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De compañero de carrera a amante (Parte 3)

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Continuaré con la aventura no lícita pero si llena de pasión, entrega, éxtasis y orgasmos que entre Paola y yo.

Como recordarán, amigos lectores, nos pasamos la noche en mi cuarto de hotel haciendo y deshaciendo lo habido y por haber, ella se quedó dormida mientras le manoseaba el culo a pocos centímetros de mi cara y además de haberle hecho una sesión de fotos como Dios la había traído al mundo.

Mientras desayunábamos en el restaurant del hotel, dos compañeros se me acercaron, y me cuestionaron:

Compañero 1: ¿La pasaste bomba ayer, no?

Yo: Eso depende…

C1: ¿De qué?

Yo: De lo que quieras decir

C2: Que cogiste anoche, wey…

Yo: Ah eso, si, cogí ¿cuál es el problema?

C2: ¿A quién, cabrón?

En ese momento vi bajar por la escalera a Paola y bajé la mirada a mi plato de fruta para no delatarme, mientras tenía un trozo de sandía y en la boca pensaba a quien mencionar del resto de mis compañeras que no fuera Paola, pero no eran demasiado atractivas y cualquiera que mencionara (a excepción de Paola) no me lo iban a creer.

De repente me acordé de la mesera que un día antes nos había atendido en la presidencia municipal, era linda de cara y cuerpo, más de cara; con ella me había quedado platicando ya que somos de la misma ciudad y tenía cerca de tres años que no la visitaba.

Yo: ¿Se acuerdan de la mesera de ayer?

C1: ¿La flaquita con la que te quedaste platicando ayer, a ella te enchufaste?

Guiñé el ojo en señal de aprobación.

C2: No mames, apenas la conociste ayer ¿y le diste caña?

Yo: Entre paisanos nos entendemos (volví a guiñar el ojo)

C2: ¿Y qué rollo, si trae la muchacha?

En ese momento Paola pasaba por la mesa, ella escuchó lo que hablábamos porque hizo un gesto de desaprobación hacia mí, pensando que estaba divulgando lo que sucedía entre nosotros, pensé que más tarde le explicaría.

Yo: Uff, como no tienes idea, se mueve bien rico la condenada flaca.

C1: Y grita que ni deja dormir, ¿o no?

Volteé a verlo y deduje que habían escuchado todo lo que pasó en mi cuarto la noche anterior, y continuó:

C1: A esa es a la que me quiero coger, a Paola, ve nada más esas nalgas como se mueven (con un tono lleno de lujuria), a esa no la dejo dormir en toda la noche.

La verdad sentí un tanto de rabia al escuchar eso pues ya la sentía de mi propiedad, pero me excitó el saber que alguien más la deseaba y lo que querían hacerle.

Yo: Pues suerte, a ver si te suelta.

C2: Pues quien sabe, dicen las paredes de la escuela que hay otro cabrón que se la anda cogiendo aparte de su ‘peor es nada’.

Tosí de la sorpresa, ¿ya se sabía que le andaba poniendo la cornamenta conmigo?

Yo: A ver, platícame esa.

C1: Pues no nos consta, pero una de sus amigas nos platicó que un día fue a su casa y vio que se metía con otro wey a la parte trasera de su carro, y nos dijo que no era su novio porque él es alto y mamado (cuerpo musculoso), y al que vio era chaparro, un poco más alto que ella, y flaco.

Abrí los ojos de la sorpresa, nos habían cachado en la movida, pero al menos no me tenían ubicado.

C2: Luego (la amiga de Paola) nos dijo que salieron del carro y que no salieron en todo el rato que ella estuvo ahí para tratar de descubrir quién es.

Dentro de mi pensé, “qué bueno que me mamó la verga para convencerme que me quedara”.

Yo: ¿Y qué más saben?

C2: Hasta ahorita nada más eso.

Yo: No, pues… ‘ta cabrón.

C1: Pero a ver tu, síguele, le diste también por el chiquito a la mesera, ¿no?

Yo: ¿Pues qué tanto oyeron, cabrones?

C2: ¿Qué no oímos? Hasta te pedía que no pararas mientras le dabas por el culo

Estaba atónito, pero me tranquilizaba el hecho que este par no había descubierto la otra mitad del hecho, que era Paola y no Mariana (la mesera) quien había estado conmigo.

C1: ¿Y qué, volverá a venir?

Yo: No, pues no sé, apenas que ella me diga.

