Nuevos relatos publicados: 13

Las capacidades de Luis (II)

  • 11
  • 19.900
  • 9,18 (17 Val.)
  • 1

Este relato es fruto de mi imaginación y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Había pasado 1 día desde que Luis recibiera la fantástica mamada de la preciosa Clara, la panadera. Realmente la experiencia le marcó mucho, ya que nunca antes había tenido relaciones sexuales con otras personas.

Muchas horas antes había manipulado a Clara otra vez para que no le dijese nada a nadie de lo que pasó entre ellos. Luis estaba seguro de que la chica no hablaría pero como ella estaba muy arrepentida y además tenía novio nunca se sabe.

De una cosa Luis estaba seguro, el potencial tan enorme que tenía lo tenía que aprovechar. Luis siempre había sido un chico muy tímido, pero cuando estuvo en acción, cuando tuvo a una chica preciosa chupándole el pene, él supo estar a la altura. No se asustó, al contrario, se sintió muy a gusto con esa chica a su lado. Eso le gustaba. Podría tener más experiencias de ese tipo con ella o con otras chicas y su timidez ya no sería ningún obstáculo.

Luis era estudiante de segundo de bachillerato. Estudiaba el bachillerato económico y la verdad es que no le iba mal. El chico siempre había fantaseado con follar con muchas de las compañeras de su instituto, como es natural a su edad. Las chicas de su clase tenían ya 18 o 19 años y algunas realmente estaban buenísimas. Luis pensó, sonriendo, que si jugaba bien sus cartas, podría hacer lo que quisiese con la chica que eligiera. Cómo dice el adagio: el límite estaba en su imaginación (nunca mejor dicho). Era el momento de planear un buen ataque se dijo a sí mismo.

En su clase, había 3 posibles víctimas:

Marta: Marta era la chica que más le gustaba a Luis. Tenía mucho carácter y era muy dura con los demás. Pero todos esos defectos de personalidad los compensaba con un cuerpo digno de una auténtica Diosa. Era morena con un rostro muy bonito, unos preciosos ojos color miel y una sonrisa cautivadora. Además poseía unas tetas grandes y jugosas. Por último, su culito no estaba nada mal.

Claudia: Claudia era por orden, la segunda que más le gustaba a Luis. Era rubia con los ojos azules y su personalidad era muy inocente. Tenía un pecho de tamaño medio y su culo era bien redondo y apetitoso.

Paula: Paula era la última que cerraba la tríada de tías buenas preferidas de su clase. Era castaña, con el pelo muy largo, que acababa en una trenza hasta casi donde empezaba su culo. Tenía los ojos verdes y era con diferencia la que tenía las mejores tetas de las tres: sus pechos eran objetivamente muy grandes. Pero la forma de ser de Paula, muy idealista, no le gustaba a Luis.

Luis se llevaba muy mal con Marta (el 99% del instituto la odiaba), se llevaba regular con Paula y se llevaba relativamente bien con Claudia. Pero eso poco importaba ahora, pensó Luis. Aquí quien tenía el poder era él. Quería dominar a Marta. Quería convertirla en una perrita obediente, en una chica que supiese que sus días de soy la Reina del instituto y todos me debéis sumisión, habían terminado. El único rey que había era Luis. El rey absoluto…

En parte Luis estaba muy preocupado. Marta era un hueso terriblemente duro de roer. Siempre parecía enfadada, siempre. Cuando alguna vez alguien se ha dirigido a ella con una palabra amable, ella lo/la mandó a la mierda. Ese reto, el poder cambiar a una chica indomable en una chica sumisa lo excitaba. Además, Luis se había masturbado más de una, dos (y hasta 10 veces) pensando en ella.

Controlaría a Marta para que fuese sumisa únicamente con él. No quería convertirla en una monja inocente. Quería que la chica dura, que la chica que siempre estaba enfadada con todo el mundo, se derritiera con él y que ignorase a los demás (cómo hacía siempre).

Aún faltaba un poco para ir a clase, así que ordenó mentalmente a Marta para que fuese mucho más amable con él. El chico insistió muchísimo porque sabía que el objetivo no sería nada fácil de llevar a cabo. Tenía la confianza de haber obligado a la preciosa Clara a hacerle una rica mamada pero manipular a Marta eran palabras mayores.

30 minutos después, el chico fue al instituto. En su clase (2-B), el siempre se sentaba solo, al fondo. Marta también se solía sentar sola pero hacia el centro de la clase. Luis se sentó en su silla y empezó a sacar el libro de economía, dispuesto a recibir una clase de su profesor. De repente, lo nunca visto: Marta se dirigió a él y le preguntó.

