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Trabajo como camarero y me trabajé a una huésped

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Trabajo como camarero en un hotel de la costa y ahora que empieza la temporada veraniega, espero trabajar más y poder acumular unos ahorrillos para irme de vacaciones con mi chica cuando llegue septiembre.

El día 1 de agosto llegó un grupo de turistas al hotel, con lo que nos preparamos con refuerzos de personal para lo que se nos avecinaba.

La primera noche nos tocó servir la cena a mí y a otros dos compañeros más, al nuevo grupo. Entre ellos había una morenaza con un buen par de tetas, que no me quitaba ojo de encima.

Yo soy feliz con mi novia, que también está de muy buen ver, pero soy un hombre y como tal, me gusta mirar a una mujer hermosa. A mi chica también le pasa igual con otros hombres, pero no somos celosos y nunca hemos tenido ningún problema.

Sirviendo el segundo plato, la morenaza me miró fijamente a los ojos. Después de retirarle el primer plato y darme la vuelta, noté que su mirada se clavaba en mi cogote, aunque no pudiera verla.

Los comensales fueron terminando la cena y algunos subieron a sus habitaciones y otros salieron del hotel. Muchos decidían buscar diversión fuera del hotel, aunque este tuviera entretenimiento de sobra.

Con el ajetreo perdí de vista a la morenaza y tampoco me di cuenta de que fuera acompañada.

Al terminar mi turno, subí a la habitación. En ese momento, me alojaba en el hotel, en el 7º piso, mientras terminaban de pintar mi apartamento. Me desvestí y me tumbe en la cama boca arriba, estaba cansado y solo quería dormir. En ese momento oí en la habitación de al lado un crujir de muelles. Ñi, ñi, ñi. Una pareja se lo estaba pasando muy bien. Empecé a oír los gemidos de ella y luego subieron de intensidad. Esto me puso cachondo y decidí llamar a mi chica. Tuvimos sexo telefónico de tan excitado que me había puesto. Al principio mi chica se extrañó un poco de mi urgencia, pero luego acabamos los dos masturbándonos, cada uno por nuestro lado. Yo me corrí como un loco y después de limpiarme bien el semen, me duché y me acosté. Enseguida me dormí, sin volverme a acordar de la morenaza.

Al día siguiente servimos el desayuno, mi compañero José y yo. A primera hora solo habían bajado dos parejas de jubilados. El resto se animó a bajar un poco más tarde. Una pareja joven se reía mientras se dirigían al comedor cogidos de la mano. Supuse que eran mis vecinos de habitación, a los que había oído follar esa noche.

No me di cuenta al principio, pero la morenaza venía detrás de la parejita. Se sentó en la mesa de al lado. Parecía estar sola.

-Buenos días, les dije a la pareja. ¿Qué quieren desayunar?

José, que se había percatado de que la morenaza no me había quitado ojo de encima, la noche anterior, me cambió a su mesa y él se quedó atendiendo a la parejita.

-Disculpen, yo les atenderé, les dijo.

Ella me pidió un desayuno normal, con un poco de bacon y yo, al poco de prepararlo, se lo serví.

Al retirarme pude observar que se comía el bacon relamiéndose delante de mí. La verdad es que la mujer andaba un poco salida, pensé.

Cuando terminamos de servir los desayunos, yo seguía a lo mío, cuando José me dijo que la morenaza estaba en la piscina y le había dicho que si yo podía atenderla, porque había sido muy amable en el desayuno.

-Dile que aquí no hay camareros asignados por clientes. Este es un hotel bueno, pero no es de súper lujo con mayordomos y eso.

-Yo no le haría ascos, ¿eh? me dice. Ya sabes que no te quita ojo de encima, solo ve y dile que estas ocupado y que no puedes centrarte solo en ella. Le echas un buen vistazo y te vienes. Está tumbada en una hamaca y tiene un cuerpazo. Anda ¡ve tonto!

Le hice caso y me fui a la piscina.

-Hola, ¿qué quería?

Ella me pidió perdón y me dijo si podía traerle un Martini con vodka. ¡Anda, como James Bond! pensé, ¿lo querrá también agitado, pero no batido? jejeje. En esto que me quedé mirando sus piernas. Tenía unos muslos de impresión. Con ese bikini amarillo que llevaba, dejaba poco a la imaginación. Me pareció que incluso, se le marcaban los labios ahí abajo.

