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m) Alex, el misterio

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Continuación de: Cumpliendo mi trabajo

Tuve que ser yo el que desviara la mirada de aquellos ojos asombrados y hablarle a Juan despidiéndome.

-He terminado por hoy, no se le olvide el recado para Davy si llamara por favor. -no supe quien era esa persona, Juan no la presentó y era lógico, pero él lo conocía ya que siguieron hablando cuando me alejaba.

Había buscado la forma de utilizar el transporte público, la parada de metro estaba a menos de quince minutos andando, aunque al final del trayecto debía coger un bus o ir andando hasta mi casa y a eso estaba acostumbrado. Ahora debía mirar mis gastos, ya no era Davy el que me pagaba el viaje.

Había pocos viajeros a esta hora y pude sentarme sin dejar de dar vueltas en la cabeza de donde podía haber visto a aquel chico, o buscar a quien me recordaba.

Ya tenía claro a quien se refería Davy al murmurar aquel nombre mientras me follaba y se corría en mi culo la primera vez. No podía tratarse de otro, aquel Alex era este hombre, por eso le gustaban tanto mis ojos a Davy, le recordaban los de éste muchacho y era seguro que tuvo algo que ver con él.

Dejé de pensar al llegar a mi parada y tener que bajarme para hacer el recorrido que me faltaba andando. Noté la cara de satisfacción en mi padre al tenerme con él. Se había duchado y cambiado de ropa, llevaba puesta una camisa arremangada que apretaba sus bíceps desarrollados por el rudo trabajo, iba sin abotonar enseñando el abundante vello negro del pecho y abdomen y un pantalón corto que también le quedaba pequeño.

Tuve que apartar la mirada para que no me sorprendiera mirándole tan descarado y detenidamente, lo comparaba con Óliver, y era su vivo retrato salvando la edad y el que los rasgos de mi hermano eran más suaves.

-Ayúdame, vamos a abrir una mesa en la entrada de la cocina y cenamos fuera. -al menos esto me distraía y dejaba de mirarle.

No había mucho espacio cementado para colocar la mesa, pero solo éramos tres para cenar y resultaba suficiente, el sol no molestaba a aquella hora y se estaba más fresco a la sombra de la casa recibiendo el viento que llegaba del río.

En la mesita extensible colocamos un mantel, aunque en casa solamente éramos varones, no por ello dejábamos de apreciar esos detalles que alegraban la mesa, mi padre tenía preparada ya la cena, a falta de aliñar la ensalada y freír las croquetas de jamón que a todos encantaban crujientes y sabrosas.

Nos sentamos esperando la llegada de mi hermano para hablar de cosas intrascendentes. No me atrevía a pedirle que me dejara salir la noche de la fiesta a la que tenía que asistir como me pidió Guillermo. Adivinaba que la fiesta terminaría tarde, pero ya vería la forma de conseguir el permiso, aún no me habían comunicado el día.

Óliver llegó sudando y después de danos un beso se puso a limpiar la bici del polvo acumulado en el trayecto, la cuidaba como si fuera una novia, estaba encantado con ella, le servía para ir al trabajo y hacer deporte como le gustaba.

Los dejé para subir a cambiarme y ponerme un pantalón cómodo con una camisa y al bajar empecé a preparar la cena. Óliver me abrazó por atrás besándome en el cuello.

-Voy a darme una ducha rápida, enseguida bajo precioso. -no se conformó y metió la mano por la cintura engomada del pantalón para tocarme el culo, a continuación me restregó su hombría haciéndome reír contento.

-Óliver papá esta en la puerta. -me dio un azotito suave y marchó corriendo, mi hermanito estaba loco, loco de deseo.

Se había duchado y colocado un pantalón corto pero de perneras anchas y una camiseta con publicidad de una bebida gaseosa. Cenamos todo lo que preparamos y Óliver repitió, aún estaba en crecimiento y necesitaba doble ración.

Nuestro padre se marchó a la cama después de que viéramos un programa concurso en la televisión, mi hermano y yo nos quedamos para ver una película, Óliver me lo pidió guiñándome un ojo para que no objetara, quería ganar tiempo para que papá se durmiera.

Se recostó semi tumbado en el sofá con la cabeza sobre uno de los brazos y me llevó para que quedara ente sus piernas con mi espalda sobre su pecho.

