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Un domingo por la mañana me desperté escuchando a mi padre hablando a voces. Le vi en el salón, de pie, mientras hablaba por el móvil con cara enfadada. Mientras me preparaba el desayuno mi padre colgó y se sentó en el sofá. Con la taza de leche me senté a su lado y le pregunté:

- ¿Qué pasa?

- Un gilipollas que iba a venir al partido de hoy que nos al final no puede asistir y nos lo dice ahora.

Mi padre había estado en un equipo de futbol del pueblo donde vivimos durante varios años, pero se retiró por una lesión y no volvió a jugar. Un poco más tarde el equipo se disolvió. Pero hace un par de semanas se le ocurrió a mi padre hacer un partido amistoso con todos los que jugaron en el equipo. Yo notaba tenía mucha ilusión por volver a jugar y ya lo tenía todo organizado, pero con esta baja estarían desequilibrados:

- ¿Y no hay otra persona que pueda jugar? -le pregunte dándole un sorbo a mi taza.

- No. El resto está de vacaciones o trabajando. Fue complicado conseguir doce jugadores y ahora se nos jode en el último momento -se me queda mirando- ¿Por qué no juegas tú?

- Porque sabes que yo no sé jugar y me pongo muy nervioso.

Era cierto. Al contrario que a mi padre, a mí nunca me han interesado los deportes. Practique un poco de natación cuando era pequeño, pero lo deje a los 10 años. Actualmente he dejado un poco apartados mis libros, que es realmente mi pasión, y me he apuntado a un gimnasio.

- Pues no sé a quién llamar.

- ¿Y tu amigo Fran? -le dije, recordando a uno de sus amigos con el que siempre quedaba

- Se ha ido con su mujer toda la semana, pero…

No termino la frase. Se levantó y se puso a llamar por el móvil. Yo acabé de desayunar y me fui a lavar los dientes. Cuando salí del baño mi padre estaba de mejor humor:

- He hablado con Fran -me empezó a contar- y me ha dicho que su hijo Pablo puede venir a jugar con nosotros.

- Guay.

De pequeño conocí a los hijos de Fran, cuando jugábamos en la plaza del pueblo. Tenía dos hijos menores que yo. El mayor era Hugo, al cual yo le sacaba 1 año; y el pequeño era Pablo que le sacaba 2 años. Jugábamos mucho de pequeños, pero nuestros caminos acabaron separándose a tal punto que ya hacía años que no les veía.

Mi padre me obligo a ir para que llevase el contador y el cronometro. Cuando ya estábamos listos cogimos el coche y nos fuimos al campo de futbol. Mientras mi padre empezaba a saludar a sus amigos yo saqué mi móvil y me puse a mirar las redes sociales para distraerme. Unos minutos más tarde dejé el móvil y al girarme me encontré con Pablo. Se notaba un gran cambio en él. Al verme hizo un movimiento con la cabeza a modo de saludo y entró en los vestuarios. Me quede unos segundos inmóvil. Ver como aquel crio bajito y huesudo se había convertido en ese chico hizo que me excitara un poco. Al tener yo ahora 20 años Pablo tendría 18 años. Tenía unos ojos marrones y el pelo negro corto con una barba bien cuidada.

A mí siempre me habían gustado las chicas, hasta había tenido un par de novias, pero nunca habían cuajado las relaciones. Hace un par de años un amigo y yo nos enrollamos y acabamos follando. Desde ese día me han gustado más los hombres.

Intente entrar en los vestuarios para ver si podía observar más de cerca ese cuerpazo más desarrollado. Cuando estaba a punto de entrar salió mi padre y me llevo con él al campo. Me explico lo que tenía que hacer, que era básicamente tocar dos botones y mirar un reloj sentado tras una mesa. Mientras iban llegando los jugadores y vi de reojo como entrenaban. Le pregunte a mi padre:

- ¿Pablo sabe jugar al futbol?

- Si -me contesto- está en un equipo juvenil con su hermano y son muy buenos. Les he visto en algún partido. Tu como no has querido venir a ver ningún partido no lo sabias.

Me dio un golpecito en el hombro y mientras se alejaba para reunirse con el resto pensé en no perderme otro partido en el que jugase. Eligieron los equipos y Pablo fue al equipo de mi padre, por lo que no sería raro que les animase. Desde que se inició el partido mis ojos no podían apartarse de Pablo. Cada vez que pasaba cerca de la mesa era como si mi cerebro activase una cámara lenta y podía ver su cuerpo moverse de una forma excitante. Mi polla estaba empezando a reaccionar y yo daba gracias de tener una mesa que me la cubriese. Tampoco ayudaba que Pablo no llevase calzoncillos debajo del pantalón de deporte y si me fijaba bien podía ver como su polla rebotaba cuando corría. No me daba cuenta de los goles y mi padre me llamo la atención un par de veces.

