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Celia (1)

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A Celia la conocí hace cinco años. Trabajábamos en la misma empresa, ella como recepcionista y yo como mensajero. Desde ese tiempo, coincidíamos en ocasiones para comer o más seguido a desayunar, pero nunca pasó nada más entre nosotros. En esa época yo estaba casado, y ella es algunos años menor.

Pero el tiempo pasó, mi matrimonio entró en una crisis de la cual vino el divorcio y una gran desorientación en cuanto a mi vida.

Me fui a vivir sólo a un poblado cerca de Cuernavaca, y diario iba y venía a mi trabajo, en la ciudad de México. Para esto, seguíamos trabajando en la misma empresa, aunque por los horarios de trabajo era difícil coincidir, hasta que una mañana sorpresivamente nos encontramos. En el desayuno aprovechamos de ponernos al corriente, ella no sabía de mi divorcio y yo no sabía que ella había estado un tiempo trabajando en provincia, tras lo cual regresó pero ya no como recepcionista, sino como encargada en el área de personal.

En fin, quedamos de vernos más seguido y ya no perdernos tanto.

Al día siguiente otra vez nos encontramos temprano y la plática derivó en que ella también tenía algún tiempo sin pareja y que siempre como que hacía falta una persona al lado de uno.

De ahí pasaron algunos días, y coincidimos un viernes a la salida. Aprovechamos de acompañarnos en el camino, ya que ella también vivía hacia el sur, aunque todavía dentro de la ciudad, por lo que nos fuimos por el mismo rumbo.

En el micro nos pudimos sentar juntos y con la cercanía de ella, empezó a aumentar el calor en mí, por lo que la empecé a abrazar intensamente. De ahí empezamos a besarnos y entonces ella habló a su casa para avisar que se iría con una amiga y llegaría al siguiente día. Yo no cabía en mí de contento.

Llegando a mi casa todo fue entrar y la ropa de ambos voló por donde era posible. Ya desnudos subimos las escaleras hacia mi recámara, besándonos y acariciándonos por todos lados.

Ya en la cama empecé a tocar sus senos, grandes y firmes, hasta que sus pezones se pusieron muy firmes. De ahí empecé a bajar hacia su vientre y me encontré con su vagina bien depilada y la chupé hasta que se puso muy mojada. Luego empecé a meterle los dedos con un ritmo intenso y ella empezó a gemir, hasta que no aguantó más y lanzó un rico jugo que me dio en la cara.

Una vez que eso pasó me acomodé sobre ella, y ya encima, pasé sus piernas sobre mis hombros, mientras la empezaba a penetrar. Su interior se sentía delicioso: húmedo, caliente, suave. Así estuvimos un rato hasta que solté todo en su interior.

Descansamos un rato y luego ella se puso en cuatro pidiéndome que la penetrara nuevamente, lo cual inmediatamente empecé a hacer, dándole de vez en cuando alguna nalgada en su redondo trasero, hasta que ambos explotamos de placer, prácticamente al mismo tiempo.

Estábamos cansados pero muy contentos, por lo que no tardamos en querer un tercer round. Así que nuevamente se puso en cuatro, pero ahora me pidió que la penetrara por atrás. Al principio costó un poco de trabajo, pero con los líquidos de ambos la empecé a dedear hasta que mi pene cupo totalmente en ella. Empecé un mete-saca lento en el que mi erección cada vez era más fuerte y llegaba más profundo, mientras que ella no paraba de gemir, hasta que me vacié y ella volvió a soltar sus jugos, después de lo cual quedamos prácticamente deshechos. Ella me dio la espalda y yo la abracé, quedándonos dormidos hasta que se sintió el calor del nuevo día, donde despertamos muy contentos.

Nos bañamos juntos y luego fuimos a almorzar, para después acompañarla cerca de su casa.

Desde ese día nos seguimos viendo en más ocasiones.

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