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Juan Carlos, su madre y yo

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Continuación de: Fiesta en la quinta de Guillermo

Llevaba un buen rato mirando la zona de juego para los niños ya terminada del todo, había quedado perfecta y rematado todo el jardín, la pista para básquet y tenis estaba totalmente dotada, con sus canastas y la red que dividía el rectángulo, recogida con un curioso sistema automático para convertirla en chacha de tenis.

Observaba desde la ventana del despacho y la visión era perfecta para mirarlos cuando jugaran en ella; desde donde estaba, las gradas a izquierda y derecha no molestaban la visión, solamente el seto de verde al frente de la ventana podía ocular a un niño pequeño si no estabas de pie.

Entonces me di cuenta de que era lo que me rondaba la cabeza sin llegar a concretarlo, los niños, todos ellos, contaban con ocho años, el mayor se acercaba a los nueve. Esa pista de juegos estaba muy bien para practicar los dos deportes y hasta podrían jugar futbol, pero eran muy pequeños, requerían otros juegos de momento. Una playita de arena con tobogán, columpios, cuerdas de nudos para escalar…

Tome nota para sugerírselo a Davy y volví a coger las fichas de los pequeños, me hubiera dado cuenta antes de este detalle si los conociera mejor.

Tuan, vietnamita, piano.

Miguel Ángel, argentino, violín.

Misha, bielorruso, piano.

Érico, portugués, piano.

Los cuatro con historias muy parecidas de abandono familiar, o retirada de custodia por malos tratos, igual a otras muchas de los niños no admitidos en el programa.

Estos cuatro resultaban especiales por el alto índice de inteligencia y su capacidad para interpretar. Encontraba anormal y raro que el niño argentino fuera practicante de violín. Lo normal sería que fuera piano como el resto y en lo que Davy estaba interesado en enseñar.

Cuando salí del trabajo me acerque al estudio, estaban ultimando la preparación para rodar el encuentro que mantuvimos J.C. y yo cuando fuimos sorprendidos por su madre.

A mi amigo le habían preparado una habitación que le hacía de despacho cerca del de Guillermo. Paula me envió para arriba porque me estaba esperando. Se levantó de la mesa para darme un abrazo.

-¡Enano!, cada día esas mas guapo. -me estampó dos besos sonoros en las mejillas exagerando el ruido.

-Bueno, ¿para cuándo tenéis previsto el rodaje?

-Para el viernes, ¿te parece bien?

-Me es igual sabiendo cuando será, oye, me gustaría que el sábado fuéramos a la sidrería donde trabaja Óliver, pasamos unas horas paseando por allí y lo vemos, hay autobuses pero si no tienes algo mejor que hacer…

-Te llevaré, y me vendrá bien pasear respirando sano, y a tu lado.

-Se que no es de mi incumbencia pero esa historia no se parece en nada a lo que pasó aquel día, tu madre se quedó asustada. -mi amigo reía a carcajadas.

-Y seguimos follando cuando cerró la puerta. -reía con él recordando aquel momento, no se inmutó cuando a mí se me encogió la polla del susto.

-Cuando la veo me da corte todavía. -reíamos sin parar hasta que nos salieron las lágrimas.

-Hagamos como lo quiere Guillermo, no tienes que darle importancia, será tu último trabajo y adiós a esta vida. Me alegro tanto por ti, es mejor ahora que dentro de unos años. -esperé a que terminara lo que tenía pendiente y marchamos juntos a tomar unas cervezas antes de ir a nuestras casas.

Estaba retrasando el momento de ir a la universidad para formalizar la matrícula para el año segundo, se me acumulaba el trabajo y tenía que hacerlo ya. Cogí el metro hasta la facultad, quedaba cerca de la parada, la mañana aún se sentía fresca y paseé sin prisas.

Había un montón de estudiantes esperando formando cola y me puse a hablar mientras nos llegaba el turno, estábamos en grupo, miré hacía la puerta y en ese momento entraba Mikel, el novio de María, hablaba con un chico mayor que él y detrás de ellos vi a mi amiga que venía con otro chico, según se acercaban se me abría la boca de tal forma, por la sorpresa, que la mandíbula se me caía.

El chico que llegaba con María era rubio de pelo rizado, más alto que ella, y aunque no podía ver el detalle por la distancia, adivinaba sus azules ojos de cielo. Se trataba del mismo Alex que ya había visto dos veces en la casa de Davy.