Al finalizar el partido recogí la mesa pensando en otras cosas para bajar mi erección y fui a meterlas en el almacén. Vi que Pablo sacudía su botella de agua sin que saliera nada. Me acerqué a él y le tendí la mía. Me miro un segundo y le dio un sorbo largo. Mientras él estaba bebiendo vi cómo se marcaban sus músculos a través de la camiseta sudada e hizo que se me empezase a parar:

- Gracias Nico -me dijo mientras me la devolvía, y se dirigió a los vestuarios.

Me quedé con la botella en la mano mirándola y bebí un poco, aunque no tenía sed. Mi polla, otra vez erecta, hizo que volviese a la realidad. Guardé las cosas y me dirigí al vestuario una vez ya calmado. Entre tímidamente mirando a todas partes, pero no le veía. Pregunte a un hombre que conocía donde estaba mi padre y me dijo que en las duchas. Fui y vi a mi padre duchándose:

- Papá

- Dime -dijo entreabriendo los ojos con el jabón.

- Te espero junto al coche que hay mejor cobertura -dije mientras miraba alrededor pero solo había un par de hombres que no me ponían nada, aunque vi que tenían buenas pollas.

- Vale. No tardaré.

Cuando me gire mi corazón dio un vuelco. En las duchas de enfrente estaba Pablo totalmente desnudo. Con los ojos cerrados disfrutaba de la merecida ducha. Sus manos enjabonadas recorrían su cuerpo atlético. Pasaban por su pecho, con unos cuantos pelos en el medio; por sus abdominales marcados por el entrenamiento y con una fila línea de bello desde el ombligo hasta el pubis; recorrían sus bíceps donde también se marcaban un poco cuando doblaba los brazos. Sus piernas estaban muy fuertes y vi que estaban depiladas. Pero lo que realmente me llamaba la atención era su polla. Estaba flácida, pero aun así ya era grande y gruesa, con una mata de pelo en la base y en los huevos. Mi polla, como movida por un resorte, volvió al estado de erección. No sé si fue mi imaginación, pero creí ver cómo me miraba por un momento y sonreía. Al instante se dio la vuelta, dejando ver su espalda y su duro culo, y se agacho a por el gel. En ese momento mi polla estuvo a punto de reventar al ver como su culo se abría y dejaba al descubierto su ano.

Salí corriendo del vestuario y llegué al coche. Mientras recuperaba el aliento vi como en mis pantalones se notaba mucho mi polla dura. En cuanto llegase a casa me iba a hacer una paja como nunca antes me había hecho. Un rato más tarde ya me había calmado y vi a mi padre acercarse con otra persona al lado. Era Pablo. Mi padre me dijo que tenía que ir a la casa de Pablo a por paquete que le había dejado su padre para el mío y así aprovechar el viaje. En principio iba a negarme por las ganas que tenia de perder de vista a Pablo y de masturbarme pensando en él; pero por otro lado no quería dejar de ver su cuerpo.

Nos dejó en la puerta de la casa de Pablo y se fue. Me dirigió una mirada con una amplia sonrisa y saco unas llaves de la mochila. Subimos a su piso mientras me decía lo bien que había estado el partido y yo asentía y mi vista se fijaba en su culo.

Entramos y cerró la puerta tras de mí. Soltó la mochila en la entrada y dijo en voz alta:

- Ya he llegado.

- Ya era hora -dijo una voz desde el otro lado del pasillo.

- He venido con el Nico, el hijo de Paco.

- Un momento.

La puerta del fondo se abrió, de lo que era un baño, y un chico salió. Era Hugo, el hermano mayor de Pablo. Llevaba puesto únicamente un bóxer, el cual marcaba su bulto. Esta familia, pensé, está muy bien dotada. Sus ojos eran iguales que los de su hermano menos y su pelo más corto igual de negro. Hugo no llevaba barba, pero se le notaba la sombra. Su cuerpo, al igual que el de su hermano, también estaba trabajado. Se le notaban los abdominales y pectorales, pero sus brazos estaban más fuertes y marcados. Según mi padre Hugo jugaba de portero. Me tendió la mano y se la estreche. Luego se acercó a su hermano y ambos fueron a la cocina mientras yo me quedaba de pie en el pasillo. Un minuto más tarde Hugo salió y dijo que se iba a vestir que había quedado. Yo entré en la cocina y vi a Pablo buscar en los armarios:

- No sé donde habrá metido mi padre el paquete.

