Nuevos relatos publicados: 7

Obedeciendo a mi amo

  • 8
  • 16.925
  • 9,67 (3 Val.)
  • 0

Él tenía todo el control sobre mí y mi cuerpo. Yo era una discípula ávida de aprendizaje, deseosa de aprender y dejar que él hiciera conmigo lo que quisiera, sabiéndome suya, sabiéndolo mi maestro en para explotar mi sensualidad. Le gustaba darme órdenes, le gustaba que las obedeciera y le gustaba tenerme sumisa ante él, sabiéndome dadora de placer.

Él había conocido por primera vez mi cuerpo. Me había hecho suya suave y dulcemente, poco a poco, hasta obtener de mí descargas incontenibles de placer, orgasmos no imaginados por mí. Pero él, sabiéndose mi dueño, quería disfrutar el verme disfrutada por otros, sin llegar a la penetración, solo él se permitía eso conmigo, no permitía que nadie más lo hiciera.

Un día me citó en su casa, como siempre lo hacía. Me tenía preparado un traje de piel, el cual solamente tenía algunas correas adelante, que permitían dejar al aire mis pechos cargados de miel, con los pezones bien visibles. El pantalón tenía una abertura justo en mi rajita y dejaba ver mi culito también. Era apretado y muy untado a mi cuerpo. Me pidió que me lo pusiera, así como unos zapatos de tacón alto y me dijo que esperara en la recámara, porque me tenía una sorpresa. Me dijo que tendría que atender una pequeña reunión con unos amigos suyos y que tendría que ser muy obediente a todo lo que él me pidiera, a lo cual, como siempre accedí, con cierto temor, pues nunca sabía lo que me esperaba, pero accedí.

De pronto escuché voces en la sala y al poco rato, vino a buscarme. Me dijo, ven a servir algunas copas a mis amistades. En la sala, se encontraban 2 hombres y mi dueño. Él me llevó hacia el bar, y mientras caminábamos, iba metiendo su mano en mi coñito, acariciándolo delante de ellos, lo cual me hacía sentir una vergüenza absoluta, pero sabía que tenía que dejarme hacer, pues no quería verlo enojado y me sabía suya. Los dos hombres no dejaban de verme, embobados. Veían mis pechos con su cara de lascivia absoluta, y miraban como mi dueño tocaba mi conchita suavecito, sin lastimarme, sabiendo que así me iba poniendo deliciosa…

Me dijo: "Sírveles dos copas, llévaselas y déjalos tocarte al pasar". Serví dos vodkas, los puse en una charola y fui caminando hacia ellos. Bajé un poco frente a uno de ellos para que tomara su vaso y antes de tomarlo, comenzó a apretar mis pechos, sobándolos, con mucho morbo, y hacía movimientos con ellos como si quisiera ordeñarlos. Los dejó y tomó su copa. Entonces caminé hacia el otro invitado, él tomó su vaso, lo dejó en la mesita, y me tomó de las caderas, volteándome hacia mi amo, con mis nalgas viendo hacia él. Me empujó un poco de la espalda, para quedar agachadita, mostrándole así mi conchita y mi culito. Mi dueño solo veía, con esa expresión en los ojos que me volvía loca de placer, sabiendo que al final, terminaría siendo poseída por él.

El 2º. Invitado, teniéndome en esa posición y sabiéndose con permiso de mi amo sobre mí, comenzó a lamer mi conchita, suavecito, haciéndome sentir muy, pero muy putita. Se ve que mi amo les había dicho ya como hacerlo, para ponerme rica y bien dispuesta. Mientras me daba lamiditas y de pronto metía su lengua en mi rajita, con un dedo me iba acariciando mi culito, cerradito, e iba intentando que yo lo dejara entrar, pero todavía no estaba lista. Me dio una nalgada como diciéndome que podía irme.

El 1er. invitado entonces me llamó hacia él. Se vé que mis pechos le habían gustado mucho pues él se dedicó enteramente a ellos. Se levantó, era un poco más bajo que yo, y comenzó a masajearlos, apretarlos y chuparlos. El 2º. Invitado se levantó también y comenzó a manosearme la cola, acariciando mi raja y mi culito, despacito, disfrutando del momento conmigo. Mi amo solamente me veía, él no participaba, y ví como había comenzado a tocarse su tremendo aparato, eso me excitaba aun más, saber que se estaba poniendo a tono y que me iba a dar mi merecido por comportarme tan puta y tan complaciente con sus amigotes.