Aceleró el paso cuando me vio allí de pie sin poderme mover, mirando aquel hombre que ahora sabía a quien me recordaba, tonto de mi que no me había dado cuenta.

-¡Alonso! A todos se nos ha ocurrido venir el mismo día, se me colgó del cuello con un largo beso en la cara. -se separó con la intención de presentarme a los desconocidos que llegaban con ellos, no lo hizo al vernos la cara de sorpresa que Alex y yo presentábamos. Nos miraba al uno y al otro.

-Ahora de cerca se os ve algo diferentes, ¿os sorprendéis? Por eso me gustaste desde el principio Alonso, tus ojos son como los de mi hermano. -dejé de mirar a Alex para mirarle a ella.

-¿Tú hermano? -debía tener cara de idiota, ya lo adiviné al verlos, pero mi sorpresa no resultaba de que fueran hermanos.

-Mira Alex, un compañero, Alonso, ¡ya ves qué ojos! -su hermano reaccionó antes que yo.

-Alonso y yo ya nos conocemos. -hablaba mientras me alargaba la mano y ahora los sorprendidos eran los demás. Ante las miradas que nos lanzaba María, su hermano tuvo que aclarar lo que había dicho.

-En realidad nos hemos visto dos veces, la primera unos segundos y la siguiente unos minutos, y las dos en la casa de Davy. -estábamos todos alelados y asombrados de la coincidencia.

Me presentaron al hombre que no conocía como un amigo, Fabricio. Era algo mayor, de la edad de Alex, no llegaría a la treintena, guapo y algo misterioso por los ojos almendrados y caídos que tenía, como si fueran a resbalarle por los laterales del rostro, muy moreno y de nariz aguileña, boca pequeña y abultada, el más alto de los cinco que estábamos en el grupo, varonil y agradable en su conjunto.

-¿Conoces a Davy? -María fue directa a lo que le interesaba, sin rodeos y nada diplomática. En pocas palabras les expliqué lo que podía interesarles y referido a mi colaboración con Davy y que trabajaba para él.

No hizo falta que yo le preguntara para que María me dijera que ella y Alex lo conocían desde niños, Mikel solo había escuchado hablar de él.

A todo esto había llegado mi turno y tuve que atender lo que el funcionario me pedía, documentación y los impresos de solicitud rellenados, a Mikel y a ella los atendía una chica, terminé y me acerque al otro lado del mostrador donde ellos estaban.

-Bueno, tengo que marchar nos veremos otro día. -María no quería que me fuera, deseaba seguir hablando, justo lo que no estaba dispuesto a hacer, no en ese momento tan confuso.

Como pude conseguí despedirme y me dirigí a la puerta de salida, sentía pasos detrás de mí y Alex me sujetó por el hombro. Intuía que esto me traería problemas que no eran míos.

-¡Por favor Alonso! -aquello no me parecía justo, eran sus asuntos…, los que fuera que tuvieran y que no quería conocer, y menos que me implicaran.

-No, yo apenas conozco a Davy, no se nada de vosotros.

-Solo quiero que me escuches, presiento que tienes influencia en Davy, él no da su confianza a cualquiera.

-De verdad, yo no se nada, déjame marchar.

-De cuerdo, solo queremos hablar con él. -era suficiente, adivinaba que en sus vidas pasadas habían ocurrido sucesos graves, pero a mí no me incumbía, no lo quería saber.

Y escapé, huí antes de que alguien desconocido torciera mi vida ahora encauzada y más o menos segura.

Aún no había olvidado mi encuentro con María y su hermano, elaboraba muchas teorías sobre lo que pudo haber pasado entre Alex y Davy y seguro que ninguna sería correcta, no entendía que dijera, en plural, que querían hablar con Davy.

Tenía que pensar en mi actuación y prestar atención a las órdenes que Guillermo impartía, borré de la cabeza cualquier otra cosa que no fuera mi trabajo.

Aquella vez con J.C. no fue premeditado como en anteriores ocasiones, habíamos comido la meriendo que nos preparó su madre, y luego fuimos a su habitación para jugar a las cartas y pasar el rato hasta que saliéramos a reunirnos con los amigos.

Estábamos tumbados en su cama y nos cansamos muy pronto del juego, encendió la televisión que tenía en su cuarto y estaban en la mitad de Romeo y Julieta de Leonardo DiCaprio, siempre me ha gustado este actor, creo que en aquella época estaba perdidamente enamorado de él.

