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Jamás pensé que iba a acabar así

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Hacía más de dos años que lo estaba intentando y al fin, Mónica accedió.

-Solo lo haré una vez (me dijo) y después lo olvidas.

-De acuerdo… (Contesté).

Después de casi 6 meses de descartar pretendientes contactamos con un chico que nos gustó a través de un chat para ligar.

Nos gustó porque su anuncio era cortés, educado y no demasiado bruto.

Chateamos con él durante un par de meses por whatsapp... enviándole algunas fotos de ella medio desnuda (solo las tetas) alguna del coño que no se veía la cara y al final un video de unos 30-45 segundos de una mamada que me hizo mi esposa.

Fue el día que le enviamos el video que decidimos quedar.

Mónica es preciosa, rubia con ojos verdes y a sus 42 añitos aún mantiene ese atractivo que un día me enamoró.

Pesa unos 60 y pocos quilos y tiene un buen culo.

Sus tetas no son demasiado grandes y están algo caídas pero a mí no me importa pues me sigue pareciendo preciosa.

No nos pareció bien quedar en ningún hotel y lo hicimos al mediodía en la intimidad de nuestra casa y aprovechando que Aitor y David comían en el colegio.

Llegó el día acordado y mi esposa se fue al lavabo, se duchó, se depiló. Cuando salió de la habitación solo llevaba puesto unas braguitas blancas con sujetador a juego y del mismo color.

-Que buena olor haces¡¡¡.., (le dije).

-Puedes poner un poco de música? (me preguntó).

Yo… que tenía todo planeado le dije.

-Claro... y sonó Malú.

Ella se fue a la habitación y se estiró en nuestra cama.

Yo, nervioso... miraba el reloj.

Habíamos quedado a las tres de la tarde y teníamos una hora y unos 10 minutos más o menos.

Mi esposa ya estaba preparada estirada en la cama.

Con su cabello mojado y sus labios con un toque de carmín.

Sonó el timbre y mi esposa y yo nos miramos.

- voy a abrir (dije).

Mientras salía del cuarto escuché a mi esposa suspirando nerviosamente.

Miré por la mirilla de la puerta y cuando cerró la puerta del ascensor... abrí.

Él me sonrió y me saludó con la mano. Era educado y olía súper bien.

Aunque no sabía su nombre puesto que habíamos contactado con él y así lo habíamos acordado... nada de nombres.

-Hola¡¡… (Me dijo).

-Hola... pasa por favor. (Le contesté mientras estrechaba su mano).

Debía tener unos 30 y pocos años y físicamente estaba muy bien.

Delgado, más o menos como yo de alto y limpio... se le veía muy aseado.

Cuando llegamos a la habitación yo me sentía muy excitado y nervioso. Sin duda lo que iba a pasar en ese momento iba a cambiar mi vida y la de Mónica.

Bueno… (Dije) no tenemos mucho tiempo y estamos para disfrutar y por supuesto tu Moni decides hasta donde deseas llegar.

Ella me miraba y sus ojos delataban nervios.

El la miró y le dijo.

-Hola¡¡... (Sonriéndole).

Mi esposa lo miró levemente y contestó.

-Hola¡¡... (Bajando la cabeza con timidez y vergüenza).

Si te encuentras incomoda solo has de decirlo y se parará.

Mi esposa volvió a mirarme... se notaba que estaba muy nerviosa.

Apenas se atrevía a intercambiar una mirada con nuestro recién llegado pero a él eso no parecía incomodarle en absoluto. Nuestro invitado miraba el cuerpo de mi esposa y me escuchaba a mi.

De pronto me dijo.

-Empecemos tranquilos... y ya veremos cómo seguimos.

-Eso¡¡... (Dijo mi esposa casi inaudible)

-Me quito el sujetador? (le preguntó)

-Como quieras, sino ya te lo quito yo (contestó el)

Mi mujer se quitó el sujetador y doblándolo lo dejó sobre la mesita. Él se fue acercando a ella por un lado de la cama mientras se quitaba la ropa.

