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r) Davy - Alex - Rafael

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Continuación de: Secretos de familia

El curso había terminado y podía considerarme satisfecho de los resultados. Óliver había conseguido sacar todas las asignaturas y con sobresalientes, este año en Septiembre, comenzaría en la universidad. Había marchado para hacer interrail por Europa con sus compañeros de estudio, conservaba parte del dinero que ganó el verano pasado en la sidrería y lo que le faltaba fue mi regalo por su esfuerzo.

José, como el verano pasado marchó con mi madre y su pareja. Los únicos que quedábamos en casa éramos Rafael y yo con mi padre, mi hermano obligado por dos temas que había suspendido, y yo…, Davy me había invitado para que le acompañara con los niños a Norfolk donde estarían un mes, como la vez pasada me negué, ahora era porque deseaba hacer una asignatura que facilitaba la obtención de créditos que necesitaba en la uni.

Estábamos terminando los últimos preparativos, documentación y el gran número de maletas con el equipaje, teníamos la suerte de que para esta labor estaba la señora Lara. Davy me dejaba una larga lista de labores, como castigo por no acompañarles.

Mi relación con él se había consolidado y surgido algo más que la relación de trabajo que acordamos y el sexo, por mi parte una estupenda amistad, al menos en el trato diario, me comentaba sus decisiones antes de decidirlas y empezaba a ser un colaborador para sacar adelante sus ideas además de su amante cuando lo deseaba.

Su recuperación se daba por concluida, era definitiva pero no total, como sospechaba la cojera que sufría sería un recuerdo imborrable para recordar siempre la muerte de sus padres. En la cama se reveló creativo y entusiasta, en mi tenía un aventajado alumno deseoso de darle gusto a lo que quisiera o se le pudiera ocurrir, cada vez disfrutaba más del sexo con cualquiera de mis dos hombres, y siempre me encontraban receptivo y dispuesto a satisfacer sus deseos.

Me di cuenta de una faceta curiosa de Davy, en realidad y más concretamente, de su verga, ahora que el sexo se había hecho habitual, su prodigiosa y aventajada polla no cogía la dureza tan rotunda de antes. Al ser tan larga formaba una curva hacia abajo, como si el glande le pesara demasiado, claro está que esto no le sucedía si se abstenía de follarme una semana. De una manera u otra su polla seguía dando las mismas satisfacciones a mí culo y a mí boca.

La llamada de mi hermano Rafa interrumpió mi trabajo de ese día. Al principio no conseguía entender lo que decía. Habían tenido que recoger a papá y llevarlo al hospital en ambulancia por un accidente. Lloraba y sus palabras no resultaban comprensibles. Conseguí que me dijera el nombre del hospital en el que estaban, y no me interesaba otra cosa que llegar allí cuanto antes.

-¿Qué te sucede? Te has quedado blanco. -Davy me tuvo que sostener, las heridas nunca me han gustado, y no me imaginaba estudiar algo relacionado con ello, imaginaba a mi padre en un baño de sangre y sentía mareos.

Le explique lo que Rafa me había dicho, en realidad nada concreto, y que me tenía que marchar al hospital, saber realmente la gravedad de lo que pasaba y hacerme cargo de la situación.

-Te llevo yo. -enseguida se ofreció, podía coger un taxi y él andaba escaso de tiempo, al día siguiente saldrían a su viaje.

Al final tuve que consentirle y dejar que me llevara. Resultaron los veinte minutos de viaje más largos de mi vida imaginando lo peor. Encontramos a mi hermano en la sala de espera y se le notaba lo que había llorado.

Lo encerré entre mis brazos y llorábamos los dos ante la atenta mirada de Davy que no se había querido volver a su casa. Cuando nos calmamos pude presentarle a mi hermanito pequeño, ahora sí que lo parecía y el aire de machito que últimamente adoptaba se le había ido.

