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El invitado

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EL INVITADO (No esperaba que fuese así) by eroslifewomen

Nota del autor: aconsejable leerse antes el relato “no esperaba que fuese así” para entenderlo

Mi nombre real es Alberto, mi edad 32 años.

Mi nombre profesional… SENSUAL32.

Podrás encontrarme en la sección de contactos de cualquier periódico catalán.

Desde hace dos años, trabajo como escort profesional, de acompañamiento o a domicilio.

¿Que por qué lo hago?

Por vicio, porque me encanta el sexo, me excita follarme a mujeres desconocidas y tratarlas como auténticas putas. Mujeres insatisfechas sexualmente o que simplemente a sus maridos ya no se les levanta.

Y si además puedo sacar algo de pasta de esto pues mejor que mejor.

Mi clientela es muy variada aunque yo siempre escojo.

Escojo mujeres de entre los 35 y 45 años que no estén excesivamente gordas. Mujeres que ya he visto previamente sea en una foto o en persona. Y sobre todo que me atraigan.

Escojo entre mujeres solas, mujeres separadas, mujeres que desean probar algo nuevo con o sin permiso de su marido, parejas, maridos cornudos que desean ver a sus esposas gozando con otra polla, seguramente más grande que la suya.

Digo seguramente porque la verdad… estoy bien armado, 22 centímetros para ser exacto, y de un grosor considerable.

Fieles esposas, amas de casa y madres de sus hijos que a la hora de follar me demuestran lo aburridas que están de sus parejas y que se conforman con la picha de 16 centímetros de su esposo para volverse locas de placer al probar una polla de verdad.

Se convierten en putas sumisas que esconden los deseos más perversos y salvajes.

Hace unos meses contactó por mi conmigo por mi anuncio un tal D (supongo que de Dani, Diego o David).

Me pidió un teléfono y si podía contactar por whatsapp conmigo. Se lo facilité.

Lo primero que me dijo es que le había gustado el hecho que en mi página no se vieran fotos explicitas de mi polla o vulgaridades parecidas. Mi perfil le había parecido el perfecto... me dijo.

Chateamos durante una semana un buen rato cada día.

Me confesó que deseaba ver follar a su esposa con otro hombre. Era un cornudo consentido pero él no se sentía para nada avergonzado de ello, vivía la sexualidad como algo liberal y así se lo había hecho entender a ella. Decía que le excitaba muchísimo la idea de imaginarse a su esposa entregada totalmente a otro hombre, chupándole la polla o a cuatro patas gimiendo con otro.

Que en realidad quería verla totalmente desinhibido.

I

Que lo habían hablado mucho y que por fin ella se había decidido a dar el paso.

Le pedí si podía enviarme alguna foto de su esposa a poder ser en alguna postura sugerente o desnuda.

Al cabo de unos minutos me envió una foto de su esposa en la playa en top less.

Me sorprendió que fuese tan blanca de piel y se notaba que era una piel delicada porque se enrojecía con el sol. Sus tetas eran pequeñas y estaban un poco caídas pero aun apetecibles a cualquier hombre.

Poco después me enviaba unas bastante más sugerentes. Ella estaba estirada en la cama, desnuda y con sus piernas flexionadas y abiertas dejando ver totalmente su peludo coño, a cuatro patas mostrando un culo precioso.

La verdad es que me gustaba esa mujer, Melena rubia y ojos verdes debía estar en los cuarenta y pocos. Su cuerpo era de unas proporciones normales con buenas caderas. Total… era una mujer muy hermosa.

-me gusta!... (Escribí controlando mi instinto).

-te envío un video… (Contestó)

Un video en primer plano, desde arriba, de su esposa chupándole la polla. Parecía estar de rodillas o agachada. Aquella mujer lamía y engullía aquel falo con absoluta sumisión.

Eso, acabó de convencerme y accedí.

-Bueno, ¿y cómo lo hacemos?

Me comentó que deseaba que fuese muy tranquilo y sin forzarlo porque ella (según me comentó) era una mujer muy sensible. Estaba dispuesta a hacerlo pero con la condición de que no se forzase nada. Si no había atracción a primera vista nos lo haría saber y en ese caso no sucedería nada. Tampoco me dejó muy claro que tipo de situación buscaba puesto que

El tema de los nombres no acabé de entenderlo puesto que me facilitaron la dirección de su domicilio. Supongo que sería para que ellos se sintiesen más seguros y menos culpables. Si no hay nombres no hay delito.

