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Volví a Brasil... y a las andadas

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¡VOLVÍ A BRASIL!

 

Después de tanto tiempo volví a las andadas, cosa que extrañaba mucho. Paré un poco por dos razones: luego de mi primer encuentro con Chelo, tuve otro que no me fue nada bien y me asusté algo; también mi marido dejó de viajar tanto, así que yo no tenía tantas oportunidades para escaparme de casa.

Por suerte, mi jefe me comunicó que tenía un viaje de negocios a Brasil y yo debía acompañarlo.

Primero me puse contenta pues supuse que sería nuevamente Santos el lugar de destino y podría encontrarme con mi negrazo; cuando me dijo que iríamos a San Luis de Marañón, me desilusioné; eso se debe haber notado en mi cara, porque mi jefe me preguntó si tenía algún problema en acompañarlo; por supuesto, yo dije que no mientras pensaba que la oferta de morenos no sería escasa allí.

A mi marido no le gustó mucho, pero, bueh…, la situación no está como para decirle al jefe que no. Se quedé más contento cuando creyó que le decía en broma que se quedara tranquilo, que no me iba a coger a mi jefe, sino que me llevaría a la cama al negro más feo y grandote que encontrara. Como de costumbre, pensó que mentía para excitarlo, y así se calentó bastante. Esa noche enviamos a nuestra hija temprano a la cama e hicimos el amor con pasión; de todas maneras, para dejarlo aún más contento, le dejé que a la segunda acabada, terminara en mi boca; según él, ver como su semen cae de mis labios y luego me paso la lengua por ellos para no perder nada, es la mejor manera de terminar una sesión de sexo.

La noche anterior al vuelo, me ayudó a preparar mi maleta; estoy segura que lo hizo para ver que ropa me llevaba… ¡pobre cornudo!, no se imaginó siquiera que yo ya tenía en la oficina un bolso ya preparado con mi ropa de "combate": un par de camisas semitransparentes, una mini de cuero, la diminuta bikini rojo que tenía guardada desde me último viaje a Brasil, un par de vestiditos y ropa interior acorde. También tenía algunos preservativos.

Ya me había depilado las piernas, las axilas y, además, me hice dar un retoque en mi vello púbico, para que no se escapara de la bikini ningún "pendejo" traicionero.

Ya en el aeropuerto, mi marido me dio las recomendaciones finales y me dijo que entraría al chat todos los días como a las diez de la noche para catear conmigo; eso fue algo nuevo para mí, pero ya me las arreglaría.

Bueno, en resumen, llegué a Brasil, hice cierta amistad con Vivianne, una de las secretarias de la compañía en Brasil, y me invitó a salir a cenar y luego salir el viernes por la noche. Ella iría con su novio y otros amigos y amigas. Me dije que sería una oportunidad para conocer la noche de San Luis y, también, para buscar al moreno que iba a aumentar la longitud de los cuernos de mi marido.

Me vestí con ropa de batalla: blusa corta semitransparente negra y sin mangas, bien ajustada a mi cuerpo, con dos flores bordadas en encaje negro a la altura de los pechos; una minifalda negra que comenzaba justo en el nacimiento de la raya de mi cola; bikini negra que sobresalía de la cintura de la mini. Me miré en el espejo y me dije a mi misma que solo me faltaba el cartel que dijera "Esta noche quiero guerra!", pero confié en que, aunque sin cartel, los hombres se diesen cuenta.

El grupo de amigos de Vivi era bastante grande, sin contarla a ella, eran otras dos chicas y cinco muchachos, en general, de menor edad que yo. Como las chicas, incluida Vivi formaban parejas con otros tantos muchachos, a mí me quedaba para elegir entre los dos restantes.

Uno de ellos, Otavio, delgado, más alto que yo, no era ancho de espaldas, pero como usaba sólo una musculosa suelta color blanco, se veía que era todo músculo, sin grasa , pectorales bien formados, color de piel chocolate oscuro, casi completamente negro y lampiño; su rostro no era precisamente bonito: labios gruesos y nariz algo desproporcionada; usaba el cabello recogido en varias trencitas que, como tentáculos, le caían hasta por debajo de los hombros.

El otro, Henry, también delgado, pero más corpachón que Otavio, tenía un rostro más agradable, aunque también labios gruesos.

Decidí sentarme entre ellos y luego decidir a cuál de los dos me cogería.

En un momento que fui al toilette, Vivi me siguió, y allí me dijo, en tono cómplice, que tanto Otavio como Henry habían pasado por su cama y que si tenía que elegir a uno de ellos, me recomendaba a Otavio. Me reí de lo que me decía y le pregunté por qué hacía ese comentario.

