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Te tengo, sobrinita (II)

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Habían pasado ya 5 días desde que Pilar había recibido el vil chantaje por parte de su tío Pedro. Ella lo intentaba, pero no podía quitarse ese episodio de su cabeza. Lo había disfrutado, le daba asco reconocerlo, pero fue así.

En dos ocasiones tuvo unos sueños húmedos muy explícitos con su tío Pedro. Él la poseía, le hacía toda clase de guarradas y ella las disfrutaba. Chillaba de placer como una loca mientras su tío la penetraba y la llamaba puta, zorra y comepollas.

En ambas ocasiones, Pilar se despertó completamente sudada y con su juvenil vagina chorreando fluidos. La idea la excitaba muchísimo.

En un principio se dijo a sí misma que era una idea completamente demencial. Pedro había abusado sexualmente de ella y eso era un acto terrible, pero ella quería que eso volviera a pasar de nuevo. Es más, quería que lo hiciera más veces y que fuese más salvaje que la vez anterior. Tardó mucho en decidirse pero finalmente lo hizo: quería que su tío la follase y la tratase como si fuese su esclava. Con sólo pensar en esta posibilidad, Pilar se puso cachonda.

Pilar se quitó toda la ropa y se puso encima de su cama. Su vagina estaba empapada.

- Soy una auténtica zorra, ya lo dijo mi querido Pedro. -Pilar sonrió.

Pilar se empezó a masturbar. Introducía los dedos de su mano derecha en su vagina y usaba su mano izquierda para sobarse sus preciosos y sudados pechos. Cada vez que sus juguetones dedos entraban en el interior de su ser, Pilar sonreía, pensando que eran el pene o lengua de Pedro. Quería que él acabase dentro de ella, quería chuparle otra vez el pene. Pero esta vez Pedro no tendría que pedirle que se bebiera el semen, ella lo haría encantada.

Con todos esos obscenos pensamientos en su mente de 19 años, Pilar alcanzó el orgasmo. Un orgasmo intenso y duradero: sentirse como una puta le proporcionaba muchísimo placer. Cuando el placer acabó, Pilar puso sus deditos llenos de sus propios fluidos vaginales en su boquita y los lamió. Los lamió y chupó como si estuviese disfrutando de un manjar exquisito. Cuando sus dedos sólo contenían saliva, los llevaba otra vez a su vagina para untarlos de nuevo con sus fluidos vaginales.

Cuando su vagina sólo contenía su saliva, Pilar sonrió. Estaba muy contenta. Pedro, su querido y amado tío Pedro, le enseñó lo que realmente era: una zorra y una puta. O mejor dicho: una zorra y una puta que sería propiedad exclusiva de él. Tenía que contactar con su tío lo antes posible.

Pilar telefoneó a Pedro. Pedro se sorprendió muchísimo al recibir dicha llamada. El hombre pensaba que Pilar había reunido el valor suficiente para insultarle o amenazarle, pero no fue así. Pilar era muy amable con él.

La chica le pidió que viniese a su casa a las 6 de la tarde. No habría nadie en su casa a esa hora: sus padres habían quedado con unos amigos y no volverían hasta las 10 o las 11 de la noche. Su tío aceptó la extraña invitación de su sobrina.

Pedro llamó a la puerta de la casa de Pilar a las 6 en punto. Pilar estaba muy emocionada y fue a abrirle en seguida.

- Hola Pedro, por favor, pasa. Quiero hablar contigo.

- Claro, sobrinita. -Pedro se sorprendió mucho al ver que Pilar estaba contenta. Había un brillo en su mirada. Pero qué cojones estaba pasando?

Pedro se sentó en el sofá del comedor y Pilar se sentó a su lado.

- Mira, Pedro, lo que voy a decir es algo muy difícil de explicar…

- Le dirás a tus padres lo que te obligué a hacer, no? No te creerán, no tienes pruebas. -Pedro intentaba aparentar tranquilidad, pero interiormente estaba asustado. La idea de acabar en la cárcel, evidentemente, no le hacía ninguna gracia.

- No, tío, no es eso.

- Entonces, qué pasa? -Pedro estaba muy sorprendido.

Pilar no podía hablar, estaba muy avergonzada. Era lógico. Quería pedir a su tío Pedro que la tratase como si fuese su esclava sexual, que abusara sexualmente de ella siempre que él quisiese. Quería sentirse como su puta personal, quería que la usara sexualmente… Decir eso no era fácil.

- Me gustó… -Pilar miraba al suelo, avergonzada.

- Perdón? -El estado de sorpresa de Pedro no hacía más que crecer y crecer.

- Me gustó mucho lo que hicimos. Me gustó que abusaras sexualmente de mí. Te parecerá que estoy loca pero me mojo las bragas sólo con pensar en lo que hicimos.

Pedro quedó completamente en estado de shock. Había oído bien? Pilar, su sobrinita amada, su fantasía sexual, le decía que era una pervertida igual que él. Era demasiado bonito para ser verdad.

- Hablas en serio? -Pedro no se lo acababa de creer.

- Sí, mi querido tío. -Pilar le sonrió, dulcemente.

Pedro se acercó a Pilar y la besó. Pilar contestó a ese beso con pasión. Las dos lenguas intercambiaron saliva y jugaron entre ellas durante más de un minuto.

- Soy tuya, Pedro. Siempre que tengas necesidades sexuales, contacta conmigo. Yo te sacaré la leche lo mejor que pueda.

- Así que eres mi esclava? -Pedro sonreía de felicidad.

- Soy tu esclava, tu putita, tu zorrita. Me encanta la idea de serte útil, mi querido amo.

- Cuándo llegarán tus padres, esclava?