-Intenta ser muy delicado. Si ves que ella tiene dudas lo dejamos (me dijo).

-Tranquilo (le contesté escribiendo) la trataré con suavidad y delicadeza.

Me explicó que habían ido a un local de intercambios pero ella se puso tan nerviosa que la velada acabo en fracaso total.

El marido me explicó que debía ser en un horario de mediodía. Entre las 14h y las 16h. El motivo era porque sus hijos estaban en el colegio comiendo y podríamos estar solos.

Me dio su dirección y quedamos para el próximo lunes.

El lunes llegó.

A las doce y media de la mañana me tomaba un café mientras decidía que ropa ponerme para causar una buena impresión así como el perfume que escogería.

Subí a casa, me duché, me afeité y me vestí.

Tenía tres paradas de metro así que llegue diez minutos antes.

Pulsé el botón del ático 2ª.

-¿Si?...

-¿Hola?... (contesté, y fue lo primero que se me ocurrió).

Me abrió la puerta. Me crucé con una persona delgada y calva que iba a pasear un perro pequeño… un carlino, creo.

Subí al ascensor y pulsé la letra A. Se cerraron las puertas y el aparato ascendió lentamente hasta el ático.

El ático 2ª quedaba saliendo a la derecha del ascensor.

Justo cuando yo salía del ascensor, el abrió.

Era un hombre de mediana edad. Unos 40 o 45 años. Fuerte y con pelo corto castaño y pocas canas. Llevaba unas gafas de pasta dolce&gabbana estrechas para su cara. Su peinado era informal, de esos que se peinan despeinados. Olía bien, kenzo, creo.

-Hola… ¡¡ (me dijo sonriendo)

Me ofreció su mano que yo estreché saludándole también.

-Hola… ¡¡ (contesté).

La situación era cordial a pesar de que ninguno de los dos sabía el nombre del otro. Así lo habíamos acordado.

Después de unos instantes.

-Pasa, por favor… (y se apartó ofreciéndome la entrada)

Entré. Era un recibidor pequeño con un mueble con espejo en frente.

Sonaba Malú de fondo.

Acompañé a aquel hombre siguiéndole por un pasillo con la pared de mi izquierda de color amarillo y techo de madera. Tenían colgados tres cuadros de tres mujeres negras en esa pared.

La siguiente estancia era un comedor no muy grande pero muy luminoso con unos grandes ventanales y un armario a mano izquierda.

Me quedé observando unos instantes dos fotos que había sobre el armario. En una de ellas los dos sentados frente a una mesa y ella, especialmente hermosa con el pelo recogido. Seguramente alguna boda.

A mi derecha dos habitaciones. La azul, debía ser de los críos y la otra, con las paredes verdes, la del matrimonio.

Desde mi posición solo veía una parte de la cama y unos pequeños pies desnudos con las uñas pintadas de lila oscuro.

Unos segundos más y me acerqué a la puerta… la vi.

El entró en la estancia antes que yo y ella le miró. Después entré y la miré, ella me miró y rápidamente bajó la mirada.

Ella, era una mujer con el pelo castaño muy claro tirando a rubio, estirado y recogido hacia atrás con una simple coleta que comenzaba casi en su nuca. Sus ojos eran verdes y se le veían cansados lo que me hacía pensar que no dormía demasiado. Exceptuando sus labios a los que había aplicado una base de brillo no iba maquillada.

Bastante blanca de piel debía tener unos 40 años más o menos.

Aunque no en exceso su cara reflejaba leves signos de cansancio pero aun así y en aquel momento resultaba una mujer que cualquier hombre se habría follado en ese mismo momento.

Un sujetador blanco y unas bragas del mismo color eran lo único que la separaba de la desnudez total. Estaba medio-estirada, apoyando su espalda en la almohada y en el respaldo de la cama mientras se fumaba un cigarrillo.

Aunque es difícil adivinar la altura de una persona estirada aquella mujer debía estar en el metro sesenta y pico. Las copas del sujetador me indicaban que sus tetas no eran muy grandes. Quizás una 85 o 90 de talla y aun así le venía un pelín holgado.