-Oi, "gatimha"…se nota que estás necesitando un "cacete" para tu "xoxotinha"… si estoy en lo correcto, permíteme recomendarte a Otavio…-

Sonreí porque me vi descubierta y le agradecí su consejo.

Del bar fuimos a una "barraquinha" junto a la playa, donde se tomaba algo y bailaba; como sólo había dos autos, yo fui con Vivi y su novio, Otavio y Henry.

Yo me senté entre ellos dos, pero como estaba muy apretada, terminé sentándome sobre las piernas de Otavio. El roce producido por el movimiento del auto me fue calentando y creo que a Otavio, que había puesto sus manos sobre mis piernas, también.

Bailamos pagode y forro, dos danzas muy movidas y sensuales, donde los cuerpos siempre están en contacto; por supuesto yo no sabía bailarlo, pero Otavio me llevaba.

Al poco tiempo estuve toda sudada y agitada; Otavio me convidó a tomar algo.

En el bar sólo había bebidas alcohólicas. Otavio pidió dos "caipirinhas" y luego fuimos a caminar por la playa.

Caminamos hasta el borde del agua y nos sentamos. Otavio me secó un par de gotas de sudor que tenía en mis sienes, puso una mano en mis cabellos y me los alabó. En mis ojos habrá percibido que yo estaba regalada pues se acercó más a mí y me besó con esos labios carnosos; yo lo abracé a él y le acariciaba su espalda.

Me llevó a unas rocas cercanas para salir de la vista de cualquiera que pasase por ahí.

Allí Otavio tomó el control de la situación, sin dejar de besarme, me acariciaba la espalda y mi culo, ambos nos besamos con pasión y excitación. Lleve mi mano a su entrepierna palpar su verga y lo que pude sentir, me gusto.

-Dani… voce gostaria de fazer amor conmigo?…aquí mesmo, na praia…baixo la lua…?.

-Me encantaria Otavio, pero ¿trajiste preservativos?, le pregunte.

Al principio no me entendio, pero enseguida se dio cuenta lo que le decía.

-Aquí nao tenho condons, mais tenho onde eu moro… quer ir pra la?.

-Dale, vamos a tu casa.

-…uhmmm…e nao vai dar alguma cosinha antes?… so pra aproveitar la lua e la noite…

Me levante la blusa para mostrarle mis tetas; se agacho para besarme ambos pezones y se dedico a chuparme uno y jugar con el otro.

Metí mi mano debajo de su pantalón y calzoncillo… agarre ese grueso, duro y tibio pedazo de carne… lo saque al aire… con mi mano lo masturbe hasta que sentí su presemen goteando.

Otavio puso sus manos en mis hombros; yo entendí que deseaba una chupada.

Me arrodille y sin soltar su "cacete", puse su cabeza en mis labios, con la lengua limpie el agujerito de ese liquido transparente y salado… yo seguía masturbándolo. Otavio decía cosas que no entendía, con mis labios apretados recorrí su palo hasta la mitad y volví para atrás… con toda suavidad y lentitud, yo me lo sacaba de la boca hasta que la cabeza quedara en mis labios, entonces volvía a tragarlo.

Enseguida note que Otavio ya estaba por eyacular, quise seguir chupandolo hasta que casi acabara, ahí me lo sacaría, no quería que me acabara en la boca.

Cuando parecía que estaba listo, me puse el palo entre mis tetas para masturbarlo con ellas… sin embargo, Otavio pareció que no terminaba, así que me lo trague de nuevo.

De repente, sentí que era el momento y quise llevármelo nuevamente a mis Tetis, con tan poca suerte que su chorro de leche salta en borbotones y me da en la cara y en el cuello; pongo su palo entre mis tetas y me las moja con el resto de su leche.

Otavio estaba jadeando, como desconectado de la realidad. Me puse de pie, su leche se escurría entre mis tetas… la leche de mi cara ya la tenia por la barbilla.

El se quito su musculosa y limpio mi cara… entonces me dio un beso de lengua, que me llego hasta la campanilla, y me apretó las tetas con sus manos. Termino su beso y me bajo la blusa. Tomo mi mano.

-Muito obrigado por tua gostosa chupadinha… vamos pra meu apartamento, a teminar a noite?.

-Vamos… compramos algo para tomar en el camino y listo.

Fuimos a despedirnos de Vivi y el resto de los amigos. Cuando Vivi me dio el primer de los dos besos acostumbrados en la mejilla, puso cara de asco cuando la sintió pegajosa; miro para mi blusa y vio las manchas de leche.

Con un guiño de complicidad me deseo buenas noches y nos fuimos los dos.

En otro relato, continuare con mis infidelidades, pues ya esta por venir Otavio a buscarme al hotel.

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