- Tenemos un mínimo de 4 horas para nosotros, amo. Qué puedo hacer para servirte? -Pilar tocó el rostro de Pedro con dulzura. Quería demostrarle que ella sería completamente sumisa.

- Quítate toda la ropa, mi putita, quiero ver a mi sobrinita desnuda. -Pedro sonreía maliciosamente.

- Tus deseos son mis órdenes, querido amo.

Pilar empezó a quitarse la ropa, despacio. Con cada movimiento que ella hacía quería provocar sexualmente a Pedro. Y lo conseguía: su tío estaba muy excitado. Era lo normal, Pilar era una joven muy atractiva. Finalmente, la chica quedó completamente desnuda.

Pedro tenía su pene pidiendo guerra ya que Pilar era realmente sexy. La chica sonreía, provocativamente, mientras se iba tocando sus deliciosos y turgentes pechos juveniles. Su vagina, húmeda, invitaba a su tío para que la penetrase.

- Te gusta mi cuerpo, mi querido amo? Te excita la idea de tener a tu sobrinita tan cachonda? -Pilar miraba a su tío con lujuria.

- No sabes las veces que he fantaseado con tenerte así, Pilar. La de guarradas que he imaginado a lo largo del tiempo. -Pedro acarició el rostro de Pilar, con ternura.

Pilar cogió la mano de Pedro y se puso a lamerle los dedos, provocativamente. Pedro sintió un cosquilleo muy agradable.

- Todas y cada una de las perversiones sexuales que has tenido las cumpliremos. También inventaremos nuevas fantasías, mi querido amo. -Pilar puso en su vagina la mano mojada de su tío.

Pedro notó que su sobrina estaba muy mojada. Más que mojada, estaba completamente empapada. Era evidente que la chica estaba muy excitada. Contento ante la situación, Pedro empezó a masturbar suavemente a su querida Pilar.

Pilar cerró los ojos y empezó a gemir. Su deseo de tener a su tío tan cerca se había cumplido. Al cabo de un minuto, Pedro cesó la masturbación y se puso a lamer los dedos que había introducido en el interior de la vagina de su sobrina. Estaban deliciosos, exquisitos.

- Tus fluidos vaginales están deliciosos, mi esclava querida. -Pedro sonreía.

- Lo sé, amo. Yo misma los he probado. Aunque si te soy completamente sincera, tu semen me gustó mucho más. -Pilar se relamió los labios, seductivamente.

Pedro pensó que era el momento de pasar a la acción. Pilar, su querida Pilar, estaba dispuesta a todo para satisfacerle y él lo aprovecharía al máximo. Se empezó a quitar la ropa. Pilar se le acercó y le ayudó.

Pilar miraba con deleite el pene de su tío. Pedro sonrió al ver lo pedazo de zorra que era su sobrina. Era evidente que el chantaje de hace unos días había hecho aflorar la verdadera naturaleza pervertida y sumisa de la chica. La nueva Pilar era un regalo del cielo, pensó Pedro.

Pedro se acercó a Pilar y la abrazó. Sintió en su piel el cuerpo joven y delicioso de su amada sobrina. La chica, excitada, tenía los pezones duros y eso su tío lo notó muy bien.

Los dos amantes se besaron con lengua. Después de besar su boca, Pedro se dedicó a jugar con los pechos de su sobrina. Los besaba y succionaba sus deliciosos pezones. Pilar gemía de forma muy obscena, sabiendo que en su casa no había nadie excepto ellos dos.

- Ahora tu tío te hará una mujer de verdad.

- Sí, amo. Quiero que me metas tu polla bien dentro de mí. -Pilar estaba deseando follar con su tío.

Pedro introdujo su pene en el interior mojado de Pilar. En un principio, el himen de Pilar imposibilitó la entrada total del pene en su interior, pero Pedro empujó un poco y el himen se rompió. Pilar soltó un pequeño grito de dolor.

- Tranquila, putita. Ahora verás el placer que se siente. -Pedro, lujurioso, lamió la cara de su sobrina.

Pedro empezó a penetrar a su querida Pilar de inmediato. Pilar se abrazaba fuertemente a su amo mientras iba gozando de las embestidas. Podía notar a su Pedro, a su querido amo, dentro de ella. Su pene visitaba su interior, eso la hacía feliz. Y el placer que sentía era mucho mayor de lo que había imaginado.

Los dos empezaron a gemir, a gemir de forma muy obscena. Pedro llamaba puta y esclava a su sobrina y la chica se excitaba aún más. Pilar, completamente loca de placer, empezó a arañar la espalda de su tío. Pedro empezó a aumentar la velocidad de sus embestidas al coño de su amada sobrina.

- Me voy a correr, puta. -Pedro estaba a punto de culminar una de sus fantasías sexuales: follarse sin condón a su sobrina.

- Sí, mi querido amo. Dame toda tu leche. Quiero mi coño lleno de tu semilla incestuosa!!! -Pilar, sudada, notaba que el orgasmo estaba cerca, muy cerca.

El deseado orgasmo llegó. Llegó para los dos al mismo tiempo. Una oleada de placer incestuoso les llegó a los dos amantes. Grandes cantidades de semen inundaron el pervertido coño de Pilar y grandes cantidades de fluidos vaginales empaparon el pene y testículos de Pedro. Pilar y Pedro gimieron y gritaron mientras recibían, con diferencia, el orgasmo más intenso y largo de sus vidas. Era lógico: jamás los dos habían estado tan excitados.

Pedro y su esclava estaban agotados y sudados. Se miraron y sonrieron, después se besaron apasionadamente.

- Creo que deberíamos repetir esto con mucha frecuencia, mi querida Pilar. -Pedro sonrió.

- Cada día, de una forma u otra, te sacaré la leche, amo. Espero que no te importe. -Pilar le devolvió la sonrisa.

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