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Abriendo a Flor. Sexo en la oficina con el señor maduro

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La primavera es la estación del amor, las flores, y de los recuerdos, el presente relato es el más grato de los muchos y buenos que atesoro, éste de forma muy especial

Sucedió con el advenimiento de la democracia, ella recién estrenados 21 años, solterita, yo entrando al síndrome de los cuarenta, diez de matrimonio, un hijo, suegros y un perro. La primavera en su comienzo, estrenaba sus brillantes colores.

Compañeros laborales, ella me considera un tío, por la entrañable amistad que me une con sus padres, por eso mismo le había conseguido trabajo en mi oficina. Durante más de un año siempre nos tratamos con amabilidad y buen feeling desde el primer día, nada más. Un día tomando un café, dijo estar sola y sin compañía, esos momentos que nos pesca con la guardia baja y somos vulnerables. A partir de ahí se generó una química diferente, a la salida compartíamos una copa o un café antes de despedirnos.

En esta vinculación de amigos con cierta intimidad me preguntó acerca de algunos comentarios de esos que se hacen a nuestras espaldas, me preguntó si le habilitaba hacerme una pregunta atrevida y con cierto grado de compromiso, pero que a ella le había generado una curiosidad muy especial, le dije que podía-

- Escuché en esos chismes de mujeres, que tenías fama de mujeriego… y sobre todo que según una empleada muy metiche, dijo que te habías cogido a media oficina…

- Y tú les crees?

- Lo decían con mucha seguridad, pero… si puedes contarme me gustaría saberlo de ti…

- Pero que quede entre nosotros dos, sí? -asiente- Te voy a contar lo que nunca conté a nadie, porque habrás escuchado que “los hombres no tenemos memoria”, bueno… te digo no sé si me co… tuve sexo con tantas, tampoco las cuento, pero sí, he tenido relaciones. En todos los casos fueron solo relación de sexo. Sexo sin compromisos, sin promesas, solo por el disfrute. No sé si responde a tu pregunta?

- Sí, totalmente. Solo tenía curiosidad si lo hiciste con tantas y me gustó eso de sin compromisos, sin promesas.

- Y a qué viene esa curiosidad?

- Puedo ser sincera? -asentí – Es que estoy peleada con mi novio y como podrás suponer no tengo con quien… bueh… eso, entiendes… y tengo miedo a que me engañen nuevamente, y había escuchado eso de “sin compromiso” y hace varias noches que ese detalle me hizo excitar y me sigue dando vueltas en la cabeza.

Después de ese diálogo tan personal, tan íntimo, sucedió de encontrarnos compartiendo un café en la oficina, todos se habían retirado, quedamos un tiempo más, ella me ayudaba a buscar una información. De pronto me asaltó la peregrina idea de sentir el sabor de sus besos, hasta nervioso me había puesto, podría decirse que había vuelto a ese momento de que como un pendejo en su primera cita.

- Después de la charla del otro día, también me dejaste bastante trastornado, por eso te pregunto si puedo ser un mucho de atrevido.

- Sí, que tan importante puede ser.

- Mucho… Te puedo dar un beso?

- Sí, pero uno solito….

Realmente fue uno solo, pero intenso, donde la lengua de ella fue la que abrió el camino en mi boca, y ese beso tuvo el efecto de ser el disparador de otras que fueron detonando secuencialmente.

Fue el precursor de los hechos que se sucedieron. Le propuse que cómo se estaba poniendo oscuro, si la podía acercar a su casa, en compensación por haberme ayudado en una tarea extra.

Nuevamente los besos, cuatro o cinco pero muy largos. Flor metió la lengua en mi boca, entregarnos en besos. En la tarde siguiente, en un parque, nos besamos y abrazamos con tanta pasión que el calor generado ponía en peligro la arboleda.

Para levantarnos, debimos esperar a que se me bajara la erección, imposible caminar exhibiéndolo.

- Woww, eso fue por mí? -confirmé, nos reímos con sana inocencia.