Se la notaba nerviosa. Sus piernas estaban flexionadas pero en seguida las estiró sobre la cama. Acto seguido apagó el cigarrillo en el cenicero que tenía sobre sus piernas y lo dejó sobre la mesita.

-Bueno! (dijo el) no tenemos mucho tiempo, y estamos para disfrutar de un momento lleno de erotismo y sensualidad. Cariño, (mirando a su esposa) tú decides hasta donde deseas llega (él estaba impaciente, se le notaba).

-Hola (le dije sonriéndole).

-Hola (contestó intentando sonreír).

Me miró de nuevo y una leve sonrisa se le escapó así que decidió de nuevo bajar la mirada como si sintiese vergüenza de lo que iba a hacer.

Su timidez era normal teniendo en cuenta la situación. Aquel hombre estaba en su casa para follársela delante de su marido. Y ella lo sabía.

-En serio, si te encuentras incomoda solo has de decirlo y se parará (le dijo a ella)

Ella le miraba. Y de vez en cuando me miraba a mí. Pero muy sutilmente.

-Empecemos tranquilos y sobre la marcha (le dije yo a los dos).

-Sí, pero empieza con suavidad por favor, estoy nerviosa y debo confesarte que excepto con mi marido no lo he hecho con ningún hombre más. (Me dijo ella).

-Tranquila (le dije intentando transmitirle toda mi serenidad).

Me miró y me preguntó.

-¿Quieres que me quite el sujetador?

-Como quieras, sino te lo puedo quitar yo. (Le contesté)

Ella que permanecía sentada sobre la cama se incorporó hacía adelante, y con esa habilidad que solo las mujeres tienen buscó con sus manos el cierre metálico del sujetador blanco y lo desabrochó saltando éste levemente hacía adelante y liberando un poco más sus pechos. Encogiendo un poco los hombros se liberó del sujetador fácilmente dejando caer unas tetas blancas de pezones pequeños y rosados.

Dobló con delicadez esos sujetadores y los dejó en la mesita de noche. Me fijé que lo había dejado junto a una caja de condones y un pote de vaselina nuevos.

Como por un acto instintivo se las tapo con sus brazos pero no tardó ni un minuto en mostrármelas y levantó sus caderas para hacer deslizar sus bragas blancas por sus piernas, levantando primero una y después la otra se las quitó dejándolas junto al sujetador, también dobladas.

Su coño estaba depilado por los bordes y sobre el clítoris había dejado una pequeña hilera de pelo muy fina y sugerente. Era un coño estrecho y rosado pero a mi impresión seco aún.

Yo me acerqué a ella. Mientras me iba desabrochando la camisa. La camisa la dejé en el suelo. Saque dos condones que llevaba por si no tendrían y los dejé junto a su ropa interior. Me paré un momento para desabrochar mi pantalón. Me lo bajé.

Mientras me desvestía la miraba y cada vez me parecía más sugerente.

Me quedé solo con el short negro que llevaba y con una erección descomunal que sin duda alguna ella debió ver. Me lo quité y mi polla calló a plomo, erecta y dura como un mástil.

Me excitaba la idea de follarme aquella esposa. Follarme a su mujer, me ponía cachondo a mí y creo que más todavía a él.

Él se había quedado también en calzoncillos y eso al principio me sorprendió. Después recuerdo que me había dicho que si se excitaba mucho se uniría pero solo con su esposa. Debía tener muchas ganas porque aún no habíamos empezado y ya se estaba calentando acariciando un bulto que se insinuaba en sus calzoncillos.

Bueno (dijo suspirando y poseído por el morbo).

Ella me miraba, ya más dispuesta. Parecía que al encontrarse desnuda y accesible ante mí y el hecho de verme a mí en la misma situación con una erección tan grande habían acabado por poner fin a la frialdad inicial para crear un clima de morbo erotismo idóneo para comenzar.

Justo delante de ella decidí coger su mano suavemente por su muñeca y junto con la mía la acompañé acariciando mi pierna derecha, suavemente, despacio. Ella cerró los ojos mientras notaba mi piel y se inclinó un poco más hacía mí hasta sentarse en el borde de la cama frente a mí.