Mi esposa también se quitó las bragas dejándolas junto al sujetador.

-Bueno¡¡... (les dije)

El... cuando se bajó el short ya estaba empalmado.

Debía tener entre 18 y 20 centímetros.

Yo, ante esa escena ya tenía el corazón a cien por hora y estaba empalmado e incluso mojado.

Sabía que lo que iba a presenciar... iba a ser excitante y alguna vez había fantaseado con ver a Mónica con un buen rabo.

Una vez desnudo sacó un par de condones de sus pantalones y los dejó junto a la ropa interior de mi mujer en la mesita de noche.

Se acercó a mi esposa y se sentó sobre el borde de la cama junto a ella.

Mi esposa cerró los ojos (supongo que para concentrarse).

-¿Estáis seguros, verdad? Como es la primera vez. Mi esposa me miró y no dijo nada, yo le devolví la mirada.

Al ver que ella no contestaba y tampoco se decidía contestar dije.

-SI... adelante¡¡.

El... se inclinó... hacía mi esposa que le miraba.

Acercó su boca a su mejilla y la besó

Acariciaba su cabello... (Algo que a mi esposa le resulta relajante).

Ese beso se quedó ahí... pero siguieron otros que bajaban por el cuello de mi esposa.

Mónica volvió a cerrar los ojos y respiraba profunda y un poco excitada.

Estaba casi temblando.

Él se paró... la miró de cerca y le dijo en voz baja.

-Tranquila... no pasará nada que no desees.

Ella asintió con la cabeza y cerró los ojos de nuevo.

Yo, apoyado en la puerta miraba acariciándome la polla.

Nuestro amigo retomó sus besos sobre la piel del cuello de mi esposa.

Mi esposa con los brazos estirados simplemente se dejaba hacer.

El con su mano izquierda comenzó a acariciar uno de sus pechos, el izquierdo.

Mónica, dio un pequeño respingo, un sobresalto, como si no lo esperase pero le dejó hacer pues parecía que comenzaba a gustarle.

La acariciaba con dulzura, con suavidad... besaba su cuello... su mejilla y rozaba sus labios con los suyos.

Bajaba con sus besos por su cuello de nuevo... para acercarse a uno de sus pechos... para besar los dos... para besar su estómago... rodear su ombligo.

Mi esposa que comenzaba a excitarse respiraba profunda y aceleradamente.

Contorneaba su cuerpo buscando los besos de su amante.

Sus manos acariciaban la espalda, pechos y nalgas de mi esposa y ella ya comenzaba a acariciarle la espalda a él.

Ya hacía como un minuto que se estaban comiendo la boca los dos... mezclando sus lenguas… besándose.

Su mano bajó hacia el coño de mi esposa y comenzó a acariciar su vello, a rodear con dos dedos su clítoris e incluso a meter las yemas dentro.

Ella... simplemente gemía.

Nuestro invitado se deslizó hacía la entrepierna de mi mujer... y colocó su cabeza entre sus piernas.

Comenzó a comerle el coño mojado.

Debido a la excitación que yo tenía pregunté casi de manera inconsciente y jadeante.

-Está mojada?

-Mucho… muchísimo… (Me contestó el).

-Pero... no me la follaré hasta que ella me lo pida... (Dijo también).

Yo estaba súper empalmado... y no lo pensé demasiado.

Mi esposa estaba moviendo la cadera hacia arriba a cada comida de coño que él le hacía.

Gemía y sus gemidos eran profundos y cortos.

-OOOOGH¡¡... OOOOGH¡¡

Me acerqué a ellos y aprovechando que él estaba entre sus piernas comiéndole el coño.

Mi esposa de vez en cuando... muy de vez en cuando abría sus ojos y me miraba.

Una vez en el borde de la cama puse mi rodilla sobre el colchón de manera que mi polla dura como una piedra quedó a la altura de su boca.