Pudimos enterarnos de lo que había pasado, debía estar reparando el multicultor y este se puso en funcionamiento y le había herido en una pierna, por suerte Rafa estaba con él ayudándole y pudo llamar a la ambulancia. El chiquillo seguía aún asustado por la sangre que a borbotones le salía de la herida.

Los sanitarios habían tenido que darle un tranquilizante y ahora esperábamos el resultado de la intervención que le estaban haciendo a mí padre. A pesar de haberse visto desbordado por el susto y los nervios, Rafael tuvo el ingenio y valor de practicarle un torniquete en el muslo evitando que se desangrara.

Fueros dos horas de insufrible espera donde hablamos muy poco, el que más lo hacía era Davy haciendo preguntas a mi hermano, hasta que una enfermera nos pidió que la acompañáramos, uno de los doctores del equipo que le habían operado quería informarnos. La sonrisa que nos dirigía la bella muchacha para tranquilizarnos no lo lograba.

Preguntó por los familiares de Ángel y al levantarnos nos pidió que la siguiéramos, nos dirigió por un corto pasillo hasta una puerta, íbamos los tres, yo delante y Rafa y Davy detrás.

Un hombre de pie y dándonos la espalda miraba una radiografía contra la luz de la ventana, vestía una bata verde, los pantalones eran del mismo color y zuecos blancos, la típica vestimenta en cualquier doctor, sostenía la radiografía con la mano izquierda y seguía una línea imaginaria sobre el cliché con el dedo índice de la otra mano.

-Doctor, los familiares del paciente Ángel. -el médico se giró y la sorpresa resultó mutua, el doctor resultaba ser Alex, el hermano de María, sus hermosos ojos eran su presentación. Después de unos segundos, callados por la sorpresa, fue él quien nos habló, en su cara había una franca sonrisa.

-Podéis sentaros. -nos señaló las dos sillas que había delante de la pequeña mesa metálica de despacho, yo tomé asiento y Davy llevó de los hombros a Rafa para que ocupara la otra silla, él se que quedó de pie a su costado.

-Bueno Alonso, tu parentesco con el herido parece evidente. -le confirmé lo que él sospechaba, que era nuestro padre, y acto seguido se dirigía a Davy, levanté la mirada y creo que Davy estaba más sorprendido de que Alex me tratara como a un conocido que por habérnoslo encontrado.

-¡Hola Davy? -Davy se movió nervioso y apoyó una mano sobre el hombro de mi hermano.

-¿Qué tal? -se notaba la tensión que existía entre los dos, la vista de Alex volvió a mi cara.

-Las heridas no han resultado mortales, hubo alguien que supo cortar la hemorragia con habilidad y a tiempo, -miró hacía Rafael-, el daño no es de excesiva gravedad, no hay rotura en el hueso ni en órganos vitales. En poco tiempo estará como nuevo. Quedará ingresado y podréis verlo cuando lo suban a planta de habitaciones.

Con eso daba por concluido su informe y ahora si que resulto un consuelo saber que, confirmado por su operador, estaba fuera de peligro.

-¡Gracias doctor! -nos habíamos levantado y le tendí la mano, me la agarró con la fuerza necesaria para hacer notar su inexplicable afecto.

-No ha sido nada, es mi obligación, estaré pendiente de su evolución no te preocupes. -aquel hombre al que no quise escuchar, me ofrecía ahora su apoyo preocupándose de mi padre. Me sentía tan ruin y miserable que no podía mirarlo de frente.

Íbamos a salir y dejarle que siguiera con sus obligaciones, Davy abría la puerta para que Rafa y yo saliéramos.

-Davy, por favor, ¿puedes quedarte un minuto? –éste nos miró como disculpándose y no puedo confirmar si pudo ver el ruego de mi mirada, -no vuelvas a escarpar Davy, déjale que te hable-. Volvió sobre sus pasos y cerró la puerta.

Rafa y yo nos dirigimos a ingresos, para buscar el número de la habitación donde trasladarían a nuestro padre. Tuvimos que esperar un rato, Davy apareció al cabo de unos minutos, la charla con Alex no había sido extensa pero pude leerle en la cara que estaba relajado y por lo tanto satisfecho.