Terminé el desayuno y regresé a mi cuarto por la cámara y el tripié, mis compañeros estaban en el cuarto de enseguida y teniendo en cuenta que ya habían escuchado la fiesta particular que había tenido la noche anterior, me di a la tarea de buscar pequeños hoyos en la pared que pudieran dar vista al cuarto, estaba tan apurado que no hice una búsqueda total, además, la pared tenía papel tapiz y no tenía ninguna desgarradura que la delatase.

Bajé, salí del hotel y nos esperaba una camioneta que nos trasladaría a la mina donde iniciaríamos las grabaciones de las escenas del cortometraje, mientras esperaba ahí se me acercó Paola:

Paola: ¿Qué andabas platicando, cabroncito?

Yo: Lo que pasó anoche

P: ¿Qué, estás loco?

Yo: Cálmate, que ese par ni por aquí (señalando la frente) les pasa que eras tú la dueña de esos gritos.

P: ¿Nos oyeron?

Yo: Todo el rato (esbozando una sonrisa mientras le quitaba la botella de agua para tomar de ella)

P: A huevo que te preguntaron con quién habías estado.

Yo: Yeap

P: ¿Y a quién dijiste?

Yo: ¿Te acuerdas de la mesera de ayer?

P: Ash, ¿la lagartija que te quedaste platicando?

Notarán los celos en el “lagartija”, yo solo me reí

Yo: Ándale, esa

P: Pues al menos dijiste alguien creíble, porque de las demás que vienen no te iban a creer.

Yo: Pero eso vale maceta (de poca importancia)

P: ¿Por qué?

Yo: Ronnie y Lalo (los compañeros con los que estaba desayunando) me platicaron algo feo y que nos involucra a ti y a mí, y que si vamos a seguir con este jueguito vamos a tener que andar con más cuidado.

P: Ya me asustaste, ¿qué pasó?

Para no poner el diálogo y hacer más largo este relato, le platique que ‘X’ amiga de ella nos había visto la primera vez que fuimos el uno del otro mientras estábamos en su carro, y que se había esperado a que me fuera pero como nunca salí, ella se fue.

P: Eso explica muchas cosas.

Yo: Ah sí, ¿y eso?

P: Pues desde ese entonces ha andado muy cortante conmigo, y además, como ella nos presentó a mi novio y a mi pues… capaz y ya le dijo algo.

Yo: Puede ser, pero ¿no crees que tu novio ya te hubiera dicho algo o estuviera yendo más seguido a la escuela a buscarte?

P: Si ha ido, pero no te ha visto, y la verdad es que sospecha de ti por la forma en la que él me vio que te miraba cuando grabábamos en el estudio.

Yo: Eso explica porque me señalaba ese día (y reí). Pues mira, si quieres seguir con esto, habrá que tener más cuidado, ser muy discretos… lo de anoche no fue nada discreto.

Se sentó junto a mí y acarició mi pierna por el lado interior, mi pene reaccionó a eso.

P: Yo quiero seguir con esto, me encanta que me has gritar, eso ni mi novio puede hacer, ¿cómo lo haces? No la tienes de su tamaño, es más pequeña y me haces explotar.

Yo: (Con cara de pícaro) La cosa no radica en el tamaño, sino en saberla usar, y saber tocar también.

Ella sonrió y se vio un brillo en sus ojos que no le había visto, sin embargo, fuimos interrumpidos por el profesor que llegaba donde estábamos. Nos platicaba el plan de trabajo mientras que fueron llegando los demás compañeros.

Nos subimos al carro y nos fuimos a la mina a grabar, fue un larguísimo día de trabajo pero bastante provechoso, pues la mayoría de las escenas quedaban a la primera ya que se habían hecho ensayos de la actuación (misma en la que participábamos nosotros) en la escuela. Y en vez de descansar adelantamos lo más posible. Un solo día de trabajo y la mitad del cortometraje ya estaba grabado.

Regresamos al hotel y me di cuenta que a un lado del hotel había otro hotel, se veía mejor en comparación al cual estábamos, volteé a ver a Paola y le guiñé el ojo tratando de decir “¿y si nos vemos en ese?”, me sonrió y pude leer en sus labios un “vamos”.

Llegamos al hotel y lo primero que hice fue ir hacia mi cuarto, dejé mis cosas allí y tomé la memoria de la cámara para revisar el material con el profesor, ya traíamos esa orden.

