Nuevos relatos publicados: 7

Viajando en el tiempo (6)

  • 18
  • 44.593
  • 9,47 (17 Val.)
  • 0

Nuevamente llevaba un vestido negro y largo, de distinto diseño que el anterior, pero sin nada debajo. En su escotado cuello le habían puesto el collar que le había regalado el jeque.

-Vas a volver con el jeque. Es una cosa extraña, porque nunca ha querido a la misma mujer dos veces. Debiste impresionarle mucho.

Como las otras veces, entró en el cilindro, un ligero mareo y de nuevo estaba en la habitación vacía. Esta vez no había nadie esperando, por lo que pudo ver mejor la estancia mientras esperaba.

No estaba totalmente vacía. Un circulo tipo metálico en el techo y otro similar en el suelo, marcaban el punto de entrada y salida. Mientras miraba, entró la misma mujer de la vez anterior, - menos de una hora en el punto de origen -, que, viendo lo que hacía le dijo:

-Son las marcas equivalentes a los cilindros de la época de la que vienes. Aquí, en esta época y para esta gente, podría resultar un problema si descubriesen lo que es.

-En qué año estamos.

-1952. Desde hace un par de años, el gobierno y los grandes jeques reciben importantes ingresos del petróleo que gastan a manos llenas, pero la tecnología todavía es algo extraño. Procura no desvelar nada ni de tu tiempo ni de lo que estás haciendo. Podrías terminar muerta.

Sin hablar más, volvió a acompañarla al palacio del jeque. Ahora sí que le cuadraba la antigüedad del modelo y lo nuevo del vehículo.

Enseguida fue recibida por el jeque. Como la vez anterior, fue invitada a compartir mesa con él, con una cena a base de delicados manjares, durante la cual, le hizo entrega de un nuevo regalo: una sortija y pendientes a juego con el collar.

Al terminar, la tomó de la mano para pasar a la habitación de la vez anterior, donde después de dar un par de palmadas, apareció una mujer que le ayudo a dejar totalmente desnuda a Eva.

-Esta vez quiero darte por el culo. La otra vez me resultó muy placentero.

-Mi cuerpo es tuyo, mi señor.

A él le gustó la respuesta y le sonrió.

Entre ambos la hicieron acostarse boca arriba en la cama. El jeque se colocó a caballo sobre ella, bloqueando incluso sus brazos entre las piernas, y le metió la polla en la boca.

Eva se puso a chuparla para incrementar su dureza cuando sintió que una lengua recorría su coño. ¡Y cómo lo recorría!

Era una experta en ello y era lo que le faltaba a Eva que estaba caliente desde que había llegado. Su clítoris latía esperando ser atendido, y después de unas suaves pasadas de lengua desde la entrada de la vagina hasta la base, lo rodeó con los labios y lo succionó con suavidad, al tiempo que lo acariciaba con la lengua.

Al momento, se corrió por primera vez en esa noche.

-MMMMMM

Su grito de placer, quedó apagado por la polla que chupaba. Más bien era follada con ella. La otra mujer, no dejó de jugar con ella. Frotó su mejilla por el interior de sus muslos. Los recorrió con la lengua. Estuvo jugando con todo ello sin dejar que se excitase lo suficiente como para llegar al orgasmo.

Cuando al jeque le pareció suficiente la mamada, organizó las posiciones:

-Tú, cristiana, te quiero a cuatro patas. Tú Yasmin colócate bajo ella y al revés y os vais comiendo el coño mientras yo la enculo.

Así lo hicieron.

Eva a cuatro patas y Yasmin bajo ella, empezaron a jugar con sus lenguas en el coño de la otra. Eva, dispuesta a hacer sufrir a la árabe, Yasmín obedeciendo a su señor.

El jeque se colocó detrás, puso su glande en la entrada del ano y empezó a empujar suavemente. Eva fue dejándolo pasar, controlando sus músculos.

Le resultaba molesto, a pesar de estar húmeda de su mamada anterior, pero al jeque le debía pasar lo mismo, porque enseguida pidió a Yasmin que le pasase la lengua por su la polla y el ano de ella.