-Davy…, yo…, le conocí cuando me lo presentó María y…

-No hace falta, él me lo ha aclarado todo. -Rafael estaba desconcertado, imaginaba que extrañado de todo lo que estaba sucediendo ante sus ojos.

Al fin nos dieron el número de la habitación y pudimos ver a papá, se encontraba sereno y sin dolores, compartía la habitación con otro enfermo, le abrazamos e hizo una mueca de dolor, también en las manos tenía algún pequeño rasguño, nada importante, tuve que presentarle a Davy como mi jefe.

Estuvimos hablando un tiempo, no había asientos suficientes y nos cansábamos de estar de pie, a pesar de que Davy ya estaba recuperado, temía por él al estar tanto tiempo sin descansar.

-Es mejor que te marches Davy, ya has hecho demasiado y mañana tenéis que viajar. -no se opuso o dijo tajantemente que no.

-Os llevo a vuestra casa, os dejo allí y ya marcho. -no era esa la idea que tenía, quería quedarme a la noche con mi padre, el lo adivinó sin que hablara.

-Haz lo que te dice el señor, lleva a tu hermano a casa, yo voy a estar bien cuidado. -el tono de su voz no permitía objeciones.

Tenía mis dudas sobre la conveniencia de que Davy supiera donde vivía y también me sentía abochornado por que viera nuestra humilde y pobre casa, a pesar de todo guardaba cierto nivel de inoperante e inútil orgullo. Le fui indicando el camino sentado a su lado y Rafa en la parte trasera del imponente coche, también rogaba por que los vecinos no nos vieran, resultaríamos escarnio de sus pesadas bromas y comentarios, ya surgían bastantes como para aumentarlos.

Davy no daba muestras de extrañeza cada vez que le indicaba un camino diferente, una nueva calle que nos iba introduciendo inexorablemente en lo que para él sería lo más parecido al inframundo. Detuvo el coche delante de la casita sin parar el motor y sin haber realizado un solo comentario.

-El trabajo puede esperar, no hace falta que vayas por allí y estaremos en contacto, preocúpate de atender a tu familia. -se giró para darle la mano a Rafael sin hacer intención de bajarse y era lo mejor.

-Espero verte en otra ocasión chaval, puedes pedirle a Alonso que te lleve un día y ves donde trabaja, bueno me voy, cuida de tu hermano. -vimos alejarse el coche y esperamos hasta que las luces rojas desaparecieron a lo lejos.

La casa, a pesar de ser tan pequeña, parecía un enorme cementerio, Rafael había dejado todo cerrado al marchar con papá y abrimos todas las ventanas para no terminar ahogados en el calor que reinaba.

Preparé huevos fritos con patatas y ensalada de cena y le pedí a mi hermano que colocara la mesa a la salida de la cocina, el viento que llegaba del río era más fresco y se estaba mejor.

-¿Qué vamos a hacer ahora?

-Nos arreglaremos, no somos unos inútiles. -le miré iluminado por la bombilla que colgaba en la puerta y por la luz que salía de la ventana de la cocina.

-Tu jefe tiene un coche impresionante, algún día yo tendré uno igual. -no me apetecía decirle que Davy tenía otros coches y cosas inimaginables para él, a veces es mejor no saber.

-¿Me llevarás a tu trabajo algún día, él, tú jefe, me lo ha ofrecido?

-Puede que te lleve cuando tenga tiempo, ahora vamos a recoger todo esto. -mi hermano hacía voluntariamente lo que otras veces mi padre tenía que exigirle.

-¿Vemos un poco la tele? -la temperatura había bajado y se podía estar en el interior. Quería hablar con Davy antes de que partieran a la tarde, y luego después, a la hora de visitas, llegarme hasta el hospital.

Subimos para acostarnos cuando se nos cerraban los ojos, también en la parte de arriba había refrescado y se podría descansar durmiendo desnudo sobre la cama. Había entrado en un sueño ligero, intranquilo a veces, pensando en lo que Davy y Alex pudieron estar hablando. Parecía que sus diferencias habían desaparecido o llegado a un acuerdo.