Los 17 nos recluimos en el cuarto del ‘profe’ y en su lap revisamos el material, del 100 % de los clips, el 95 % estaba listo, lo que había salido mal lo grabaríamos el último día si teníamos un segundo día igual de provechoso como ese.

Salimos del cuarto del profesor y me dirigí a mi cuarto, Paola se vino conmigo (en el buen sentido de la frase) ya que habíamos quedado en ir a cenar, ella me iba esperar en el cuarto mientras me bañaba, y como varios la vieron meterse en mi cuarto no creyeron que iba a ser bastante obvia la cosa, y si, la supimos “despistar” ya que en menos de 15 minutos me bañé y me cambié.

Mientras bajábamos nos pusimos a planificar nuestra escapada:

P: ¿Cómo le hacemos?

Yo: Mira, tengo una idea, a ver qué te parece: Cuando regresemos toda la bola de cenar tú te sales al parque, y te quedas allí sentada, dando la impresión a todos de estarte relajando, mientras yo me subo al mi cuarto (la ventana de mi cuarto daba al parque y se tenía una buena vista de allí). Abriré la ventana y en cuanto veas que prendo un cigarro te vas al otro hotel, ¿qué dices?

P: Eres el diablo.

Volteé hacia atrás para asegurarme que nadie nos viera. No había nadie, y le acaricié sus nalgas.

Después de cenar, en lo que habíamos quedado. Sin embargo, ella subió a su cuarto y volvió a bajar, vi cuando ella salía de su cuarto y le dijo a su roomie que estaría en el parque tomando un poco de aire, y debo decir que la calidad del aire de este pueblo es enorme, ni se extrañaba la ciudad.

Ella bajó y me metí al cuarto, tomé la cámara y le puse la memoria, mientras que una de las pilas la puse a cargar. Tomé la tanga que Paola traía la noche anterior, la puse en mi cara y comencé a masturbarme, aún olía a ella. En menos de cinco minutos terminé, ya tenía menos sensibilidad y por lo menos aseguraba una buena duración en el acto.

Abrí la ventana y la vi a ella en una de las bancas del parque, ella fumaba. Me di cuenta que había otros compañeros en la ventana, cruzamos palabras sobre el trabajo del día y fue todo.

A Paola la vi que se recostó, me llevé el cigarro a la boca y lo prendí, ella sonrió. Tomó su celular y me mandó un mensaje “si supieras que lo que traigo puesto también lo agarrarás para ti”, en cuanto leí eso pensé, “ya anda mojada”. Se levantó y se fue caminando al hotel, yo me quedé hasta que lo terminé. Cerré la ventana, tomé la cámara y salí del cuarto.

Al salir del hotel me topé con el profesor, me preguntó que si a dónde iba, respondí que a tomar aspectos del pueblo que podrían servir dentro del cortometraje, la idea le pareció buena pero también me dijo que tuviera cuidado.

Recorrí un poco el pueblo, de verdad tomé esos aspectos (pensando en que alguien me estaría viendo) y me senté en el parque, en eso entra una llamada, Paola.

P: ¿Dónde estás, pensé que llegarías rápido?

Yo: No, si llego rápido no gozas

P: Baboso…

Yo: …me pones

P: Ay ya (risas), ¿dónde estás?

Yo: Estoy en el parque, tomando aspectos para el corto

P: Pues apúrate que me estoy derritiendo

Yo: Ok, pues, ¿qué habitación es?

P: Es la xxx, es doble, ya sabe el de recepción.

Yo: Perfecto.

Colgamos. Me terminé el cigarro y tomé rumbo al hotel alterno en el que tendría otro encuentro furtivo con la dueña de esas nalgas que aún provocan erecciones solo de pensar en ellas.

Llegué a recepción y pregunté por el número de habitación que me había dado Paola, me dieron la llave y emprendí mi camino hacia él. Como si la cosa no pudiera ponerse más ‘intensa’, por darle un calificativo, en el elevador me encontré con la mesera que había conocido, Mariana.

Tuvimos una ligera plática sobre qué hacía allí, le dije que iba a un ‘encuentro’, rápido ella captó. Ambos bajamos la mirada y vi hacia el reflejo del espejo y me fijé en sus labios, como se los mordía y sus manos recorriendo centímetro a centímetro por su torso hasta llegar a su tesoro. Antes de llegar al tercer -y último- piso me encerró aprisionó en sus brazos y exclamó, “me gustaría ser esa a la que te vas a coger” al tiempo que su mano bajaba y tomaba mi verga.