Como los tíos pensamos con el pito, decidí traerle su Martini con vodka, como me había pedido. Me lo agradeció mucho y me dijo que no volvería a molestarme.

Terminé mi turno de la mañana y nos dispusimos a comer en el salón que teníamos aparte para el personal. Pero antes de comer me entró tal calentura recordando esos muslos y ese coño de la morenaza, que tuve que irme al baño y pajearme para quitarme la calentura. Como tardaba en salir, José aporreó la puerta del lavabo.

-Vamos tío, deja de cascártela y vamos a comer.

En ese momento me corría, con lo que me salió solo medio gemido, aaaagh, uuugh. Me limpié el semen y salí del lavabo.

Allí estaba esperándome José con cara de idiota.

-Anda, que te lo has pasado bien ¿eh? Te he oído correrte.

Mientras me lavaba las manos, José seguía preguntándome que tal. No le hice caso.

Cuando salimos del baño me sentí mal por habérmela cascado pensando en la morenaza y no en mi chica. Aun me quedaba un mes para volverla a ver.

Después de comer, me eché la siesta hasta mi turno de la tarde y me olvidé de todo.

A eso de las 7, recibo un pedido de la habitación 505. Solicitaban algo de merienda, embutidos, foei-gras y zumo de naranja. Preparo todo y cuando subo a la habitación llamo a la puerta y al abrir me quedé a cuadros, ¡era ella! Pero no podía ser que lo hubiera hecho aposta. No podía saber que iba a ser yo quien le subiera su pedido.

Intenté tranquilizarme, que no me notara nervioso. Pero no pude evitarlo y la bandeja me tembló.

-Anda, deje que le ayude. Me dijo. Cogió la bandeja y la dejó encima de la mesa. Se disculpó porque me había dicho que no volvería a molestarme y ahora me había tocado subirle la merienda.

-Ud no tiene la culpa, le dije. Es mi trabajo y me ha tocado servirla en esta ocasión.

En eso que me quedé paralizado. Llevaba puesto un camisón, sin sostén debajo y puede fijarme en sus tetas, grandes y perfectas. Sus pezones y areolas eran redonditos y preciosos. Aunque mi chica tiene unos pechos preciosos, me pareció que estas eran las mejores tetas que había visto en mi vida. Si llevaba puestas unas bragas rosa palo y unas zapatillas sencillas de andar por casa.

Me dice entonces que quiere agradecerme mi atención y se gira para buscar en el bolso algo de dinero. No puedo evitar mirar su culo, también perfecto, que se resalta aún más con esas bragas rosas que lleva.

Me muestra un billete de diez euros que me estira para que lo coja.

-Tenga, para Ud.

-No, gracias, ya he tenido suficiente propina... y me quedo callado.

-¿Le gusta lo que ve? Me pregunta.

Yo me ruborizo hasta las cejas.

-Anda no sea tímido, si no quiere la propina, puede tocarme el pecho.

-Señora, pero que dice. Podrían despedirme si se enteran.

-¿Y quién se va a enterar? Yo no diría nada.

-Lo siento, tengo novia y soy feliz con ella. No puedo hacerlo.

-¿Cuánto hace que no la ve? me pregunta.

-Casi un mes.

-¿Y no cree que ella podría está haciendo algo parecido ahora mismo?

-No lo creo.

-No sea tan confiado. A las mujeres nos gusta el sexo tanto como a los hombres, y a veces más. Si lleva tanto tiempo sin hacerlo, podría estar buscando a otro hombre que le diera sexo. Piénseselo y cuando acabe su turno, si está interesado en follar conmigo, suba a verme.

Como había cambiado su lenguaje de tan educada que era, ahora diciendo la palabra “follar”.

-No puedo hacerlo señora. Ya nos veremos por el hotel. Sigo siendo camarero.

-Adiós, hasta otra. Estoy seguro que volverá, me dijo muy convencida.

Pasó lo que quedaba de tarde hasta que acabó mi turno y no podía quitármela de la cabeza. Ese cuerpo, ese culo, esas tetas, se habían quedado grabadas a fuego en mi mente. Por un lado, pensaba en mi chica y luego me venía a la mente la imagen de la morenaza. Estuve así todo el rato, hasta que entonces, me vino a la mente la imagen de mi chica con otro tío. Teníamos un amigo que estaba bastante bien y un día, en la piscina, mi chica le vio el pene sin querer. Luego me comentaba en broma lo grande que la tenía y lo que le gustaría hacer un trio con nosotros dos. Entonces no le di importancia, pero ahora el recuerdo daba vueltas en mi cabeza, y al momento me decidí. Subiría a su habitación. Mi chica seguro que estaba follando con nuestro amigo.