Era mi ideal de hombre en aquellos años, donde soñaba con encontrar al amor de mi vida, idealizado en la persona del joven y atractivo actor y en esa película resultaba un estimulante sexual.

Sin darme cuenta estaba arrimándome a J.C. que pasó el brazo debajo de mi cuelo y empezó a besarme, le apartaba para no perder un solo detalle de lo que sucedía en la pantalla, me gustaban sus besos y deseaba las dos cosas, ver a Leonardo y pensar que los besos venían de él.

Mi amigo se excitó muy pronto y de costado se frotaba en mi muslo consiguiendo que su polla despertara rápidamente, con nuestra juventud y reciente descubrimiento del placer en el sexo homosexual, estábamos siempre dispuestos a satisfacernos mutuamente, o con Noa incluida si estaba a nuestro lado.

Fue quitando nuestra ropa mientras yo no perdía detalle de mi héroe, su madre nos había dicho que iba a salir y la teníamos olvidada, otras veces cerrábamos la puerta con el pestillo de seguridad, hoy lo habíamos pasado por alto.

Me chupó el culo y me metió los dedos en el ano para prepararme mientras yo gozaba arrodillado, mirando la pantalla con los ojos muy abiertos. Mi mente me llevaba a la villa de los Capuleto en Verona, a la habitación de la bella Julieta donde Romeo-Leonardo, me hacía el amor.

Gemía débilmente al sentir la verga de Leonardo avanzando lentamente entrando en mi culo, suspiraba suavemente al ser bombeado por el pene que me invadía. Entonces, y pesar de ser muy jóvenes, mi amigo ya estaba bien dotado y su miembro muy crecido.

De repente se abrió la puerta y apareció la madre de Juancar, fueron unos segundos donde mi polla se escondió, encogiéndose como por arte de magia, luego cerró la puerta de un portazo que retumbó en mis oídos como un trueno.

Ya no tenía ganas de continuar y Leonardo perdió para mí todo el interés que antes sentía, mi amigo al contrario, me aprisionaba las caderas sin dejarme escapar y continuaba follándome el culo como si no hubiera pasado nada hasta que se corrió gritando y jadeando y pegando su pecho a mí espalda.

La realidad de lo que paso era esa, más o menos, ahora venía la versión que preparó Guillermo para grabar.

Sentía a Tomás nervioso a mi lado, que yo supiera, solo había hecho un trabajo y lo que pasara en la fiesta de Guillermo, estábamos ante la puerta que atravesaríamos para pasar al plató. Por mi parte me consideraba un veterano, aunque no me gustaba tener a alguien en tensión a mi lado y ser contagiado.

-Tranquilo Tomás, la otra vez lo hiciste bien y ahora será mejor.

Escuchamos la palmada avisando que la cámara entraba en acción.

Pasamos la puerta y Tomás me sujetó por la cintura elevándome del suelo, con el pié cerró la puerta de la habitación y enrosqué las piernas alrededor de la cintura abrazándole con ellas, unimos los labios en un furioso beso lleno de pasión y caminó colocando las manos debajo de mis nalgas.

Seguíamos besándonos así abrazados y los besos se convertían en lametazos que nos dábamos el uno al otro por la cara y en nuestras lenguas, uno la sacaba y el otro se la lamía.

Desenfrenados totalmente y respirando agitados por el deseo que no podíamos contener caímos sobre la cama, yo debajo de él y nos seguíamos besando, metiendo las manos por dentro de la ropa para acariciarnos la piel. Mordí su lengua tirando de ella para que la cámara lo recogiera, estaba pegada a nuestras caras.

-Me gusta tu legua, dame la saliva, me encanta. -sacó la lengua impregnada en saliva goteando y la metió en mi boca, la chupé exprimiéndola los jugos con mis labios.

-¿Te gusta cochinillo? -repetimos la operación, y sí que me gustaba, realmente sentía la suavidad pegajosa de su lengua, y ponerse áspera al dejársela seca.

-Tengo sabores más rico para tu viciosa boca.

-Sí, déjame que te la chupe. -escapé de sus brazos y salté al suelo, le cogí de las manos para que se sentara en el borde de la cama y le bajé los pantalones con el slip incluido.

Miré su preciosa polla con deseo, algo fallaba, la tenía morcillona, me arrodillé y la metí entera en la boca de golpe, chupando con fuerza a la vez que le cogía los testículos con la mano acariciándolos y mirándole directo a ojos para excitarle.

