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Cuando el lobo se come a Caperucita

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Una chica se encontraba en su habitación frente a su computadora, el reloj digital marcaba la 1 de la mañana pero parecía no importarle a ella. Mantenía recargado su mentón en la plana de su mano mientras que con otra sujetaba el mouse.

Su vista recorría toda la pantalla en busca de algo que le llamara la atención sin casi ningún resultado. Sonrío al por fin dar con un conjunto que se veía bastante interesante y se apresuró a seleccionarlo y a continuación también a comprarlo; mientras escribía el número de su tarjeta de crédito la notificación de un nuevo mensaje apareció en la esquina, era del grupo de voluntarios al que pertenecía, por lo que no dudó en seleccionarlo y ver qué era lo que pasaba.

—Hola ¿qué es lo que pasa?

—Nos llamaron para ver si podemos ir al centro comercial el sábado. Parece que van a hacer una obra teatral para niños y quieren saber si podemos ayudar con la escenografía y el equipo. ¿Nos vas a ayudar?

—Claro, el sábado no tengo nada mejor que hacer que quedarme aquí viendo videos, cuenta conmigo Fati.

—Perfecto, muchas gracias Laura. Nos vemos allí mañana a las 4 para empezar a trabajar. Hasta mañana.

—Hasta mañana.

Cerró la conversación y continuó con su compra; ya quería que aquel hermoso babydoll estuviera ahí para poder sorprender a su novio.

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Ya era otro día y junto con otros amigos estaba decidiendo cómo hacer el fondo para la obra, pues no se decidía si hacer un mural o proyectarlo desde la computadora. Laura mordía su lápiz intentando ver que era lo mejor, fue entonces que su amigo Raúl le condeo las costillas llamando su atención.

—¿Qué quieres?

—Parece que alguien te puso el ojo. Mira al frente.

La castaña levanto con cuidado la mirada encontrándose con un chico de al menos 25 años que la miraba desde un puesto de emparedados, ella se sonrojó pero apartó la mirada negándose a seguir con el contacto visual.

—Sabes que tengo novio, así que ya deja de avisarme sobre ese tipo de cosas.

—Por favor, sigues creyendo que Mario va aceptar acostarse contigo pero no quieres admitir que es el chico más penoso del mundo. Debiste pensarlo cuando aceptaste ser novia de un nerd.

—Ay por favor solo cállate, a ti ni te duran las novias por andarte revolcando con todas.

Él prefirió no seguir peleando y ambos continuaron viendo los pros y contras de las opciones para la obra.

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—¿Cómo que los actores no van a venir?— pregunto aterrado el encargado.

—Parece que están atrapados por la lluvia y no podrán llegar a tiempo.

—Pero el público está empezando a llegar ¿de dónde sacaremos a todo un elenco que se sepa los diálogos en menos de media hora?

—Disculpe —interrumpió la líder del equipo llamando su atención—, mi gente y yo hemos estado presentes en todos los ensayos, nos sabemos los diálogos y todo. Si quiere podemos reemplazar a los actores.

—Perfecto, no hay tiempo que perder ¡Organízalos a todos y diles sus puestos!

—Gracias, no se arrepentirá. ¡Laura, ven aquí!

—¿Qué quieres?

—Cámbiate, tú serás Caperucita Roja.

—P-Pero, dijiste que ya podía irme. Tengo que ver a Mario en mi casa, hoy regresa de su viaje.

—Entonces te vas corriendo cuando acabe todo. Por fis, este es tu cuento favorito ¿si?

—Agh, está bien.

—Genial, ve a vestirte y mientras consigo a los demás.

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Cuando la obra por fin termino, todos dieron una reverencia final y el telón se cerró dando fin a todo.

Laura revisó la hora en su teléfono viendo con horror que iba a llegar tarde, estaba por salir corriendo cuando el tono de llamada de Mario sonó.

—Cariño, perdona por atrasarme pero ya voy saliendo a verte.

