al llegar el momento en el que nos quedamos sin nada en nuestros vasos no tuvimos excusa para seguir prolongado nuestra fugaz cita.

-Deberíamos irnos ya, se hace tarde- Dijo ella.

-Se me ha pasado rapidísimo, que lástima.

-Quizás otro día tengamos más tiempo.

Nos levantamos y emprendimos el camino de regreso al parking sin hacer el menor comentario, nuestras caras eran serias ante una inminente y necesaria despedida que no era deseada por ninguno de los dos.

Al llegar a la última planta del parking donde ambos habíamos estacionado la acompañe hasta su coche aparcado en una esquina y contra una de las paredes del recinto. Bien parecía que había intentado aparcar de la forma más discreta posible como así en efecto era.

Una vez junto a su coche ella se apoyó de espaldas en la puerta del conductor mientras que yo me situé justo frente a ella y cogiéndole de ambas manos nos dispusimos a despedirnos.

-Me ha encantado verte, solo dime que podremos volver a vernos- Pedí casi a modo de súplica y mirada triste.

-A mí también me ha gustado mucho. Es difícil, ya lo sabes, pero seguro que algo podremos hacer- Contestó con una sonrisa y mirada condescendiente.

-¿Un beso al menos?

-Y hasta dos- Sonrió.

Sujetándola por sus manos me aproximé a su cara y la besé en ambas mejillas, pero esta vez los besos fueron muy cercanos a la comisura de sus labios y a ello contribuyo el que apenas ladease su rostro para recibirlos. Nos separamos y durante unos segundos nos miramos a los ojos diciéndonoslo todo sin mediar palabra.

Solté su mano derecha y llevé mi izquierda hasta su mejilla para acariciarla suavemente mientras el brillo de sus ojos me atraía como un imán. Mi pulgar se deslizó lentamente sobre sus carnosos labios, tan solo rozándolos en un principio, pero pronto su boca se entreabrió y sin dejar de mirarme a los ojos sus labios rodearon la yema de mi dedo mordisqueándola con sus blancos dientes.

Aquella fue la señal que estaba esperando y que me dio vía libre para lanzarme a por su boca. Esta me recibió cual purpúrea granada abierta en la que apagar mi sed, como diría el poeta. Nuestras lenguas se encontraron en un beso húmedo y caliente mientras mis manos bajaron hasta su culo sin dudar en amasarlo mientras aprovechaba para atraer su cuerpo y apretarlo contra el mío.

Separándome de su boca comencé a besar y mordisquear su cuello mientras ella se estremecía de placer a la vez que miraba alrededor recelosa.

-Nos pueden ver- Dijo preocupada-

-No hay nadie, no te preocupes.

Por entonces yo me había convertido en un auténtico pulpo y no podía parar de besarla y acariciar su cuerpo de forma lasciva mientras que ella, arrastrándome hacia la parte trasera de su todoterreno abrió la puerta trasera interponiéndola a modo de imperfecto escudo ante posibles miradas indiscretas.

Giré su cuerpo y apoyándola contra el coche la abrace desde atrás llevando mis manos hasta sus tetas para atraerla hacia mí de forma que pudiese sentir mi paquete cobrando vigor contra su culo a la vez que mi boca no paraba de besar y morder su cuello.

-Para, para. ¿Estás loco?- Me dijo llevando su mano hacia atrás y separándome de su cuerpo haciendo fuerza justo sobre el bulto que se formaba en mi pantalón y aprovechando así para palparlo.

-Sí, ahora mismo estoy totalmente loco y dispuesto a hacer una locura- Le contesté agachándome tras ella y subiendo su vestido pude contemplar su delicioso trasero, a escasos centímetros de mi cara, cubierto por unas delicadas braguitas negras de encaje y transparentes en la parte trasera de forma que su magnífico culo era adornado con un toque que lo hacía aún más sexi.

-Para por favor, nos van a ver- Protestó con escasa convicción a la vez que llevaba su trasero ligeramente hacia atrás empinándolo provocadoramente.

Bajé sus bragas de un tirón y mis manos tomaron sus nalgas desde abajo justo en el momento en que mis labios se posaron sobre su culo comenzándolo a besar y a mordisquear con ansia. Separé ambas nalgas y comencé a recorrer con mi lengua el canal de su culo alternando besos y lametones.

Laura no dejaba de mirar recelosa a un lado y a otro, pero a un tiempo sus piernas se separaron e inclinándose ligeramente hacia delante su entrepierna quedo totalmente expuesta ante mí. Su sexo, totalmente depilado, mostraba unos apetitosos labios vaginales en los que se apreciaba asomar la humedad del interior producto de la excitación del momento.

No me resistí ni por un segundo a saborear aquella deliciosa raja y mi lengua comenzó a recorrerla de inmediato mientras su propietaria llevo las manos hasta su trasero para ser ella misma quien separase ambas nalgas facilitándome la degustación de tan apetitoso manjar.