Sonreí tímidamente y dije que tal vez, si se daban las cosas, ocurriría, me sonrió y me dio un beso.

No podía creerlo, hace apenas unas horas había inventado que me había acostado con ella y ahora podía ser una realidad, a veces el destino es bueno.

Llegué al fin a la ansiada habitación, abrí la puerta y allí estaba ella. Recostada en la cama con sus nalgas hacia arriba, una de sus piernas flexionadas hacia atrás, pero su conjunto era lo más excitante: un cachetero blanco de encaje, del cual su parte media ya se notaba mojado (cuando no) y su sostén del mismo color que hacía un juego perfecto con el cachetero.

Volteó su cabeza hacia mí y dijo:

P: Pensé que no llegarías.

Yo: Lo bueno tarda en llegar (mientras sonreía)

Se volteó y dejó ver la parte delantera de su lencería, el sostén tenía pegadas unas piedras brillantes a lo largo de las copas, y su cachetero igual, solo que las piedras formaban un corazón, un detalle bastante ad hoc para la ocasión.

Puse la cámara en el buró, me quité la playera y el pantalón mostrando la erección que traía bajo mi bóxer, me acerque a ella y lo acarició con su mano.

P: Se ve rico, una amiga lo quiere dentro

Yo: Dile a tu amiga que no coma ansias

P: Ya mételo, me derrito, mira

Se metió su mano bajo el sexy cachetero y salió barnizada de ella, tomé su mano y la chupé, dedo por dedo. Eso la prendió.

Se volvió a poner boca abajo y puso la almohada entre sus piernas, la muy zorra comenzó a frotarse con ella. La escena me gustó tanto que, sin que ella se diera cuenta, puse la cámara a grabar, bendita la suerte que la batería estaba prácticamente llena y la memoria vacía.

Me senté en la cama, recargado en la cabecera y me deleitaba viendo como montaba a la almohada, su movimiento de caderas era digno de los dioses, me corroía la envidia al no ser esa almohada, inmediatamente comencé a tener ligeras fugas de líquido seminal, ella lo notó. Me moví de tal modo que ella quedó en medio de mis piernas, las cuales tenía abiertas para no molestarla en su ejercicio de auto-estimulación.

Saqué mi pene del bóxer por la salida frontal que estos tienen y comencé a masturbarme frente a ella. Aquello era épico, jamás me había masturbado frente a alguien (sin que me viera), pero era bastante excitante. Me hice hacia el frente y metí mi mano en su entrepierna para obtener esos jugos, fruto de su placer y los embarré en mi verga, los usé como lubricante mientras me daba amor propio. Eso la excitó tanto que tuvo su orgasmo allí mismo, esta vez no la sentí temblar, pero si vi como caía en esos espasmos y ese sonido exquisito que es su jadeo.

Quiso tomarme a verga pero no quise, la alejé de mí, cayó rápidamente en cuenta que quería verla mientras me masturbaba, se reincorporó y se desprendió de su sostén, me puso las copas en mi cara y olía su perfume, excitaba demasiado. Lo puso en mi cuello como medalla, su olor seguía en mí y reinició su baile tocándose sus senos. Poco a poco comenzó a sentir que llegaba a su segundo orgasmo de la noche, el escucharla gemir y su jadeos me prendieron que yo también comencé a llegar, sentí ese cosquilleo en la punta del glande y que recorrió mis piernas. Paola notó que estaba a punto de venirme, y sin dejar de frotarse con la almohada se hizo hacia el frente.

Al momento de mi primer chorro ella ya tenía su boca frente a mi pene, una parte entró, la otra quedo en sus labios; los tres chorros subsecuentes se estrellaron en sus labios, con su lengua los saboreó y tomó la leche que quedó. Se tragó todo. Con su mano tomó mi verga y aún dura la comenzó a mamar y con sus dedos me exprimió hacia arriba sacando los restos de semen que habían quedado dentro de mí.

Posé mis manos en su cabeza y la empujaba hacia abajo, aunque de poco sirvió porque fui perdiendo la erección hasta tomar su tamaño normal.

Mientras retomaba la erección, ella tomó su bolso y sacó una pequeña botella y me la dio. Era un aceite de coco.

P: Prende tu imaginación y hazme lo que quieras.

