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Tatiana y yo

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Mi nombre es Paula, tengo 18 años y llevo una vida de lo más monótona; hago lo típico que hacen las chicas de mi edad: ir al instituto, estudiar, salir de vez en cuando… Nada del otro mundo. Mucha gente me dice que soy mona, aunque la verdad es que yo me considero del montón: mis ojos son marrones, mi pelo es castaño oscuro casi negro y mi piel es demasiado bronceada para el lugar en el que vivo y en cuanto a mi complexión física soy delgada y no muy alta. Sin embargo lo que siempre me ha acomplejado ha sido mi personalidad: me considero simpática y buena persona, sin embargo, soy bastante tímida y me cuesta mucho abrirme socialmente, y es por eso que a pesar de llevarme bien con todo el mundo y tener un grupo de amigos, nunca he establecido ningún vínculo especial con ninguno de ellos. Tampoco he tenido muchos novios o líos durante toda mi vida; solo he tenido un novio con el que estuve un par de meses, pero no estaba realmente enamorada de él, y me lie con un chico en una fiesta el verano pasado, pero no significó nada.

En fin, iré al grano:

Todo comenzó el primer día de mi último año de instituto: llegué con mi amiga Marta a clase de lengua y ambas nos sentamos al final de la clase, con el resto de la pandilla. En mi pandilla somos cinco chicas y cuatro chicos: Marta, la “madre y consejera” del grupo, Clara “la más guapa y la dulce”, Eva “la más fiestera y divertida”, Isa “la hippie y buen-rollera” y luego estaba yo, Paula, “la tímida y la callada”. En cuanto a los chicos, están Nico “el romántico”, Álvaro “el fiestero”, Pablo “el más maduro” y Dani “el deportista”. Estos son los roles que siempre he hecho mentalmente, y así es como nos ven los demás. Marta y Pablo llevan juntos más de dos años, Clara y Nico empezaron a salir en verano, Isa y Dani llevan un tiempo de tonteo aunque no lo reconozcan y Eva y Álvaro se dieron un tiempo, por lo que ahora mismo no se llevan muy bien pero todos sabemos que en el fondo se siguen gustando. Aunque me llevo genial con todos, nunca he llegado a tener la confianza que tienen las chicas entre ellas, y nunca he tenido nada con ninguno de los chicos. Siempre me he sentido distinta a ellos, ya que todos son muy sociables y populares y además, soy la única del grupo que sigue virgen

Ese día toda la clase tenía el mismo tema de conversación, la chica nueva.

-Tíos, ¿os habéis enterado de lo de la chica nueva?- dijo Dani.

-Como para no enterarse, todo el mundo habla de lo mismo- respondió Eva.

-¿Y sabéis cómo se llama?- pregunta Marta al mismo tiempo que se sienta.

- No, solo sabemos que viene de Madrid y que ha repetido un curso- responde Clara.

-Sí, y que dicen que está muy buena- añade Álvaro entre risas. Eva pone los ojos en blanco.

El profesor de lengua llega a la clase poniendo orden.

-Bueno chicos, ya está bien, que se note que ya estáis en bachillerato. Venga, poneos todos al final de la clase que os voy a colocar por orden de lista.

Casi de inmediato comienza a nombrarnos a todos por orden alfabético. Cuando me nombra a mí, me coloca en la última fila de la clase, demasiado detrás para mi gusto y me doy cuenta de que deja un sitio libre.

Nada más terminar de nombrarnos llaman a la puerta, y cuando abre el profesor entra una chica, la chica nueva. La verdad es que era muy guapa: tenía los ojos muy oscuros, casi negros que estaban muy marcados por su grueso delineador; su piel era clara pero no demasiado y su pelo era liso, castaño claro y con mechas rubias y además llevaba un piercing en la nariz. Tenía mi misma estatura y además tenía cuerpazo: unos pechos más grandes de lo normal que se asomaban de su camiseta escotada y un culo muy marcado por sus pantalones ajustados rotos. Me sorprendió a mi misma lo mucho que me estaba fijando en sus pechos, pero supuse que sería envidia. El profesor le dijo que se presentara.

-Bueno, pues me llamo Tatiana, Tati para los amigos, tengo 18 años porque repetí un año y vengo de Madrid, ya que a mi padre lo han destinado a este pueblo por trabajo. Me gustaría estudiar audiovisuales.

-Muy bien Tatiana, puedes sentarte al lado de Paula Ramírez, en la quinta fila.

A la vez que se dirigía al asiento que estaba a mi lado todas las miradas apuntaban hacia ella: chicos que la miraban con deseo y chicas que la observaban con envidia.

Cuando llego a mi lado, enseguida percibí el intenso pero agradable perfume que llevaba puesto.

-Hola, soy Paula.

-Encantada- respondió con una sonrisa.