Me las apañe para convencer a Luis, mi relevo del turno de noche, de que debía entrar media hora antes, ya que tenía que salir sobre las 20:30 en vez de las 21:00 para tratar algo urgente. Él me dijo que sin problema. Me contó que acababa de follar con su chica y que venía muy contento porque hacía tiempo que no se veían, igual que yo, y que no le importaba para nada entrar antes.

Después de cambiarme de ropa, me despedí de Laura, la chica de recepción y le comenté algo sin mucho sentido, solo para que quedara claro que ya no estaba en el hotel.

Di un rodeo al hotel y entré por las cocinas sin que nadie me viera. Subí por las escaleras, evitando que pudiera verme alguno de mis compañeros y llegué algo fatigado al 5º piso. En el pasillo me quede parado frente a la 505. Al final decidí llamar a la puerta con dos golpes secos.

En ese mismo momento la morenaza abrió la puerta.

-Has venido. Me dice.

-No sé si voy a cometer el mayor error de mi vida. Le contesto.

Otra vez me viene a la cabeza la imagen de mi chica encima del tío ese, follando como locos y decido entrar, cerrando la puerta de un golpe seco. Nadie me ha visto entrar. Ella vuelve a abrir la puerta y coloca el cartel de no molestar.

-A las 9 de la mañana empieza mi turno, le digo.

-No te preocupes, estarás libre a esa ahora. Aun así, veremos si puedes aguantar. Sonríe.

Ella lleva el mismo camisón que antes, solo que ahora no lleva bragas. Está completamente desnuda.

Empezamos a besarnos con ganas, con pasión. Nuestras lenguas se enredan como dos serpientes enfurecidas, luchando, solo que esta es una lucha de pasión, de lujuria, de deseo.

Ahora le beso el cuello, lentamente. Bajo por su espalda, acariciándola, hasta llegar a su culo. Lo acaricio y luego aprieto fuerte sus nalgas y me pego a ella. Sigo vestido, pero mi erección roza su coño.

Entonces se separa un poco de mí y se quita el camisón. Yo me desnudo también. Me agacho y abro sus piernas y empiezo a comer su coño. Sus labios son tan perfectos como había imaginado bajo la braga del bikini. Ella gime de gusto mientras sigo con mi succión.

Al poco comienza a chorrear sus jugos y como está manchado el suelo, decidimos seguir en el baño.

Ella me sienta en la taza del váter, pese a que no he terminado de comerle el potorro, y se va a la mesilla, donde tiene su bolso y vuelve con un condón.

Se agacha y empieza a mamármela. Mi polla esta al máximo de su erección y la visión de sus tetas, botando mientras me la chupa, me ponen a mil.

-Voy a correrme, le digo. Ella para y al cabo de un momento, me enfunda y se monta encima de mí y comienza a cabalgarme.

-¿Cómo vas? Me pregunta al cabo de unos minutos.

-Bien, aun puedo aguantar un poco más.

-Vale, me dice y sonríe.

Ella acelera más y seguimos así un poco más, aunque al final ya no puedo aguantar más. Le aviso de voy a correrme y ella me agarra de las manos y entonces me corro.

-¡Aaaaaah!

Ella sigue con la cabalgada y noto que mi pene pierde su erección, aun así es muy satisfactorio para mí y oigo como roza el condón con su coño y mi pene a medio gas.

Muy poco después, ella se corre también. Se apoya en mi pecho y me dice:

-Uf, has estado genial, pero me hubiera gustado que hubieras durado un poco más.

La cojo de las caderas mientras se incorpora y se pone de espaldas a mí, y la visión de su culo me pone a mil otra vez. Me levanto y la detengo en el umbral de la puerta del baño.

Se gira y me pregunta si tengo fuerzas para hacerlo de nuevo. Le digo al oído que estoy listo para otro asalto. Sale corriendo sin decir nada y va a por otro condón.

Vuelve y se queda medio inclinada en el marco de la puerta agarrada con sus manos.

-Házmelo así machote.

Es curioso vernos así, haciéndolo en esa postura. Yo me la follo como loco y ella con su culazo en pompa. Mientras estoy bombeándola, me doy cuenta de que todavía no sé cómo se llama.