Ella... al notar el líquido seminal de mi rabo... abrió su boca y comenzó a chupármela.

Jamás me la había chupado así¡¡¡

Ella me la chupaba casi hasta el fondo... y se la sacó un momento para decir entre jadeos.

-FOLLAME¡¡... FOLLAME POR FAVOR¡¡.

Me costó lo suyo no correrme en ese momento.

El al escucharla... dejó de comerle el coño y le dijo.

-No pares… ¡¡¡

Cogió uno de los condones y se lo puso en la polla.

Se estiró suavemente sobre ella... y haciéndose un hueco entre sus piernas comenzó a buscar su raja con la polla con movimientos de cadera lentos y acompasados.

No le costó demasiado encontrar la entrada de su coño puesto que ella le ayudó.

Acercó la punta del capullo a su raja y se la metió muy despacio. Mi mujer suspiró muy profundamente.

En este momento fue cuando yo me corrí así que decidí observar.

El chico le había metido unos 10 centímetros, más o menos, y bombeaba muy despacio mientras acariciaba a mi esposa. Ella estaba nerviosa, pero se dejaba hacer.

Él le hablaba susurrándole al oído.

-¿Estás bien?... (Le dijo).

-Sí, Siiii... (Le contestó Mónica).

-Te gusta?...

-Siii... Siiii me gustaaaa¡¡

Todo entre jadeos y susurros.

Mi esposa levantó las piernas y sus manos buscaron encontrando sus nalgas.

Acompañaba con ellas las arremetidas de su amante.

Gemía en cada metida de polla.

Era como si yo no estuviese allí y me sentí un imbécil, pero bueno, era a lo que venía el chico, para eso le habíamos llamado ¿no?

El chico seguía bombeando muy suavemente y mi mujer comenzó a jadear bastante fuerte.

Realmente no la había escuchado gemir nunca así.

-Voy a metértela entera... (le dijo al oído).

-Siiii... Siiiiii… (Contestó ella jadeando)

A mi esposa le costaba hablar.

Su dulce voz se disparaba mezclada con los gemidos que emitía.

-oooOOOOOGH¡¡¡... (me hizo pensar que se la había metido toda ya).

-oooOOGH¡¡¡... OOOOGH¡¡¡... UUUFF¡¡¡... OOOOGH¡¡... (Gemía ya sin complejos ni vergüenza mi esposa).

El, aumentó el ritmo y la fuerza de sus embestidas.

Sus cuerpos sudaban... y se acariciaban... se besaban...

Lo que había deseado desde hace tiempo.

Observé que en algunos momentos solo se veían sus cojones asomando del coño de mi esposa... todo lo demás estaba dentro... y cuando salía era bastante considerable y gorda.

Ahora sólo la sacaba un poco, unos tres centímetros, y la volvía a meter hasta los huevos. Le estaba practicando una penetración muy profunda. Mónica gemía y gemía

Se movía al ritmo de sus embestidas.

Al cabo de un rato, al fin se percataron de que yo seguía allí y el chico preguntó: ¿Quieres que me corra dentro, o me quito el preservativo y acabo en sus tetas?

¡Hombre, no jodas¡ le dije yo, “córrete en el condón pero fuera de ella, a ver si se va a reventar la goma, jodemos el invento y me la dejas preñada”. Vale, vale, me dijo él. Mientras, las tetas de mi esposa se movían como flanes, arriba y abajo. Bombeó unos segundos más, sacó la polla de dentro de mi mujer, se pegó un par de sacudidas y llenó el condón.

¿Qué hago con esto? me dijo. Trae, que lo tiro, y me llevé el condón a la basura. El hijo puta este saca casi el doble de leche que yo, pensé.

"Me sentía como un gilipollas"

Me quedé un rato en la cocina, sin saber qué pensar. Si os digo la verdad, la experiencia no me estaba gustando. Me sentía como un auténtico gilipollas. Me lavé las manos y torné al cuarto para despedirme del chico y decirle que ya valía por hoy. Pero joder, cuando entré, contemplé como el muy cabrón ya se estaba poniendo el otro condón.