- Te ayudo a buscarlo -le dije.

- Vale. Mira por los armarios de arriba.

Empecé a abrir los armarios sin saber muy bien que buscaba, pero así estaba entretenido. Llego un momento en el que estaba mirando un armario y note como pablo se arrodillaba enfrente mío. Su espalda rozo mi polla, la cual ya estaba empezando a crecer. Estaba a punto de hacer algo cuando su hermano volvió a aparecer ya vestido:

- Bueno me voy. No vengo a comer.

- Vale adiós.

- Adiós Nico- dijo con media sonrisa en la cara, lo cual me habría desconcertado, pero estaba pendiente de otro tema en ese momento.

La puerta se escuchó al cerrarse y pablo se quitó de mi entrepierna, para buscar en otro cajón. Aliviado seguí buscando intentando disimular mi erección. Al final abrí el último armario de arriba y encontré un paquete en el que ponía “Dárselo a Paco”:

- Encontré el paquete -le dije a Pablo.

Mientras lo sacaba noté como se ponía detrás de mí y con su mano me agarro fuerte la polla por encima de los pantalones:

- Yo también he encontrado un paquete.

Me quede inmóvil. Notaba su respiración acelerada en mi nuca, su corazón latiendo en mi espalda y su polla creciendo en mi culo. Su mano acariciaba mi bulto que ya estaba totalmente erecto y duro:

- ¿Q-que haces? -le dije.

- Lo que tenía muchas ganas de hacer desde que te he visto. No estaba muy seguro de hacerlo hasta que entraste en las duchas y te quedaste mirándome. ¿Te gusto el espectáculo que te hice de mi culo abierto?

- ¿S-Sabias que te miraba?

- Si, pero para asegurarme me he frotado con tu polla antes y ha reaccionado. Me gustas mucho Nico. Desde que éramos niños.

- ¿Y qué quieres hacer? -dije calentándome todavía más por la confesión.

- Follarte.

No necesitaba oír nada más. Me di la vuelta le empujé contra la pared y le besé. Al principio fueron besos normales, pero a medida que iba aumentando la temperatura situó su mano derecha detrás de mi nuca para acercarme más a él y nuestras bocas se abrieron para dejar paso a nuestras lenguas. Él era más atrevido y sentía como me daba pequeños mordiscos en el labio inferior. Su saliva se juntaba con la mía. Era un espectáculo.

Mientras su mano seguía derecha seguía presionando ligeramente mi nuca, con la izquierda seguía sobando mi duro bulto. A los cinco minutos se separó. Ambos teníamos los labios rojos, pero no iba a terminar así. Empezó a quitarme la camiseta lentamente mientras me miraba a los ojos. Mi cuerpo no era tan atlético como el suyo, pero no le desagradó. Él me iba quitando mi ropa y yo, a su vez, le iba desnudando mientras nos dirigíamos a una habitación.

Cuando cerró la puerta tras de si, ambos estábamos totalmente desnudos. Ahora fui yo quien le cogió por la nuca y le di otro beso. Le tiré encima de la cama y me situé encima. Nuestros cuerpos estaban juntos. Notaba su dura polla junto a la mía, ambas palpitando. Con una sonrisa fui bajando poco a poco. Primero lamiéndole el cuello, a lo que respondió con un débil gemido de excitación que le tenso todo el cuerpo. Después llegue a sus duros pezones que chupe como si fuese un bebé buscando alimento, aunque sabía que mi biberón estaba más abajo. A continuación, baje por sus duros abdominales y, finalmente el premio gordo. Con una mano lo cogí y besé la punta que ya estaba empapada de líquido preseminal. Me la fui metiendo en la boca disfrutando de cada centímetro de su dura polla que, en estado de erección rondaría los 17 cm y era gruesa. Con esfuerzo logre metérmela entera. Empecé con a sacarla y meterla de forma que disfrutara. Notaba como sus piernas se tensaban, lo que indicaba que lo estaba haciendo bien. Quería que disfrutase al máximo. Mis manos masajeaban sus testículos y alguna vez los chupaba. Fui aumentando el ritmo y Pablo posó sus manos en mi cabeza para ayudarme. Cuando notaba que estaba a punto de venirse intente sacármela, pero el muy guarro hizo fuerza y acabó en mi boca llenándola de caliente semen.

Le mire con cara de enfado mientras me levantaba y él se reía. Me lancé encima de él y pasé el semen de mi boca a la suya que, para mi sorpresa se lo trago:

- Que rico está el semen.

- ¿Habías probado antes el semen de alguien? -le pregunte mientras me sentaba a su lado.