Me pidieron que me sentara en el sillón y que abriera bien mis piernas, mostrándoles mi concha caliente y mi culo de putona hermosa. El 1er. invitado se arrodilló y comenzó a lametear mi concha, como si fuera la primera vez que lo hacía, inexperto totalmente, chupaba mi clítoris, me lamía el culo y subía de nuevo a mi raja que, a pesar de no recibir la mamada más experta, ya estaba mojada, por toda la situación. Le decía al 2º. "mira nada más que concha tan caliente tiene esta puta, pero si ya está empapada, sabe que está para ser gozada; ven, pruébala, total, su amo nos ha dado permiso". Y el 2º. Invitado se arrodilló junto a él: "A ver, déjame chupar un poco de su leche de puta". Este tipo de lenguaje me ponía aun más caliente y comencé a menear mi cadera mientras sentía sus lengüetazos en mi concha y en mi culo".

Mi amo me miraba y desde su lugar solo decía: "Muy bien chicos, síganla trabajando, déjenmela lista, que a esta puta solo me la enchufo yo". Ahhhhhhhhhh! Mi amo sabía como ponerme caliente, sabía como tenerme lista, tal y como a él le gustaba, sabía ponerme muy, pero muy puta y caliente para él. Por eso era mi amo.

Y a mí me decía: "Así chiquita, así déjate hacer, déjate comer ese coño de putona que tienes, déjate sobajar y humillar, que es lo que te gusta más".

Ellos le decían: "Hombre, pero que buena perra tienes, qué lástima que no la compartas del todo tío", y el otro decía: "Joder, seguro que le arrimas el paquetón y se lo come con un gusto inmenso, es de las putas que les fascina un buen vergón dándole todo". Yo solo gemía y gemía, ya no podía más, los comentarios entre ellos me ponían cada vez más caliente, me ponían brava y en brama, como perra en celo que solo pedía que le dieran más, que la usaran rico, que la supieran gozar y poner a míl.

Mi amo les pidió que me acostaran en la mesa del comedor. Les dijo que podían darme sus dos vergas para que yo las mamara mientras él tomaba lo que era suyo. Me pusieron bien abierta de piernas para poder ver bien cómo mi amo, sacándose la maravillosa polla que tenía, comenzaba a meterla en mi concha caliente, resbalando, calentita, sintiendo la leche que emanaba de ella, corriendo ya por mis muslos, deseosa de recibir en ella su verga grande, dura, hirviente y deseosa de penetrarme y cogerme a su antojo. Los dos invitados estaban viendo con cara de pervertidos, se sacaron sus dos pollas y comenzaron a masturbarse junto a mí, eran grandes y estaban muy hinchadas y gozaban como mi amo me sacudía con sus estocadas, me la metía hasta los huevos, rebotaba con mis nalgas, entraba y salía a su gusto, mientras yo me revolcaba de placer.

Ellos se me acercaron y comenzaron a pasarme sus dos vergas por mis pechos, mientras me los apachurraban rico y los apretujaban con sus manotas, y me las dieron a mamar…. Ahhhh! Qué delicia, mi amo teniéndome y ellos dándomelas a que se las chupara, me sentía en el cielo, tomada totalmente. El 1er. invitado me la quitó de la boca y comenzó a pajearse de tal forma que un chorro de lechita caliente llegó a mi cara, mientras el 2º. Seguía bombeándome la boca, dándome espacio a respirar, y seguir bombeándome, para que me la comiera toda, mientras sentía como mi amo se hinchaba cada vez más y me pedía que lo hiciera venir con mis movimientos, me meneaba delicioso, lo recibía con un gusto increíble hasta que sentí como se vaciaba en mí, gritándome que era una puta deliciosa, que sabía obedecer muy bien sus instrucciones y el 2º. Invitado terminó en mi boca, permitiendo que me comiera su leche y limpiara después su verga con la lengua, hasta dejarla radiante.

Mi amo terminó, dándome una pequeña lamida en mi coño. Me pidió que me levantara y me fuera a su recámara. Sus amigos se limpiaron y se comenzaron a vestir. Él entró, me pidió que me cambiara y que me fuera a mi casa, así como estaba, toda usada. Me dijo que no tardaría en llamarme de nuevo para que le diera más placer y que recordara que tenía que estar a su disposición cada vez que él quisiera.

Una vez más, me fui esperanzada de que esa llamada llegara pronto.

(9,67)