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w) El huerto de papá

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Continuación de: El día a día

Davy, los niños y su cuidadora volvieron el último día de Agosto, ya estábamos todos en nuestros lugares para dar inicio a un nuevo año. Misha y Tuan volvían más fuertes, en el trato con los otros muchachos eran más atrevidos y diferentes, me dio la impresión de que el pequeño y delgado Misha, había cogido algún kilo de peso, su estancia en el campo había sido provechosa.

Seguramente este era unos de los mejores veranos que habían pasado. Miguel Ángel y Érico eran los más fuertes y no teníamos que preocuparnos de ellos en ese sentido, se les veía saludables, su desarrollo era perfecto, en lo emocional y en el físico. Tomaba buena nota de todas mis impresiones, y con las que sacara de mis charlas con Davy y la señora Lara tenía que hacer el informe para los consulados.

Habían llegado a la mañana y cuando llegué al trabajo estaban ya instalados, jugando fútbol en la cacha con Guay corriendo tras ellos. Davy ya no usaba el bastón y estaba a su lado, con ellos, después de saludarlos los dejamos al cuidado de Lara, teníamos que revisar muchos asuntos pendientes para que él decidiera.

Al llegar al despacho me sujetó por detrás abrazándome el abdomen, me revolví y me miré en sus ojos, me sujetó firmemente para besarme la boca.

-Quiero llenarte la tripita de polla antes de trabajar. –sentía su excitación y la dureza de su verga apretando contra mi abdomen, atravesamos la casa para ir a su dormitorio y recibir allí una follada increíble, su verga me llenaba como siempre y la leche con la que me regó el vientre no cabía en mi, salía resbalando por su verga mientras continuaba vaciándose. Resulto todo muy rápido por las ganas que Davy tenía, pero delicioso. Cuando se repuso, en pocos minutos, volvió montarse en mi espalda y a follarme deliciosamente, así otras dos veces más en distintas posiciones hasta que se sintió satisfecho y a mi me dejó rendido.

Las clases habían comenzado, papá había vuelto al trabajo en la fábrica y su huerto, este trimestre lo veía complicado para compaginar mis obligaciones, dos días de la semana tenía clases a la tarde y tenía que estar cambiando continuamente mis horarios.

También había otra buena noticia, Noa, nuestra amiga se casaba, formalizaba su relación para que su hijo tuviera un padre cuando llegara, los niños parece que no quieren salir de sus refugios en el vientre de sus madres, pero la curiosidad les lanza a la vida en nueve meses.

Estaba en casa cuando papá llegó del trabajo, prácticamente tenía preparada la comida para los dos, el resto llegaría más tarde pero ya habrían comido, hacía mucho calor a pesar de estar finalizando el verano, como un día de canícula en el centro del estío.

Miraba como mi padre se bañaba en el huerto, dejando caer el agua de la manguera de goma sobre él, y como los pelos del cuerpo se le pegaban a la piel, aún no se le había igualado el vello de la pierna que le afeitaron con el resto de la piel.

Con sus cuarenta y dos años podía pasar por un hombre de treinta y cinco, el continuo ejercicio al que se sometía lo mantenía en un estado envidiable, y este mes que no había trabajado había engordado algún kilo que lo mejoraba.

Veía como su larga verga colgaba tapando en parte los testículos gordos y cubiertos de espeso vello, el agua le resbalaba como si fuera una fuente que le saliera de la polla, me aparté de la ventana al sentir que mi pene cobraba vida con el sensual espectáculo.

Dispuse la comida y le llamé para que entrara, hablamos sobre los chicos y sus estudios y recogimos todo al terminar, no se había vestido y solo llevaba puesta una toalla atada a la cintura, resultaba muy erótico verle de esa forma moverse, como un maduro tarzán.

-Voy a tumbarme un rato debajo de un árbol a la sombra, estaré mejor que en la cama, arriba tiene que hacer mucho calor y no me quiero asar. -cogió una vieja manta del sofá y salió, no tenía prisa por marchar y decidí ir un rato para hacerle compañía.