-Estás loco y me vas a volver loca a mí también ummm.

Pronto sus labios se abrieron y mi lengua pudo saborear el néctar de su interior mientras con mi mano derecha rodeando sus caderas comencé a acariciar su sexo desde delante masturbando su clítoris. Mi deseo era tal que en aquel momento lo único que quería era beber y beber de su sexo, llevaba mucho tiempo sediento y su coño era lo único que podía apagar mi sed.

De pronto el motor de un coche arrancando en la lejanía interrumpió el tórrido momento y Laura dando un respingo se enderezo retirando su culo de mi cara y se bajó el vestido precipitadamente. Yo por mi parte me erguí y pegando mi paquete a su trasero la abrace comenzando a besar su cuello de nuevo.

-Para, para que nos pillan.- Su cara mostraba un rubor completo y su respiración agitada hacía que sus pechos subiesen y bajasen con ella.

Le hice caso y me moderé abandonado los besos y deje tan solo mi paquete, duro como una piedra, apoyado contra su culo disimuladamente. Apenas medio minuto después un Ford Mondeo pasaba junto a nosotros camino de la salida del parking, su conductora cruzó la mirada con nosotros por un segundo.

-Qué vergüenza, que vergüenza- Repetía Laura una y otra vez. Sus bragas habían quedado a la altura de sus rodillas mientras todo aquello sucedía.

-Tranquila, no ha visto nada- Le susurre al oído apretándome contra su cuerpo y volviendo a estirar de su vestido hacia arriba.

Retorcía su cuello intentando librarse de mi boca, aunque lo hacía sin mucho convencimiento. Esto último quedó perfectamente claro cuando llevando una mano hacia atrás la posó sobre mi paquete palpando la dureza de mi verga aprisionada bajo la ropa.

-¿La quieres?- Le pregunté susurrándole al oído.

-Sí, pero…

-¿Pero qué?

-Pero es una locura.

-Pues yo no puedo resistirme más a esta locura.

Le contesté mientras recorría su cuello con mi boca y me dedicaba a sobar una de sus tetas con una mano mientras que con la otra acariciaba directamente su húmedo sexo a la vez que la apretaba contra mí arrancando un leve gemido de su boca.

-Ni yo Javi, ni yo.

Su mano intentaba sopesar mi miembro rodeándolo sobre el pantalón a la vez que se mordía el labio inferior intentando controlar su deseo.

-No te resistas entonces.

Retorció su cuerpo para mirarme fijamente a los ojos y con gesto serio me lanzó una única pregunta.

-¿Rápido?

-Joder, te tengo tantas ganas que creo que será rapidísimo.

Una sonrisa se dibujó en su boca y abalanzándose hacia mí mordió la mía que se abrió para regocijo de nuestras lenguas.

-No pierdas el tiempo entonces.- Contestó abandonando mis labios y dejando un pequeño hilo de saliva colgando entre nuestras bocas durante una fracción de segundo.

Se inclinó hacia delante y, apoyándose sobre el asiento trasero de su coche, me ofreció su delicioso culo.

Durante unos segundos quedé paralizado contemplando aquel magnífico premio que tanto había deseado y que por fin tenía a mi alcance. Su voluptuoso cuerpo se me ofrecía mostrándome su magnífico trasero en forma de la perfecta fruta madura. Arqueó su espalda y bajo su cara hasta apoyarla sobre el asiento, entonces se llevó las manos atrás y tomando ambas nalgas las separo de forma que tanto su culo como su delicioso coño quedaron totalmente expuestos para mi deleite. Sus mojados e hinchados labios vaginales se abrían mostrando la humedad interior de su coño, producto de la mezcla de su propio flujo con mi saliva.

-¡Vamos! Date prisa o nos verán- Me ordenó retorciéndose y girando su cabeza hacia atrás.

Sus palabras me sacaron de mi ensimismamiento, rápidamente solté el cinturón para desabrocharme los pantalones y arrastrarlos hacia abajo junto a los calzoncillos. Mi polla, viéndose liberada de su prisión, saltó hacia delante totalmente empalmada para saludar a su sexo expuesto..

-Joder como he deseado que llegase este momento.

Tomé mi polla con la mano y acercándome a su trasero la restregué unas cuantas veces entre sus labios vaginales pudiendo percibir su calentura. La humedad de su coño se encargó de lubricar rápidamente el glande preparándolo para la inminente penetración.

-Umm. Métela ya Javi, rápido, que nos van a pillar.

Sus deseos fueron órdenes y sin más dilación me dispuse a penetrarla colocando mi capullo a la entrada de su excitado conejo, pero de ninguna manera estaba dispuesto a clavarla de cualquier manera.