Con mayor humedad, fue menos molesto y enseguida estaba toda la polla dentro y esperando a que se acostumbrase.

Pronto empezó el ritual de entrada y salida, comprimiendo ella los músculos, pero sufriendo al mismo tiempo, los ataques espaciados sobre su clítoris.

Los gemidos de Eva eran rápidos. No dejaba de atacar el clítoris de Yasmin, indicándole que quería más acción. Que quería correrse.

Yasmin la trabajaba despacio. Repartía su lengua entre el coño de Eva y la polla de su señor.

Por fin se decidió a atacar directamente el clítoris de Eva al tiempo que le metía dos dedos en su coño y la empezaba a follar con ellos. Eva también le metió los dedos, pero le costó poco alcanzar un nuevo orgasmo.

-AAAAAAA Me corroooo.

A partir de ese momento, las sensaciones que le llegaban desde su culo y las que le llegaban desde su coño, la mantuvieron en un orgasmo continuo.

-Eso, eso. Córrete, mi putita cristiana. Siento tus corridas en mi polla y tú placer es mí placer. –Dijo el jeque.

Por supuesto que Eva ni se enteró. Entre los orgasmos e intentar aprisionar la polla, no le quedaba tiempo para atender a otros sentidos.

El jeque sentía sus contracciones, que estimulaban su placer, pero no quería correrse demasiado pronto, por lo que reducía el ritmo, o incluso lo detenía, por lo que consiguió aguantar un buen rato.

Por fin perdió en control y se corrió abundantemente en el culo de Eva. Cuando terminó, sacó la polla y se la hizo chupar por Yasmin, mientras Eva caía sobre ella, agotada de tantos orgasmos.

Tras un descanso, el jeque pidió que ambas se la chupasen para ponerlo a tono de nuevo.

Empezaron las dos a la vez, pasando entre sus labios la mitad para cada una, recorriendo a la vez desde la base a la punta y viceversa, al tiempo que la acariciaban con la lengua.

Eva fue la primera en meterse la punta en la boca, acariciarla con labios y lengua y dejarle sitio a Yasmin para que hiciese lo mismo.

El jeque vio cómo aprovecharse y creó una competición entre ambas.

-Mmmmm. Putita cristiana. Qué bien la chupas. No sé si mi esclava podrá superarte.

Y luego…

-Mmmmm Yasmin. La suavidad de tu boca me enloquece. Das mucho gusto.

Ante esas palabras, ambas hembras se dispusieron a dar lo mejor de sí mismas.

El jeque estaba en la gloria. Jamás le habían hecho una mamada tan buena y tan placentera.

Cuando nuevamente no pudo aguantar más, anunció su corrida y pidió que se besasen con su glande entre los labios.

Momentos después, se derramaba en las bocas de ambas, mientras sus lenguas se cruzaban alrededor de su glande. Ninguna dejó escapar la más mínima gota y, cuando terminó, con las lenguas le dejaron la polla totalmente limpia.

El jeque había quedado agotado y decidió que debían dormir. Ambas mujeres, agotadas también, agradecieron internamente su decisión y quedaron dormidas una a cada lado.

A la mañana siguiente, el jeque se marchó temprano, dejándolas en la cama. Cuando despertaron, ambas se bañaron juntas, volviendo a disfrutar nuevamente de sus cuerpos, antes de que Eva se fuese.

Durante meses estuvo haciendo servicios de todo tipo y en épocas de lo más variado, pero siempre con la información mínima y sin poder hablar.

Había perdido el sentido del tiempo. El estar dos días o más en un sitio y volver a los cinco minutos de salir habiendo pasado un mes para el cliente, la tenía desconcertada. Solamente sabía que llevaba mucho tiempo allí.

Solo supo centrar que había viajado al futuro cuando fue enviada a uno de los servicios, en el que ya al principio le advirtieron encarecidamente que no hablase nada sobre ella y su vida y que se hiciese la inocente, pero sin llegar a parecer tonta.