Sonreí. Y mientras tiraba al suelo la almohada bañada de ella se recostó junto a mí. Puse un poco de aceite en mi mano y la pasé por su torso. Sus senos, y su vientre comenzaron a brillar. Me levanté, abrí sus piernas y me coloqué delante de ellas, me incliné hacía ella y con los dientes tomé la parte media de su cachetero, que escurría de sus jugos.

P: ¡Ay papito, que rico se ve eso!

Volteé mis ojos a verla y vi como hizo su cabeza súbitamente hacia atrás, como si hubiera sentido un placer verme el retirar su calzón con mi boca, al cual, absorbía los jugos de la princesa. Una vez fuera, me lo puse junto con el sostén en mi cuello. Amaba hacer eso.

Tomé más aceite y lo desparramé en el resto de su vientre y su vulva. Ahora ella olía y sabía a coco. Le lamía su clítoris y con mis dedos la masturbaba, ella gritaba. Con la mano desocupada tomé un poco más de aceite y comencé a darle dedo también a su culito, ella no esperaba ese movimiento de mi parte por lo que cerró las nalgas instintivamente pero luego las abrió.

Tenía dos frentes de ataque. No esperé tanto para que llegara a una vez más a su orgasmo. Allí estaba una vez más su feminidad expresando el gran placer que ella sentía conmigo.

La volteé boca abajo pero levanté sus nalgas y dejó al descubierto su culito, le di un beso negro. Una vez más instintivamente cerró sus nalgas acompañado de un ligero ‘¡Ay!’, pero le encantó y allí me quedé, saboreando su culito sabor a coco y sentir como mi lengua poco a poco abría su esfínter hasta que soltó sus fluidos por la parte trasera. La mano que me había quedado libre la usé para meterla en su vagina y darle dedo, una vez más, mi multiorgásmica reina llegó a su cometido.

Tres orgasmos después empecé a pensar que era hora de conseguir el mío dentro de ella, y puse manos a la obra. Boca arriba, tomé sus piernas y las puse sobre mis hombros, me metí en ella comencé a bombearla. Con ella nunca hubo existió eso de “primero lento y luego rápido” ya con la vagina mojada era más fácil, solo era cuestión de aumentar la potencia de la embestida.

Veía sus senos rebotar con el vaivén de mis movimientos dentro de ella, se tocaba su clítoris y gemía cada vez más fuerte. Volvió a llegar, nada nuevo. Seguí dándole en todas posiciones: misionero, columpio, de lado, flor de loto, en todas ellas se vino primero que yo, que ya comenzaba a perder fuerza de erección. No podría seguir más tiempo parado, pero quería intentar una nueva que no había hecho, “la carretilla”.

Me puse las nalgas de Paola en mi ingle y me fui poniendo de pie sobre el colchón, ella se apoyó sobre su espalda alta, la tome de los muslos y la penetré. Era una sensación fantástica, no sé si era porque la fricción de mi pene dentro de su vagina era distinta o la vista que tenía hacia abajo me causaba un placer interno.

Continué dándole caña unos minutos más, comenzaba a cansarme, no estaba acostumbrado a esa posición, misma que me estaba dejando ya sin energía, pero me llenaba de placer. Veía a Paola que tenía sus ojos cerrados y apretando los dientes; tomaba sus senos y se los llevaba a su boca, se los sacaba y le alcancé a leer de sus labios un ‘que rico’. Ella si lo estaba disfrutando, al ver eso sonreí y de cierta forma recuperé un poco de energía.

Sentí sus piernas vibrar, ella jadeaba y al mismo tiempo mi pene comenzó a sentir una vez más esa chispa que desencadena el placer masculino. Ella soltó sus senos y apoyó sus manos al colchón y comenzó a levantarse, movía su cadera. Ese movimiento fue clave. Se sintió en extremo muy rico el roce de mi verga dentro de sus paredes vaginales a su movimiento. Ya estaba a punto de venirme.

Inicié con pequeños jadeos, y mientras más rápidos eran sus movimientos de cadera el placer aumentaba, paro de hacer círculos y se comenzó a mover de arriba hacia abajo, ella explotó conmigo dentro y dejó soltar una gran cantidad de fluidos. Hizo su cabeza hacia atrás mientras gritaba fuertemente, abrió los ojos y siguió jadeando. Dos segundos después yo fui quien explotó con un grito masivo, y cada chorro que salía lo acompañaba un jadeo de mi parte, seguía bombeándole mi verga dentro de su vagina hasta que los gritos, chorros y jadeos cesaron.