Permanecía tumbado debajo de uno de los cerezos, a su sombra y sobre la manta, me recordaba a un fauno por los vellos que tenía repartidos por todo el fornido cuerpo, con un brazo sobre la frente tapándose los ojos y la barba crecida de varios días, parecía dormido y como había lugar suficiente y me tendí a su lado, se apartó un poco haciéndome notar que no dormía, la toalla se movió permitiendo que parte de los testículos se le vieran y pasé la mano por los cortos pelos afeitados, justo donde tenía las cicatrices, girado hacía él fue fácil deshacer el nudo de la toalla y dejarla deslizarse de las caderas, papá se dejaba hacer sin moverse.

Le agarré la verga con timidez, verguenza, y con mucho deseo al principio esperando su reacción, luego con descaro al ver que no se oponía, comencé a acariciársela viendo como crecía estirándose.

-Siempre me ha gustado tu pene papi, cuando se pone duro como un palo me encanta. -se la comencé a masturbar y él empezó a gemir, acerqué la cara a su sobaco y lo olí antes de lamerle los duros pelos. Me dejó que le lamiera un momento la axila y luego quitó el brazo de los ojos para mirarme.

-Chúpamela amor, quiero ver mi verga en tu boquita. -viendo su disposición y que me aceptaba me quité rápidamente la ropa que traía, mientras lo hacía me acariciaba la piel que iba dejando descubierta hasta que llegó al culo y me daba pequeños azotes sin fuerza, palmaditas cariñosas.

Tomé la vega por la base y abrí la boca todo lo que pude para meter el rojo glande, jugué con mi lengua lamiéndolo y llevándolo de un lugar a otro de la boca, hasta que comencé a mover la cabeza subiendo y bajando tragándole la polla. Sus manos tomaron mi cabeza y la empujó hacia la verga hasta empezar a ahogarme y sentir como pasaba el glotis bajando por la garganta.

Tuvo unos segundos la polla dentro de mi garganta, haciendo que me follaba la boca y luego la sacó dejando dentro la punta, ahora podía saborearla con placer, me encantaba su textura tan delicada y suave.

-Acércame tu culito hijito. –hablaba con la voz ronca y me dispuse para que llegara a mi ano y que pudiera cogerme la verga erecta y dura por lo excitado que estaba.

-Quiero que me des tu polla por el culito papi, por favor, ¿lo harás?. -no me contestó y con su gran mano empezó a masturbarme, luego volvía a tocarme el ano, mientras yo seguía lamiéndole los duros huevos y besaba con amor reverencioso su inmenso pene.

-¿Te gusta como juego con tu verguita y tu anito? -sí que gozaba, dentro de su mano mi polla parecía pequeña aunque estaba orgulloso de ella, me hacía jadear y tenía que dejar de chuparle el pene.

-Me gusta papi, me encanta como juegas con mi ano, sigue, sigue. –jadeaba de gozo sintiendo sus dedos en mi recto.

-¿Entonces quieres que te folle?

-¡Sííí!, ¡sí,sí,sí!, papi tu verga es una maravilla, quiero sentirla, me muero por tenerla en el culo, que me lo reviente, papito la deseo tanto, siempre la he querido, dale cariño a mi hoyito papi. -era la primera vez que le veía decidido a hacerme suyo y me estaba portando como una perra sumisa para excitarlo y que me entregara su miembro.

-Está bien, si así lo quieres, pero mi polla no es como la de tus hermanos, igual te duele. –parecía que papá no sabía la cantidad de verga que había penetrado el culo su hijo, inmediatamente me chupé la mano y me mojé el ano metiéndome dos dedos chorreando saliva.

-No me va a doler papi, tengo el culo acostumbrado. –seguramente no sería conocedor de que su hijo había tenido dentro de su culo dos pollas aunque fuera poco tiempo.

-Ponte de rodillas y eleva bien el culito. -obedecí como puto bien mandado, sabía como me deseaba follar y coloqué el culo en pompa moviendo las caderas en redondo, con el pecho y la mejilla bien aplastada sobre la manta.

-¿Así estoy bien papi? -le hablaba ronroneando como gatita que espera a su macho.