Tomás los cerró centrándose en el momento y dejando de pensar en los moscones que andaban a nuestro alrededor. Tenía que dar solución a que Santi no hubiera pensado en esta posibilidad, remota sí, pero posible, de que los nervios jugaran una mala pasada a Tomás.

Sentía su verga crecer en mi boca, y llenarme de ella, dejando que fuera saliendo lentamente mientras cogía consistencia. Como pensé cuando lo vi en su anterior actuación, su verga morena resaltaba en colores rojizos haciéndola apetitosa.

Al mismo tiempo que hacía mi trabajo gozaba su polla ahora rígida y dura pasar por mi lengua, gustaba el pegajoso líquido pre seminal que le brotaba inundando mi boca.

Después de unos minutos de mamarle la verga con deleite, y acariciarle mostrando sus rotundos y peludos testículos a la cámara, llegaba el momento del siguiente paso. Me desnudé con rapidez, empalmada la polla por la excitación y terminé de sacarle la ropa inferior a la vez que él se quitaba la camisa.

Estábamos los dos desnudos y tenía que comerme el culo colocándose en mi retaguardia, no quería dejar de acariciarle para que no bajara la intensidad de su excitación y le pedí, en voz audible solamente para él, que nos dispusiéramos para que a la vez que el me chupaba el culo, pudiera tocarle o seguirle lamiendo la entrepierna.

Miré disimuladamente a Guillermo y me dio la conformidad con un gesto, había entendido lo que yo pretendía hacer. Tomás me obligaba a torcer el cuerpo para llegar con la boca a mi culo, lo chupaba delicioso y me hacía gemir, al mismo tiempo que yo le lamía la ingle, los huevos y el colorado capullo de la polla.

Tomás había entrado de lleno en su papel, y a la vez que me comía el culo me propinaba pequeños azotes en las nalgas que me obligaban a aumentas mis gemidos. Ahora sí que resultaba un macho dominante mordiéndome el culo y metiendo la lengua en mi agujero deleitándome.

-Sí, métela más, dame la lengua, ¡qué rica! -y él hacía ruidos de succión absolviendo la saliva que antes me dejó en el culo.

-Te voy a follar, ya no aguanto más. -dejó salir un rugido y me besó dos veces el ano, automáticamente me coloqué arrodillado y mirando a la puerta por donde aparecería su madre, él en mi retaguardia me sujetó de los hombros para que elevara la cabeza y el culo, bajando el abdomen hasta tocar el colchón.

Su polla ahora estaba durísima y buscaba a tientas la entrada de mi culo, lo localizo después de varios intentos y comenzó a penetrarme sin soltarme los hombros y tirando de ellos con fuerza.

Se abrió la puerta de la habitación y y entró la que sería su madre, una chica de no más de tres o cuatro años más que yo, llegaba con una braguita y sujetador de encaje y puntilla negra, hacía ver que estaba asombrada, con los labios pintados de rojo carmín colocados en forma de O, también nos asombramos nosotros y mi amante sacó la polla de mi culo.

La chica contoneaba las caderas mientras avanzaba hacia nosotros, y su cara de sorpresa pasó a la de perversión lujuriosa.

Se arrodillo sobre la cama a mi lado y agarró la verga de Tomas, envolviéndola en su nívea mano de uñas largas y pintadas del mismo color rojo de la boca.

-No sabía que mi niño estuviera tan bien dotado. -se inclinó hacía mi compañero ofreciéndole los labios, no solamente los besó, también la abrazó tirando de ella y se apoyó en mi espalda para no caer.

Estuvieron besándose un momento y yo, con una mano le acariciaba el muslo, su piel no difería mucho de la mía y resultaba agradable al tacto de mi mano, cayeron detrás de mí abrazados en una lucha sensual besándose y entrelazando las piernas.

-Mamá, no sabía que estabas tan buena. -la chica había vuelto a sujetarle polla y ahora la tenía en la boca. La preferencia sexual de Tomás se notaba a simple vista, por la tremenda rigidez de la polla que la muchacha chupaba.

Su verga brincaba en la boca de la mujer, la agarraba del pelo apartándolo de la cara para enseñar como la follaba la boca, obligándola a que se atragantara y sacara hilos de baba al extraer el pene de la garganta.

Acaricié el lomo de la chica y avancé por la espalda hasta llegar el broche que sujetaba el sostén, sus tetas cayeron por la gravedad, eran unos pechos preciosos, empecé a acariciarlos, a deleitarme con ellos, los de Noa me encantaban, era lo que más me gustaba de una mujer.