Como después de un buen rato, que no sabría calcular, 10 o 15 minutos, ella se corre de nuevo. Me pone mucho oírla correrse y yo acelero el ritmo. La bombeo más fuerte y entonces la saco, me quito el condón y me corro en su espalda.

Recuperamos la respiración y la meto en la ducha y la limpio mi semen. Ella me sonríe y yo me meto en la ducha y nos lavamos juntos. Mientras nos duchamos, pienso en mi chica de nuevo, follando con nuestro amigo. Ella parece adivinar mis pensamientos, porque acaricia mi cara y me dice que no me preocupe.

Después de ducharnos, salimos y nos ponemos las batas del hotel. Sentados en la cama nos ponemos a hablar.

-Ha sido magnifico. Me dice.

-Estoy de acuerdo.

-¿Ves? No querías subir.

-Sí, pero ha merecido la pena. Por cierto, acabo de caer en que no se tu nombre aun.

-Sara.

-Pues encantado Sara.

-¿Y el tuyo es?

-Jorge.

-Encantada Jorge. Ha sido un placer conocerte y nunca mejor dicho, jajaja. Por cierto, estoy hecha polvo y con mucha hambre. ¿Te apetece cenar conmigo?

-Claro.

-Pediremos algo al servicio de habitaciones y cuando suban, te escondes. Resultará atrevido.

Sara pidió un par de sándwiches calientes con pavo y queso, y dos bebidas.

-Si preguntan algo, diré que tengo mucha hambre y mucha sed, jejeje.

Al momento quitó el cartel de no molestar y a los 10 minutos, llamaron a la puerta.

-Servicio de habitaciones.

Sara abrió y yo me escondí justo detrás del armario. Era Sebas, uno de mis compañeros del turno de noche. Me eché más atrás aun, por si le daba por echar un vistazo. No fue así y tampoco preguntó porque Sara había pedido dos sándwiches y dos bebidas por separado.

Cuando se fue, nos pusimos a comer los sándwiches. Pero yo no había dado ni medio bocado al mío, cuando me di cuenta de que me había dejado el móvil en mi chaqueta, y a que a esas horas, mi chica me habría llamado como todas las noches. Y al ver que no había contestado, a saber que habría pensado.

Me disculpé y le dije a Sara que tenía que bajar y ver si había llamado.

-¿Volverás luego?

-No lo sé Sara.

Me miró triste y me dijo: Aquí estaré.

Salí de la habitación con cuidado de que no nadie me viera. Bajé a los vestuarios y cogí mi móvil. Tenía 5 llamadas perdidas de mi chica. La llamé y me contestó enfadada. Me gritó y me decía que donde estaba, que porque no le había contestado. Yo le dije que estuviera tranquila, que teníamos mucho trabajo y que había tenido que quedarme hasta tarde después de mi turno. Parecía mentira lo enfadada que estaba, si no era celosa.

Se calmó un poco con mis explicaciones y le prometí que se lo compensaría. Tras despedirnos vi que tenía una llamada más. Al parecer habían terminado de pintar mi apartamento y ya podía mudarme allí. Cogí también las llaves y subí a la recepción. Saludé a Cristina, la chica del turno de noche y le dije que si podía bajar a por mi chaqueta, que se me había olvidado.

-Yo te cubro en recepción. No te preocupes.

Ella bajó al vestuario. Era mixto, porque no había sitio para poner dos, y nos habíamos encontrado muchas veces hombres y mujeres desnudos en él. No sé porqué, pero me reí al recordarlo.

Cogí el teléfono y marqué a la 505. Le dije a Sara que no podía volver a verla hoy, pero que mañana cambiaría el comedor por la piscina para poderla ver. Se alegró y me mandó un beso. Justo cuando colgué, apareció Cristina y me dio la chaqueta, le di las gracias y me fui. Me dijo que descansara, que aún me quedaban unas horas hasta el día siguiente.

Llegué al apartamento tarde ya. Me desvestí y caí rendido en la cama. En eso que suena el teléfono. Era mi chica que estaba muy alegre y muy cachonda también. Quería sexo telefónico y yo estaba cansadísimo y después de haberme corrido 2 veces no tenía ninguna gana de sexo. Pero evidentemente, después de la bronca que me había echado, no podía decirle que no, y le seguí el juego. Cuanto antes acabáramos, antes podría irme a dormir.