Fue enviada a un sitio que parecía un local como el de cualquier tienda comercial, solo que estaba totalmente vacío y en sus paredes y techo, todo de color gris, no se veía ninguna marca.

Cuando apareció en el lugar, solamente había una especie de automóvil, todo de aspecto metálico, sin ventanillas, parecido a un óvalo, que tenía una de las puertas abiertas, mostrando en su interior unos cómodos asientos tapizados en cuero.

Supo que estaba en el futuro, porque el vehículo se mantenía en el aire, a unos quince centímetros del suelo, sin nada que lo sustentase.

A falta de órdenes, optó por subir a él teniendo que agachar ligeramente la cabeza para hacerlo, y nada más sentarse, vio cómo se elevaba unos centímetros más, al tiempo que se cerraba la puerta automáticamente.

No sintió nada, ni oyó nada. Allí encerrada, miró con curiosidad a su alrededor. No había conductor. Los asientos formaban un círculo alrededor de las paredes del vehículo, excepto el lugar de la puerta.

En el centro, una especie de mesa, con cuadraditos pequeños y círculos. Su curiosidad hizo que pasase la mano por la mesa, sobre los cuadrados, sintiendo el suave tacto de madera.

Coincidiendo con ese gesto, las paredes por encima de los asientos, se convirtieron en pantallas de televisión, todas con escenas de campo, como si estuviese viajando por la campiña, menos una, que mostraba un programa de televisión de una cadena en inglés, idioma que no entendía.

También, en uno de los círculos apareció una bebida de color rojo, que no se atrevió a tocar.

Las imágenes no se diferenciaban mucho de las de su tiempo. Revueltas, manifestaciones, inundaciones, etc. Solamente se diferenciaban en los vehículos de diseño moderno como en el que se había metido.

Una suave voz de mujer le dijo:

-¿Desea alguna cadena de TV en especial?

Eva se quedó muda. No sabía ni de dónde venía la voz y el susto la había paralizado.

La voz repitió la frase y a ella solamente le salió decir:

-NNo. Perdone. Me he equivocado.

Durante muchos minutos, no hubo más sonido que el de la tele. Por fin, sobre la mesita, en uno de los círculos, se abrió y subió una pulsera que parecía de plástico.

-Por favor, póngase la pulsera y vaya a los ascensores.

Despacio y con miedo, se puso la pulsera y nada más terminar, se abrió de nuevo la puerta y el vehículo descendió unos centímetros para facilitar su salida.

Una vez fuera, vio que estaba frente a una pared metalizada, con una serie de carteles con el texto “ASCENSOR”.

Se dirigió a uno de ellos y se puso a buscar el botón de llamada, sin encontrar nada. Todavía seguía buscando, cuando debajo de la puerta, un trozo de lo que parecía pared se desplazó a un lado, permitiendo su entrada.

Lo hizo mirando a todos los lados. El interior era igual que el exterior, metalizado y sin muestras de uniones.

Una vez dentro, la puerta volvió a cerrarse, no dejando ninguna muestra de que estuviese allí.

Inmediatamente, una suave brisa le dio en la cara, que terminó unos segundos después, para, seguidamente, abrirse la puerta, dejándola salir a una espaciosa habitación.

Un vistazo alrededor, le mostró paredes cubiertas con cuadros que le sonaba que eran famosos. Algunos los había visto en museos y otros en documentales de televisión. También había otros que le resultaban totalmente desconocidos.

A un lado, una plataforma rectangular rodeada de seis piezas, le hicieron pensar en una mesa con las sillas alrededor, pero todas ellas sin patas.

Al otro lado, ocho piezas como las sillas pero más anchas, se encontraban repartidas en un semicírculo frente a una pared, donde, en lo que parecía una ventana, se mostraban imágenes de dos mujeres comiéndose el coño mutuamente.

De una de esas piezas, al entrar ella, se levantó una mujer de una edad indefinida, pero entre 30 y 40 años, que inmediatamente se dirigió a ella.

-Bienvenida. Mi nombre es Sara. ¿Cuál es el tuyo?

-Eva, señora.