Ella seguía mamando, realizando una buena felación profesional, dando el mayor placer al macho mamándolo como una experta, y mostrándole como a ella la complacía chupársela, exageraba los ruidos absorbentes y guturales de ahogo para darle más morbo.

La quité las braguitas sacándolas con cuidado por los pies, con caricias en todo el trayecto, siguiendo las ondulaciones de sus bellas, largas y torneadas piernas. Hice el recorrido de vuelta despacio a la vez que le besaba las bonitas nalgas.

Mis manos llegaron a la unión de los muslos y entonces se abrió para permitirme que llegara con la mano a la vulva, tenía los labios vaginales mojados y alcancé su puntito mágico de placer, comenzó a mover las caderas acariciándose el clítoris con mis dedos, olía sus jugos vaginales fuertes y agradables y me llevé los dedos mojados de sus secreciones a la boca paladeándolos con gusto, para a continuación comenzar a pasarlos en la entrada de su ano.

Estaba totalmente depilada y no sentía en los dedos ningún vello, tampoco los tenía en el ano, me situé entre sus piernas y empecé a lamérselo, podía ver detrás de la cabeza de la mujer a Tomás con los ojos cerrados, disfrutando la buena mamada de la hembra y ella movía el culo de izquierda a derecha, abría y cerraba el ano al compás de mi lengua punteando en su entrada sin meterla.

Me coloqué bien para usar una mano en atenderla a ella y la otra, empapada en sus jugos, llevarla a mi ano para meterme los dedos y metérselos a ella. Mi intención era preparar los culos que Tomas se follaría en breve. Así estuvimos unos minutos para dilatar nuestros culos, a mí se me había cerrado y necesitaba que los dos aguantaran las bruscas entradas de verga que nuestro macho nos daría.

Tomás le sacó la polla de la boca, y sin moverse de su lugar le dio la vuelta teniendo ahora el trasero de la mujer al alcance de su polla, y comenzó a penetrarle por la vagina primero, yo me movía debajo del ella, lamiéndole los pechos colgantes y tiernos.

La hembra gemía, y colocó la cabeza en el colchón cuando salí de debajo de ella. El macho rugía penetrándole la vagina y metiendo violento el pene hasta el fondo. Me deslicé arrodillado para colocarme detrás de los dos y acompañé unos momentos la verga de Tomás entrando en el mojado coño.

-Colócate a su lado, igual que esta ella. -sabía lo que debía hacer y esperaba la orden del semental. Los dos teníamos la misma posición, la mujer y yo, uno al lado del otro y entonces Tomás le sacó el miembro de la vagina y sin más se lo metió por el culo mientras ella gritaba, supongo que de algo de dolor, mientras la daba por el ano, a mi me calentaba las nalgas con pequeños golpes haciéndome gemir

Al cabo de un momento me correspondía a mi recibir la verga del semental, tuve que morderme la mano para no gritar, me había hecho daño y sentía que me rasgaba el anillo del ano al penetrarme tan brusco y con la verga tan tremendamente dura, Tomás necesitaba más práctica.

Y así nos iba follando a los dos por nuestro culo, la chica se masturbaba igual que yo lo hacía, teníamos que intentar llegar los tres a la vez al orgasmo. y fue la chica la primera, en el momento de encogerse temblando por el orgasmo que la sacudía, Tomás le sacó la polla y me la metió a mi bombeándome a mucha velocidad para correrse, y ahí estallamos los dos, yo sobre la cama y Tomás dentro de mi culo.

Cuando dejé de temblar, llevado por el placer de mi eyaculación y sintiendo su dura verga en mi culo, noté como la chica pasaba su mano acariciando la polla algo salida de mi ano.

-Esto tenemos que repetirlo, puedes traer a tu amigo cuando quieras. -después de decir estas palabras la chica y Tomás se besaban y yo continuaba por la punta de la verga dentro de mi ano.

-Muy bien, se acabó, ahora a descansar. -la voz de Guillermo rompió el encanto, y ahora fue la señal que marcaba el término de mi trabajo para Producciones de Cine y Espectáculos Oliva, Gloria me enseñó la mano que tenía agarrando la verga de Tomas, estaba roja de sangre.

Hable unas palabras con Tomás y Gloria nuestra compañera, Guillermo nos felicitó, no muy eufórico pero suficiente ya que nunca hacía ostensible su satisfacción más con el gesto de la cara.