Era viernes, pasé todo el fin de semana “al palo” pensando en ella. Ella tampoco la pasaba bien, me escribe un whatsapp “estoy caliente re-caliente, no me aguanto”, la respuesta: “bb también lo estoy, ni te imaginas cómo” ella: “enséñame y te creo, de otro modo no” yo: “cómo hago para que me creas” ella: “una selfie sirve” yo: “bb no me animo” ella: “anímate, te mando yo para que te atrevas”

El bip bip avisa de su what: Una foto en tetas. “te hace falta otra para animarte?” yo: “Y… sí”

Llegó: Una selfie desnudo total. Vencidos todas las prevenciones, la calentura manda: “este soy yo bb” ella: Woww me gustó, estás bueno papito”

Por ese momento era bastante, dije que suspendamos por que no vamos a poder dormir si seguimos así de calientes…

El fin de semana fue algo duro de pasar, ese lunes llegué más temprano de lo habitual, ella sabía que alguna muchacha había recibido sexo llegando temprano, eso fue lo que hizo y acertamos. Subimos con una diferencia de minutos, había encendido la máquina de hacer café, por eso la sorprendí en la kitchinette haciéndolo.

Sin darle tiempo a nada, me pegué a su trasero, las manos hurgando bajo sus ropas para llenarme las manos de sus pechos. Mueve el trasero, frotándose, la verga responde de inmediato con una erección a la medida de su calentura.

Abrí la bragueta y la saqué fuera, con la otra mano levanto la falta y hago a un lado la escueta tela de la bombacha, se inclina sobre la mesa, dándome el trasero para que tenga la comodidad de embocarla entre los labios de la vulva. Empujo mi gruesota verga, encuentro resistencia, empujo pero me cuesta.

- Sé que no eres virgen, pero no entra, ayuda ábrete un poco, no quiero lastimarte.

- Te había dicho que era estrecha pero no me creías. Soy bien estrecha mi novio me lo decía, y ahora con tu cosota tan gorda y como hace varios meses que no la visita nadie es natural que se haya cerrado aún más.

La resistencia aporta el plus del disfrute. Entre con todo el deseo, agarrado de su cintura me impulso dentro de su vagina, ella se tiende sobre la mesa apoyando las tetas, busca darme la mejor posición para entrarle bien adentro.

- Woww, papi, que rico, como me gusta sentir una cosota tan gorda, dame más, más fuerte.

La penetré con toda la vehemencia y premura para liberar esta calentura incontenible. Entrando y saliendo con pasional bravura, la penetré más allá de lo posible. A los empellones la estaba completando, haciendo sentir ese orgasmo que se producía en sus entrañas.

- Dame, dame, dame más, no te pares, sigue, sigue… Más fuerte, más fuerte, me falta poco, más fuerte, estoy…

El orgasmo le estalló interrumpiendo su última palabra, acompañé los estertores y vibraciones que devienen durante el orgasmo. Tan pronto hace una pausa en los vehementes gemidos de orgasmo, retomo el ritmo y profundo ataque con la verga súper erecta.

Me mando dentro con fuerza, apretándola hasta dejarla sin respirar. Flor me alienta para que no pare de empujarme dentro de su conchita.

Ese pedido fue como una incitación al desmadre, retomé la vehemencia del inicio, ahora sentía el exceso de jugos, el bombeo cada vez más intenso.

- Siénteme siente como te la estoy metiendo, estoy llegando, siente mi leche. Bb, siénteme voy a correrme. Me voy, me voy…

Le inyecté toda la calentura retenida durante el fin de semana, se la mandé dentro, acabe, llenándola de semen.

Nos limpiamos el estropicio de jugos y semen, sobre todo mojarnos la cara con agua fría, los calores del polvo habían dejado huellas en el rubor de las mejillas de Flor.

Apenas tuvimos tiempo para recomponernos de la agitación de esta tremenda cogida.

Esto recién comienza, tan solo fue la primera vez, la que más se recuerda.

Te gusta el sexo en la oficina, me cuentas. [email protected]

Nazareno Cruz

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