-Qué putita eres hijito, no es extraño que tus hermanos quieran gozarte, eres tan complaciente y tu culito es increíble. –ya le tenía conquistado, mi culito le gustaba.

-Sí papi, solo faltáis José y tú, quiero ser la mujercita de todos y que me cojáis siempre que lo deseéis, vuestra putita entregada papi. -me separó las piernas para acomodarse entre ellas.

-Si amor, te vamos a coger el culito y la boca cuando te necesitemos, lo haremos como tú quieres y serás nuestra mujercita. -nuestra charla me encendía, además de por sentirle la gran verga pasándome por la raja del culo.

-Tienes un culito precioso amor, un anito rosadito y moreno, me encanta precioso, tenía que haberte cogido el culo antes. -escupió sobre mi ano y apretó la verga sobre él, luego la retiró y pude sentir su lengua intentado penetrarme, me besaba el ano e intentaba hincarme los dientes, volvió a elevarse y apoyó la vega en la entrada de mi culo.

-Vamos, ábrete mi amor, abre tu rosado agujero para que entre mi polla y tener a tu hombre dentro de ti. -hice fuerza varias veces para que viera como se alegraba de recibirle abriendo y cerrando el anillo del ano.

-Déjame que la chupe un poco papi, entrará más fácil. -me giré un poco para tener la verga al alcance de la boca y se la chupe, salía deliciosa a mi culo y su olor de macho maduro.

-Muy bien putito, escuchaba vuestros gritos cuando tus hermanos te follan y no pensaba que estuvieras tan bueno y fueras tan vicioso. Empina más el culo quiero verte el agujero bien abierto. -me empezó a dar latigazos con la verga por las nalgas y el ano.

-Obedece a papá, ábrete para tu macho. –su forma de tratarme me volvía loco.

-Lo hago papi, lo hago, no me hagas sufrir más, métela en el culo por favor.

-Tienes que sufrir un poco más, luego lo gozarás, pero puedes abrirte más.

-No papá, no puedo más, quiero que la metas, que me folles, hazme tuyo.

-Si tú no puedes lo haré yo. -me cogió las nalgas y tiró de ellas abriéndolas en canal, era un brutote delicioso mi papi rico.

-Ves como si puedes, ahora veo bien tu agujero abierto para enseñarme las entrañas.

-¡Ayyy! Papi me matas de dolor y placer. ¡Ahhhhh! Papi. ¡Ahhhhh!

-Grita, sí, que los vecinos escuchen como te folla tu padre. -metió dos dedos de golpe en mi culito, sus dedos que no son cualquier cosa.

-¡Ahhhhh! ¡Ahhhhh! Papi, basta, te lo suplico, dame verga. -colocó el pene y de un golpe de cadera metió el glande.

-¡Ahhhhh! Qué bueno está, mete todo el pene.

-¿Te gusta? Eh putito ¿Te gusta?

-¡Ayyy! Sí, me encanta pero mete más, rómpeme el ano papi.

-¿Vas a aceptar toda mi polla? ¿La vas a querer?

-Sí papi, dámela, la acepto. -de un golpe me la metió y dolía por la fuerza con que entró.

-Ya la tienes para ti, ¿qué te parece?

-Duele, rica, duele, ¡ayy! que rica papi.

-Tiene que doler un poco para luego disfrutarla, ahora mueve tu culo, siente la verga como te revienta, muévete.

-Síii, papi, síiii, quiero ser tu putita, dame bien por el culo, destrózalo por favor, vamos, dame más. Quiero que me folles siempre, eres el mejor papi. ¡Ohhh! Sí, sí, sí.

Mi padre era el macho que ya necesitaba, el hombre curtido que me sabía barrenar.

-!Ahhhh!, hijo putito, tu culito es la gloria. Mmmmmm, me voy a correr enseguida, mueve más el culo, dale placer a tu macho, voy a terminar y llenarte el culo de leche.

-Sí, dame tu leche tan rica, lléname el culo papi, quiero probarla en el culo. -me follaba como un loco poseído por la pasión y el morbo de tirarse a su propio hijo.