Escuchaba los suspiros de excitación de su esposo. Y los de ella también aunque mucho más apagados.

Solté su mano y ella continuaba sola acariciando mi pierna derecha pero sólo por el exterior. Como si tuviese miedo a descubrir cosas más íntimas.

De vez en cuando intercambiaba alguna mirada con su pareja a modo de “mira lo que estoy haciendo” pero también esquivaba las miradas de el síntoma claro de que se sentía confusa por su mezcla de excitación y vergüenza.

Yo decidí, de nuevo, acompañar con mi mano la de ella para intentar que sus caricias rozaran poco a poco mi polla. Mientras con mi otra mano acariciaba su melena rubia.

Al principio le costó un poco acariciar más allá pero en vista de que mi acompañamiento manual llevaba otra dirección cedió sonriendo levemente.

Esto hacía que le temblase un poco la mano pero no cedí y cada caricia se acercaba más y más a la punta de mi polla mojada.

Conseguí dos o tres veces que pasara su mano sobre mi polla acariciándola, notándola dura como una piedra e impregnando sus dedos con un poco de líquido preseminal.

Solté su mano. Ella acarició ya sola mi rabo dos o tres veces más.

Se me pasó por la cabeza aprovechar que tenía los ojos cerrados para acercar mi polla y ponérsela delante de los labios pero recordé el consejo de suavidad y tranquilidad así que no lo hice.

Me senté en el borde de la cama…junto a ella.

Dejé de acariciar su pelo y ella abrió los ojos como diciendo… ”por qué paras ahora que íbamos tan bien”.

Decidí dar yo el paso y acerqué mi rostro al suyo y mis labios besaron su mejilla. Ella temblaba. Besé su mejilla suavemente, fui recorriendo con mis besos su cara bajando hacia su cuello. Ella ya no temblaba tanto. Volvió a cerrar los ojos. Inclinaba la cabeza para permitir mis besos y se cogió el pelo para echarlo hacia el lado contrario a mis besos.

Mientras seguía besándola con mi mano comencé de nuevo a acariciar su pelo.

Me paré y acerque mi boca a su oído para susurrarle.

-Tranquila. No va a pasar nada que no desees.

Ella suspiró fuertemente una vez y asintió con la cabeza.

En ese momento ya nos habíamos olvidado que su marido estaba allí delante, observando y seguramente masturbándose.

Regresé a su cuello con mis labios pero esta vez estaba dispuesto a hacerla ceder. Quería que se echara totalmente sobre la cama así que poco a poco fui presionándola para que ella fuese la que tomase la iniciativa de estirarse.

Como suponía… cedió y enseguida se estiró sobre la cama permitiéndome a mi ponerme sobre ella.

Estaba estirada sobre la cama con las piernas abiertas y flexionadas.

Con boca besaba su cuello, bajando casi hasta el final de sus hombros pero sin decidirme aún a llegar más abajo… no era el momento.

Son puertas que deben ir abriéndose poco a poco... pensé

Durante unos minutos besaba sus mejillas, barbilla, cuello y hombros pero no toqué aún sus labios a pesar de que ella buscaba los míos cuando los notaba cerca.

De pronto, noté sus manos acariciándome la espalda. Primero suavemente y luego presionando mi cuerpo hacia el suyo.

Yo estaba estirado sobre ella con mi polla a punto de explotar y que de seguro ella notaba. Ella apretaba muy levemente su clítoris contra mi dura verga presionándolo. Parece que eso la excitaba.

Escuchaba ya sus gemidos junto a mis oídos.

En vista de que ella había comenzado a desinhibirse mis besos decidieron explorar nuevos horizontes y comenzaron un rápido descenso a sus pechos.

Primero rodeando con dulzura sus senos para después subir a morder sus pezones. Cada mordisquito mío era un suspiro de ella. Ella empezó a acelerar sus suspiros convirtiéndolos en pequeños gemidos. Una vez hube disfrutado suficientemente de sus tetas decidí seguir explorando más abajo.

Ella me cogía del cabello para obligarme a llegar antes a mi destino pero…no había prisa así que volví a recrearme unos minutos más en sus tetas. Besaba sus pezones. Mordía sus pezones de nuevo y estiraba de ellos suavemente. Ella suspiraba emitiendo leves gemidos.