Cariño, me dijo mi esposa, ya has visto lo que querías, ¿puedes esperar ahora fuera? Es que me siento muy violenta. Joder, y me salí del cuarto cerrando tras de mí.

Qué mal rato, me cago en la puta. Además, no oía nada, no sé qué cojones estarían haciendo.

Al cabo de unos minutos.

-OOOGH… OOOOGGH¡¡¡ ASiiii...¡¡

Mónica comenzó a gemir de nuevo y las embestidas del chaval se escuchaban perfectamente por los golpes del somier contra la pared “plas, plas, plas, plas” ahora el muy cabrón la estaba follando a saco, como un animal.

El somier chirriaba como si fuese a partirse y mi esposa rebuznaba y gemía como una burra.

Me hice otra paja y me dolía la polla.

¡Me cago en la puta! me dije a mi mismo, no me he acordado de recordarle al cabrón este que se corra fuera del coño. Estuve a punto de entrar un par de veces, pero me quedé fuera, no quería quedar por más gilipollas de lo que era.

El cabronazo pegó un par de gritos y se corrió. Mi esposa gritaba con él. Joder, seguro que se ha corrido dentro, será hijoputa.

Se abrió la puerta y mi esposa aun gemía y respiraba como una loca cuando el tío salió sudando muchísimo... y se fue al baño. Entré al cuarto y mi esposa estaba completamente despatarrada, su cuerpo totalmente sudado y rojo por las caricias y roces respiraba agitada y excitadamente.

Sin duda lo que me había perdido había sido sexo del fuerte.

Me di cuenta que esta vez el muy cabrón se había corrido en sus tetas… realmente se las había dejado totalmente impregnadas de semen.

Me dio la impresión de que en esa segunda vez Mónica había encontrado alguien que la había follado de forma diferente y el la trató en esta segunda ocasión sin tanta tonterías y dulzura.

Se la había follado a bestia... y ella también había disfrutado.

Salí al recibidor a despedirlo todo lo dignamente que pude. Llamadme cuando queráis, me dijo, y añadió “tu mujer es estupenda, espero haberla dejado satisfecha". Sí hombre, no te preocupes.

Cuando volví al cuarto no sabía que decir a mí esposa y opté por: ¿Te ha follado bien? Sí, bien, me respondió Mónica. ¿Te has quedado a gusto? Tras un breve silenció, me dijo, “sí, sí… pero ahora ya olvídate de ello”.

Estuvimos un minuto sin hablar y al fin le pregunté:

Y, ¿te ha dado mucho gusto cuando te la metía tan hondo? Bueno, normal, me contestó (Dios, no me lo dice para no herirme, se le nota)

Nos echamos a dormir. Yo tuve que levantarme dos veces a masturbarme, pero me encontraba fatal. Pasaron unas semanas y no volvimos a hablar del tema, hasta que un día le pregunté: “Oye, ¿cuándo yo estaba fuera del cuarto, el cabrón no se correría dentro de ti? A lo que me respondió, “chico, no pasa nada, llevaba preservativo”. Pensé, “me cago en la puta, le digo que no lo haga y en cuanto salí fuera el hijoputa hizo lo que le salió de los cojones”. No paro de pensar en que sí se llega a joder el condón y mi mujer se queda preñada, sería su responsabilidad por consentirlo.

No creo que repitamos la experiencia pues sinceramente no me ha gustado nada. Os comento esta historia para que me digáis si a alguno de vosotros le ha pasado algo parecido.

La conclusión que saqué es que vino un tío a mi casa, se metió en mi cama, le echo un par de polvazos a mi mujer, que a sus cuarenta años está buenísima, y se marchó. Y lo peor de todo es que yo le había llamado para ello.

A veces las cosas no son como te las imaginas...

Te aconsejo que ahora leas… "el invitado" es este mismo relato pero narrado por el corneador.

© eroslifewomen

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