Me duché y en los vestuarios me esperaba Santi, le pedí que mirara porque sangraba, me revisó y tenía una pequeña fisura, sin importancia aunque sería molesta y no necesitaba ser cauterizada.

-Ponte esta crema para cicatrizar y aliviarte el escozor, ahora tendrás que cuidarte unos días, sin usar el culo mas que para tus necesidades fisiológicas, a partir de ahora no te supondrá problema.

Ya se había corrido la voz de que dejaba de trabajar con ellos, me deseó suerte y le vi emocionado, había pasado más de un año y habíamos trabajado fomentando una excelente relación, desde aquel día lejano que me reconoció médicamente por primera vez.

Guillermo estaba abajo con Paula para despedirme, o volver a saludarme, porque no me dijo adiós; no se, era como si pensara que alguna vez volvería con ellos.

Y Paula quedó en llamarme cuando tuviera lista mi liquidación y me guiño un ojo con picardía. Bueno, hubo alguna despedida más, con un hasta mañana o hasta luego para no dramatizar.

Óliver no llegó para la cena, había llamado a mi padre para decirle que se retrasaría por su trabajo, después de cenar y recoger la mesa vimos una rato la televisión y cansados subieron para acostarse, me quedé esperando la llegada de mi hermano adormecido en el sofá, desperté y miré la hora, eran más de las once de la noche y decidí irme a la cama, me aplique la crema que me entregó Santi porque el ano me escocía.

Estaba profundamente dormido y no me enteré de que Óliver había llegado hasta que se abrazó a mí y me zarandeaba el brazo.

-No me has esperado. -abrí los ojos y no pude verle, la luz estaba apagada.

-Lo he hecho pero tenía sueño y es más cómodo esperar en la cama. -acercó la cara y me besó en la boca, a la vez tiraba del slip para quitármelo y tuve que moverme para que me lo sacara sin romperlo, se apretaba contra mi muslo y noté que él estaba desnudo.

-Es muy tarde Óliver, déjame, vamos a dormir. -su aliento destilaba alcohol.

-Has bebido, sabes que no debes hacerlo. -le empujé para apartarlo.

-No ha sido nada, anímate, te la meto en un segundo y luego dormimos tranquilos, tengo ganas de follarte. -movía la cadera aplastando su dura polla en mi muslo.

-Mañana Óliver, quiero dormir. -me di la vuelta para quedar boca abajo, además de dormido tenía miedo por el estado dolorido de mi culo.

-No me digas que no, quiero hacerlo. -se montó sobre mi y metió la polla entre mis nalgas.

-Te prometo que mañana lo haremos, ahora estoy cansado y con sueño. -tenía el pene como un leño de duro, no sabía si eran las hormonas o venía ya excitado, apreté las nalgas para evitar que me penetrara.

-¡Ahh! No quieres que te folle, hoy no te apetece mi verga, ¿solo será cuando tu quieras? -mi hermano estaba súper excitado, la mezcla de su deseo con el alcohol que hubiera ingerido resultaba una bomba explosiva.

Quería que abriera las piernas y yo las apretaba, no deseaba que aumentara la avería que tenía en el culo, con esfuerzo logró puntear con la polla en la entrada y me retorcí para evitarlo.

-Si no quieres lo voy a hacer de todas formas. -me follaba los muslos dejándose caer hasta que la polla se le estrellaba en las sábanas, lo hacía sin penetrarme, y a su pesar, los golpes de su pelvis al pegar en mi culo me hacían daño.

Mejor era así que con ella dentro, y colaboré apretando las nalgas para que gozara y terminara rápido. Gracias a lo excitado que estaba no tardó mucho en regarme el culo y los muslos con el semen que le salía a borbotones.

Me encontraba en tensión y cuando cayó, tendido sobre mi aplastándome, me relajé sintiendo los últimos espasmos de su polla eyaculando, respiró unos minutos agitado, sentía el olor de las bebidas que había tomado, por el aliento que me llegaba sofocado, de su boca pegada en mi cuello jadeando.

Se deslizó sin quitar el brazo izquierdo de mi cintura, quedando acostado boca abajo y poco después escuchaba su respiración profunda y gangosa. Se había quedado dormido.

No me gustaba lo que había pasado y se me quitaron las ganas de hacerle la visita sorpresa como tenía previsto, pero había quedado con J.C. y no iba a cambiarle sus planes otra vez, quizá tuviéramos oportunidad de aclarar lo que había sucedido y el por qué ahora bebía de esta manera.

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