Intentaba seguir la película pero su mano derecha me acariciaba el cabello llegando hasta el cuello produciéndome escalofríos. La cinta resultaba interesante. Un padre al anochecer llevaba a su hijo a mirar luciérnagas a un parque, en un descuido se alejó y resultó atropellado por un coche que escapó dándose a la fuga…

Oliver agarró mi mano derecha para llevarla a su pierna descubierta, pasé la palma con suavidad acariciando la carne prieta.

-Súbela, más arriba hay un sorpresa para ti. -giré la cabeza para mirarle, una sonrisa traviesa mostraba sus blancos dientes. Estos eran de los momentos en que me ponía de más tensión, papá podía volver a bajar por cualquier motivo y temblaba de la adrenalina en mi sangre al hacer lo que me pedía.

Subí la mano hasta meterla por la ancha pernera de su pantalón hasta que los dedos tocaron su pene, no se había colocado un slip, resultaba un marranillo astuto preparando el terreno con antelación para conseguir su propósito. Estaba medio despierta y le sujeté el glande encapsulado en el prepucio.

-Puedes hacer lo que quieras con ella, es tuya. -resultaba increíble su cara dura y desfachatez, hacía ver que era yo el que impúdico deseaba tocarle la polla y él, en su inmensa caridad, me lo permitía.

Mis caricias la despertaban del letargo, se subió la camiseta y empezó a acariciarse el abdomen.

-Sácala de la prisión, está sufriendo. -hacía movimientos para que el roce fuera mayor y se excitaba demasiado, la película había pasado a un segundo lugar. y ninguno de los dos la atendíamos.

-Vamos a la cama Óliver, no corramos más riesgos.

-Solo una chupadita, si nos ve papá que sea por algo más grave que suponerse lo que tu mano hace dentro de mi pantalón. -le subí la pernera y saqué unos diez centímetros de la polla a la luz, un hilo de precum le salía de la puta y la recogí con la punta del dedo para llevársela a su boca. Me lamió el dedo metiéndolo entero y chupándolo.

-Sabe rico, prueba tú ahora. -me incliné y le besé la puntita recogiendo con la lengua lo que le goteaba, ¡cómo me gustaba todo lo que le salía!, y el glande morado y gordo se veía apetecible, abrí un poco más la boca y engullí el glande retrayendo el prepucio con los labios y le di placer un minuto, luego lo saqué para meterlo a resguardo bajo la tela y me puse en pie.

-Vamos a la cama. -apagué la tv y antes de que lo impidiera subía los crujientes escalones de madera intentado evitar que metieran el característico sonido.

Entró en la habitación detrás de mí y me lanzó su malévola sonrisa, me sujetó de los hombros y sin darme tiempo a reaccionar me tiró sobre la cama. Caímos los dos abrazados, yo sujetándome de su cintura a la que me agarré en el último segundo.

Creí que comenzaría a desnudarme y metérmela sin más, pero no, empezó a frotar su polla con la mía y me sentía feliz notando la envergadura y dureza de su verga, aplastándola a veces queriendo romper las telas que las separaban.

Cuando se cansó se puso sentado en mi vientre ahogándome, subió el culo apoyado en las rodillas y se agacho para besarme la boca.

-Y ahora vas a continuar haciendo lo que dejaste pendiente en la sala. -me descabalgó y saltó de la cama, se bajó los pantalones y ahí quedó, me baje y coloqué arrodillado ante su deliciosa verga que, ¡dios mío!, cada día veía más grande, crecía más que él dando sus últimos estirones.

Se cogió la polla para empezar a masturbarse con una mano, y la otra la empleó en sujetarme la cabeza para llevarla hasta que el pené golpeaba en mis labios con su masturbación. Sabía lo que me estaba pidiendo y no me entretuve en más, cogí la verga y la comencé a dar lengüetazos uno tras otro y metí esa cosa tan rica en la boca.

Sabía muy suculenta y aunque había comido mucha verga, ésta, y ahora, resultaba exquisita, cada vez que se la chupaba sabía mejor, mi hermano resultaba ya un vicio para mí como antes lo fuera J.C.