Me acariciaba fuertemente la espalda y bajaba sus manos para agarrar mis nalgas. Las apretaba y soltaba. Subía de nuevo por mi espalda y las volvía a bajar. Casi arañando mi espalda.

Estaba totalmente entregada.

Acariciaba mi pelo negro, y me agarrándome por la cabeza me hizo subir para enfrentar mis labios con los suyos.

El beso fue profundo… las lenguas se mezclaban y chocaban. Saboreé su saliva y ella la mía. Por unos momentos solo respirábamos por la nariz y aceleradamente.

Los roces de nuestros cuerpos eran acelerados y rítmicos. A un beso le seguía otro. Comencé a acariciar con mis manos sus tetas algo flácidas pero apetecibles aún. Se las apretaba suavemente y con mis dedos jugaba con sus pezones.

Mi mano derecha comenzó a buscar su coño. Con los dedos jugaba con su botón de placer, acariciaba sus paredes de forma circular. Y poco a poco rozaba su clítoris mojado.

Ella que notó esto empezó a mover la cadera buscando cada vez más el roce con mi mano.

Yo acariciaba su clítoris con mis dedos de forma circular. Apretándolo y poco a poco introduciéndole primero uno y después dos dedos.

Ella comenzó a gemir… y esta vez sí que se le oía.

-Ooooogh¡¡… UUUUuuuuuufff… OOOoooogh¡… (Emitía cada vez que le introducía los dedos).

Me decidí a meterle los dos dedos hasta el fondo a modo de penetración.

Sacándoselos y metiéndoselos durante un buen rato… hasta el fondo.

-OOOOOooogh¡¡¡¡… ooogh¡¡… oooooogh¡¡… ooogh¡¡… (cada vez más rápido).

Mientras tanto continuaba besándola hasta que decidí que era hora de besar algo más sabroso.

Bajé mi cabeza hacía su coño y comencé a lamer aquella almeja húmeda. Ella volvió a flexionar las piernas facilitándome el acceso.

Comencé a lamer aquel coño mojado. A jugar con mi lengua con su pelo rizado.

El me preguntó.

-¿esta mojada?...

-Mucho, muy mojada! (le contesté)… pero no me la follaré hasta que ella me lo pida.

Y continué lamiendo ese coño húmedo y jugoso.

Ella se movía desesperadamente, gemía y apretaba su sexo contra mi boca. Movía su cadera rítmicamente con mis lamidas de coño.

Sus gemidos eran acelerados cortos y fuertes.

-OOoohg!!... OOOooGH!!... OOoogh!!... OOoogh!!... OOoogh!!...

De repente se apagaron.

Me fijé que su marido había decidido actuar y estaba delante de ella.

Ya no gemía porque tenía literalmente toda la polla de su esposa dentro de la boca.

Le estaba haciendo una mamada mientras yo me comía su coño. Se la chupaba hasta los huevos. Y ahora era el quien suspiraba y gemía.

Su cadera se movía rápidamente mientras yo le comía el coño con la misma rapidez. Aquella mujer movía el cuello hacía adelante cada vez más rápido para engullir ya hasta el fondo la polla de su marido que a ese ritmo no tardaría en explotar de placer.

Gemía el con su mamada y gemía ella con gemidos apagados cada vez que mi lengua rozaba las paredes y el clítoris de su coño. Estuvimos así unos cinco minutos.

Ella se sacó el pene de su marido de la boca cogiéndolo con una mano y masturbándolo y me dijo casi suplicándome:

-FOLLAME!!!... por favor... FOOOOLLAME FUERTE!!!

Y volvió a meter esa polla en la boca para seguir mamándola.

Dicho y hecho.

Dejé aquella almeja tan mojada que incluso brillaba y me incorporé para ver por un momento como ella aún gemía y se la chupaba.

Agarré uno de mis condones y me lo coloqué en la polla. Después me puse sobre ella para follarmela.

Aquella mujer enseguida me facilitó la postura y no me costó que mi polla encontrase la entrada de su coño así que.

Se la metí sin preámbulos.

-FLOP¡¡¡…

-ooooghh¡¡ (escuché que gemía por la entrada).