La clase transcurrió con total normalidad y al final el profesor nos mandó hacer un trabajo por parejas, tal y como estábamos colocados. El trabajo era para dentro de dos semanas, pero yo le propuse a Tatiana quedar esa misma tarde en mi casa para empezar a hacerlo.

Cuando llegó a mi casa le presenté a mis padres y subimos hacia mi habitación. Me sorprendió bastante que en cuanto llegó a mi habitación se tumbó en la cama con total naturalidad.

-¿En serio tenemos que empezar hoy con ese trabajo?- Me preguntó Tatiana

-La verdad es que no me apetece nada. – Respondí yo, y ambas nos empezamos a reír

- Bueno Paula, cuéntame algo sobre tu vida.

-Pues no se…

-Venga, cualquier cosa, no seas tímida.

-Mmm… me gusta ver pequeñas mentirosas.

-¿Qué dices? Pensaba que era la única a la que le gustaba esa serie.

-¿En serio? Podríamos ver el último capítulo.

-Sii, me encantaría.

Puse la serie en el portátil y nos vimos el capítulo casi sin darnos cuenta. Me alegró ver que tenía algo en común con ella y que estaba haciendo una nueva amiga.

Cuando terminamos comenzó a contarme un montón de cosas, me sorprendió que se abriese con tanta facilidad. Me contó que venir aquí había sido la excusa perfecta para cortar con su novio del que estaba harta, y a pesar de que echa de menos a sus amigos, le había venido bien un cambio de aires, entre otras cosas.

Sorprendentemente yo también hablé con ella de un montón de cosas, nunca había cogido tanta confianza en tan poco tiempo con nadie.

Estuvimos hablando hasta que se hizo de noche, y antes de irse le propuse quedar el sábado conmigo y mis amigos, a lo que aceptó.

Le comenté a mis amigos la idea y a todos les pareció bien, por lo que el sábado nos fuimos todos a la discoteca a la que solemos bajar en el pueblo. Una vez allí, los presenté. Estuvimos un par de horas todos juntos. Álvaro (que iba un poco pedo) no paraba de ligar con Tatiana, aunque ella le hacía caso omiso, Eva en cuanto vio el panorama se fue y la perdimos de vista, Marta, Clara, Pablo y Nico se fueron con unos de segundo y Dani e Isa fueron a liarse.

Álvaro se recuperó un poco y se fue a bailar con unas chicas de clase. Aprovechando la oportunidad, Tatiana y yo nos fuimos a bailar.

Pusieron una canción de reaggeton y Tatiana se puso a perrear.

-Vamos, Paula, ven a bailar.

-Es que yo no sé perrear.

-Venga! Pero si es muy fácil.

Algo afectada por el alcohol me puse a bailar con ella. Estábamos muy pegadas y empezamos a mover las caderas y el culo al compás. No sé si sería por el alcohol, pero empecé a sentir un hormigueo y la sensación me gustó. La noche transcurrió entre alcohol bailes y reaggeton y no volví a ver a mis amigos en toda la noche, pero me lo pasé mejor que nunca con Tatiana.

Desde ese día nos hicimos inseparables: íbamos juntas al instituto, veníamos juntas, quedábamos casi todos los días en su casa o en la mía y en ocasiones hasta nos saltábamos las clases más aburridas, algo que nunca antes había hecho pero que con Tatiana parecía todo un subidón de adrenalina. Y así era ella, pura adrenalina.

Poco a poco fui distanciándome con el resto de mis amigos, aunque acabó por no importarme ya que Tatiana me ofrecía todo lo que ellos no hacían.

Nos hicimos amigas tan íntimas que nos lo contábamos todo, nunca teníamos secretos y me encantaba estar con ella. Ese era el tipo de amistad que siempre había querido, y por fin lo tenía.

Las cosas comenzaron a cambiar en febrero. Era viernes y nos quedábamos a dormir en su casa y estábamos hablando sobre los chicos.

-Espera, espera, ¿en serio eres virgen? Nunca me lo habías contado.

-Si, aunque me da algo de vergüenza admitirlo, creo que soy la única de clase que aún lo es.

-Venga no exageres, ya te llegará el momento.

-¿Tu con qué edad la perdiste?

-Con 13 o 14, no me acuerdo bien pero fue un desastre.

- Yaa me acuerdo de esa historia jajaja. Bueno y qué se siente exactamente ¿cuando se tiene sexo?

- Se siente mucho placer, aunque yo sé que todavía no he llegado a sentir todo el placer que podría, supongo porque todavía no lo he hecho con la persona indicada. A veces se siente más cuando te masturbas, ya me entiendes.

-Bueno…

-¿No me digas que nunca te has masturbado?

-La verdad es que no, no sé, nunca he tenido curiosidad, supongo que es mejor esperarse a tener relaciones con una persona.