Ella muy entusiasmada comenzó a calentarme, pero yo ni caso. Solo fingía para complacerla. 40 minutos después terminamos. Tras mandarme “besitos telefónicos” (como había cambiado la cosa) nos despedimos. Tiré el teléfono al suelo aunque no le pasó nada.

Me dormí boca abajo y creo que soñé con Sara.

A las 8 estaba ya en pie. Me duché, desayuné y me fui al hotel tan contento. Pese a que le estaba poniendo los cuernos a mi novia, no me sentía mal para nada. Al entrar hablé con Luis y le cambié el puesto en el comedor por la piscina. No me preguntó nada.

A las 9 en punto estaba ya en la piscina, aunque Sara no había bajado aun. Supuse que ni siquiera a desayunar. Pasó una hora que se me hizo eterna, y a las 10 llegó Sara. Venía con una blusa larga, muy fina, pamela, gafas de sol y un bikini en color rosa palo que marcaba aún más sus curvas.

Caminaba como una diosa, como si el resto del mundo no existiera. Se tumbó en la hamaca y me ignoró. Sacó un libro y se puso a leerlo.

Yo seguí con mi trabajo, como si no hubiera bajado. A las 11 la piscina estaba llena y Sara no había cruzado una mirada conmigo. Seguía absorta en su libro. En un momento pude ver que el libro se llamaba “Como pensar como Sherlock Holmes” Vaya que interesante, pensé.

Más tarde, guardó el libro y se metió en la piscina. Al mojarse pude darme cuenta que el bañador se le transparentaba. Se le notaban los pezones y su chocho también se le notaria. Lo hombres no le quitaban ojo mientras nadaba. Al llegar al otro lado de la piscina, un hombre mayor se le quedó mirando fijamente y su mujer le dio una colleja.

Después de un rato de nadar, ella salió del agua y se sentó al borde de la piscina. Luego subió sus piernas y se quedó con ellas apoyadas en el pecho. Aunque solo podía verla de espaldas, la visión de ella así sentada, me excitó mucho.

A la hora de comer, comí rápido y subí las escaleras para encontrarme con Sara, de tan caliente que me había puesto. Iba con el uniforme y a esas horas había mucha gente por los pasillos, ya que era el turno de comidas de los clientes. Tenía que pensar cómo podría llegar a su habitación sin que pareciera raro.

Me encontré con Nuria, una camarera de pisos y le comenté que la huésped de la 505 me había pedido unas toallas porque había mojado todo el suelo del baño y como me venía de camino, quería llevárselas yo y así le ahorraría el paseo. Me lo agradeció y me dio las toallas.

Llego a la 505 doy dos golpes secos y el típico “servicio de habitaciones” Sara abre la puerta, y prácticamente la empujo dentro. Con un gesto rápido, pongo del cartel de “no molestar”.

-Tenemos menos de hora y media. Le digo.

La beso con lengua, fuerte, apasionadamente. Luego le quito el sujetador y comienzo a chupar su pecho izquierdo. Me desnudo rápido y empiezo a frotar mi polla erecta contra sus bragas y efectúo un movimiento arriba y abajo, como si me la follara. Ella se corre enseguida con un gemido que ahoga con su mano.

Entonces se separa de mí, se quita las bragas que tira al suelo, y se pone encima de mí. Tras enfundarme con otro condón, me cabalga apasionadamente. Al poco decido ser yo quien tome la iniciativa y la pongo a cuatro patas. Follamos en esa postura un buen rato, con ella agarrada a la cabecera de la cama.

Enseguida tiene un segundo orgasmo. Me salgo de ella y terminamos haciéndolo en la postura del misionero. Quiero aguantar al máximo y llevarla a un tercer orgasmo. Finalmente, no puedo más y termino corriéndome dentro.

Salgo de ella y tras quitarme el condón, me tumbo a su lado. Cuando estabilizamos nuestras respiraciones, ella me dice:

-¿Cuándo vas dejar a tu novia?

-Sara, acabamos de conocernos. Solo llevamos dos días follando. Es una locura. Además, si se enteran de que me follo a una huésped, evidentemente me despedirían. Pero por otro lado, estoy deseando que acabe mi turno y volvernos a ver. Por cierto, el viernes tengo el día libre. ¿Te apetece que nos veamos fuera del hotel? Mi novia está en otra ciudad y hasta septiembre no nos veremos. Así que podremos estar tranquilos respecto a eso.