P: Ay papito, vuélveme a coger así.

Yo: (Recuperando la respiración) esta ha sido la mejor, ¿no?

P: Ay si

Yo: ¿Y sabes qué es lo mejor? Está grabado

Puso una cara de asombro al decirle que había encendido la cámara.

P: A ver, ¿cómo nos vemos?

Bajé de la cama y recuerdo bien que perdí el equilibrio, mis piernas perdieron fuerza y me caí, lo peor, eso también quedó grabado.

Tomé la cámara y vi que seguía grabando, la detuve y la reproduje en la cámara.

Nos acostamos, ella se acurrucó en mí. Volví a sentir sus pechos en el mío y eso comenzó a provocarme otra erección, aunque no tan potente. Comenzamos a vernos, era la primera vez que me veía coger, ella también.

Todo empezó desde cuando montó a la almohada.

Yo: Que rico la montaste

P: Te prendí con eso, ¿no?

Yo: Prendías hasta las velas

Seguimos viendo hasta donde me saco el pene para masturbarme frente a ella. Mientras veíamos eso, ella me tomó la verga comenzó a jalármela.

P: ¿Te gusta?

Yo: Sigue

Nos acomodamos de forma que su cabeza quedó sobre mi brazo, ella me masturbaba y también ella misma.

Seguimos viendo el video, intercambiábamos dialogo con respecto a lo que nos hacíamos el uno al otro. Llegamos a la parte donde le di el beso negro, ella comenzó a tener otro orgasmo, le ayudé con ese.

P: Que rico se sintió eso

Yo: ¿Cuál de las dos?

P: Las dos, me acuerdo y me da un cosquilleo en el culo y se sintió rico venirme.

Seguimos viéndolo hasta donde la agarro de carretilla.

P: ¿Cómo se te ocurrió eso?

Yo: No sé, ya quería terminar pero terminabas tu primero y en el descanso se me iba el calor, además aproveché para intentarlo.

Mientras veíamos el video llegó la parte donde la penetraba, se oyó el pequeño gemido que soltó cuando lo hice. Ella seguía con la masturbación simultánea.

Yo: ¿Te gustó?

P: Me encantó sentir cada centímetro de tu verga en esa posición.

Yo: Mira esa cara de puta en celo que pones, me prende.

P: Se sentía bien rico, además estabas lejos para morderme mis ‘boobies’

Seguimos viéndolo hasta el momento del orgasmo

P: ¡Ay, que rico se ve! Mírame como me retuerzo, ¡mírate tú!, que rico lo gritas, que rico lo goz… ¡ay, ay que rico!

Empezó a tener otro orgasmo mientras se veía tener el suyo. Eso me calentó también y mientras dejé la cámara en la cama llevé mi mano a su vulva y la toqué, ella me dejó el trabajo, pero Paola siguió conmigo. La toqué lo más rápido que pude hasta que terminó, al fin tuve mi oportunidad de ponerme mi verga entre sus senos y hacerme una rusa con esas, escupió sobre mi pene y apretó a sus niñas. Terminé. Toda su boca quedó manchada de mí una vez más.

Se volvió a limpiar con sus dedos y los volvió a chupar. Me bajé a su vulva, le devolvía el favor.

Me metí a bañar, ella se quedó contestando los mensajes de su novio. “Pobre diablo”, pensaba. Me cambié e intenté despertarla, la movía y la movía y nada, dormida. Vi que su teléfono lo había dejado sin desbloquear y vi la conversación con su novio. Le mandó fotos de cómo se encontraba, desnudita, desnudita.

Me envié esas fotos también.

Al verla dormida, aproveché para hacerle otra sesión. La cambiaba de posiciones para documentarla una vez más y al igual que la vez anterior, volví a masturbarme y derramar mi semilla en ella, dejé que se secara para verla manchada y tomar otras fotos así.

Me fui del hotel con la cámara y con el sostén y cachetero dentro de mi bóxer, al llegar a mi cuarto pasé el video y las fotos, puse a cargar la cámara y me dormí.

A la mañana siguiente le marqué a Paola, me contestó:

P: ¿Qué onda, dónde estás?

Yo: En mi cuarto

P: Ah mira, que lindo. Ya voy para allá.

Yo: Eso iba a preguntarte, pícale porque ya no tardan en levantarse.

Dejaré hasta aquí el relato, sé que ya es algo largo, pero el fin de viaje se aproxima pero no la aventura con ‘Paola’.

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