Ella inclinó y más aún su cadera hacía mí como si desease toda la carne que le pudiese entrar.

Mis movimientos empezaron lentos pero acompasados con los suyos.

Los dos al mismo ritmo y con total sincronización.

El, que sin duda alguna debió ver esto dijo.

-Me corro… me corroooo oghh! (decía su esposo mientras le sacaba la polla de la boca). Comenzó a masturbarse y rápidamente su semen comenzó a caer sobre los labios abiertos de su esposa. Después se separó de nosotros quedándose en un segundo plano para observar.

Yo agarré con fuerza sus nalgas y cada vez que le metía mi polla las apretaba hasta dejárselas rojas.

Quería que esa fulana sintiese todo mi sexo dentro. Que supiese lo que significaba estar bien follada y no lo que seguramente le practicaba su marido.

Comencé a acelerar mis envestidas.

-OOOOOgh¡¡¡… oooooogh¡¡¡… oooogh¡¡… ooooogh¡¡.

Cada gemido de ella me aceleraba más.

-oooooooGh¡¡… ooooooogh¡¡…

Gemía como una loca. Sus gritos seguro que los escuchaban algunos vecinos pero era indiferente.

Sudábamos y nuestros cuerpos estaban completamente mojados. Su cabello estaba humedecido por el mismo sudor. Entre nuestros sexos con el roce se había creado una sustancia blanquecina que salía de su coño. Mi polla cada vez estaba más y más dura y eso ella lo notaba.

Menuda esposa más puta tenía este hombre. Desde luego para como me dijo en un principio no estar segura de querer probarlo la verdad es que se estaba comportando como una autentica zorra.

Se la sacaba un poco….para volvérsela a meter de golpe y escuchar de nuevo.

-oooooogh¡¡¡… oooooogh¡¡¡… OOOOGH¡¡¡

Apretaba y estrujaba sus tetas hasta dejárselas coloradas por el trato. La miraba y la veía gesticular de placer y gemir abiertamente. Ella me miraba y me buscaba para que la besara.

Ahora lento… ahora rápido… y ella respondía gimiendo.

-ooooogh¡¡… ooooogh¡¡… ooooogh¡¡.

-oogh¡¡… oogh¡¡… oogh¡¡… ooghooooooogh¡¡

A mí esto me estaba poniendo muy cachondo.

Estaba a punto de correrme así que le pregunte sin dejar de follarla.

-¿Quieres que me corra dentro de ti o me quito el preservativo y lo hago sobre ti?.

-ooooogh ¡¡¡NO… NOOO… oooogh¡¡… DENTRO NO POR FAVOR¡¡… oooogh¡¡¡

Hizo la intención de separarme de encima de ella aunque continuaba moviéndose a mi ritmo y recibiendo mi polla con la misma ansiedad.

Yo, que cogí la indirecta rápidamente se la saqué de dentro de su coño, me quité el preservativo y me incorporé delante de ella sin dejar de pajearme.

De repente comencé a soltar chorros de semen sobre su estómago, coño y tetas.

-aaaagh¡¡¡… aaaaaagh¡¡… ¡TOMA PUTAAA ¡¡TOMAAA¡¡

Mi semen caía sobre ella. Y Ella mientras se relajaba permaneciendo con los ojos cerrados. Al notar el calor de mi leche sobre ella extendió con una mano el semen por sus tetas y también por su estómago con la otra. Se acariciaba suavemente y sus gemidos eran ahora más cortos y apagados pero igual de profundos. Respiraba excitada y aceleradamente.

Una vez acabado me separé de ella para relajarme y vestirme.

Él se había marchado creo que a tirar el condón pues ya no estaba en el suelo.

Ella, me dijo.

-Cierra la puerta y ven por favor…

Le hice caso.

Me acerqué a ella. Me miró y me besó.

-Mi marido ya ha disfrutado viendo follada por otro y ahora yo deseo que me folles sin él (me dijo entregándome la vaselina).

Y se dio la vuelta dejándome las puertas de su culo a la vista.

Yo, unté mis dedos en la vaselina y mientras jugaba con su ano para dilatárselo también le metía el dedo gordo por su coño.

Ella comenzó de nuevo a gemir.