- Si. Había un chico con el que follaba en secreto durante unos meses y me enseño muchas cosas. -hizo que me tumbara y se arrodillo enfrente cogiendo mi polla que seguía erecta y se la metió, unos 18 cm, entera en la boca- y el semen de mi hermano.

Cuando oí eso me quedé en tensión, tanto por la espectacular mamada que estaba obteniendo como por la confesión que acababa de escuchar:

- ¿Te has follado a tu hermano? -dije y se me escapo un gemido.

- No. Hugo y yo tenemos mucha confianza. Descubrimos el sexo juntos. Nos hacíamos pajas, nos tocábamos y algunas veces, al principio, unas mamadas para saber que se sentía. Pero a mí me gustaba de verdad. Deje de mirar los videos porno que poníamos y le miraba a él como se masturbaba. Y, al final, cuando tiraba el papel con su semen yo lo recogía sin que se diera cuenta y me lo guardaba para masturbarme con su olor y meterlo en mi boca.

- Pero eso es incesto.

- Lo sé, por eso he tratado de olvidarlo, pero es difícil.

- Bueno, yo no considero el incesto como algo malo.

Notaba como ya estaba a punto de acabar y le avise, para mi sorpresa acelero más sus movimientos y derrame todo el semen que tenía acumulado en su boca y se lo volvió a tragar. Se puso boca abajo a mi lado y nos dimos un beso. Ambos estábamos exhaustos, pero teníamos ganas de continuar.

Ya la tenía dura de nuevo. Le mire como su cuerpo subía y bajaba acorde con la respiración y pare en su culo. Cuando el vio donde se había posado mi mirada no dijo nada, únicamente sonrió y se puso a cuatro patas dejando ver su culo, el cual había disfrutado viendo en las duchas. Empecé abriéndole el culo dejando ver su ano rosado abriéndose un poco, como dándome la bienvenida. Situé mi boca y mi lengua hizo el resto. Fue lamiéndolo para conseguir un buen lubricado. Mientras Pablo empezó a juguetear de nuevo con su polla que se estaba poniendo tiesa de nuevo al igual que la mía. Le fui metiendo un dedo y sus gemidos fueron aumentando. Estaba muy excitado. Luego le metí dos dedos que entraron con facilidad. Ya no podía más. Me puse detrás de él y le metí la polla de una vez mientras Pablo soltaba un fuerte gemido que sonó por toda la casa:

- Lo siento, no tenía que haberlo hecho tan bruscamente.

- No importa -dijo sin aliento- sigue penetrándome que me gusta sentir tu polla.

Empecé el mete-saca lo más despacio que pude, pero con la lubricación hacia que se resbalara hasta su interior. Le agarré de la cintura y lo envestí más rápido mientras sus gemidos retumbaban por toda la habitación. Mis manos se paseaban por su cuerpo, sus abdominales que se marcaban más fuerte, su pecho que subía con su respiración mientras le pellizcaba sus pezones, lo que hizo que gimiera más fuerte:

- Eres un experto follando -dijo casi gritando por la excitación.

- Tu culo ahh está absorbiendo mi ahhh polla.

- Sigue, sigue, ahhh me encanta sentir ahhh tu polla llegando tan adentro.

- No puedo detenerme…- le decía mientras le metía los dedos que habían estado en su ano dentro de la boca y los lamia con ansia.

- Me vas ahh volver loco. Siempre quise ahhh hacer esto contigo y ahora ahhh al final puedo hacerlo.

- Me voy a correeeer…

- Siiii córrete en mi interior. Llena mi culo con tu corrida.

En un gemido conjunto solté todo el semen que había dentro de mis huevos y lo solté en el culo de mi amigo. Me tumbé boca arriba y vi cómo se incorporaba y seguía masturbándose hasta que se corrió en mi pecho. Se tumbó encima de mí. Estábamos pegajosos por el sudor y el semen que había en nuestros cuerpos. La pose una mano en la cabeza y le acaricie el pelo mientras recuperábamos el aliento y Pablo recogía su corrida de mi abdomen:

- Ha sido maravilloso. - me dijo- tantos años fantaseando con esto y por fin lo he cumplido.

- También ha sido especial para mí, pero esto aún no ha terminado.

Nos dimos un beso pasional he iniciamos una tarde de sexo en el que ambos acabamos con el culo destrozado, nuestras pollas rojas, y nuestros cuerpos cubiertos de semen, sudor y saliva. Cuando ya se nos hizo tarde empezamos a recoger nuestras ropas que habían estado tiradas en el pasillo de su casa. Fue raro, pero no encontramos mis calzoncillos por ninguna parte. Me dejo unos suyos para volver a casa y, con un último beso nos despedimos.

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