-No digas tonterías. ¡Tengo una idea! Te voy a enseñar.

-¡Qué dices! ¿Estás loca?

-Venga… seguro que estás deseando saber que se siente.

-Bueno, la verdad es que sí.

-Primero tienes que pensar en algo que te excite mucho o si no te puedes ayudar de algún video porno. Ahora métete la mano por debajo de las bragas, así como hago yo.

Algo ruborizada y tímidamente comencé a imitarla.

-Muy bien ahora tienes que acariciarte en círculos justo así.

Hice lo mismo que ella y comencé a sentir un cosquilleo muy intenso en mi vagina. Me gustaba, me gustaba mucho la sensación.

-Para sentir más placer puedes jugar con tu clítoris, meterte un dedo, ya sabes.

Comencé a hacer lo que me decían y el placer iba en aumento, mi respiración se iba acelerando cada vez más y cerré los ojos hasta que Tatiana me interrumpió.

-Bueno ya, a ver si te vas a correr en mi colchón.- me dijo entre risas.

Yo estaba muy ruborizada y me reí con ella.

Nos fuimos a dormir y cuando me aseguré de que ya estaba dormida comencé a masturbarme. Me había gustado tanto la sensación que quise volver a hacerlo. Cerré los ojos y comencé a pensar en algo excitante. Sin embargo, solo había una imagen que se me viniera a la mente: la imagen de Tatiana. Me la imaginé en su casa desnuda, con las piernas abiertas y acariciando suavemente su clítoris a la vez que se agarraba sus enormes pechos con la otra mano. Me la imaginé gimiendo de placer, retorciéndose sobre su cama. Estaba excitadísima. Comencé a masturbarme con más rapidez sintiendo cada vez más y más placer. Mis piernas se tensaron y mi respiración estaba acelerada, aguantando los gemidos que querían salir de mi. Cuando pensé que ya no se podía sentir más placer, una explosión de sensaciones inundó mi cuerpo, llegando así al culmen de la excitación. De pronto me relajé, y me quedé dormida al poco tiempo. Había tenido mi primer orgasmo y había sido fantástico. Había tenido mi primer orgasmo pensando en Tatiana.

Desde esa noche ya no veía a Tatiana con los mismos ojos. Cada vez que la veía, un hormigueo recorría mi cuerpo y mi mente se llenaba de pensamientos de todo tipo. Deseaba besar sus labios, tocar sus pechos y acariciar su vagina tal y como ella me enseñó. La deseaba con todas mis fuerzas y no entendía el porqué. Nunca antes me había pasado nada igual, y menos con una chica. Siempre había tenido claro que me gustaban los chicos y nunca se me había pasado por la cabeza la idea de ser lesbiana, pero Tatiana rompió todos mis esquemas.

Además, ella lo hacía todo más difícil ya que siempre había sido muy cercana conmigo. Siempre que nos veíamos me daba muchos abrazos, muchos besos en la mejilla y siempre que veíamos una película o serie nos acurrucábamos en el sofá. Muchas veces llegaba tan excitada a mi casa después de estar con ella que me tenía que masturbar de inmediato. A veces me preguntaba si ella sentiría lo mismo por mí, pero había estado con tantos chicos que decidí descartar la idea, lo cual me acabó frustrando.

Un buen día, víspera de las vacaciones de semana santa…

-Tía, tengo un notición.

-¿El qué?

-Mis padres se van de vacaciones de semana santa a las Canarias y dicen que te puedes venir con nosotros. A ver vamos a un hotel pero podemos ir nosotras a nuestra bola. Vamos a salir todos los días de fiesta, y vamos a ver a un montón de tíos buenos.

-¿En serio? Dioss que ganas!!

Me emocionó mucho la noticia, siempre había tenido ganas de ir allí y más con mi mejor amiga, aunque mis sentimientos por ella no habían cambiado y me iba a resultar estar con ella durante toda una semana en la misma habitación, en la misma cama.

Las vacaciones estaban siendo inolvidables, playa, fiesta, algo de turismo, mi mejor amiga… No sé qué más podía pedir.

La última noche salimos de fiesta, y sinceramente, me pegué la fiesta más gorda de mi vida. Las dos nos pillamos una buena borrachera y llegamos al hotel entre risas y tambaleándonos. Al llegar a la habitación nos sentamos en la cama. Ella iba muy guapa con una falda corta de tubo y esos tacones que tanto le gustaban.

-Creo que la habitación me da vueltas- Dije.

- Jajajaja, doy fe - me respondió ella- me lo he pasado de puta madre en estas vacaciones, y ¿sabes qué? Este año ha sido maravilloso gracias a ti, Paula.

Me ruboricé y mi corazón empezó a latir más rápido.