—Lau, eh...no sé cómo decirte esto.

—¿Qué? ¿Todo está bien?

—No, es que. Laura, lo nuestro no está funcionando.

—¿Estás... terminando conmigo?

—Pues...

—¡Eres un idiota Mario, no sabes de lo que te pierdes, tonto!

La castaña salió corriendo sin rumbo alguno, aun así sus pies la llevaron hasta la bodega que se encontraba completamente vacía al ya ser casi hora de cerrar. Ella permanecía llorando mientras se abrazaba a sus piernas, fue entonces que escucho algo caerse y cesó su llanto para ir a investigar.

—¿H-Hola? ¿Quién está ahí?

Se fue acercando hacia dónde había escuchado el ruido y al estar a punto de asomarse el chico que había interpretado al lobo salió lanzando un gruñido mil mal actuado.

—Jeje, eres fácil de asustar, Caperucita.

—¿Quién eres? Lárgate y déjame sola.

—Me ofende que no sepas quién soy, mírame bien.

—Oh, eres el que me veía el otro día. ¿Y qué es lo que quieres? La obra ya acabo.

—Lo sé, pero quería que supieras que lamentó que tu chico te allá dejado, y más encima diciéndotelo por llamada —se acercó a ella y levanto su mentón para que se vieran directamente—. Una chica tan linda como tú no merece eso, incluso escuche que aún no se había acostado contigo; pobre de él, por lo que veo tú tienes un cuerpo que da ganas de follarte.

Ella se sonrojó e intento apartar la mano del mayor, aunque este no se lo puso tan fácil y luego le dio una sonara nalgada haciéndola saltar de la sorpresa.

—¿Qué tal si actuamos otra versión de este cuento? Uno en donde el lobo se come a Caperucita, de una manera más divertida.

La tomo de la parte trasera de la cabeza y unió sus labios en un beso que pronto se convirtió de lengua; ella intentaba resistirse pero al sentir como el metía las manos por debajo de la blusa hasta llega a su bra la hacía retorcerse de placer.

—Hace mucho que no tengo sexo —mencionó en medio de un jadeo.

—Entonces hoy el lobo le dará a esta niña una lección de porque no debe andar sola en el bosque.

La cargo y ella automáticamente enrollo sus piernas al rededor del lobo; entraron a una oficina y el la recostó en un escritorio para después alzar su blusa y bajarle las bragas dejando la falda todavía ahí.

—¿Por qué tienes ojos tan grandes?

—Para verte mejor —respondió viéndola de arriba a abajo con lujuria y relamiéndose los labios.

—¿Por qué tienes manos tan grandes?

—Para tocarte mejor.

Acercó una mano hasta la vagina de la castaña y empezó a masajear el clítoris mientras metía un dedo y luego otro, acto seguido con su mano libre retiró el brasier y empezó a apretar y a pellizcar sus senos, a lo que ella respondía con gemidos.

—Ahh, Mmm ¿por-ahhh por qué tienes una boca tan ahhh grande?

—Para comerte mejor.

Volvió a besarla con fiereza y luego fue descendiendo hasta su cuello, siguió así hasta llegar a sus pechos y succionarlos como si quisiera sacar leche de esto mismo. Finalmente avanzó hasta su cosita y lamió su clítoris mientras la embestía con sus dedos.

La tomo de la capa levantándola y luego hincándola frente a él, se desabrochó el pantalón y se lo quito dejando a la vista su miembro erecto de casi 20 cm. Esta empezó a chuparlo con desesperación solo para que luego se parara y al mismo tiempo que restregaba sus senos en el pecho del mayor también restregaba su cosita en aquel miembro totalmente erecto.

Se sonrieron con complicidad y siguieron haciendo de todo para complacerse mutuamente.

Hoy quise dejarlos muy calientes, si se les ocurre como el lobo y Caperucita pueden seguir divirtiéndose no duden en decírmelo. Besos.

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