No, aquella primera estocada teníamos que saborearla debidamente y sin prisas. Lentamente comencé a ejercer presión a la entrada de su sexo y este se abrió para recibirme con toda su humedad y calor. Mi polla se adentraba en su gruta centímetro a centímetro, abriéndola y sintiendo cada uno de sus pliegues y recovecos cuyo roce me llenaban de placer.

-No seas malo, vamos aprisa, que no hay tiempo.

Laura decidió que aquello no podía demorarse más y meciéndose hacia atrás terminó por clavarse mi herramienta en toda su longitud emitiendo un pequeño gemido de satisfacción. El placer que sentí al estar totalmente dentro de ella fue inmenso y de nuevo quise prolongarlo durante unos segundos durante los cuales me quede quieto, totalmente pegado a su culo mientras lo acariciaba con mis manos.

-Venga, dale tonto.

Nuevamente fue ella quien acelero el asunto moviéndose y comenzando a deslizarse hacia delante y hacia atrás alrededor de mi tronco enhiesto.

-Ummm, así, sigue tú.

Pronto le cogí el relevo. Comencé a follarla y ella se quedó quieta para recibir mis embestidas. Embestidas que comenzaron de una forma suave, pero que poco a poco fueron aumentando en su ritmo y contundencia hasta que en apenas un minuto un excitante sonido de “plas plas” era emitido cada vez que nuestros cuerpos chocaban al enterrar la totalidad de mi sexo en su muy mojado conejo.

-Sí, así. Sigue, más rápido.

La urgencia para no ser descubiertos era grande y sus palabras no hacían más que animarme a perder el control y dejarme llevar hasta el orgasmo.

Fue todo muy rápido. El ritmo de nuestra follada se hizo frenético y ella tuvo que llevar sus manos hasta el asiento para sujetarse con fuerza.

-Joder, Laura, estoy a punto de correrme ufff- Avisé entre jadeos apenas un minuto más tarde mientras seguía penetrándola a toda velocidad causando que su culo temblase de forma deliciosa. -¿La sacó?- Pregunté a continuación.

-Umm, no, no la saques, sigue y no te pares aghhh. Hazlo dentro.

Fue todo lo que necesitaba oír. Tres cuatro envites más me bastaron para llegar al orgasmo y con un último puyazo me clavé con todas mis fuerzas en sus entrañas mientras sentía como los chorros de semen recorrían mi polla derramándose con copiosa fuerza en su interior. Así mismo ella también se hecho hacia atrás haciendo que nuestro acoplamiento fuese total mientras recibía mí simiente. Sus puños se cerraron al igual que sus ojos, un gemido escapó de su boca y su coño se cerró entorno a mi polla exprimiéndola con fuerza.

Mis piernas temblaron literalmente y más que respirar bufaba como un toro durante aquellos maravillosos segundos en los que ambos compartimos el éxtasis.

-Joder, como necesitaba esto- Dije una vez relajado y con una gran inspiración llené mis pulmones de aire mientras mantenía mi polla perdiendo vigor en su interior y acariciaba su culo con las manos

-Ufff y yo- Fue cuanto dijo echándose hacia delante provocando que mi verga se saliese de su coño arrastrado un hilo de semen que se escurrió por sus muslos.

Laura se dio la vuelta sobre la banqueta trasera de su coche y mirándome con una sonrisa se llevó las manos hasta los tobillos para buscar sus braguitas y subírselas. Su precioso coño que do cubierto por la fina tela que se empapo con los restos de mi corrida y su abundante flujo. Yo mientras tanto y con una gran sonrisa de oreja a oreja y cara de bobalicón me subí los pantalones y oculte mi miembro recomponiendo mi aspecto lo mejor que pude.

A los pocos segundos ella había salido del coche y estiraba su vestido hacia abajo, mientras no dejaba de lanzar miradas a su alrededor.

-Me tengo que ir, es ya muy tarde. Dijo llevando su mano a mi mejilla para acariciarla suavemente.

-Sí, sí claro.

Un pequeño piquito en los labios, realizado casi con una extraña timidez, después de lo que acababa de suceder fue nuestra despedida.

-Hasta otro día guapo.

Laura montó en su coche y en menos de medio minuto este desaparecía por los pasillos de aquel parking subterráneo mientras yo sin moverme aún del sitio lo contemplaba como un pasmarote.

Me fui hasta mi coche y emprendí el camino a casa pensando seriamente en lo sucedido. Al aparcar comprobé que tenía un mensaje de wasap de ella en el móvil. Entre varios emoticonos de caritas sonrientes decía:

-Jajaja, ha sido todo tan rápido. Jooo, tengo las bragas hechas un cromo, me voy a la ducha. Quizás otro día podamos quedar a comer con más calma. Besossss!!

-Sí, creo que una buena comida es necesaria -Fue mi contestación.

Fin.

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