La puerta se abrió pero ella le dijo.

-Por favor, déjanos solos.

Y volvió a cerrarse.

Continué ya introduciendo un dedo en su culo y le pregunté.

-¿lo has hecho ya?

- sí, no te preocupes si lo haces bien me gustará si no, te lo diré (contestó).

Se incorporó para ponerse a cuatro patas delante de mí.

Sus tetas quedaron colgando hacia abajo.

Tenía el culo totalmente rojo por mis apretones y caricias.

Yo (otra vez empalmado) me coloque de rodillas detrás de ella.

Acaricié su espalda y me incliné para besarla. Pasaba mi lengua recorriendo su columna vertebral algo que ella me agradecía moviendo su cabeza hacía atrás y sonriendo sensualmente.

Mi polla quedó entonces a la altura de su culo y poco a poco la punta de mi capullo iba rozando su ano. Ella al notarlo fue moviéndose hacia a mi acomodándosela con su mano para no hacerse daño al introduciéndosela. Fue un momento lento y que duró unos dos o tres minutos hasta que mi polla hubo quedado totalmente dentro de su culo.

Nos quedamos unos instantes parados con mi polla totalmente en su interior. De repente ella comenzó a moverse. Hacia adelante y hacia atrás. Despacio, muy despacio.

Ella emitía un gesto de dolor y apretaba los dientes pero continuaba moviéndose.

Comenzó a gemir de nuevo suavemente y muy bajito.

Sus movimientos eran cada vez más rápidos y frenéticos. Intenté acariciar su clítoris de nuevo pero me quitó la mano. No debía de gustarle. Se movía y gemía. Me buscaba inclinando su cabeza para poder verme. Yo me acerqué sobre ella y aunque incómodamente comencé a besarla mientras no dejaba de bombear su culo con mi polla.

-oooogh¡¡… OOOOGH¡¡… oooooogh¡

-¿te gusta que te folle por el culo? (le preguntaba)

-ooooogh¡¡… siiiiii.

-pidemelo¡¡ (le pedía)

-fooooollame el culo¡¡… ooooogh¡¡¡… (Decía casi suspirando)

-no te oigo¡ (le repetía)

-ooooogh¡¡… follame el culoooogh¡¡… (Decía igual de inaudible).

Un culo que ahora sí que estaba disfrutando en su totalidad. Su ano estaba tan dilatado que se había adaptado totalmente al grosor de mi polla.

Ella gemía y yo buscaba sus tetas y se las acariciaba.

PLAF¡¡… (le di una palmada en el culo que sin duda su esposo escucharía)

PLAF¡¡… PLAFF¡¡… (dos veces más).

Ooogh¡¡… uuuugh¡… oooogh¡¡… uuuugh¡¡ (gemía ella con cada una de las veces que la penetraba).

OOooooogh¡¡… ooooghh¡¡...

Yo noté que iba a correrme de nuevo y le dije.

-Me coooorroogh¡¡… oooooogh¡¡

-Deeentroooogh¡¡… hazloooo dentroooogh¡¡.

Comencé a eyacular dentro de su culo.

Ella notó la presión de mi polla y yo el calor de mi leche en el interior de su estrecho ano.

Tres o cuatro chorros de leche para llenar su interior.

Tres o cuatro veces gimió ella al notarlos.

Después se acostó boca abajo y yo sobre ella con mi polla aún en su interior que poco a poco perdía flacidez.

Los dos estábamos totalmente cubiertos de sudor.

-Sácala por favor¡ ( me dijo entre suspiros y jadeos)

Se la saqué y un hilillo de leche comenzó caer de su ano hacía abajo.

Yo, me separé de ella. Me vestí y abrí la puerta para salir.

Aquella mujer se quedó estirada boca abajo en la cama y con las piernas totalmente separadas.

Su esposo al entrar se quedó parado al ver a su esposa en aquella postura y como de su culo totalmente rojo salía el semen manchando la sabana.

El me miró como si aquello no le hubiese gustado demasiado y me dijo.

Si me permites no te acompaño a la salida, tengo cosas que hacer.

Me estrechó la mano y yo a él. Se subió sobre la cama y sobre ella delicadamente comenzó a acariciarla...

© eroslifewomen

(9,65)