Empecé a contraer el culo al sentir que me corría, apretaba su polla con fuerza.

-¡Ya termino!, ¡ya me llega!, tu culo me encanta, tus contracciones me chupan la verga. Toma, toma, toma verga. -nos vaciábamos los dos a la vez y también gritábamos, no paraba de correrse y yo tampoco, continuaba contrayendo el ano queriendo expulsarle y él me clavaba con fuerza hasta terminar de vaciarle los testículos, dejando la leche paterna en mi vientre.

Me derrumbé entre temblores, espatarrado, y mi papi sobre mí cubriendo a su hembra, sacó la verga de mi culo, sentía latir y quemarme el ano, y el recto lleno de la simiente del macho semental que preñó a mi madre, con el mismo semen que ahora sentía en mis tripas.

-¿Te ha gustado mi amor? –me mordía la oreja y la nuca sin dejar de jadear pero con mucho cariño.

-Genial papá, tienes que enseñar a tus hijos a follar como sabes tú. -soltó una tremenda carcajada dejándome sordo, una risa profunda y sensual de viril macho.

-Aprenderán hijo, lo harán, son todos muy jóvenes aún.

-Quiero que esto se repita papá, ¿me volverás a follar, me dejarás que sea tu putita, tu hembra?

-Así será, si tú lo quieres. –y terminamos volviendo a chuparle la polla, ahora más tranquilos hasta que me dio su semen en la lengua y lo saboreé con gusto y placer.

Noa nos invitó a su boda, a J.C. y a mí, sus mejores amigos de niños. Pasé por la casa de Juancar, su apartamento donde ya vivía, iríamos juntos a la boda. Lo había amueblado muy bonito.

-Siéntate peque, termino en un momento, te has puesto muy guapo para la fiesta. -no me senté, le seguí a su habitación y le miré mientras él se vestía, admirando su hermosa verga, sus rotundos y gordos testículos, aunque tenía menos vello que los hombres de mi casa, lo que tenía estaba muy bien puesto.

-¿Qué miras tanto? Me tienes muy visto enano.

-Hace mucho tiempo que no estamos juntos en una cama, pienso muchas veces en ti, en como me desvirgaste por primera vez, lo bien que lo hiciste, como lo disfruté a pesar del dolor. –sí que pensaba en mi amigo aunque ahora estaba bien servido con Davy y los hombres de mi casa, pero había sido mi primer hombre y le quería muchísimo, más que a los otros machos que me follaban y yo no me daba cuenta.

-Sigo siendo el mismo y ya sabes, cuando quieras estoy para ti, ahora tenemos una casa sin que mi madre nos sorprenda. –dejó un instante de hablar pensando en algo que le puso un instante triste, luego continuó.

-Tienes…, tenemos tanto trabajo, tantas cosas que hacer que descuidamos lo mejor y más valioso. -acabó de vestirse y se colocó la chaqueta, desconocía a mi amigo, era el mismo y estaba cambiado, había conseguido prosperar y vivir bien aunque tenía mi edad y dejó los estudios, la vida y su ingenio lo habían lanzado al éxito. Se acercó y me rodeo con sus brazos.

-No quería decírtelo ahora, pero quizá sea el mejor momento, me marcho, dejo el trabajo con Guillermo y me voy de la ciudad. -si me hubieran dado un mazazo me habría dolido e impresionado menos.

-¿Qué dices? ¿Y qué voy a hacer yo? -continuaba entre sus brazos y me besó la cabeza.

-Lo siento precioso, eres lo que más quiero pero tengo que hacerlo, me han ofrecido un buen puesto y participar como socio, pero puedes venirte conmigo si quieres.

No pude contener las lágrimas y lloré sobre su pecho.

-Te odio, me has jodido la boda y la alegría, no tenías que habérmelo dicho.

-Bueno, no me voy a las antípodas, unas horas de avión y estaremos juntos, yo no te voy a olvidar, no podre hacerlo nunca enano, pero así es la vida, aquí no hay nada que merezca la pena y me retenga, solo tú eres importante, pero tienes también tu vida, tus compromisos. Compréndelo.