Engolosinado chupaba y chupaba haciendo jugosos ruidos, y también le lamía los testículos, los saboreaba metiéndolos uno a uno en la boca para jugar con ellos y los subía para lamerle la ingle pasando las manos por el redondo culito algo peludo.

Cuando pasaba la lengua a lo largo de la barra de caliente carne, de abajo arriba, subía hasta el ombligo lamiendo los pelitos que se escondían en él. Óliver no dejaba de gemir roncamente como un machito recibiendo las atenciones de su hembra.

-Dale, dale Alonso, ¡qué bien chupas! -y entonces dejaba de chuparle el capullo para evitar que se corriera tan pronto, aprovechaba esos momentos para volver a los huevos y disfrutar de sus muslos y las nalgas pasando las manos por ellas. Resultaba una delicia, para él y para mí.

Oliver aprovechaba cuando dejaba de mamarle la polla para agarrarla y golpearme con ella la frente mientras le lamía los huevos. Me sentía suyo, arrodillado ante el guerrero fuerte que me dominaba, sujetándome del cabello cuando deseaba apartarme y darme en los labios con la verga hinchada, que yo intentaba coger con la boca o al menos lamer cuando pasaba.

Sí, en esos momentos era suyo y podía hacerme lo que quisiera, varías veces había tenido que dejar de mamarle para que no se corriera cuando le pedí que se tumbara boca abajo en la cama.

Me senté para mirarle las nalgas, eran preciosas con los incipientes pelos que le poblarían a no tardar muchas partes del cuerpo, coloqué las manos sobre aquellos dos globos y los besé con lujuria hasta terminar por lamerle el ano, estábamos muy calientes, suspiraba y jadeaba sin cesar hasta que él se levantó dejándome con las ganas de seguir degustando su culo.

-¡Arrodíllate! -qué imperioso era al ordenar y no dejaba otra opción que obedecer, resultaba evidente que quería penetrarme. Me puse como deseaba y me abrió las nalgas tirando de mis caderas para que subiera el culo. Sentía ganas de que entrara en mi y me hiciera suyo, pero él era el jefe que mandaba, el macho semental, mi hombre que se imponía.

Deseaba saborear el culito de su hembra y tuve que ahogar un alarido cuando su lengua penetró mi ano empujando de punta fortísimo, la sacó y me dejó con las ganas de más, pero comenzó a lamer como desesperado, tenía prisa, quería actuar en su papel de macho, pero se aguantaba preparándome el culo para recibirle, no sabía que aunque me la hubiera metido en ese momento lo hubiera disfrutado hasta con el dolor de la violación salvaje.

Era imposible no gemir, sollozar del placer que el joven semental me daba, y aunque quería sentir a mi hombre dentro de mi, gozaba como un poseso sus lamidas y entradas en mi hoyito y alguna vez lamía mi escroto haciendo que los huevos se me subieran.

Nos quedamos los dos paralizados, habíamos escuchado ruido de pisadas en el pasillo que se detuvieron ante la puerta de nuestra habitación, no podía ser otro que papá quien estaba detrás de la madera. Totalmente quietos esperábamos que la puerta se abriera en cualquier momento, controlando la respiración para que ni el latido de nuestros desbocados corazones se escucharan. Podía sentir el aliento que expulsaba contra mi culo. Igual que habían llegado los pasos se alejaron y respiramos aliviados.

-Era papá, hacemos mucho ruido, nos habrá escuchado. -susurré intentando retirarme y él apresó mis caderas sin dejar que me moviera.

-Sigamos, ya se ha ido. –y sin más volvió a su tarea suspendida, las ganas se me habían ido pero los mordiscos que me daba en las nalgas y el milagro de su boca en mi ano hicieron que volvieran muy pronto.

No podía aguantar más, si continuaba el que se correría ahora sería yo y por nada de mundo perdería sentir su nabo en mi vientre y notarme roto por dentro.

-Ya, Óliver, dame verga, métemela hermano. -dejó de lamerme y le escuché reír sin separar la boca de mi culo.

-Te estoy haciendo mi putita, ¿te das cuenta? -nunca había empleado una palabra ofensiva conmigo y la enmarque dentro de la situación como una broma, y sin embargo me gustó, me hacía sentir más sometido y yo deseaba ser su esclavo en momentos como este.