Sentí la presencia de Rafael sin abrir los ojos al sentarse en el borde de la cama.

-¿Duermes? -me tocaba con la mano en el pecho intentando encontrarme la cara.

-¿Qué haces Rafa?

-No puedo dormir, en las habitaciones que dan a la calle hace mucho calor, aquí hace unos grados menos. -las habitaciones de mi padre y los mellizos daban a la calle, el baño y la de Óliver y mía al contrario, estaban orientadas al huerto y resultaban más frescas al recibir el aire del río.

-¿Puedo quedarme contigo? -sin responderle me aparté corriéndome un poco y dejándole lugar en la cama.

-¡Se pondrá bien papá?

-Claro que sí, eso dicen los médicos y tenemos que creerlos. -estuvo un momento sin hablar y me cogió del brazo.

-Alonso…, fue por mi culpa. -Rafa comenzó a sollozar ocultando la cara en mi hombro, podía sentir las lágrimas cayendo sobre mi piel.

-Solo tenía que sostenerle la máquina y la puse en marcha, le pasó por encima. y pude matarlo. -lloraba muy fuerte temblándole el cuerpo, me giré para abrazarle contra mi pecho, estábamos los dos desnudos de medio cuerpo y la piel se nos pegaba por el calor.

-Fue un accidente, no tienes culpa de nada y pudo suceder de todas formas.

-A Óliver o ti no os hubiera pasado.

-Tranquilo, deja de darle vueltas. -se calmó y seguíamos abrazados a la vez que le acariciaba la espalda pasando mi mano por ella. Llevábamos mucho tiempo así y el sudor entre nosotros goteaba, intenté apartarme un poco y me lo impidió.

-Te quiero Alonso, eres el mejor hermano. -se elevó sobre un codo y el otro brazo lo paso por mi cuello, sentí su aliento antes de que sus labios se unieran con los míos, no le rechacé y dejé que me besara, primero con suavidad y luego sacó la lengua apretando mis labios para que los abriera.

Le empujé apoyado en su pecho y separé nuestras bocas.

-No Rafa. -volvió a juntar nuestros labios tirando con la mano que me sujetaba del cuello.

-¡Por favor Rafa, no!

-Solo es un beso.

-Está mal.

-¿Y con Oliver y con papá?

-Eres un crío, ¿no te das cuenta?

-¡Ah, sí. Y esto que te parece? -me agarró la mano derecha y me la llevo a su entrepierna, estaba con la verga durísima y el slip húmedo de sudor y sus líquidos seminales.

-¿La mía no te gusta? -no retiré la mano y aunque no la movía seguía con ella sobre su polla.

-Sí, pero… -no me dejó seguir y repetía su beso, abrí la boca y dejé que me explorara con la lengua, sentía como su verga pulsaba y se la sujeté por encima de la tela. Mi hermanito besaba como un profesional, no eran sus primeros besos y babeaba en mis labios para chuparlos después y recoger su saliva y la mía.

Estaba respondiendo a sus demandas sexuales, a sus besos, y colaborando en la lucha que establecían las lenguas, tuve que gemir y apretarle el pene excitado y mi hermanito lo estaba más, tiraba con una mano de la cintura de mi slip y fue sencillo hacerlos resbalar de mi cadera sacándolos de mis piernas empujando con los pies.

Sin darme cuenta, pendiente de lo que sus manos me hacían, lo tenía sobre mí, exigiendo con las rodillas que abriera las piernas. Aunque más pequeño era bravo como Óliver, mucho más fuerte que yo, con un cuerpo formidable de los entrenamientos de fútbol, y sabía ordenar con su cuerpo las posiciones que deseaba que adoptara el mío.

Me mordía los pechos, los lamía y me cogió los muslos con los brazos elevándome las piernas, me las subió por encima de la cabeza juntando los cuerpos hasta sentirle la verga buscando la entrada de mi cuerpo.

