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Regresó Joel (el vecino de Mario 3)

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Joel estuvo perdido un par de meses. Parece que lo enviaron con su abuela lejos, al campo. Cuando me llamó me emocioné. El sexo con él es embriagante. Vino más rellenito de cuerpo, muslos más gruesos y sobre todo, ese par de nalgonas lampiñas, trigueñas, limpiecitas, sin marcas.

Mi piel blanca contrasta con la suya. Nos hemos encuerado de una vez y me tiré a lamerle las pelotas, sin vellos, la verga totalmente aseada y olorosa. Su desodorante mezclado con su sudor juvenil me ponen loco. Le paso la cara por las axilas y se las lamo, con ansias. Hoy ha venido con un poquito de sudor y cuando le paso la lengua me para la pinga porque eso si me arrecha.

Le comienzo a chupar las tetillas y siento un sabor acre. Cada vez las chupo y mordisqueo con más ganas. El se queja y de vez en cuando se rebela contra mis ansias exageradas pero se deja hacer lo que me guste. Lo he sentado en el asiento de mi carro y le puse los pies recostados en la parte de arriba de la puerta, exponiendo su culo para darme gusto.

Mamé culo como loco, le estiré el ano, lo lamía, le apreté las nalgas y metí un dedo junto con mi lengua. El olor, el sabor y la vision de esos globos juveniles son lo mejor que puedo recordar en mucho tiempo. Su pinga es grande, dura, recta, cabezona, es una verga que dan ganas de mamar y apretar para que el se queje.

En un momento dejó que yo le zurrara mi verga por su huequito mojado y lo trabé así mismo, sin lubricante, sin mucha saliva pero con muchisimas ganas. Mi pinga iba entrando poco a poco porque yo le estiraba el culo con dos dedos. Ufff, demasiado rico sentir ese culito joven, ese ano apretado y que me culeaba mientras el sufría. O por lo menos decía que sufría.

Lo puse de pie y seguí bombeando, cada vez más duro y con más ganas. Tuve que parar a embardunarme de lubricante porque el huevo se me había secado y no quería hacerle más daño. En un momento le chupeteé un hombro mientras le daba pinga suavecito. Le mordía la oreja, le decia vulgaridades y el se meneaba para sacarme la leche más rapido.

La verdad es que yo entraba y salia con ganas pero aguantandome para seguir gozándolo. No lo veo muy seguido y por cada polvo que le echo son 10 pajas que me tiro pensando en esas cogidas. En un momento me eche para atrás y pude ver como su agujerito oscuro se veía rosado por dentro, abierto, como si fuera una boquita. Una sensación intensa mientras le sacaba la pinga porque el culo se venía con ella.

Al fin me pajeé y le eché la leche en la parte superior de las nalgas, su verga seguía igual de dura pero ahora estabamos los dos sudadismos.

Lo senté de nuevo en el asiento y me largué a mamarle la pinga durísimo mientras le metía un dedo lubricado con su leche en el culo. Así mamé hasta que sentí su leche calientísma en mi boca y me tragué lo que pude.

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