-Si te acabas de cambiar y comprar esta casa, ¿para qué lo has hecho?

-Ha surgido de repente, aquí se queda, la iré pagando poco a poco, igual tú la necesites alguna vez. Te quiero pequeño, no llores más, lo vamos a pasar bien y no querrás fastidiarle su día a Noa.

Juan Carlos no sabía el dolor que me causaba, era cierto que no nos veíamos tanto, pero sabía que estaba ahí para mi, que lo tenía cerca y podía recurrir a él cuando lo necesitaba, y lo quería, muchísimo, como él a mí, y ahora me hacía esto.

La novia estaba preciosa, el novio muy mayor para nuestra amiga, y el amante…, el padre del niño que llevaba en su tripita…, no me lo podía creer, aunque era grande y fuerte, como máximo le echaba diecisiete años. Era un puto crío.

Cuando bailé con ella se lo pregunté.

-Pero Noa, si es un chaval, ¿cómo has podido quedar embarazada de él? -mi amiga soltó una alegre risa y me susurró en el oído su edad, no me desmayé y caí al suelo porque ella me sujetaba. Mis peores supuestos no se habían hecho realidad, eran superados por mucho.

-Estoy de acuerdo contigo pero también tiene un poderío en la entrepierna que no se puede igualar. -para hacer más gráfica la explicación Noa me agarró la verga con la mano, riendo divertida de mi sorprendida expresión.

Para Navidad Juancar estaba a pleno rendimiento en su nuevo trabajo, le notaba contento y todas las semanas me llamaba, alguna semana lo hacía varias veces. Según él, le iba de cine, prosperando y ampliando los negocios de su socio, y me alegraba aunque añoraba su persona, las cervezas que nos tomábamos, los ratos de charla relajada, nuestras risas, y tener alguien que me comprendiera y poder contarle mis secretos.

Estaban preparando la fiesta que daría Davy en su casa para celebrar la Navidad, añadido a que los niños no tenían clases se notaba una inusitada actividad acompañada del lógico nerviosismo.

-Vas a tener que ayudarme o me volveré loco. -Davy se apoyaba en el escritorio y tamborileaba los dedos sobre el cristal inquieto.

-Davy conseguirás que me ponga nervioso, ¿qué sucede?

-Tengo que comprar los regalos a los niños y no se lo que les pueda gustar. Tu tendrás experiencia, ayúdame. -se me ocurrió una idea que quizá no le gustara pero que, según mi opinión, daría solución al problema.

-Los niños son mayores, sácalos una tarde de compras, a comer fuera y llévalos a ver una película de niños, que escojan ellos lo que quieran tener de regalo. -se quedó un momento pensativo y al momento sonreía asintiendo.

-Me gusta tu idea, creo que tienes razón y lo mejor será que nos acompañes en esa excursión. -me llevó tirándome de la mano hasta la habitación de los niños para comunicarles la decisión que ya había tomado.

Saltaban emocionados a su alrededor y los utilizó como cebo para que fueran ellos los que me pidieran que los acompañara, no me podía negar ante tanto entusiasmo.

Ese día resultaría una experiencia maravillosa, para los niños y también para nosotros. Se divirtieron, disfrutaron, como diría Érico: “Lo hemos pasado bomba”. Davy lo pasaría muy mal cuando los niños cumplieran el programa y tuvieran que partir a sus países.

Una vez me dijo que no los tomara cariño en exceso para no pasarlo mal, pero estaba convencido de que sería él quien se angustiara cuando el momento llegara. Sin desearlo los quería como si fueran hijos suyos y le pertenecieran por muy frío y distante que quisiera mantenerse.

Esa tarde, mientras mirábamos correr a los chicos por las galeras de juguetes, eligiendo lo que más les gustaba, me confesó lo contento que se sentía al haber reanudado su relación con Alex.

-Fabricio, nuestro amigo, viene unos días para pasar la Navidad, y Alex quiere que estés en una fiesta que dará en su casa, estas invitado aunque aún no se el día que se celebrará. -en principio me encantaba la idea y que se hubiera acordado de mí.