-Me alegro de haberme cambiado de instituto, mis anteriores amigas eran unas falsas pero tú eres distinta. Eres la mejor amiga que he tenido nunca y que nunca tendré- continuó diciendo.

-Tú también has significado mucho para mí, nunca antes había sabido lo que era una amiga de verdad hasta que te conocí, eres mi mejor amiga y siempre lo serás. Contigo la vida es mucho mejor.

Tras decir esas palabras nos quedamos un instante en silencio, mirándonos a los ojos. Todo lo que sentía hacia ella afloró de golpe y quería besarla con todas mis fuerzas. Pero entonces, ella empezó a acercarse cada vez más. Se acercó hasta el punto en el que nuestras respiraciones se confundían y me besó. Me dio un tierno pero excitante beso en los labios. Mi corazón iba a mil por hora.

De repente se alejó y me dijo:

-Lo siento, es que me apetecía darte un beso. No debí hacerlo.

Sin decir nada, me volví a acercar y le devolví el beso. Nos besamos apasionadamente a la vez que yo ponía las manos sobre su cintura y ella me rodeaba el cuello. Noté como su respiración también estaba acelerada y me pegué más a ella. Nuestras bocas se abrían cada vez más y ella me metió la lengua. Su lengua se enredó en la mía y empezaba a moverse dentro de mi boca. Nunca me habían besado así y aquello me excitaba.

Después de unos minutos besándonos, las cosas se pusieron más excitantes. Paró de besarme y me susurró al oído.

-Paula, estoy muy cachonda.

Acto seguido se quitó la camiseta y yo hice lo mismo con la mía. Empezó a darme besos en el cuello y aquello me estaba poniendo a cien. Mientras que seguía en el acto, comencé a tocarle los pechos, aquellos pechos que tanto había anhelado. Se los agarré con fuerza y empecé a moverlos. Después de besarme el cuello me quitó el sujetador y ella se quitó el suyo. Sus pechos parecían aún más enormes vistos al natural. Entonces me tumbó en la cama y se puso encima mía mientras me besaba. Acto seguido, comenzó a besarme los pechos y a chupármelos. Hacía de todo, recorría con su lengua todo mi pecho, chupaba mi pezón y a veces me lo mordía. Me estaba poniendo tanto que se me escapó un gemido. Entonces paró y empezó a besarme con más fuerza moviendo con fuerza su lengua. Decidí devolverle el favor: me puse encima de ella y comencé a chuparle los pechos. Estaban deliciosos y me encantaba ver su cara de placer. Empezó a gemir, un sensual gemido se escapó de su boca, lo cual me hizo ponerme más cachonda. De forma brusca me dio la vuelta y me quitó la falda y las bragas. Yo hice lo mismo con su falda y sus bragas.

Estábamos completamente desnudas la una encima de la otra, solo con verla me daban ganas de correrme. Entonces, estando ella encima de mí, comenzó a acariciar mi tripa y luego mis muslos. Después, puso su suave y caliente mano sobre mi vagina y comenzó a acariciarla en círculos, tal y como me dijo ella. Me miraba profundamente con cara de lujuria y de vez en cuando me besaba. Yo gemía, ya no me importaba que me oyesen y decidí, estando en esa postura acariciar su vagina también. En cuanto lo hice soltó un gemido muy fuerte y empecé a hacerlo más rápido. Estábamos a punto de corrernos, pero ella me abrió las piernas y se volvió a poner encima de mí. Ella tenía las piernas más cerradas, de tal forma que su vagina y la mía se rozaban. Empezó a besarme y de repente comenzó a hacer suaves movimientos hacia delante y hacia detrás estando encima de mí. Estábamos frotando nuestras vaginas, nuestros clítoris, nuestros pechos, todo nuestro cuerpo estaba en contacto. Gemíamos al unísono cada vez más fuerte, y de vez en cuando nos besábamos con fuerza.

Tatiana fue cambiando su ritmo poco a poco y comenzó a moverse más y más rápido. En vez de gemir estábamos gritando, gritando de placer. Casi sin darme cuenta puse las manos sobre su culo y lo azoté. Dios, qué placer. Ella de vez en cuando decía ¡Qué rico mm…! O ¡No pares! Nos movíamos tan rápido que se movía hasta la cama y golpeaba la pared. Llegamos a un brutal orgasmo gritando y gimiendo, gimiendo y gritando. Tatiana se fue parando poco a poco y nos quedamos las dos abrazadas y besándonos.

-Te amo Paula- Me dijo ella entre jadeos.

-Te amo Tatiana- Respondí yo.

Ambas nos quedamos dormidas acto seguido, desnudas y abrazadas.

Nunca en mi vida había sentido tanto placer. Esa fue la primera vez que tuve sexo, y fue con una chica, con mi mejor amiga, con Tatiana. Pero esa última noche de vacaciones solo fue el principio.

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