HabÃa regresado de mi trabajo, y me bañe rápidamente, y me comencé a cambiar, escogà un vestido rojo holgado, pero que me gustaba pues tenÃa un buen escote atrás y adelante, bueno reconozco que tengo buenos senos y que siempre me han fastidiado por eso, pero la verdad es que me gusta lucirlos, y esa noche era la indicada pues mi esposo es muy celoso y solo me deja que me ponga ese tipo de vestido cuando voy con él a las reuniones, y esta vez que era cumpleaños de mi comadre, era mi oportunidad, pues le habÃa rogado toda la semana y el me habÃa prometido que Ãbamos a ir.
Me olvidaba me llamo Sandra , tengo 31 años, casada, les sigo contando, la verdad es que mi esposo no querÃa ir, pues mis compadres primero son 20 años mayores que yo, y a él no les gusta ir a fiesta de viejos, me decÃa, van a estar tocando esas salsas antiguas de niche, óscar de león, y a el más que nada le gustaba el rock, además ellos son morenos, y creo que en el fondo mi esposo es medio racista, de todas maneras le habÃa convencido, sino no irÃa con él a las fiestas de sus amigos.
Yo soy todo lo contrario, me encanta la salsa antigua, mis compadres habÃan sido amigos de mi familia de toda la vida, me acuerdo cuando yo recién era una adolecente, en esa época el ahora mi compadre me enseño a bailar salsa, merengue, y yo siempre estuve agradecida, pues en mis fiestas yo me lucia bailando gracias a él, yo siempre lo veÃa como un gigante y él siempre me habÃa tratado como una niña, no sé cuántas veces le pisaba los pies cuando estaba aprendiendo.
Me termine de arreglar, me peine mi pelo negro lacio, me puse un lápiz labial que hiciera juego con mi vestido rojo, me mire al espejo estaba lista, mi escote me gustaba, me vestido era con tiritas, me puse a ver televisión y me tome un cuba libre para entonarme mientras espera que llegara mi esposo. Me comencé a preocupar cuando dieron las 10 pm yo ya me habÃa tomado dos tragos y me picaban los pies para bailar, en eso sonó mi celular, era mi esposo, al toque lo sentà por su voz que habÃa estado tomando, me dice que yo me vaya adelantando, que él me daba el alcance, si bien lo decÃa sin mucho entusiasmo.
Me pedà un taxi, y me fui por mi cuenta, el barrio de mis compadres está en la Victoria, que es un barrio bravo, cuando llegue ya eran las 11pm, y se escuchaba la música, y habÃa mucha gente en la entrada tomando cerveza en grupos, yo conocÃa a casi toda su familia y me llamaban prima de cariño, cuando me vieron bajar del taxi, me silbaron como lobos al ver como estaba vestida, y más aún al ver que estaba llegando sola, pues a ellos tampoco les caÃa bien mi esposo, pase y encontré a mi comadre la salude la abrace, le di su regalo,
- Ay comadre cuantos años que no viene por esta casa, que bueno que ha venido solterita.
No les habÃa dicho, que mi comadre tuvo un derrame cerebral hace dos años y se habÃa quedado con medio cuerpo paralizado, asà y todo siempre le gustaba sus cervezas, y ella decÃa que nadie le iba a quitar ese gusto, por eso cuando la encontré ya estaba media mareada, y sin más me obligo a que me tomara dos vasos llenos de cerveza
- Para que se empareje con nosotros que estamos tomando desde las 7.
La verdad es que yo no necesitaba mucho pues con los tragos que habÃa tomado en mi casa antes de salir ya estaba media picada, en eso se acercó mi compadre que a pesar de sus 50, era un moreno alto y robusto, me abrazo yo la verdad con las justas le llegaba a los hombros.
- Sandrita -él siempre me llamaba Sandrita, recordando la época en que yo era casi una niña y me enseñaba a bailar- que alegrÃa después de tanto tiempo, como esta mi alumna.
La música estaba buenaza, y mis primos no perdieron la oportunidad de bailar, todo era salsa y merengue, yo estaba feliz pues no dejaban que me perdiera un solo baile, si bien la cerveza corrÃa como rio, tanto para los que no bailaban como para los que bailábamos, los peruanos me entienden, sin contar que mi comadre que ya estaba mareadita, de cuando en cuando brindaba conmigo pero a vaso lleno, y a todo esto era ya la 1 am y me esposo no aparecÃa.
(Continuará)