-Sí, tu putita, tu mujercita, lo que quieras pero métela, tengo el culito caliente, cálmalo Óliver. -sorpresivamente me dio un par de nalgadas que ni me dolieron por el grado de excitación en que me tenía.

-¿Quieres que te llene el culo putito? ahora verás lo que es bueno. -me escupió en el ano, lo extendió y sin avisar metió dos dedos de golpe, me impresionó la fuerza con la que entró, pero rápidamente los sacó y puso la punta de la verga en la entrada del culo, la sentía imponente y muy dura, se agarró a mis caderas, como si mi cuerpo fuera un ánfora, y de un empujón de la pelvis me metió la polla de una vez hasta el fondo.

Mordí la sábana para no gritar y encogí el culo, me había dolido al entrar tan brusco y se dio cuenta, empezó a acariciarme las caderas donde tenía agarrotadas las manos y luego la espalda apoyando el pecho en ella.

-Ya pasó, ya está dentro. -dejó de tener importancia el dolor al sentir sus caricias y besos en la espalda, ¿qué importaba el dolor si él había disfrutado al tomar posesión de mi de esa manera?

De verdad que no era impresión de mis ojos, que a Óliver le estaba creciendo la polla, la sentía aprisionada por los esfínteres de mi culo y me continuaba acariciando, calmándome mientras hacía pequeños movimientos de caderas para que mi ano se hiciera a la verga que me rompía, dolía y también era una delicia a la vez sentir toda su hombría dentro de mi cuerpo, ahora era suyo y sentirme poseído me excitaba y mitigaba el dolor, bueno ya no era tanto y el placer se hacía presente, con lentitud pero ahí estaba y comenzaba a gemir con sus movimientos.

-Estoy bien mi vida, hazme lo que quieras amor mío. -fue la campanada para que comenzara el combate, el culebrón comenzó a cobrar vida en mi interior cuando empezó a mover con suavidad las caderas, sacando la verga y volviendo a meterla unos centímetros, atrás y adelante, y un suave vaivén, y atrás y adelante otra vez, y yo apretaba y aflojaba el culo para que lo sintiera resbalar abrazándole la verga.

-¡Qué rico Óliver! ¡Qué sabroso me follas hermanito! -la sensación era deliciosa, increíblemente ardiente y sublime sentirle como se movía en mi trasero y se aplastaba cuando entraba para llegar al fondo, tiraba de mis caderas haciéndome notar su fuerza y luego las empujaba para que, sin moverse él, fuera yo el que me la metiera y sacara.

Así estuvo unos minutos excitándose más y más, y cambio para ser él quien, manteniéndome fijo y sujeto, embistiera sin piedad ni descanso mi trasero, comenzó a acelerar su movimiento y a gemir roncamente.

-¡Qué rico culo tienes putito, mi putito, mi amor, voy a preñarte el vientre mi vida. -me estaba llevando de paseo, de paseo a la gloría y sin darme cuenta deseaba que su verga fuera tan larga como la de Davy para sentirla recorrerme todo el cuerpo.

Seguíamos gimiendo los dos gozando de la cópula, del apareamiento perfecto. Admitido por los dos nuestro papel, sus gemidos eran hondos, profundos y roncos como corresponde al viril macho, los míos suaves, lastimeros, entregado a la sumisión del varonil semental que resultaba mi Óliver.

Nuestros gemidos tenían que ser audibles fuera de la habitación y temí que nuestro padre apareciera de nuevo, pero en ese momento no nos importaba nada, papá podría escuchar como uno de sus hijos follaba sin piedad al otro si es que no estaba dormido. Nuestros movimientos se hacían más rápidos y veloces, él metiendo y sacando la polla tirando de mis caderas, a veces de mi cintura rodeada por sus manos, y yo abrazando el duro pene con el culo. El placer era increíble, el dolor inexistente y sentía como mi verga chorreaba al rozarme la próstata algunas veces.

Óliver era impresionante, había logrado aprender y a aguantar, era diferente a hacía un año cuando me comenzó a follar, ahora la enseñanza se había vuelto al revés, era él quien me mostraba los caminos del placer en el sexo y sabía su cumplir con su papel de macho absoluto.

Para terminar, y sentía que no podía aguantar mucho, gemía más fuerte y aceleraba las embestidas haciéndolas muy profundas, logrando que mi cuerpo temblara y sintiera agradables contracciones y calambrazos.