No quería pensar en lo que hacía, solo sentir el deliro de placer que recibía, estaba dispuesto a ser la puta de mi hermano pequeño, de otro de ellos, de estos machos, viriles folladores que tenía en mi familia deseándose meter en mi culo.

Su polla no tenía el tamaño de la de Óliver, pero al abrir mi ano con su fuerza, sabía que pertenecía a un macho de orden superior, de raza de sementales bravíos y duros con sus hembras. Me perforó el culo sin detenerse, en dos segundos tenía sus testículos en la entrada de mi culo, a la misma puerta haciendo guardia al ariete que tenía metido más adentro.

-¡Ahh, Rafa!

-Sabía que te gustaría, ¿no soy malo verdad?

-No, no, ¡wafff! que rico hermanito. -lo sentía muy duro, caliente, y como sin mover las caderas la verga jugaba moviéndose en mi culo por ella misma.

Tenía muchas ganas de mí y gruñía bombeándome fuerte el culo, el glande golpeaba la próstata rítmicamente haciéndose sentir por la constancia y dureza de los embates.

-Rafi, me voy a correr hermanito.

-Yo también, ¿te lo dejo en el culo?

-En la cara, quiero probar tu semen. -me entrecortaba al hablar, y terminé de pedirle donde recibir su corrida cuando empecé a vaciarme con cuatro impresionantes chorros de leche.

Mientras me salía el semen mi hermano continuaba metiendo y sacando la verga de mi culo, aguantaba bastante y era un valor añadido de placer en mi corrida. Cuando noté que se contraía la sacó y se deslizó para masturbarse sobre mi rostro, le sujeté los testículos y cerré la boca y los ojos esperando la inminente descarga de leche.

La sentía estrellarse en mi labios y correr por mi barbilla a la vez que sus sordos jadeos de excitado macho en celo, saqué la punta de la lengua para pasarla por los labios y sentía el sabor dulce y salado de su semen, me gustaba y sabía al de Óliver.

Entonces me cogió la cara con la mano y su verga apretaba sobre los labios para que los abriera y dejarle que metiera la polla, le abrí la boca y metió el capullo, todavía salían algunas gotas de esperma, se la limpiaba escurriéndola y con la mano recogía el semen de la barbilla para comerlo. Así estuvo unos minutos hasta que me la retiró y se tendió a mi lado recuperando fuerzas.

-Tienes el culito más rico que me he follado hermanito, aprietas la verga de forma deliciosa. -me giré para mirarle, me costaba admitir lo que terminaba de escuchar, aunque mientras me besaba y follaba sentía que ya había experimentado, pero era aún tan joven y pensándolo mejor, debía recordar que antes, y más joven, había empezado yo.

-¿Has tenido relaciones? -a la vez que le preguntaba tenía la sospecha en la cabeza.

-¿Con José? ¿Lo habéis hecho? -lo decía en plan sorpresa cuando no tenía que extrañarme sabiendo muy bien lo que escuchaban a través de las paredes. Rafael solo se reía con la boca muy cerca de la mía.

-A nuestro hermano no le gusta que se la meta, solo lo hicimos una vez y le hice daño, ahora no quiere y además tiene una novieta que le trae loco la putita. -sentía reparo en preguntar pero tenía curiosidad.

-¿También has tenido sexo con otros?

-Lo de José resultó de casualidad, le hice una fisura en el ano, teníamos que buscar algo para que se diera y calmarle el ardor que sentía, como no se atrevía fui yo a la farmacia y puedes adivinar el resto.

-¿Te liaste con el viejo farmacéutico? -era conocido por todo el barrio como Don Carmelo buscaba machos que le follaran el culo y si eran jóvenes los prefería, conocía la vida sexual de todos los vecinos y siempre estaba dispuesto a echar una mano a quien lo necesitara a cambio de “favores”.

-No, primero fue al sobrino y luego llegaría el viejo. -mi hermano me estaba descubriendo lo canalla y bribón que era.