-Hola Eva. Por favor, no seas tan formal. Llámame solamente Sara. ¿De qué año vienes?

Eva se quedó sorprendida, pues tenía entendido hasta el momento, que los clientes no sabían de los viajes en el tiempo, por lo que dedujo que tenía que ser su contacto allí y que era quien le llevaría con el cliente.

Cuando ya iba a hablar, Sara al verla sorprendida, se adelantó.

-Sí, Eva, conozco la historia. Yo también estuve trabajando para la organización, y ahora solicito sus servicios de vez en cuando. Hoy soy yo tu cliente.

Eva siguió más sorprendida, dudando si decir algo o no, pues le habían ordenado no decir nada, pero tampoco esperaba que supiese su condición.

-Ppperdone, pero no puedo hablar sobre eso.

-Ya lo sé, y no te preocupes. Te lo preguntaba porque pedí a alguien de finales del siglo XX o principios del XXI. Te preguntarás el por qué:

-En esa época (antigua para mí, pero actual para ti), el amor lésbico no estaba tan generalizado como ahora. Las mujeres de esa época ya sabían de ello y algunas incluso habían tenido algún escarceo. ¿Has tenido relaciones alguna vez con una mujer?

Eva recordó que tenía que hacerse la inocente, pero no la tonta.

-Bbbueno… Una vez, con una amiga, solas en mi habitación, me estaba contando lo que había hecho con un chico y me lo demostró repitiendo en mis pechos y mi sexo las caricias que le había practicado. A ella le había resultado agradable, pero a mí no me gustó. Estaba nerviosa y temerosa de que entrasen mis padres y nos pillaran.

-En la época en la que estás, las mujeres no tenemos problemas para disfrutar entre nosotras. No es que seamos todas lesbianas, pero si nos gusta una mujer, dejamos a nuestros maridos, novios, parejas o amantes y nos vamos juntas a disfrutar de una o varias noches entre nosotras.

-¿Y vuestras parejas no se enfadan?

-No. Todo el mundo lo tiene asumido. Vivimos en una especie de matriarcado, en el que nosotras elegimos y ellos nos esperan. Mientras la relación sea entre mujeres, ellos no lo ven mal, incluso a algunos les excita. Lo que no está permitido es que las mujeres elijan otros hombres o los hombres otras mujeres si no es por cambio de pareja.

-¿Y los hombres lo aceptan y permiten?

-Jajajajajaja. Hubo un momento en el que tuvieron que decidir: O aceptaban las nuevas normas, o se mataban a pajas. De todas formas, todavía quedan algunas parejas tradicionales, como las de tu tiempo, el hombre manda y la mujer obedece.

-Tú estás casada o tienes pareja.

-Sí, estoy casada, pero mi marido está de viaje y estoy muy excitada. ¿Tú estás casada…? Perdona, olvidaba que no puedes decir nada. Ven, vamos a sentarnos.

La tomó de la mano y tiró de ella con suavidad hacia las piezas que parecían sillones sin patas. Tocó en determinados lugares de cuatro de ellas y, automáticamente, se unieron en un amplísimo sofá. Un nuevo toque y se bajó el respaldo, desplegándose nuevas piezas que formaron una enorme plataforma de apariencia metálica con una zona ligeramente levantado, haciendo de almohada.

-Ven, descansaremos aquí. Estaremos más cómodas.- Dijo Sara.

A Eva no le cupo ya duda de quién era su cliente. Esta vez no era un hombre.

-“Más cómodas sobre el metal, lo dudo” -Pensó Eva.

-Desnúdame. –Pidió Sara.

Eva se acercó a ella. Llevaba una especie de vestido de fina seda, tipo toga, que envolvía su cuerpo y permitía ver tamizados, sus redondos y tiesos pechos y con un poco más dificultad, su depilado coño.

La prenda rodeaba su cuerpo, pasando bajo su sobaco derecho y sujetándose con un broche sobre el hombro izquierdo.