No sentía ya sus manos en las caderas dormidas por sus apretones y Óliver seguía y seguía hasta que cerré el culo y empiné la espalda al correrme entre gritos y estertores.

Un momento después era él quien comenzaba a correrse con todo el rabo en mi ser, depositando los chorros de su semilla en mi cuerpo, me lleno con su leche y sin sacarla se apoyó en mi espalda, recuperándose con la respiración agitada, sudábamos los dos a mares y sentía como se me escapaba el pene de dentro del culo, resbalando también el semen a goterones por mi perineo hasta los testículos.

Mi hermanito se desprendió de mi terminando de sacar la polla, dando por concluido el excelente trabajo que había hecho, quedó rendido a mi lado, yo boca abajo y el mirando al techo. Al cabo de unos minutos nos habíamos repuesto y miraba su perfil metiendo los dedos en su sobaco para sentirle el vello.

-Gritas mucho Óliver, ¿lo has pasado bien? -no me respondía y tiré de los pelitos de la axila para que me atendiera.

-Papá nos ha escuchado… -se reía sin atender mis temores.

-Mira quien fue a hablar, pareces una plañidera sometido al potro de tortura y crees que soy yo el que grita. -sonreía a la vez que ahuecaba el sobaco para que metiera la mano.

-Papá nos va a sorprender en situación comprometida.

-¿Tú crees que papá no sospecha algo? Creo que sabe a ciencia cierta lo que hacemos, ¿por qué crees que no ha entrado? -me coloqué sobre los codos y me acerqué hasta que nuestras bocas estuvieron cerca.

-No puede ser Óliver, hubiera dicho algo, no se lo que pudiera decir, pero algo. -me ponía rojo solamente al pensar que nuestro padre nos imaginara follando.

-A mí sí que me ha hablado, hace unos días. -me sentí inquieto, además al ser yo mayor se hubiera dirigido a mí, o a los dos en otro caso.

-¿Qué es lo que te ha dicho? -antes de hablar levantó la cabeza el espacio que quedaba para llegar a mi cara con los labios y besarme.

-Fue de repente y sin motivo, mientras le ayudaba en el huerto. “Óliver, nosotros somos fuertes y en cambio Alonso es vulnerable y delicado, espero que te des cuenta, cuídale y no le hagas daño”. -al principio no le entendía y le respondí.

-Todos queremos a Alonso, ninguno le vamos a hacer mal. -pues bien, se me quedó mirando, sudábamos los dos, sin camisa, como esponjas recién sacadas del agua y me metí debajo de un árbol para cubrirme del sol. “Tú sabes de lo que hablo”. -me respondió.

-¿Y qué más? -se había quedado callado.

-¿No es suficiente para ti? Para mí está muy claro, tú eres el preferido de papá, siempre lo has sido, ¿no te das cuenta? Papá sabe lo nuestro quizá no todo pero sí mucho, o lo sospecha, y tiene miedo de que yo, o cualquiera, pueda hacerte daño.

-Eso es solamente porque está preocupado, pero no quiere decir que sepa lo que hacemos. -Óliver no tenía más argumentos o le cansé, apagamos la luz y decidí dormir.

Creo que no había pasado mucho tiempo, cuando le sentí pegado a mi espalda y con la mano intentaba elevarme la pierna.

-Óliver, estaba durmiendo, es tarde. -intenté moverme y separarme, continuábamos sudorosos, mojados y sucios, pero mi hermano me sujetaba con fuerza con una mano en el pecho tirándome hacía él.

-Deja que te la meta otra vez. -era eso, sí, sentía la punta de su pene buscando la entrada de mi ano y estaba medio dormido sin poderme oponer.

-Vale, haz lo que quieras. -solamente me encogí sacando el culo hacía él y acertó en la diana con su verga, empujó la cadera y favorecida por el semen que me seguía saliendo, entró muy fácilmente.

Terminé de despertar cuando me cogió la polla y empezó a masturbarla, solo giré la cabeza para que me besara los labios antes de vaciarme los huevos en su mano que limpio en mi peche, y continuó unos minutos jadeando hasta volver a vaciarse otra vez en mi culo. Me dormí y perdí la noción de lo que pasaba con su verga dentro.

