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La realidad (1)

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Bueno diré que soy una mujer de baja estatura, soy la mayor de cinco hermanos y dos otras hermanitas, las cuales son bellísimas al igual que yo. Tengo senos chicos, nalgas llenitas no gordas, pero bastante para las manos de mi hermano Enrique, mi monte de venus es bien velludo que hasta por la raja de mis nalgas sobresalen, según me ha dicho Enrique. Sucede que había dado cuenta de que le gustaba a mi hermano y para comprobar mis dudas quise verificarlo; así que una tarde estando en casa de nuestra abuela en una reunión familiar pude asegurarme de que mi hermano tenia ansias locas de penetrarme, ya que al verme sentada en el sofá con mis piernas abiertas mientras descansaba mi cabeza sobre el mueble de unos tragos que me había dado. Al volver a mirar a donde mi hermano estaba sentado junto a la abuela, noté que se había quedado embelesado mirando mi entrepierna, mire a ver que veía y noté que mi monte de venus sobresalía como un hoyo hormiguero, mostrándose entre mis pantalones.

Algo me tocó dentro y le di una sonrisa mientras abría mis piernas más amplias para que tuviera mejor visión. Enrique rápidamente se puso una mano entre sus pies apretando su pinga, mientras se mordía los labios, la abuela y un tío que estaba con nosotros no se habían dado cuenta de lo que estaba sucediendo a su lado. Esa misma tarde la abuela tuvo que salir al bingo y el tío se marchó con ella, dejándonos a solas donde Enrique vino hacia mi tomándome de las manos, me levantó y uniendo nuestros cuerpos en un abrazo llegamos al cuarto de nuestro tío. Ahí me tiró sobre la cama subiendo su cuerpo sobre el mío.

Me sentía como atrapada mientras mi hermano me sujetaba las manos sobre la cama y movía su cuerpo sobre el mío calentándome por dentro y haciéndome sentir que lo deseara, crucé mis piernas por su espalda y forzándolo con ellas cayó de espaldas sobre la cama donde mi cuerpo quedó sobre el de él, y aprisioné mi monte de venus sobre su pinga y comencé un movimiento sintiendo como de dura se le ponía quedando entre la raja de mi monte velludo. También sujeté sus manos sobre la cama mientras nuestros ojos se fijaban con un calentón tremendo, fuego de deseo salían por ellos haciéndome tomar una decisión y solté una de sus manos, bajé mi blusa dejando mis tetas salir al aire lo que hizo a los ojos de Enrique abrirse de sorpresa y quedarse mirándome los pezones los cuales son como dos tapones de color rosado, para su gusto.

Volví a presionar sus manos sobre la cama para que no pudiera tocarme las tetas, pero él lentamente fue subiendo su cabeza y abriendo su boca, metió mis tetas en ella chupándome los pezones como si fueran dos dulces de caramelo. La decisión estaba hecha ya me había decidido a entregarme a él, y mientras bajaba mi cabeza para besarnos de lenguas, tocaron a la puerta, rápidamente nos separamos y cuando fui a ver era mi otro hermano con nuestra prima Gladys, interrumpiéndonos de algo que tanto deseaba Enrique, pero esto no queda aquí…

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