Eva buscó el enganche del broche sin encontrarlo. Probó a desplazar la prenda por el hombro para bajarla por los costados, pero no daba de sí. Sara, al ver su torpeza, le dijo:

-Jajajajajaja. Déjame a mí, que veo que no sabes cómo funciona esto.

Llevó un dedo a determinada parte del broche y, al presionar, éste se abrió, dejando resbalar la prenda por su cuerpo hasta llegar al suelo.

-Ahora desnúdate tú.

A Eva la habían vestido con una camisa blanca, falda roja y chaquetilla del mismo color. La lencería, sujetador blanco y tanga transparente, blanco también.

Rápidamente, se quitó la chaqueta, que arrojó sobre uno de los sillones libres y empezó a desabrocharse la camisa.

-Más despacio. Tenemos mucho tiempo. –Le dijo Sara al tiempo que se recostaba sobre la plataforma y se la quedaba mirando, sujetando su cabeza con uno de sus brazos.

Eva fue desnudándose intentando parecer sensual ante los ojos de una mujer (curiosamente, eso no se lo habían enseñado y a ella jamás se le había ocurrido pensar en ello)

Sara la miraba sonriente cómo se movía, mientras con un dedo iba de pezón a pezón en sus caricias y con la otra mano recorría subiendo y bajando por su vulva, mientras su respiración se iba acelerando.

Cuando quedó totalmente desnuda, Sara levantó una mano e hizo señas para que se acercase y Eva lo hizo alargando la suya para tomarla.

Cuando sus manos se enlazaron, Sara la atrajo hacia sí, obligándola a subir en la plataforma para poder acercarse.

Fue entonces cuando Eva descubrió que la superficie no era dura, sino tremendamente adaptable a las zonas de contacto. Conforme iba echando su cuerpo sobre el extraño colchón, éste se adaptaba y le proporcionaba una agradable sensación de comodidad.

Cuando su torso quedó sobre Sara, ésta la hizo acercar su rostro y la besó. Aunque sabía lo que iba a ocurrir, Eva quedó un durante un momento desorientada. Sara lo tomó como que era consecuencia de ser la primera vez con una mujer.

-No te preocupes, Eva, déjate guiar por mí y verás lo bien que lo vamos a pasar las dos.

Volvió a juntar sus labios a Eva y se fundieron en un intenso beso, acariciándose con las lenguas y jugando con ellas.

Luego Sara guio la cabeza de Eva hacia sus pechos, pequeños y redondos, con pezones grandes y todavía erectos, y la hizo chuparlos y lamerlos, mientras ella acariciaba su cabeza, cuello y espalda.

-Haz lo que te gustaría a ti.-Le dijo

Y Eva se dedicó en cuerpo y alma a darle placer. Sara se estremecía con las acciones de Eva, que sin dejar sus pechos, bajó su mano para acariciar sus muslos.

Se acercaba a su entrepierna y volvía a alejarse, como le habían enseñado, pero simulando torpeza. Eso agradaba a Sara, que aunque quedaba deseosa de que acariciase su clítoris, lo compensaba con el morbo de ser la primera mujer para Eva.

Cuando vio que ya se desenvolvía sola y que le estaba excitando bien, Sara también acarició los pechos de Eva y con la otra mano fue bajando hasta su coño, que encontró encharcado.

Por su experiencia con la compañía, sabía que le daban drogas para que se excitase con rapidez, por lo que no le resultó extraño.

Volvió a poner ambas manos sobre la cabeza de Eva y la hizo bajarse hasta su coño. Eva se separó un momento para colocarse bien entre sus piernas y entonces vio que Sara manipulaba algo en la cama y que el colchón se levantaba bajo el culo y ponía su coño en una posición más favorable para que Eva se lo comiese con más facilidad.

Volvió a inclinarse sobre sus pechos para ir bajando en un recorrido en el que iba lamiendo y besando su cuerpo hasta que llegó a su vulva, que se saltó para lamer sus ingles, rodeando su coño.

Las manos de Eva también entraron entre las piernas de Sara para dirigirse a sus pechos, acariciarlos y frotar sus pezones. Podía oír la respiración acelerada de Sara, y algún que otro gemido,

La mantuvo en un juego de excitación en el que pasaba la lenguda alrededor y Sara cerraba las piernas, y en ese momento, Eva dejaba de excitarla.