Habían pasado varios días, continuaba sin tener noticias de Davy y yo seguía a lo mío con mi trabajo. Mirando en el ordenador de Davy vi las hojas excel donde llevaba el control de gastos. Me asustaron los dos apuntes iniciales:

Aportación anual abuelos 150.000 Libras

Aportación anual Bronté 180.000 Euros

En otra columna relacionaba los pagos y en una tercera, los compromisos aprobados. Me parecían unas cantidades enormes de dinero lo que pensaba gastar en un año, para mi resultaba una fortuna, era un gran tipo este hombre.

Y hoy me llevé una sorpresa cuando al llegar Juan me dijo que había hablado con él y me llamaría a la tarde. Esperé impaciente la llamada, no podía trabajar y solo miraba a los operarios como avanzaban en sus trabajos, ahora ya estaban hormigonando y levantando dos gradas a cada lado lateral del terreno que serviría de cancha.

Cuando vibró el teléfono corrí atropellado hasta la mesa, vi su número reflejado en la pantalla del moderno teléfono que habían instalado recientemente.

-¿Davy?

-Ojos de cielo, ¿te preocupas por mí? -Juan tenía que haberle dicho que pregunté por él

-No es eso, hacía días que no llamabas y me pierdo sin tus instrucciones.

-Ya ves, estoy bien, mejor de lo que esperaba y creo que eres suficiente para ir trabajando sin mí. Dentro de un mes comenzaran a llegar, estudia sus fichas y conócelos antes de que se presenten. -continuaba hablando y le sentía fatigado, cansado aunque siguiera siendo agudo y certero al hablar.

-¿Estás bien?, ¿de verdad? -se reía un poco ahogado.

-¿Otra vez preocupado? Solo es cansancio, me obligan a hacer ejercicios como a un soldado recluta, y puedo sostenerme en pie cada vez que me quitan un tornillo. –escuché su carcajada.

-Me alegro y espero que estés aquí para cuando llegue el primer niño.

-Llegaré a tiempo y será pronto, antes de que comencemos nuestro trabajo de verdad quiero visitar a mis abuelos en Norfolk, para ganar fuerzas andando por sus acantilados y playas. No te preocupes por mí, se que todo va bien ahí. Hasta pronto ojos de cielo.

-Buen viaje de vuelta Davy, cuídate. -creo que no escuchó mi despedida, colgó la llamada sin darme oportunidad para contestarle.

Estos días pasados pensé también en el rubio rizado Alex, que también tenía ojos de cielo como yo, y en preguntarle a Juan sobre él, pero sería un compromiso para el buen hombre si no podía responderme y decidí olvidar el encuentro que a mí no me concernía.

Antes de terminar el trabajo que había separado para hacer hoy, recibí un mail suyo, ahí sí que se extendía en darme instrucciones sobre lo que debía hacer.

Recibí la llamada de Guillermo cuando ya me había olvidado de mi compromiso, parecía que en el verano todo se ralentizaba y la vida corría más despacio, como si el tiempo se alargara, y las horas fueran más largas..

La fiesta sería este sábado, y lo que sospechaba terminó de confirmármelo, se prolongaría durante toda la noche y quería que estuviera todo el tiempo, que descansara y fuera sin problemas a divertirme y…, que tendría trabajo que hacer.

La fiesta sería en su residencia y nos recogerían a los que participaríamos en los locales de la empresa, por fin otra cosa pendiente que dejaría atrás y ya me quedaban pocos flecos pendientes que hacer con ellos.

El problema del permiso me lo resolvió J.C., cuando hablé con él se le ocurrió como una peregrina idea que tuvo éxito. El jueves pasó a recogerme a la tarde y me llevaría donde Davy, era una excusa para presentarse en casa, acabábamos de comer y papá le ofreció una cerveza.

J.C. le dijo que me habían preparado una fiesta en la empresa como despedida al dejarla, y que sería en un lugar donde preparan esos eventos, y que él estaría, la mentira más gorda, y mi padre estuvo de acuerdo, si él iba a estar también no veía problema en que asistiera.

Tenía dos días por delante antes de acudir a esa celebración, no de despedida, de agasajo a los buenos clientes de la empresa, que obtendrían lo que quisieran de nosotros, y Guillermo estaba dispuesto a darles ese homenaje que se celebraba cada año.

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