-Me parece bien, me dijo.

-Ya sabes que terminó a las 9 y vendré a buscarte.

-¿Conoces algún sitio escondido del hotel?

-Déjame pensar. El antiguo salón de baile esta sin usar desde hace años, pero no es muy morboso. Existe una piscina que tampoco se usa, cuando este hotel era un balneario. Aunque no se usa, se sigue llenando y limpiando todos los meses. Tiene unas vistas preciosas. Voy a averiguar dónde guardan la llave y nos vemos en el último piso a las 9.

-¿Que bikini quieres que me ponga?

-Me gusta mucho el amarillo. Es el que llevabas cuando te vi en la piscina ayer y me puso muy cachondo. El rosa es precioso, pero me excitas más con el amarillo.

Me vestí y me despedí hasta las 9. Nos dimos un beso en la boca, abrí la puerta con cuidado, a esas horas ya no se veía gente por los pasillos, y bajé por las escaleras.

Le caía bien a alguien ahí arriba, porque no me habían descubierto aún.

Las horas pasaron rápido. Hablé con varios compañeros sobre el paradero de las llaves del cuarto de la piscina, pero todos había entrado a trabajar después de que lo cerraran y nadie sabía de su paradero. Pregunté también a Antonio, que llevaba el mantenimiento de la piscina y me dio una pista. Las llaves estaban al parecer, en un armario justo al lado de la puerta del cuarto.

A las 9 y sin que nadie me viera, nuevamente, llegue al último piso. Allí me esperaba Sara, con una toalla por encima y su bikini amarillo. Me sonrió al verme y le enseñé donde estaban las llaves.

Abrí la puerta que chirrió un poco. Al ser 2 de Agosto acababan de limpiarla y llenarla de nuevo. Se notaba el olor a cloro. Cerré de nuevo la puerta y nos quedamos solos.

Había traído algo de cena y nos dispusimos a comer. Sin hacer caso de la recomendación de guardar 2 horas de digestión antes de bañarse, nos metimos en el agua. Después de chapotear un rato, nos besamos como siempre. Ya excitado, me quité el bañador y Sara al ver mi miembro erecto, empezó a masturbarme. Sabía hacerlo muy bien. Ver de nuevo el movimiento de sus tetas me puso muy caliente y entonces se me ocurrió algo. Le quité el sujetador del bikini y le propuse hacerme una cubana. Ella no se sorprendió para nada y muy hábil, se puso mi polla entre las tetas y comenzamos a hacerlo así.

Aguanté poco, la verdad, y Sara al ver que me iba a correr, me pidió que lo hiciera en su cara.

-¿No te importa?

-No, mi hombre. Échamelo todo en la cara.

Un primer chorro de semen cayó en su cara y otros dos regaron sus tetas.

-Uf, cuanto tenías acumulado ahí dentro.

-Tú me lo has sacado todo.

-Espero que reserves algo para luego. Ahora quiero que me lo comas todo y luego me folles en la escalera.

Me pareció sugerente y me puse a comerle el coño. Estaba dispuesto a hacérselo como nunca se lo hubieran hecho, ni siquiera yo. No sabía cuántos novios había tenido, ni si había estado casada. La verdad es que hasta ahora no habíamos hablado sobre ello, solo de mi novia. Pero, por lo que había podido comprobar hasta ahora, no era ninguna inexperta en la cama y follaba mejor que mi novia.

Cuando acabé, se había corrido dos veces y entonces se salió del agua y se sentó fuera.

-Estoy cansada y muy satisfecha. Si esperas que recupere la respiración, podremos follar como te dije.

-De acuerdo Sara.

Al recuperarse, me dijo que me la follara sin condón.

-¿Estas segura?

-Sí, quiero sentirte sin nada. No me quedaré embarazada, no te preocupes.

Me senté en la escalera y ella se puso encima. Se agarró a la escalera y yo hice el resto. Follamos como posesos y no volví a ver la imagen de mi novia.

Seguimos follando durante toda la semana. El viernes quedamos y pasamos un día como si fuéramos una pareja de enamorados.

Pero el domingo recibí una llamada de mi novia, que me decía que el lunes llegaría a la ciudad.

¿Qué haría? ¿Le diría que lo dejábamos después de 2 años porque me había enamorado de una huésped? ¿O le ocultaría que me estaba acostando con Sara y seguiría como si nada?

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