Eso hizo que quisiera empujar la cabeza contra su coño, pero Eva estaba en posición de poder sujetar sus manos e impedirlo, o de forzar con sus brazos las piernas para separarlas

Sara gimió. Su gemido era una mezcla de deseo, ansiedad y enfado por no conseguirlo. Así lo interpretó Eva, que decidió atacarla directamente, haciendo un recorrido con la lengua por el centro de su vulva, de abajo arriba, y dando unos pequeños lametones en su clítoris.

Los labios estaban separados y dejaban salir un hilillo de flujo, que Eva agitó con su lengua y extendió a lo largo de ellos. Pocos minutos después, Sara consiguió presionar la cabeza de Eva contra su coño y se corrió en un brutal orgasmo.

-AAAAAAHHHH SSIIIII.

Mientras se recuperaba, Eva frotó con ansiedad su coño, obteniendo un callado orgasmo en segundos, dejándose caer a su lado.

Una vez recuperada y puesta la cama normal, fue Sara la que empezó de nuevo.

Lo inició con un profundo beso que, dada la facilidad que tenía, hizo que Eva volviese a mojarse.

Estuvo jugando con sus labios, con su cuello, con sus orejas, hasta que bajó a sus pechos. Lamió y chupo sus pezones, al tiempo que recorría con su mano el muslo, de la rodilla a la ingle, consiguiendo que antes de llegar, Eva se corriese, pero ahora gritando su orgasmo.

-OOOOOHHHHH ME CORROOOOO.

Sara no se detuvo. Sabía que pronto estaría recuperada y siguió con sus caricias pero sin avanzar y consiguiendo que el placer se prolongase un rato más.

Volvieron a los besos y a cruzar sus manos acariciándose mutuamente, para ir recorriendo sus cuerpos, a la vez que giraban, hasta alcanzar con la boca sus sexos, nuevamente ansiosos de placer.

Fue Sara la primera en meterle un dedo en el coño a Eva y empezar un suave movimiento de mete-saca con él, sin dejar de lamer y chupar su clítoris.

-MMMMMM

-FFFFFSSSS

La habitación se llenó de los sonidos apagados que emitían ambas con sus bocas ocupadas dando placer.

Eva, gracias a la droga que les daban, estaba en un orgasmo casi continuo, mientras que Sara consiguió dos orgasmos intensos, antes de que, agotadas, volviesen a quedarse dormidas, tras terminar con unos dulces besos.

Durante la noche, se despertaron mutuamente varias veces con caricias hasta alcanzar nuevos orgasmos.

Cuando Eva se despertó definitivamente, la habitación estaba casi a oscuras y todo en silencio. Una mano de Sara descansaba sobre su vientre.

Tenía necesidad de ir al baño a aliviar su vejiga, pero desconocía la distribución de la casa y la tenue iluminación, que escasamente permitía ver los contornos de los muebles, no contribuía a averiguarla.

Al retirar la mano y sentarse en el borde de la cama, Sara se despertó también.

-Mmm. Buenos días Eva.

-Buenos días Sara. Perdona, pero tengo que ir al baño.

Sara hizo unos movimientos y las paredes fueron convirtiéndose en grandes ventanales, al tiempo que una cortina, saliendo de no se sabe dónde, los cubría y tamizaba la luz.

Sara le enseñó el baño, donde ambas entraron para ducharse y desahogarse sucesivamente. Al terminar, mientras Eva se vestía, los muebles fueron configurando su estructura inicial, quedando todo recogido.

Cuando se iba a marchar, Sara la despidió con un regalo: una bolsita negra que contenía tres brillantes.

A su vuelta, el mismo tipo de vehículo le esperaba al pie del ascensor para devolverla a la habitación de origen, donde se bajó después de dejar la pulsera sobre la mesa, como le fue indicado por la femenina voz.

Agradeceré sus comentarios y valoraciones.

(9,47)