-Le llamaré, hace días que no hablo con él.

Sabía, porque a veces le escuchaba hablando por teléfono, que tenía bastante contacto con Alex, y desconocía la relación exacta que había entre ellos o si se veían en alguna ocasión, estaba por apostar por esa posibilidad, ahora solicitaba menos mis servicios sexuales y eran menos frecuente que me usara, alguien le satisfacía y juraría que no era otro que su viejo amigo y amante.

Mis hermanos había aprobado el trimestre igual que yo, para Óliver resultó fácil acostumbrarse a una forma de estudiar diferente de como se enseñaba en el instituto, y en invierno, en casa, había poco que hacer, mis hermanos preferían pasar el tiempo en los lugares de reunión para jóvenes con sus amigos.

Ese día estábamos José y yo solos en casa, trabajaba en la cocina cuando mi hermano bajo de su habitación y se sentó en la mesa sin hablarme.

-Algo te pasa, no has querido salir con Rafael, ¿no estarás enfermo?

-Nada de eso, quería hablar contigo cuando no estuvieran ellos. -dejé de hacer mi trabajo y me acerqué a la mesa, coloqué la mano en su frente para ver si tenía algo de fiebre, el calor era normal pero algo le sucedía cuando me hablaba así.

No habíamos vuelto a estar solos desde que Alex le operara el pene, a veces le pregunté si todo iba bien y si se daba la pomada que le entregó en aquel momento para evitar infecciones. Solamente me decía que todo iba bien y luego me rehuía, no deseaba inmiscuirme en lo que él no quisiera consultarme.

Estaba sentado sobre la mesa y me coloqué entre sus piernas para abrazarle. También José era mucho más robusto y fuerte que yo, me sujeto por la cintura y me elevó para sentarme a caballito sobre sus muslos.

-Aquí estoy, para lo que mi hermanito quiera, cuéntame que te sucede. -tenía la cabeza apoyada sobre mi hombro y le pasé la mano por el cuello acariciándolo.

-Quiero…, quiero hacerlo contigo… -le aparté la cara para mirarle a los ojos y el sujetaba con fuerza mi cintura.

-¿Quieres decir que deseas que vayamos a la cama? ¿Qué quieres que follemos? -se había puesto rojo, y ahora se lo notaba al haberse curado de las quemaduras del sol en el verano.

-Es que os escucho como lo haces con ellos incluyendo a papá y quiero probar…, si no te importa. -le cogí la barbilla para levantarle la cara y le besé los labios.

-Ya era hora de que te decidieras, lo estaba esperando. ¿se te ha curado del todo? -me deslicé de mi montura y coloqué la mano sobre su ingle, sentía su verga como un bulto sin vida y se la apreté suavemente friccionando los dedos sobre lo que imaginaba que era la polla.

-Sanó en unos días, ya no me duele como entonces. -rodeé entre mis brazos a mi angelical hermanito.

-Mi pequeño, podías habérmelo dicho antes. -le besé la oreja y se la mordía.

-Estoy para ti mi vida, para lo que desees. -no había dejado de frotar el bulto que comenzaba a coger consistencia. Dejó escapar un gemido y me besó los labios golpeándome los míos con los dientes.

-Suave mi amor, si nos rompemos los labios tendremos que dar explicaciones.

-¡Alonso! Perdóname pero tengo muchas ganas. -demostraba que era cierto volviendo a colocar los labios sobre los míos dándome besos, le pasé la lengua y apreté para que me dejara entrar en su boca con mi lengua.

Nos besamos y acariciamos largos minutos, cogiendo calentura con rapidez y me subió el jersey que llevaba para acariciarme la piel, gemía besándome y pasando las manos por mi espalda ahora desnuda.

-Me gusta, me gusta tu piel y como hueles. -me sacó totalmente el jersey y se quitó la camisa abrazándome con las pieles desnudas y unidas.

-Espera, es mejor que vayamos arriba, estaremos mejor en la cama. -no miré como quedaba la cocina, corrimos subiendo las escaleras, los dos teníamos prisa por desnudarnos y sentirnos abrazados.

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