- Luis, dime que hiciste los deberes de economía - Le dijo en tono un poco seco.

- Pues sí, los hice. Yo me tomo los estudios en serio, sabes? - Con este comentario Luis quería dejarle claro a Marta de que no podía hablarle como si fuese su criado.

La Marta que Luis conocía, en un momento como este, le habría dicho de todo e incluso le habría insultado, pero sin embargo, se contuvo.

- Tienes razón, he sido un poco dura, lo siento. Podrías ayudarme con los deberes, por favor? - Había un tono de súplica en su voz? (increíble)

- Claro que te los dejo, compañera, toma. - Le dijo Luis con amabilidad mientras le prestaba la libreta con los deberes.

- Si no es abusar, me siento a tu lado, y me lo explicas. Gracias, Luis - Sonrió.

En ese momento Luis ya sabía que la victoria estaba próxima. Marta la rebelde (la cruel, la dura, la maleducada), estaba a punto de caer. Lo sabía. Tendría a esa engreída con él muy pronto. Y lo iba a disfrutar muchísimo.

La gente no daba crédito a lo que veía. La verdad es que Marta estuvo muy simpática con Luis, incluso haciendo alguna que otra broma inocente de vez en cuando. La gente pensaba que Marta estaba borracha o algo por el estilo, ya que jamás, desde que la conocían, había tenido una palabra amable con nadie. Con nadie, nadie. Pero claro, los demás no tenían una mente entrenada como la de Luis ni sabían cómo manipular las mentes de los demás como él hacía.

Luis se estaba excitando, aunque intentaba disimularlo. Era lo normal. Marta era su fantasía sexual más importante y la tenía a su lado. El problema que tenía ahora mismo era que la chica era simpática en plan amiga y él quería a una chica sexualmente activa como ayer lo fue Clara, la panadera. Además intentar excitar a Marta en la clase era muy peligroso: si él se excitaba mucho era casi seguro que sus compañeros de clase lo descubrirían y las bromas que harían al respecto serían casi eternas.

Decidió aguantarse y simplemente ser amable con la Diosa de sus sueños. En su casa, en la tranquilidad del hogar, hallaría la manera de seducir a Marta. Estaba seguro de que lo conseguiría.

Al acabar la clase de economía, Marta decidió volver a su asiento de siempre. Dio las gracias a Luis por toda su ayuda. Luis deseaba de todo corazón que las clases del día acabaran ya de una maldita vez. Quería estar a solas en su habitación para poder manipular a Marta a su antojo. Esta vez la haría enamorar de él, lo tenía decidido. Haría que suspirase por él, que solamente pudiese pensar en él, que se obsesionase con él. Quería que él fuese el centro de su universo y lo iba a conseguir, por supuesto que lo conseguiría. A fin de cuentas, él tenía la capacidad de conseguirlo.

Si estaba enamorada de él, Marta sería mucho más fácil de persuadir para hacer todas las perversiones sexuales que la mente lujuriosa de Luis tenía en su mente.

Una vez acabadas las clases, muy pesadas y largas desde el punto de vista de Luis, nuestro protagonista se fue a su casa. Se duchó y comió. Y después puso toda su intención y ganas para enamorar a distancia a su Diosa Marta. Estuvo mucho rato dedicado a esta tarea tan importante. Después hizo los deberes, estudió la lección que habían dado sus profesores y cenó. Después de cenar, sugestionó a Marta otra vez (por si acaso). No quería tonterías, quería que mañana, al ir a clase, Marta se le declarase. Quería eso y nada más que eso. Y lo tenía todo a favor.

Se fue a dormir con una sonrisa en sus labios, sabiendo que mañana tendría un regalo muy agradable.

Al día siguiente, cuando Luis estaba a punto para ir al instituto, sonrió sabiendo de qué hoy sería un gran día para él. Salió de su casa y vio que Marta estaba a pocos metros del portal. No tenía ni idea de que Marta tuviera la dirección de su casa, pero se ve que la chica encontró la forma de saber dónde vivía él. Eso contentó a Luis.

- Hola Luis, buenos días - Marta estaba realmente radiante. Se la veía muy feliz y en sus ojos había una vitalidad especial.

- Oh, Hola Marta. No sabía que vivías por aquí cerca. - Luis estaba que no aguantaba de emoción.

- Luis… podemos hablar, por favor, es muy importante - Marta parecía casi suplicando.