-¿Con más personas? -se volvió hacía mi y juguetón me chupó la oreja.

-Con alguna chica, y ahora contigo que eres el mejor, me gustaría volver a hacerlo con José, pero él prefiere a la putita que además se deja montar por Óliver y Rulo haciéndole bien cornudo. -hablaba sin parar de lo que se vivía en el barrio y el puterismo que había, bien visible y encubierto, sabía mucho más que yo de la vida de nuestros vecinos al estar mucho tiempo en la calle, con sus amigos jugando o en los entrenamientos.

-Vuelvo a estar caliente, me has puesto a tope al hacerme hablar. -me había dado cuenta ya que rozaba continuamente el glande de la polla sobre mi pierna. Se la cogí en la mano, todavía estaba húmeda de mis lamidas y el sudor.

-Chúpemela como le hacías a papá. -estaba ya empujándome los hombros para que bajara la boca hasta su polla.

-Pero… -tuve que dejar de hablar al meterme la verga en la boca, no me dejó que se la chupara, me folló la boca con una lujuria increíble, me fue colocando hacia arriba y él encima me follaba como si mi boca fuera un culo o un coño. Empujé su pelvis cuando le noté contraerse para que no me dejara su venida en la garganta, la quería entera sobre la lengua.

Su semen caliente me gustaba más que la vez anterior y me dediqué a envolverle la verga en él antes de irlo tragando.

-Eres un tragón Alonso, te encanta el semen. -se reía a carcajadas mientras retiraba la polla.

-Te lo voy a dar a montones, no sabes lo que mis testículos pueden fabricar. -me asusté con sus propósitos, no sería posible hacerlo con él cuando Óliver volviera.

-Óliver no lo permitirá y es mejor que no sepa lo que hemos hecho. -volvía a reír mientras me miraba.

-¿A ti te ha gustado? -tenía que reconocer que su pregunta era una realidad, también me agradaba que él me follara, había sido diferente y otra experiencia muy, pero muy agradable.

-Sí, me ha encantado, tu verga es más pequeña pero rica y deliciosa.

-Entonces no tienes que preocuparte, yo hablaré con él, por muy gallito que se crea tendrá que compartirte. -resultaba increíble su forma de pensar sobre el sexo entre nosotros, él pensaba compartirme con nuestro hermano, como si yo fuera una puta dispuesta para ellos y era posible que no estuviera descaminado.

Terminó dormido y yo pensando. Nuestro padre estaba en el hospital, hacía unos horas se lamentaba y lloraba por el accidente y ahora dormía con placidez después de follarme por el culo y la boca.

Dejé a Rafael en casa y le pedí que me ayudara antes de salir hacia la casa de Davy, nos veríamos a la tarde en el hospital a la hora de las visitas. Había preparado algunas cosas para el aseo personal de mi padre y quería que las llevara.

Davy hablaba con Juan y Lara cuando llegué y los chicos jugaban en el jardín, llegaron a saludarme cuando me vieron avanzar hacia la casa y el delicado Misha se me colgó del cuello. Lo llevé en mis brazos hasta la entrada de la casa donde el enano Guay dejó de molestar a su compañero para correr detrás de los niños.

Davy terminó de dar sus instrucciones a Juan y vino al despacho para ultimar sus instrucciones de mi trabajo.

-¿Sabes algo de tu padre?

-Aún no, las visitas son a las tardes y lo veré entonces.

-Voy a repetirme ojos de cielo, no es necesario que vengas todos los días y es mejor que atiendas a tu familia, ahora te necesitan. -le apreté la mano reconociéndole con gratitud sus palabras.

Les ayudé a meter en un coche las innumerables maletas que les llevaría un vehículo con chófer que tenían pedido al aeropuerto, Davy llevaría a los chicos y a la señora Lara. Se disponían a comer antes de partir y Davy me pidió que me quedara, no lo hice porque prefería estar en el hospital esperando la hora de visitas. Al fin nos despedimos, hasta su vuelta en un mes.

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