- Por supuesto, dónde quieres hablar?

- Puesto que estamos cerca de tu casa, qué te parece si lo hacemos dentro de ella? Serán pocos minutos, te lo prometo.

- Muy bien, Marta.

Luis acompañó a su compañera Marta hacía su casa. Una vez dentro, se sentaron en el sofá del comedor.

- No sé como decirte esto Luis… Me da muchísima vergüenza… No sé por donde empezar - Empezó a decir Marta.

- Puedes empezar por el principio, jeje. - Luis sonrió un poco.

- A la mierda con las cursilerías… - Marta agarró a Luis y le dio un apasionado beso. A pesar de que Luis había provocado todo ese cambio tan repentino en la cruel Marta, no pudo evitar sentirse muy sorprendido por la rapidez con que fue todo eso. Él esperaba alguna declaración con lágrimas en los ojos y toda esa parafernalia… Claro está que Marta no era como las demás chicas, ella era muy diferente.

Después del largo beso, Marta tocó la cara de Luis y con dulzura le dijo:

- Luis, me gustas. Me gustas mucho. Ayer estuve toda la tarde y noche pensando en ti. Sin parar. No te puedo sacar de mi cabeza, ni quiero hacerlo. Te quiero, Luis.

Luis abrazó a su amada Marta y cerca de su oído, le dijo susurrando:

- Yo también te quiero, Marta. Pero con ese carácter tan salvaje que tienes, cualquiera te dice algo, jaja.

- Perdona si he sido muy cruel contigo. Lo soy con todo el mundo, es mi forma de ser.

Abrazó a Marta muy fuerte. Ese abrazo tenía dos funciones: la primera era transmitirle a Marta el amor que él sentía hacia ella, la segunda es que quería que la chica se diese cuenta de que su pene estaba pidiendo guerra.

Marta se dio cuenta del paquete de Luis y sonrió con picardía.

- Amor, me parece que estás muy contento de tenerme tan cerca, eh? - Sonreía con maldad pícara.

- Cómo para no estarlo, al estar cerca de una Diosa como tú. - Luis la besó.

- Quieres que te haga una paja? No sería una buena novia si te dejara con el calentón. - Marta sonreía mucho.

- Me la harías con las tetas, querida? Por favor… -Luis estaba casi suplicante.

- Eres un pervertido, Luis. Mi querido pervertido, jaja

Marta se quitó su jersey y después el sujetador. Luis casi explota al ver a su chica desnuda. Era realmente preciosa. Sus tetas turgentes y generosas le daban la bienvenida, mirándole a través de los pezones.

- Cariño, estás buenísima, de verdad. - Luis se ruborizó.

- Lo sé, por eso tu soldadito está así de contento. - Dijo ella mientras bajaba los pantalones y calzoncillos de Luis.

Marta acercó sus preciosas tetas al pene de Luis. Lo aprisionó entre ellas. Empezó a subir y bajar sus pechos. El frote producía un gran placer a Luis, era algo indescriptible. Los pechos generosos de Marta podían engullir completamente el pene de Luis. Este sentía la suavidad y calor de las tetas de su amada.

Luis cogió los pezones de Marta y los apretó. Marta soltó un gemido muy grande. Por un segundo pensó que lo oirían los vecinos. Después, mientras Marta iba masturbando a Luis con sus tetas, este la cogió por la cara y la besó con pasión. Sus lenguas se encontraron e intercambiaron saliva y calidez. Los dos estaban en el paraíso.

Luis no pudo más y eyaculó sintiendo grandes oleadas de placer intenso. Las tetas de Marta acabaron bañadas en semen. Marta cogió un poco de este y se lo pasó por la lengua.

- Mmmm, delicioso. Tu leche es una delicia, cariño.

Marta cogió hasta la última gota de leche de su novio y se la bebió golosamente. Después se limpió un poco y se vistió, al igual que Luis.

En la entrada, Marta cogió a Luis de la mano y le dijo:

- No voy a esconder en el instituto de que tú y yo estamos juntos. - Le dijo ella con dulzura.

- Y si alguien dice algo, le puedes arrancar la cabeza. - Luis parecía serio.

- No dudes de que lo haré, amor. - Marta sonrió con malicia.

Luis estaba feliz con su relación, pero el ser humano es ambicioso por naturaleza. Y Luis pensó, que por qué tener una sola novia, si se pueden tener infinidad… Pero, por ahora, disfrutaría del presente.

CONTINUARÁ…

(9,18)